Hilma af Klint: ocultista, mística y pintora
Hilma af Klint nació en Suecia en 1862, dentro de una familia naval burguesa protestante y sin interés en el arte. Creció en el castillo de Karlberg, una academia naval y se destacó por ser matemática, científica y, curiosa-musical. Artista sueca y mística, Klint pintó cerca de 1200 obras, de las cuales al menos 200 fueron creadas durante rituales de trance e inspiradas por sus creencias esotéricas.
Influencias
Desde niña demostró los regalos mediúnicos. Se dice que se interesó en el ocultismo después de la muerte de su hermana Hermina de 10 años de edad. Además de lidiar con esta pérdida, Klint se encontró con el nuevo y cada vez más popular movimiento espiritual: la Teosofía. En ese momento, la líder de este movimiento era Helena Petrova Blavatsky, quien viajó por el mundo compartiendo su filosofía y sus creencias. Blavatsky estableció la Sociedad Teosófica en 1875, de la cual Klint se unió en 1879, siendo activa en una logia sueca. De acuerdo con varios relatos, la primera experiencia en el ocultismo de Klint fue a la edad de 17 años. En las siguientes décadas, el interés de Klint por el ocultismo se fortaleció y, finalmente, comenzó a influir en su pintura.
En 1896 fundó una sociedad oculta de mujeres llamada “Las Cinco”, quienes afirmaban tener líderes del mundo espiritual o “Grandes Maestros” como Gregor, Clemens, Amaliel, Ananda y Esther, entre otros. Se dedicaron a trazar en el arte y la literatura el sistema del pensamiento místico transmitido hacia ellas. De manera colectiva y en privado, este grupo de mujeres realizaron sesiones que llevaron a experimentos de escritura y dibujo automáticos, que anticiparon a los surrealistas por varias décadas. Klint hacía dibujos durante las sesiones cuando estaba psíquicamente libre de ataduras. Trabajando en su estudio, a menudo alcanzó un estado trascendente, entendido como expresiones de primera persona de su espíritu.
Arte
De acuerdo a Klint, en 1904, Ananda le dijo que comenzara a producir pinturas sobre el plano astral; a lo que le seguiría un período de preparación para mediar un mensaje. En este mismo año, Klint recibió una “comisión” de una entidad llamada Amaliel quien le dijo que pintara en “un plano astral” y representara los “aspectos inmortales del hombre”. Y fue en 1906 cuando comenzó las pinturas. Llegó a explicar que las pinturas se pintaban “a través” de ella con “fuerza”, es decir, con un dictado divino: “No tenía ni idea de lo que se suponía que debían representar… Trabajé rápidamente y segura, sin cambiar una sola pincelada”, en alguna ocasión dijo. Escuchó una voz que le había dado el siguiente mensaje: “Debes proclamar una nueva filosofía de la vida y tú misma serás parte del nuevo reino. Tus labores darán fruto”. Este mensaje dio origen a la primera serie de pinturas abstractas de Klint, llamada Caos Primordial, los cuales tenían una forma biomorfica cubierta con lo que sólo puede describirse como una forma de dibujo automático. Mientras pintaba estos cuadros, describió lo que pasaba mientras meditaba: “Amaliel firma un boceto, luego deja que H pinte”.
Para 1905, Klint notaba en sus propios escritos, que sentía que el principio del equilibrio y la “unidad” se perdía en la creación del mundo, dando paso a un universo de polaridades: el bien y el mal, la mujer y el hombre, la materia y el espíritu, la ciencia y la religión, el macrocosmos y el microcosmos y, el entender y resolver en sus pinturas.
En 1907 tuvo otra influencia formativa, pues durante ese año fue conocida por haber asistido a una de las conferencias de Annie Besant en Estocolmo, donde revelaba las formas del pensamiento y al hombre visible e invisible.
