Curar el cuerpo y el alma con el ayuno terapéutico

En la época actual, las enfermedades que se padecen en los países desarrollados, son enfermedades por exceso, no por defecto. En un país desarrollado, es normal no encontrar personas con carencia de proteínas, pero es sencillo conocer a mucha gente que presenta problemas de colesterol, ácido úrico, azúcar, obesidad…

Nuestra preocupación por las proteínas nos hace consumir continuamente y sin variar acabamos comiendo en exceso, más de lo que necesitamos, realizando mezclas absurdas de muchos alimentos distintos dentro de la misma comida por miedo a que nos falte algo.

Como consecuencia, se desarrollan en el organismo una serie de dolencias crónicas de tipo inflamatorio (asma, artritis, alergias) y otras patologías que tienen mucho que ver con un organismo intoxicado. La obesidad, en realidad, es vista como una enfermedad estética, pero en realidad cuando una persona obesa adelgaza, no se quita de encima sólo kilos de peso, sino también kilos de enfermedad.

Para el crecimiento espiritual, la enfermedad es una bendición. Antes de preguntarse ¿Por qué me pasa esto? ¿Por qué yo? Conviene cambiar el enfoque y reflexionar sobre ¿para que?. Porque la vida nos tiene reservados a cada uno nuestro momento.

El ayuno terapéutico no es una huelga de hambre, no es la inanición, el ayuno terapéutico es un tratamiento global del ser humano, que hace mejorar su bienestar en general, activando la fuerza autocurativa del propio organismo para sanar sus enfermedades, por lo que muchas de estas enfermedades se curan por completo y otras se alivian, en contra de la creencia popular de que hay que comer para curarse. No hay más que fijarse en lo que hacen nuestros amigos los animales.

Con el ayuno, la pérdida de peso no es la prioridad, aunque la persona está sana cuando está en su peso .

La fuerza curativa del propio cuerpo del que ayuna, le ayudará a sanar sus dolencias físicas y anímicas, por eso el ayuno sirve para reflexionar sobre la propia vida, para descansar, para tomar reflexiones, para poner distancia, para verse a uno mismo y a su entorno desde otro punto de vista, para sanar el alma, para cambiar de rumbo en la vida.

El enfoque del ayuno es hacia el interior, redescubrir el propio yo y despertando así la propia fuerza curativa del organismo. El ayuno es un buen momento para aprender a meditar, a relajarse y a estar en calma interior, un buen momento para el recogimiento y la soledad, al mismo tiempo se realiza moderadamento ejercicio fisico suave, como pasear, yoga, tai-chi, etc. ya que demasiado reposo y sosiego tampoco es beneficioso ni para el cuerpo, que necesita moverse, ni para la mente, que no debe dar muchas vueltas a los problemas.

Podemos ayunar durante un período de tiempo determinado porque tenemos reservas suficientes en nuestro cuerpo. Así nuestras células pueden continuar nutriéndose mientras nuestras reservas de grasa, minerales, vitaminas y azúcar no estén agotadas. Cuando no se le administran proteínas al organismo, éste consume sus propios recursos de proteinas instaladas en el tejido adiposo así como las llamadas proteínas de escoria, que son las que se encuentran en las sustancias de desecho. Al contrario de lo que se piensa, esto no intoxica al organismo, sino que abre las vías hacia la curación.

La comida causa placer y resulta una forma cultural de socializar. Además aporta energía, macronutrientes como las proteínas, las grasas, los hidratos de carbono y micronutrientes como las vitaminas y los minerales y oligoelementos. Pero todos estos elementos se reciben de sus propias reservas acumuladas, por lo tanto el ayuno es otra forma de nutrición. Prueba de esto es que durante el ayuno el pelo y las uñas siguen creciendo, cicatrizan heridas cutáneas e incluso fracturas, y además el cuerpo trabaja mucho más rápido y eficientemente.

Más información en el libro: Ayunar para sanar, Ana Moreno, abril de 2010, Marbella, mundo vegetariano ediciones