El Sagrado Arte de la Curación por Alfonso del Rosario
El Maestro Tibetano (D.K.), refiriéndose a la curación, dice que “La Sanación, es el Arte Sagrado de la Curación”. La considera como una actividad trascendente y de un alto valor y significado espiritual para todos los que se dedican a esta insigne labor.
En términos generales, cualquier actividad humana, como es en este caso la Curación, se convierte en Arte a través de la práctica, de perfeccionar las técnicas que se aplican, de la corrección de los errores que se presentan y de potenciar los aciertos conseguidos, ya sea en lo referente a una escultura, una obre arquitectónica, una composición musical, o una obra pictórica.
Para que la curación sea una actividad espiritual, el Terapeuta ha de someterse a un esmerado proceso de Alquimia Interna. Debe reorganizar y sintonizar correctamente todos los elementos que constituyen su Personalidad, armonizando sus pensamientos, sus sentimientos, sus emociones y sus actos, en pensamientos, sentimientos, emociones y acciones, acordes a las más nobles, sutiles y vibrantes energías, para poder así conformar los cimientos del Templo Sagrado de su Espíritu, de su Alma, de Aquello que realmente es y somos todos nosotros.
Es por esta razón, por lo que también se la denomina Arte Sagrado a la Curación, porque es la Espiritual Energía, la del Alma Universal, la que es atraída por nuestra Alma (una parte de Ella), hacia el Templo Sagrado de nuestro ser, para ser proyectada con todo nuestro Amor y exquisita sensibilidad a la persona que estamos tratando de curar.
Para que este proceso curativo tenga lugar, es necesario que se produzca siempre una alineación, sintonización y contacto entre:
- La Personalidad del Terapeuta.
- El Alma del Terapeuta.
- Y el Paciente.
Si esto sucede, la curación se produce (siempre que el karma del paciente lo permita). Hay que tener en cuenta que el que cura no es la Personalidad, Pedro, Juan, Inés o Laura, es el Yo Superior, el Ego, el Alma, el que decide, el que ve y sabe. El terapeuta es un simple canal, un observador silencioso, un espectador del milagroso proceso de la sesión de sanación.
A veces el Terapeuta, consciente o inconscientemente, antepone su Personalidad a su Alma, impidiendo que ésta, el Alma, manifieste todo su potencial energético hacia el paciente a través de su Cuerpo Etérico-Físico. Esto se debe casi siempre a un deseo por ver materializada rápidamente la curación. En este caso, en vez de canalizar la Energía Universal, el Terapeuta toma y proyecta hacia el paciente, de sí mismo, de su propia naturaleza, su chi, su ki, su prana, o su esencia vital, como queramos llamarlo, desvitalizando y desequilibrando todo su sistema bio-energético, pudiendo producirse importantes trastornos y desequilibrios físicos y sicológicos. Este es uno de los más importantes problemas con los que nos podemos encontrar los que nos dedicamos a este sagrado arte, el de no entender bien que es el Alma la que debe controlar todo el proceso de curación, porque es la única que sabe entre otras cosas, si el karma del paciente permite que su enfermedad, molestia o cualquier otro problema, pueda remitir de intensidad o desaparecer en su totalidad. Esto no quiere decir, que no se deba colaborar en todo momento y en la medida que podamos en todo el proceso curativo, sintonizando con al paciente y facilitándole toda nuestra ayuda como mejor podamos, pero teniendo en cuenta, que deberemos desligarnos de los resultados de la sesión de curación. Ni qué decir tiene, que deberemos ser canales de ese Amor Incondicional, que tendrá que mantenerse vivo y activo hacia el paciente en todo momento, tanto durante la sesión de curación, como cuando finaliza ésta.
En la curación es la Mente, en su doble aspecto sutil-intuitiva y lógica-personal, la intermediaria o canal de conexión, que facilita la comunicación del Alma con la Personalidad. Es la que tenemos que tener siempre bajo nuestro control. Siendo la Mente el principal instrumento por el que se vale el ser humano para relacionarse y evolucionar, es de vital importancia no convertirnos en su esclavo, no dejando que nos engañe con sus inoportunas y engañosas ilusiones, de valores efímeros y de falsos oropeles. Debemos de convertirla en un amigo y fiel colaborador que nos ayude en nuestra tarea de lograr esa Alquimia Interna, para hacer aflorar nuestras más trascendentes virtudes espirituales.
Vivimos en la Era de Acuario, signo por excelencia del elemento Aire, en donde a nivel físico el hombre ha llegado a conquistarlo y dominarlo, fruto de su moderna y avanzada tecnología aeronáutica. El siguiente paso para el hombre es conquistar el Aire Etéreo, el que une a los distintos planetas de nuestro sistema solar a través de los viajes interplanetarios. De la misma forma, en el ámbito espiritual, el ser humano está preparándose para dar el importante salto evolutivo que le llevará a través del control de su Mente a hacer contacto de forma consciente con el plano Búddhico, en donde reside el refinado Aire Intuitivo.
Dice uno de los Maestros que: «…a través del Raja – Yoga, la Mente es conocida como instrumento del Alma y el medio por el cual el cerebro del Aspirante se ilumina, adquiriendo así el conocimiento de todo aquello que concierne al Reino del Espíritu...»
