Introducción a la Geoterapia por Maria Martrat
Pensemos que la tierra crea toda nuestra alimentación, purifica y aporta propiedades al agua, y realiza una gran regeneración de nuestro planeta. Simplemente con estos principios básicos, podemos llegar a comprender su importancia en el ámbito patológico, purificando, regenerando y creando.
Por muy lejos que nos remontemos en la historia de la humanidad, encontramos pueblos que conocían las grandes propiedades de la arcilla, la tierra y el barro, y la empleaban como remedio, interno y externo.
Hemos visto que toda dolencia es resultado se una fiebre gastrointestinal en grado variable, no existiendo enfermo sin fiebre. Cuando la calentura no aparece al exterior ella está refugiada en las entrañas. La temperatura anormal del tubo digestivo favorece la putrefacción intestinal y es causa de todas las llamadas enfermedades. Así como toda alteración de la salud tiene su origen y punto de apoyo en desarreglos digestivos, todo restablecimiento orgánico debe fundamentarse en la normalización de la digestión, para lo cual es preciso combatir la fiebre del interior del vientre. Pues bien, el barro es el medio más adecuado para conseguir el refrescamiento de las entrañas, vale decir su descongestión y, por tanto, el aflujo de sangre a la piel para obtener así el equilibrio térmico que es salud integral. Este agente salvador se prepara con tierra natural de cualquier región mezclada con agua fría.
Las propiedades curativas del barro se fundan en el poder regenerador, refrescante, desinflamante, descongestionante, purificador, cicatrizante, absorbente y calmante que posee la tierra.
En las inflamaciones agudas como picaduras, golpes o quemaduras, el barro por el frío, pierde su acción descongestionante a medida que se calienta. En cambio, en las congestiones de los órganos internos del cuerpo, mientras más se calienta el barro aplicado directamente sobre la región afectada y manteniéndolo constantemente ahí hasta que desaparezca todo dolor o hinchazón. En las inflamaciones agudas se cambiará el barro cada vez que se caliente demasiado, cada tres o cuatro horas. Sin embargo, el barro que se aplica sobre el vientre es más eficaz a medida que secalienta con el calor malsano que extrae del interior que así se refresca.
Junto con aplicar cataplasma de barro sobre el pulmón en la pulmonía, por ejemplo, hay que mantener fajado de barro sobre vientre y riñones, alrededor de la cintura, a fin de combatir la fiebre gastrointestinal y normalizar la digestión, siempre cuestión previa para obtener curación verdadera.
Las heridas punzantes, de arma blanca o fuego, frescas, antiguas o supurantes y especialmente en las contusiones, fracturas y golpes, el barro aplicado en forma de cataplasma directamente sobre la parte afectada, y renovado cada dos o tres horas, es bálsamo incomparable e insustituible que desinflama, purifica y cicatriza, calmando los dolores y evitando toda complicación.
En el barro tenemos unidos los dos agentes de la vida orgánica: tierra y agua. La unión de estos dos agentes hace prosperar todo lo que posee germen de vida y destruye y descompone la materia muerta para transformarla en elementos nuevos de vida.
La tierra es el misterioso laboratorio de la vida; ella jamás es agente de muerte, pues está destinada a recibir en su seno cuanto se destruye y muere para transformarlo en nuevos elementos de vida orgánica.
La tierra curativa, tomada regularmente es el don purificante, vivificante, compensador y curativo, propiedad esencial de la naturaleza. Es un poderoso dinamógeno que restablece un equilibrio estable, despertando la actividad de las glándulas deficientes. Detiene los cultivos microvianos, los elimina, aumenta la actividad del fermento diástico que existe en las células y los productos de secreción del organismo.
Por Maria Martrat. Profesora y directora de la Escuela Vipassana
Introducción a la Geoterapia por Maria Martrat
www.vipassana.es