El propósito de vida por Alicia Gianfelici
Me gustaría compartir a través de este post, unas palabras acerca del propósito de vida e invitarte a pensar en torno a esto, porque es uno de esos temas que no podemos pasar por alto. Al menos, que no tendríamos que pasar por alto.
Para ser sincera, son pocas las personas que se acercan a mi consultorio a hablar de su propósito de vida, o a tratar de descubrirlo; en general se acercan por alguna enfermedad, porque se encuentran repitiendo situaciones que creían superadas, porque sus vínculos no funcionan, pero no vienen para abordar el asunto del propósito de vida. Sin embargo, es un tema que surge con mucha frecuencia. Generalmente hace su entrada sin previo aviso en la primera consulta, cuando le pregunto a la persona qué hace, y seguido a esto le pregunto qué le gustaría hacer, y generalmente sus dos respuestas no coinciden… Entonces el tema del propósito, de los sueños y los deseos frustrados entra en ebullición y empezamos a observar que probablemente tampoco coincide lo que anhela hacer con lo que el entorno espera que haga, o no coinciden sus deseos con la percepción de sus propias capacidades, etc., etc., etc.
Enseguida notamos que estas fragmentaciones generan un estado tal de desarmonía interior, que se manifiesta a veces como enfermedad y otras dificulta las relaciones interpersonales, porque quien no está bien consigo mismo, no está sano; y quien no está en buenos términos con sus propios sueños, tampoco lo puede estar con el entorno. Si uno está haciendo algo durante un tiempo, queriendo hacer otra cosa -o peor aún, no queriendo hacer lo que hace-, es lógico que no se sienta bien y es muy probable que enferme.
Ahora bien, una vez que comprendimos esto, sabemos al menos que lo que se está haciendo no es lo que se quisiera hacer, entonces llega el momento de la pregunta: ¿Cuál es mi propósito de vida? El genérico del propósito de vida, es decir, el propósito de la vida de todos, es ser feliz, por supuesto. Pero no todos somos felices haciendo lo mismo. A nivel personal, como somos únicos e irrepetibles, tendremos una forma de vivir, de ser felices, única e irrepetible… Y es importante que vayamos entendiendo esto de entrada. No todos podemos estar contentos haciendo lo mismo, de la misma manera, y eso: está bien.
Pasada la instancia, en la que comprendemos esto, en la que aceptamos que podemos ser distintos, que no nos contentamos tal vez siendo empleados, tal vez haciendo exactamente lo que hacían nuestros padres (sin que ninguna de estas cosas esté mal), podemos empezar a plantearnos identificar nuestro propósito.
En este momento, es bueno saber que el propósito de vida es eso que amamos hacer, eso que sabemos hacer de manera única, distinta a los demás, de modo particular, eso que haríamos aunque no ganemos dinero sencillamente porque lo hacemos en principio por nosotros mismos, porque nos hace ser quien somos, porque nos define, porque lo disfrutamos, porque nos da placer hacerlo.
…Y es ahora, cuando surge la pregunta: ¿Por qué mucha, muchísima gente no sólo no lo hace, por qué incluso tanta gente siquiera lo ha descubierto, por qué no sabe qué le hace feliz…? Y tenemos que darnos cuenta que lamentablemente, la gran mayoría de las personas se ha pasado la vida tratando de hacer lo que debe, lo que le dijeron que era correcto; se ha pasado la vida adaptándose al mundo, tratando de ser aceptada, en vez de dedicar tiempo a hacer las cosas que le gustan. De ahí que llega a un punto donde ya hasta ha olvidado lo que le gusta y le hace feliz… Se ha acomodado tanto a lo otro, que se ha olvidado de ser ella misma.
Pero dejando los porqués a un lado -que siempre nos dan vuelta para tratar de entender el mundo-, llega el momento entender los para qué. ¿Para qué vivir el propósito de vida? Ya habíamos dicho que para ser felices, que esta es la forma individual de cumplir el deseo general de la felicidad. Pero hay más… Vivir el propósito de vida, tiene una importancia que hemos desestimado. Hacer lo que amamos no sólo es el único camino para ser felices, sino que también es el único camino para mantenernos más sanos, más vitales, más armoniosos con nosotros mismos, y con nuestro entorno… Porque –creo que no hace falta que lo recuerde, pero acá va-, la felicidad no está en otra persona, no está en una posición económica, no está en objetos materiales, no está en la cantidad de información que tenemos dentro de nuestra cabeza, sino sencillamente en aceptar lo que somos y manifestarlo. En expresar nuestra naturaleza…
Así se acerca el momento en que acordamos –mi cliente de consultorio y yo-, que no hay más alternativa que arremangarse y animarse a asomar la mirada sobre uno mismo, y sobre los propios sueños. Para empezar a hacerse cargo de lo que uno es.
