Identifica tus tendencias autodestructivas. Aprende a detectar los focos rojos que te avisan cuando algo no anda bien.
Saludos a todos. En esta ocasión quiero hablarles sobre los peligros de no atender a tiempo los focos rojos que dispara nuestro subconsciente. Sí, nos referimos a esa sensación que nos avisa cuando algo no anda bien. Identificar tus tendencias autodestructivas es imperante. Casi siempre preferimos no ver las señales de peligro. Y si las vemos, con mucha facilidad les restamos importancia. Al no prestar atención a las luces de alerta, lo único que lograremos será agravar más la problemática. Como consecuencia, cuando nos decidamos a resolver el asunto, será tan grande y complicado que posiblemente no sabremos cómo.
Identifica tus tendencias autodestructivas. Tu salud emocional, te lo agradecerá.
Reconocemos a estas tendencias como autodestructivas. Porque, si las dejamos avanzar sin control, terminarán por ensuciar nuestro interior y complicarán las capacidades de interrelacionarnos con los demás. Convirtiéndonos en un saco de piel y huesos, que perderá su sustancia y sentido de vida. Empezaremos por nombrar las más recurrentes. Si te identificas con alguna, no dudes en buscar ayuda y solucionarla a la brevedad.
Irritabilidad. Si con frecuencia te sucede que estás de muy mal humor y que basta una leve provocación para montar en cólera. Es probable que guardes en tu inconsciente algo que te está molestando. Esa molestia puede llevar ahí días o años. Y el cargarla sobre tus hombros ya te representa un fastidio. Pero prefieres no verlo pues sanearlo seguramente te significará tiempo y tal vez dolor emocional. Aun así, debes sincerarte contigo mismo. Resolver eso que te molesta y purificarte. Una vez que lo logres, esa injustificada irritabilidad desaparecerá.
La envidia es altamente destructiva. Aniquila tus potencialidades y te discapacita para reconocer el buen trabajo de quienes te rodean.
Sentir envidia. Supongo que todos hemos pasado por ello, al menos una vez. Cuando somos muy jóvenes, es sencillo caer en ella. Si vemos que un compañero de clase es premiado por un esfuerzo similar o menor al nuestro. Si esa anhelada promoción en nuestro primer empleo, la obtuvo alguien más, pese a habernos dedicado comprometidamente y sin falla. En fin, durante la juventud, nos faltan elementos de criterio necesarios para ajustar emocionalmente cosas como esta. Y eventualmente aprendemos a no sentir envidia. Sin embargo, si a ti te sigue atacando ese fantasma, debes poner acción inmediata para arréglalo. Sabemos que nada bueno le generas a tu alma, si siempre crees que el césped del vecino es más verde.
No debe importarte que tus logros sean o no reconocidos desde el exterior. Son tuyos, siempre valiosos y debes atesorarlos. La envidia es una pérdida de tiempo.
Relaciones dependientes. Todos hemos vivido un gran amor. Creemos que ninguna novela de la literatura o ninguna film cinematográfico, se comparará jamás a la intensidad de nuestros sentimientos. Pero aquí también existen focos rojos o alertas que preferimos ignorar. Casi siempre por el miedo a quedar solos. Concretamente nos referimos a las relaciones dependientes. Ésta es una tendencia altamente autodestructiva. Si haz modificado todos tus planes para quedarte en casa, esperando la llamada de aquel chico especial, y no llamó, es dependencia. Si le has rogado a la mujer de tus sueños que acepte salir contigo y siempre encuentras una negativa, es dependencia. Quedarse “esperando” la respuesta o acción de ese ser amado, es destructivo. Sobre todo si estamos creyendo que la respuesta o acción de esa persona, es el fundamento de nuestra felicidad.
Recuerda que eres alguien valioso, con o sin esa persona. Al detectar la primera alerta sobre dependencia, actúa y deja de sentirte menos.
El chantaje es una de las formas de autodestrucción más nocivas que existen. A través del chantaje, logramos básicamente generar lástima o compasión de terceros. Recurrir a dar lástima, para logar objetivos o metas, daña la autoestima y colapsa los cimientos de la personalidad. Porque, al final, esa imagen de ser desvalido, necesitado o urgido de ayuda, termina por arraigarse en nuestro subconsciente. Acabamos por creer eso de nosotros mismos. Nos sentiremos auténticamente incapaces de salir adelante sin apoyo. Ya sea emocional y mentalmente. Física o monetariamente. Lo bueno es que, aún sin reconocerlo en público, cada uno de nosotros sabe cuándo estamos pidiendo ayuda sin necesitarla en realidad. Tal vez argumentando comodidad. No ignores las señales de borra de tu lista al potencial chantajista.
Aun si tu vida gira en torno a la moda y todos los artículos que conlleva. Cuida de no caer en prácticas compulsivas.
Con mucha frecuencia, nos damos permiso de reconocer que una compulsión está acabando con nosotros, sólo cuando la caída hacia el barranco es inminente. Compras desmedidas. Acaparamiento de bienes materiales o virtuales que no necesitamos. Adicción a pasar horas y horas frente al ordenador. Compartiendo en redes sociales o pegados al teléfono móvil. Noches y días enteros de desvelo con videojuegos. Comer a deshoras y en exceso. Adicción desmedida por el trabajo. Etc.
Independientemente de que todos estos comportamientos, dan al traste con nuestra economía. También nos dañan la espiritualidad.
Si tu vida gira sólo en función de lo que tienes y no de lo que eres, hay un problema. Ven con antelación que estamos transitado el camino hacia el acaparamiento, viene acompañado de muchas señales. No finjas que no las ves. Sé mesurado, Controla tus impulsos y comprende que esas tendencias pueden acabar contigo.
Esta tendencia es fácilmente reconocible. Casi automáticamente, cuando caes en la tentación de estereotipos y roles impuestos, sientes y detectas las señales. Si cedes al impulso del reconocimiento externo, a cualquier costo, destruirás mucho de lo valioso que hay en ti. Es muy probable que aquello que ves en tu espejo, no se asemeje a la realidad. Y la frustración va de la mano. Aceptar tu valía como ser único e irrepetible es la clave para no ser derrotado en esta batalla.
No cierres los ojos ante los focos rojos que te avisan el peligro.
La manipulación es una forma más de prácticas autodestructivas. Tanto si permites que te manipulen o si te conviertes en manipulador. En cualquier caso, la clave para tomar acción ante las advertencias, es la honestidad. Si eres capaz de decir que determinada situación te incomoda, también deberías ser capaz de rechazar dicha situación. Lamentablemente, es fácil caer en este juego sucio. Básicamente si creemos que podemos perder algo o alguien si no cedemos a lo solicitado. Tristemente implica la renuncia de la personalidad. Y sabemos que eso es un gran costo emocional.
Frenar a tiempo estas tendencias te ayudará a tener una vida armónica y plena.
Finalmente, podemos mencionar otras tantas tendencias autodestructivas. Como la avaricia, la vanidad, la impuntualidad y el ser críticos y juzgadores. Tener miedo a los cambios y fingir sentimientos o actitudes en aras de ser bien vistos. Pero sobre todo, negar o no ver voluntariamente los focos rojos de alerta es el peligro más grave.
Todos tenemos tendencias autodestructivas. Para controlarlas antes de que se tornen en irremediables, basta con abrir bien los ojos y ser muy honestos con nosotros mismos.
AUTOR: Kikio, redactora en la gran familia hermandadblanca.org
Para saber más:
No se tiene dolor, se hace dolor. Ser o no Ser, el olvido del Sí-Mismo.
Gracias Namasté