El Raja Yoga, es el yoga de la presente Era de Acuario, siendo por este motivo, la Meditación la imprescindible disciplina que puede llegar a controlar y conquistar a la Mente, para que valiéndonos de ella, poderla trascender y alcanzar así el Reino de la Intuición. Es sólo a través de la Meditación como vamos a llegar a estas elevadas esferas de la realidad, ya que es el único camino por el que el ser humano puede evolucionar de una manera, rápida y eficaz, máxime cuando como en este caso, tiene su conciencia enfocada en el servicio hacia todos los seres.
El principal logro que se alcanza a través de la práctica de la Meditación, es la desaparición dentro del campo de percepción de la conciencia de la parte Mental-Analítica y como consecuencia, de la aparición y manifestación dentro del campo de percepción de la conciencia de la otra parte, la Mental-Intuitiva. De esta manera se logran alcanzar esos sutiles estados de percepción que permiten ser conscientes de nuestra Alma y de los mundos sutiles que le son afines, haciendo partícipe de estos contactos y experiencias a nuestra personalidad.
De los resultados que se derivan la práctica de la Meditación, se pueden extraer algunas consideraciones y logros importantes:
- La Unión de la Personalidad con el Alma.
- La Transmutación de los Vehículos o Campos de Energía.
- El Contacto con Buddhi y por tanto, con la Intuición y la Sabiduría.
- El Contacto y la Manifestación del Amor Universal.
- El Contacto con diversos Tipos de Energías.
- El Contacto con elevadas Entidades Espirituales.
- La Comprensión de la misión que nos corresponde desempeñar en el Mundo.
- Los Arquetipos Divinos en el Servicio mundial.
- La Exteriorización de las Potencialidades y Cualidades de nuestra Alma.
Todo esto, tiene una enorme importancia, no sólo a nivel personal, del practicante de la Meditación, sino también al grupo al que pertenece. Todo lo logrado, todo lo conseguido, se proyecta hacia los más allegados de forma positiva, reforzando los lazos afectivos y espirituales dentro de su familia (padres, hermanos, esposa/o, hijos), hermanos espirituales, grupo social, la nación en la que vive y por último el mundo. De esta forma, casi sin darse cuenta, colabora conscientemente en el Gran Plan Evolutivo de nuestro Logos o Dios y por consiguiente en la evolución de Gaia, nuestra querida Tierra.
La unión consciente del Alma con la Personalidad, hace fluir en el ser humano una amplia y bien definida visión de los Planos Superiores. Le hace comprender internamente que su Mente no debe circunscribirse sólo al mundo tangible que le rodea, sino que debe valerse de ella, para lograr esa cualidad de penetración y de síntesis, capaz de captar muy sutilmente la realidad de cualquier situación en la que se pueda encontrar, dotándola de ese sabio reconocimiento interno, que le hace ver y distinguir lo Verdadero de lo Falso, lo Real de lo Irreal, el Discernimiento, tan necesario para llevar a feliz término cualquier trabajo de Servicio Universal, como es el de la Curación.
Autor: Alfonso del Rosario
Buenos días Matilde. Es muy interesante el comentario que hace. Usted mismo ha contestado a su pregunta. Cuando en el Reiki, como en cualquier otra terapia similar, el terapeuta, tiene algún problema de salud, sicológico, emocional o mental, por el contacto de ambas auras a nivel etérico, se produce una conexión y contacto en el que fluyen energías de ambas personas y en ambos sentidos. Algunas veces se es consciente de este hecho, pero otras no. El terapeuta debe estar preparado para detectar esas energías que emite el paciente y no ser afectado por ellas. De igual forma el terapeuta debe estar lo suficientemente preparado internamente para no emitir energías negativas suyas que puedan perjudicar aún más al paciente que ha ido a su consulta.
Sólo cuando existe una verdadera y auténtica Compasión (la máxima expresión de ese Amor Universal e Incondicional hacia cualquier ser), el terapeuta puede atraer esas energías espirituales para canalizarlas hacia el paciente. La compasión produce esa perfecta comunión y simbiosis espiritual que propicia que las energías curativas fluyan armoniosamente desde el terapeuta al paciente.
Cuando un terapeuta está enfermo o tiene un problema de los antes mencionado es preferible abstenerse de hacer Reiki hasta haber vuelto a un estado de Paz, de Armonía y Equilibrio interno para que la sesión de curación discurra por los cauces adecuados, ya que de no ser así probablemente está proyectando parta de su propia vitalidad al paciente, al no haber hecho contacto en estas condiciones inarmónicas con esas energías curativas universales.
Esta es mi opinión que espero haya servido para aclarar sus dudas.
Con mis mejores deseos.
De corazón a corazón.
Alfonso.
Hola. Su artículo es muy interesante. Creo que, sí, es importante el estado mental y emocional del terapeuta a la hora canalizar energía.(en mi caso desde Reiki). Y por eso le pregunto si es posible influir negativamente sobre un paciente, cuando el terapeuta está mal, a pesar de no querer hacerlo y procurar canalizar la energía concentrándose en el paciente. Y de ser así, si existe algún modo de revertir ello. Muchas gracias. Namasté-