El duelo sano: reconciliándote con la vida

Kikio
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Los procesos de duelo necesitan ser conscientes para sobrellevarlos sanamente

Un duelo, ya sea por muerte o por una pérdida cualquiera, requieren de nuestro compromiso con el bienestar del alma. Es necesario no obsesionarse con el hecho y superarlo.

Muy queridos amigos, hoy destacaremos la importancia de comprometernos de forma consciente con los procesos de duelo. Dichos procesos suelen ser dolorosos y en ocasiones demasiado largos, debido a que nuestro pensamiento y emotividad se aferran a no aceptar lo sucedido.

Desde luego, esto es una conducta humana y muy natural, en un inicio. Cuando perdemos a alguien o algo, el primer impulso es de negación. Nos enfrascamos en un periodo de enfado y tristeza extremos, que según los especialistas es no sólo normal sino también necesario para procesar adecuadamente el dolor.

El problema surge cuando nos estancamos en esta etapa y no permitimos que las emociones evolucionen hacia un curso sano y reconciliatorio con la vida.

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La nostalgia y la tristeza nos invaden y nos es difícil superar la pérdida

Nadie nace con los conocimientos necesarios para sobrellevar un duelo de forma sana.

Por fortuna, las investigaciones sobre el tema a lo largo de las últimas décadas han arrojado resultados muy favorables. Simplemente hay que entender las etapas del proceso y vivirlas en consecuencia.

La negación es generalmente la primera sensación que nos invade al afrontar un duelo. Llegamos a pensar que nos será imposible seguir con nuestra vida, ahora que las cosas han cambiado tan radicalmente. Sin embargo, los estudiosos del tema aseguran que esta etapa no debe ignorarse, pues de ella se desencadenan las dos etapas siguientes. Entendamos que es totalmente válido sentir una pena profunda y que incluso es recomendable experimentar dicha tristeza de forma extrema.

Una vez que le dedicamos tiempo a reconocer nuestro derecho a estar dolidos, será más fácil superarlo. Es importante no evadir nuestra emotividad en este punto, pues sólo mediante el proceso consciente del duelo podremos reestructurar aquellos aspectos de la personalidad que se hayan visto afectados.

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La impotencia es la etapa siguiente del proceso

Una vez que superamos el tiempo de tristeza, nuestra mente se llena de ideas rebeldes.

Nos sentimos frustrados y enfadados cuando comprendemos que no está en nuestras manos a posibilidad de cambiar las cosas y regresar el tiempo para evitar o modificar los hechos que nos aquejan.

Si hablamos de la pérdida de un ser amado, con frecuencia nos atormenta el hecho de ya no poder decirle a esa persona todas esas cosas que quedaron pendientes.

Si estamos ante el caso de una pérdida de otro orden, como la experiencia de quedarse sin hogar por un fenómeno natural, probablemente nos juzgaremos duramente por no haber vendido la propiedad meses antes y así haber podido conservar el patrimonio.

En cualquier caso, hacernos conscientes de que en efecto no podemos cambiar lo sucedido, no debe traducirse como un error o como una incapacidad personal. En todo caso, es afrontar el hecho de saber que, sin importar las circunstancias, nuestra esencia sigue siendo la misma, y nuestro valor espiritual no se ha alterado.

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Con la aceptación, llega es estado de paz y serenidad

Tras la negación y la impotencia, llega la tan anhelada aceptación en el proceso. Seremos entonces capaces de asumir los hechos con valor y fortaleza, para recuperar el sentido de vida.

Este es el punto más importante del proceso, pues mediante su experimentación, será que encontremos la paz que sentimos perdida. Y también debe ser una etapa consciente. Durante este tiempo de conclusión, es necesario asumir que nos permitimos el tiempo adecuado de dolor y de frustración. Que merecíamos dichos procesos y que no somos menos valientes que otras personas al afrontar una tragedia de vida.

Únicamente tras haber transitado por los tres estadios, tendremos la posibilidad de reconciliarnos con la vida plenamente. Y esa es la finalidad. Poder entender el mensaje concreto que la existencia nos da mediante las enseñanzas que se desprenden de lo vivido.

Recordemos que la fortaleza de un alma está en su capacidad de soltar y de aceptar el orden superior de las cosas. Estos procesos son necesarios pero no debemos aferrarnos a ellos. Es imperante evolucionar espiritualmente y no encadenarnos al dolor.

AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia de hermandadblanca.org

PARA SABER MÁS:

Información sobre la Muerte, El duelo y el Despertar Espiritual

Compasión y duelo, por Josep Maria Gasset

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