Energías de Agosto. “Leo, Ése Soy Yo”
Durante el tiempo de Leo, una poderosa y magnética concentración de energía cósmica se derrama sobre el esquema de la tierra.
Tras la apertura de la puerta de Cáncer la creciente actividad receptiva de las energías sutiles que subyacen detrás de la forma, genera un foco de cristalina calma, una paz extrema de las aguas astrales, que una vez reconocidas en sus profundas formas arquetípicas y ancestrales, se brinda como el espejo perfecto, para la apertura de planos mentales superiores.
Los grandes transmisores de fuerza sintética relacionados íntimamente con la generación natural del planeta y sus hijos, danzan durante el mes de agosto en los cielos, en una red de acercamientos y conjunciones, que ha de inspirar la danza interna del ser, en su exponencial y creciente individualización (Creación de un potente único centro directivo entre las vidas inferiores y superiores).
Las conjunciones de Mercurio y Júpiter, de éste y Venus, de Marte y Saturno, todos ellos estrellas vespertinas que estimulan e iluminan la comunión cósmica de los seres, restaurando el mágico acto de comunión y fraternidad universal, acrecientan la actividad energética psico-física del planeta, exteriorizando las semillas y dones de los períodos energéticos anteriores, haciendo brillar, sobre una “casa iluminada” (cáncer) la conciencia plena (tauro-wesak) que en una fusión con la vida (aries-resurrección) manifiestan el poder y la magia organizada sobre la dualidad (géminis-festival de la humanidad).
Así los tres difractadores de los super-principios (Voluntad-Poder, Amor-Sabiduria, Inteligencia Activa) Venus, Júpiter, Saturno, hacen de sus perfectos reflejos (Mercurio, Tierra,Marte), un espacio de receptiva actividad para el nuevo tiempo. Un sagrado despertar de las certezas internas, de las fuentes y corrientes de vida organizada, que han de servir y nutrir la esperanza de una nueva raza desde los puentes infranqueables de unas mentes, que comienzan su andadura intuitiva tras los velos caídos del alma.
Durante este periodo la forma pierde fuerza inercial, y los campos magnéticos sometidos a los patrones arcáicos del sufrimiento y el miedo se sutilizan repolarizando el centro de fuerza, convirtiendo al Alma en la matriz que hace girar los misterios, liberándonos así del camino involutivo, el tiempo en que la forma “atrapaba” la partitura celestial del hombre, en las cadenas del velo y de la percepción limitada.
La personalidad se reconstruye, se levanta junto al inspirador encuentro del amor cristalino, y se ve en él, sin la distorsión de las aguas agitadas y oscuras del miedo y la creencia.
El alma cada vez más cerca, cada vez más arraigada, cada vez más poderosa, despliega su fuerza “atrapando” en hermosas verdades todas aquellas partes del ánima mundi micro y macro-cósmica donde la personalidad ha crecido como un satélite inercial de las corrientes de pensamiento pasadas.
Leo asienta la fuerza de esta individualización. Canta el poder del verdadero centro mágico del universo, restaurando a través del mensajero de los dioses, Mercurio, el recuerdo de la ciencia divina, el patrón creador de la mente enfocada y consciente, la magia que cada individuo atesora, y que en una creciente comunión que disipa la bruma del tiempo-espacio, crea un único y poderoso centro, que trascendiendo los límites de la forma densa, se reconstruye así mismo sobre la quinta esencia de unas mentes liberadas.
La ceguera inercial, el miedo paralizante sumido y escondido en las profundas aguas emocionales, es restaurado por el enorme papel y el profundo amor de la gran fuerza creativa femenina que está tomando el planeta. Venus, vientre húmedo de la belleza y la sabiduría se funde con Júpiter (el Ojo de Dios), y las ideas encuentran un espacio donde realizar certezas superiores.
Los caminos individuales vibran en una sinfonía sin fin lejos de los límites. Los fuegos kundalínicos despiertan de su letargo y se elevan generando el gran centro de vida, el calor de un amor profundo, que es capaz de ascender fundiendo todos los elementos disonantes en una gran fragua de futuro dirigida por el verdadero maestro interno, por la belleza sin límite de la creación latente e inminente escondida dentro de cada ser humano.
“Yo soy ése, ése soy Yo”. Sin más armas que la profunda vida que atesoramos. Sin más fin que la restauración de la verdad y la belleza, sin más velos, sin más miedos, sin más infiernos de creación propia, la actividad inteligente del Ángel Solar, recibe sin interferencias el cometido de la danza cósmica de los tiempos.
Dioses humanos que transitan la tierra se unen a los humanos dioses que custodian los cielos, y es durante este poderoso y grandioso encuentro, que la verdad se vincula a la experiencia, que la vida se restaura en el amor, que la mente libera su ciencia divina, y que la magia sucede, radiando el mundo de la quinta esencia, del quinto elemento que desde la perfección de la individualización de un alma, crea extensos paisajes de paz y calma donde la gran mente, puede por fin, liberar la partitura de su danza.
Bendita la danza de visionarios y sus almas.
Namasté.
Anabel.C.Huertas
ENERGÍAS DE AGOSTO. “LEO, ÉSE SOY YO”
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