Por supuesto puede parecer egoísta, pero es todo lo contrario. Es que nos hemos pasado la vida tratando de adaptarnos a lo externo, que de pronto pensar en uno puede sonar extraño… Me han dicho -porque son comunes las resistencias…- No puedo pensar sólo en mí mismo y hacer lo que quiero… Hay roles con los que cumplir… Hay tanta gente que no tiene para comer, que es un lujo andar pensando en cumplir los sueños… No tengo la vida que quiero, pero vivo bien, no me puedo quejar… Y mucho más, más o menos en el mismo tono: el del temor.
A estas resistencias hay que explicarles que cuando hacemos lo que amamos, nos sentimos bien y transmitimos ese bienestar, esa alegría, todo eso bueno que sentimos a los demás… Y cuando somos felices, queremos que los demás lo sean, entonces hacemos por los demás de un modo natural, genuino. Sin mandatos, sin imposiciones. Damos con generosidad lo que tenemos para dar, porque nos sobra lo que hacemos. Aceptamos a los demás porque nos aceptamos a nosotros mismos. Además, cuando hacemos lo que amamos, hacemos lo que realmente tenemos que hacer, es decir, ocupamos nuestro lugar en el mundo y mejoramos de este modo el mundo.
El propósito de vida es eso que hacemos de forma única y eso nos enriquece a todos, porque todos estamos conectados. Por ejemplo, Paloma baila, pero baila de un modo único y particular, sólo ella baila así, porque aprendió lo que le enseñaron, se entrenó mucho, pero a su vez –a diferencia de las otras bailarinas-, buscó su propio modo de moverse. Entonces es llamada para representar ciertas obras y embellece al mundo con su danza. No es la única mujer que baila bien, pero es la única que lo hace de ese modo. A su modo… Pedro cocina. Pero se ha especializado en cocina vegetariana, que es su forma de alimentarse, entonces, comparte con los demás su comida y su experiencia. Las recetas que crea, las que perfecciona, y afecta al entorno positivamente haciendo lo que ama. Paloma y Pedro no trabajan, expresan lo que son, viven su propósito, disfrutan la vida expresando su naturaleza única.
Esto de hacer las cosas que amamos y de hacerlo a nuestra manera, nos da felicidad, una felicidad que necesitamos tener, para poder compartir con los demás. Una felicidad que nos mantiene más sanos, porque estamos en mayor equilibrio, y no tenemos cuentas pendientes con nosotros mismos.
Entonces, el propósito de vida es eso que nos hace felices, eso que podemos pasar horas haciendo, eso que no hacemos por el dinero (aunque ganemos dinero con ello, y en general las personas que viven de acuerdo a su propósito ganan mucho dinero, porque ayudan y afectan positivamente la vida de muchas personas y las personas le recompensan por esto.) El propósito es estar en nuestro lugar en el mundo…
La persona que hace lo que ama, está condenada al éxito. A esa persona, sólo puede irle bien, porque se siente bien, porque irradia felicidad.
El propósito de vida es eso que hacemos de manera especial, que nos hace felices, y desde donde afectamos el mundo positivamente… Y es importante para todos que seas feliz, porque así vas a poder mejorar el mundo desde tu lugar. Todos necesitamos que seas feliz, todos necesitamos que cada uno pueda hacer lo que ama.