La pasión de Hilma por el mundo natural conecta su trabajo tradicional y abstracto. Conocía las plantas (estudió a Linnaeus, el botánico sueco) y a los animales (trabajó como dibujante de un instituto veterinario). Se convirtió en estudiosa de su propio trabajo, produciendo un léxico simbólico hermoso y botánicamente preciso. No puede ser fácilmente observado, pero de estos símbolos dominan: las espirales (evolución), las U (el mundo espiritual), las W (materia) y los discos solapados (unidad). El color amarillo y el rosa (agradable) significaban masculinidad. El azul y lila significaban feminidad. El amarillo estaba “al lado de la noche”; el azul, “al lado de la oscuridad”. El verde era la armonía perfecta. Exploró las dualidades -incluyendo la sexualidad masculina y femenina- pero la unidad siempre fue su objetivo (irónicamente para una artista que trabajaba sola).
Por las imágenes en sus pinturas, podría decirse que Hilma fue una artista perturbadora, pues no era una laica, era una artista entrenada y talentosa que sabía sobre el color y la composición. Su arte es como el de Leonardo: quería entender quiénes somos como seres humanos en el cosmos.
Pintaba sobre el piso, era vegetariana y siempre vestía de negro. “La vida,” declaró, “es una farsa si una persona no sirve a la verdad”.
Era una espiritualista de la vieja escuela que canalizaba mensajes psíquicos y esotéricos de los llamados Maestros Altos -que existían en otra dimensión- en pinturas abstractas. Entre 1906 y 1915 completó las “Pinturas para el Templo” (182 pinturas divididas en varias series) en las que representó el camino hacia la reconciliación de la espiritualidad con el mundo material, junto con otra dualidad: la fe y la ciencia. Usó las sesiones para establecer contacto con “el otro lado”, y vio sus pinturas y dibujos como símbolos inspiradores del equilibrio cósmico que los Grandes Maestros le decían que buscara.
Uno de estos maestros fue Gregor, quien le dijo: “Todo el conocimiento que no es de los sentidos, ni del intelecto, ni del corazón, pero que es propiedad perteneciente exclusivamente al aspecto más profundo de tu ser [ …] es el conocimiento de tu espíritu”. Este fue el conocimiento que Hilma trató de revelar en sus pinturas. Explicó este lenguaje en un cuaderno de 1907 donde escribió: “El propósito de estas cartas es preparar el camino para un lenguaje simbólico que existió en todos los tiempos y ahora se le ha asignado a los espíritus creativos que vuelvan a escribir a la humanidad”.
A veces la depresión la golpeaba. En 1908, después de haber creado 111 pinturas, se derrumbó. Ella habría terminado una pintura cada tercer día – incluyendo 10 enormes. Era de esperarse que estuviera exhausta. Pero también había otras razones para desanimarse, pues ese mismo año, Rudolf Steiner estaba dando conferencias en Estocolmo. Hilma lo invitó a ver sus pinturas. Mientras ella esperaba que él interpretara su trabajo, él le aconsejó: “Nadie debe ver esto hasta dentro de 50 años”. Cuatro años después de este veredicto, Hilma dejó de pintar y cuidó de su madre ciega.
Legado
Las pinturas fueron pensadas como vehículos de la comprensión en cuatro etapas de la vida -niñez, juventud, madurez y vejez. Hilma af Klint se refirió a estos «cuadros simétricos, espontáneos y astrales», como producidos bajo la dirección de un Gurú para quien ella actuaba como un canal psíquico, pero también declaró: “No era el caso que obedeciera ciegamente a los Altos Señores de los Misterios, pero debía imaginar que siempre estaban a mi lado”.
Hilma murió en 1944. Dejó instrucciones a su sobrino, a quien todas las pinturas fueron donadas. No debían ser mostradas al público hasta que estuviera muerta por veinte años.
Cuando falleció, a los 81 años, estipuló en su testamento que su trabajo -1200 cuadros, 100 textos y 26000 páginas de notas- no debería ser mostrado hasta 20 años después de su muerte.
AUTORA: Laura Gamboa-Cavazos, redactora de la gran familia de hermandadblanca.orgFuente:
Muchas gracias. ,
Muy bueno saberlo .
muy interesante… gracias por compartir…