Te dejo una pista para que encuentres eso que seguramente ahora estás buscando. Tiene mucho que ver con las capacidades innatas que tenemos, con nuestros gustos y deseos… Y te sugiero que lo busques, porque cuando no realizamos nuestro propósito, enfermamos con frecuencia, porque no somos felices, porque negamos de alguna manera eso que somos, porque no oímos nuestro interior…
Cuando llega al consultorio una personas que dice desconocer su propósito de vida (todos en el fondo sabemos cuál es, pero a veces, esa certeza está muy en el fondo), en primer lugar les pregunto por qué hace lo que hace -cualquier cosa que esté haciendo-, de este modo, empieza a descubrir cuáles son sus condicionamientos, si la madre, la sociedad, el dinero… (Te invito a que lo hagas.) Luego empezamos a trabajar desde el arte (la estrategia que uso en consultorio es Armonización por el Arte) pintando probablemente, dibujando, narrando o describiendo, una vida ideal… En ese trabajo, empieza a verse el propósito de vida de cada uno. No es que vaya a salir en un dibujo, de la noche a la mañana –aunque a veces sucede-, porque muchas veces interfiere nuestra necesidad de encajar, de ganarnos la vida, de responder a las necesidades de los demás, y muchos etcéteras… Pero algo empieza a surgir porque el arte muestra lo que hay en lo profundo de nosotros mismos, muestra con menos condicionamientos, con menos vida consciente y más mundo interior… Pero aun así, lo tomamos con calma y dedicamos varios encuentros a repetir el trabajo, antes de concluir, para que surja nuestra esencia en la expresión artística… Vamos leyendo -como en un libro-, las marcas que deja esa pintura que se ofrecen como metáfora de lo que somos. Develamos las constantes, a veces formas, otras veces colores, un fondo, una figura que se repite, un trazo… Todo dice acerca de nosotros mismos. Quizá nos muestre una actividad, quizá un modo de hacerlo, o un entorno dónde…. Hay que estar atentos… Pueden hacerlo ustedes mismos y luego de varios trabajos, empezar a sacar una conclusión…
En consultorio también nos proponemos desafíos (tareas), estos desafíos nos llevan directamente al cambio. Hacen que además de tomar consciencia nos pongamos en acción, pasemos al plano físico lo que hay en el mundo de las ideas. Los desafíos, siempre son particulares, únicos para cada uno, pero si hay un desafío genérico, igual para todos, relacionado con el propósito de vida, ese es el de empezar a dedicarle tiempo a hacer lo que nos gusta hacer. Es probable que tengas que reordenar tu vida, pero vale el esfuerzo.
Eso sí, tengo que advertirte. Una vez que comiences, tenés un pie dentro.
Quien hace una vez lo que ama, luego no lo puede dejar así no más… Y es allí cuando la vida comienza a transformarte en la mejor versión de vos mismo, y empezamos entonces ya por nosotros mismos a desafiarnos por llegar a expresarnos más, a manifestar más lo que somos.
Una vez que comiences a hacer lo que amás, tu vida toma un vuelo que antes no podías imaginar. Y lo mejor de todo, es que no hay vuelta atrás.
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Víctimas del autoboicot
¿No tomás las oportunidades que se te presentan? ¿Das vueltas? ¿Tenés mil “pero’s”…? ¿Tenés metas pero no te ponés en acción? ¿Siemrpe tenés excusas, argumentos y fundamentos sólidos para no hacer lo que querés? ¿Tu diálogo interno no te apoya? Entonces sos víctima del autoboicot y podés continuar leyendo este post.
Ser víctima del autoboicot es lo mismo que decir que sos víctima de vos mima, de tus propios miedos, de tu negatividad, de emociones derrotistas…
Y surge generalmente porque nos criaron poniendo el foco fuera -y no en nuestra superación personal-. En la aprobación del entorno, en una nota, en estándares ajenos… y de tanto necesitar esa aprobación externa, nos vamos condicionando a nosotros mismos… no nos animamos si no nos animan, no nos aprobamos si no nos aprueban, y se nos empieza a hacer difícil salirnos de nuestra zona de confort, ampliar la pecera, escribir en el margen… Es que nuestra valía está de pronto en la mirada del otro y no en la propia. Por otro lado, también es posible que hayamos tenido experiencias donde no hemos podido hacer algo, donde algo no nos salió como queríamos, algo que no logramos, y eso se transformó en un punto de referencia negativo… Una marca, una cicatriz que tenemos ahí a la vista, y con la que nos recordamos constantemente que no podemos. Un punto de referencia que nos hace pensar que nunca vamos a poder con nada y refuerza nuestro miedo a cometer errores…
Pero “las cosas tienen movimiento…” y la vida se mueve hacia adelante, nada es estático, constantemente se nos presentan posibilidades para que lleguemos donde queremos llegar, para que manifestemos nuestras certezas interiores, para que hagamos eso que nos hemos propuesto hacer…
Entonces, cómo afrontar todo lo que nos sucede interiormente, todo eso no nos permite avanzar, y que nos condena a la inmovilidad…???
Podés buscar puntos de referencia positivos… (todos tenemos alguno) algo que alguna vez creíste que no ibas a lograr y sin embargo lograste. Buscar puntos de referencia positivos no anula los puntos de referencia negativos, las cicatrices que tenemos, pero sí nos da una perspectiva más objetiva de la vida y de nosotros. Hace que cambiemos el foco del derrotismo a la posibilidad. Cambiá el pensamiento… Si durante tu infancia te dijeron que no podías, es lógico que creas que no podés y que eso te condicione. Ahora, si de adulto te repetís lo mimo… Empezá por comprender que eso que te dijeron forma parte del modo de ver el mundo de los otros, no tiene por qué ser verdadero. Cuestionalo al menos un poquito, entendé que vos pensás así porque te compraste esa forma de ver el mundo. Lo que te dijeron es un gran mandato que tenés que superar, no es que sea tu responsabilidad la crianza que recibiste, pero es tu responsabilidad lo que hacés con ella. Por tu propio bienestar tenés que dejar a un lado lo que no te sirve de esa crianza, y re-aprender algunas cosas. Se trata de empezar a elegir tus pensamientos, cuando te escuches un pensamiento derrotista, recordá que es producto de cómo te criaron, de las exigencias del entorno, de las marcas que dejaron tus experiencias, y elegí cambiarlo por uno que te permita avanzar, que te anime a probar, a intentarlo… Por un pensamiento que te apoye. Cambiá el círculo de personas, pasar tiempo con gente que te estimule, que te haga reír y saque lo mejor de vos. Creá hábitos positivos como comer sano… dejá los vicios, hacé algo de ejercicio, hacé lo que amás hacer, tomá contacto con la naturaleza, dedicá tiempo a crear, a relajarte, a pasar tiempo con vos misma…
En cuanto al miedo que genera cometer errores, sería bueno que tengas en cuenta que todos los cometemos, y que de eso muchas veces sacamos experiencias positivas que nos hacen crecer… No tenés que ser perfecta… Sólo tenés que ser quien sos.
Y lo principal… no pongas excusas… si no tenés dinero pedilo prestado, si no sabés algo preguntá, si no podés con todo delegá… Porque la vida, te va a suceder hagas lo que hagas y decidas lo que decidas.
Me despido deseándote que tengas tantas bendiciones en tu vida… como seas capaz de recibir!
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Las terapias alternativas
Las terapias alternativas vienen a ser otra opción (diferente a la aceptada por la comunidad académica) para resolver los problemas de la salud. No necesariamente reemplazan a las terapias tradicionales de la medicina, la farmacología o el análisis psicológico, pero sí aportan un enfoque distinto y complementario. El enfoque de las terapias alternativas es holístico (ve el conjunto, la totalidad de la cosa), y en eso se diferencian de las terapias tradicionales que suelen tener una mirada reduccionista para analizar el problema. Esto permite que la una busque la causa, y la otra naturalmente se acote a paliar y desterrar el síntoma. Consideremos que las terapias aceptadas por la comunidad académica, no son nuevas, y se enmarcan en una visión positivista, empírica (que necesita la experiencia para legitimar, aceptar algo como verdadero) y demanda la super especialización en áreas concretas, para construir conocimientos específicos. Esta visión (que se ha dado en muchos ámbitos, porque es una corriente de pensamiento, no sólo una modalidad científica), ha sido la que nos permitió conocer a fondo cada objeto de estudio, pero a su vez ha desconectado el objeto de su entorno para el estudio mismo. Paradójicamente, en este aislamiento, el conocimiento del objeto se vio acotado y es lo que hoy están notando los científicos y estudiosos, especialmente los de las ciencias sociales. Tanto la postura de la medicina tradicional, como la visión holística en los abordajes terapéuticos, son interesantes si van de la mano.
La primera, mira segmentando y profundiza. La segunda (que llamamos alternativa), mira el todo y lo define como “más que la suma de las partes”, lo que le da una perspectiva más acertada del contexto del problema y de la causa. Cuando abordo un análisis de cualquier problema en el consultorio (físico, espiritual, psico-emocional o vincular) me valgo del arte que me muestra lo que no podemos ver a simple vista, me habla de lo que no puedo escuchar en la voz de la persona. Me revela su subconsciente. Esto, me aporta elementos para el análisis que no tendría de otra manera, o que se irían revelando a medida que la persona va tomando consciencia (y eso suele ser un proceso muy largo). Una mirada holística en el análisis de un problema es una que va más allá del problema mismo. Una que me permite ver la totalidad, o al menos, una gran parte de ella: el síntoma, lo que se piensa, lo que se siente, el caudal energético de la persona, lo que hay en el subconsciente, la postura corporal, el tono de voz, lo que se dice, lo que se calla, los fallidos, su pasado, su propósito, el enfoque… El abordaje holísitico «humaniza» el trabajo terapéutico sobre la enfermedad o el conflicto, porque contempla la multidimensionalidad del ser.
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