KRYON – Los cedros resonantes – The Riging Cedars, La Semilla es el Médico 
Sin otra publicidad que la del boca a boca, la serie de libros sobre los Cedros Resonantes se han convertido en un best seller mundial. Después de haber vendido más de 10 millones de copias sólo en Rusia, Vladimir Megre es en uno de los autores más leídos en su país y su obra se ha traducido a más de 20 idiomas.
Durante una de sus habituales expediciones mercantiles a Siberia en 1994, el empresario Vladimir Megre conoció un anciano siberiano que contó una fascinante historia sobre las señales de «los cedros resonantes», los árboles de los tiempos bíblicos que tenían poderes curativos y la capacidad de volver a conectar a los seres humanos con lo divino.
Vladimir Megre organizó una expedición para encontrar este árbol en la Siberia central y comprobar si era cierto lo que decía el anciano. 
Su encuentro con los ancianos de la región y con Anastasia, la joven chamán que le transmitiría una serie de enseñanzas asombrosas, lo transformó tan profundamente que decidió abandonar su actividad comercial y profesional, y sin dinero, se fue a Moscú a escribir un libro basado en hechos reales sobre lo que había aprendido y la visión espiritual que había alcanzado.
Anastasia desciende de los vedas rusos, una cultura que ha vivido aislada en la taiga siberiana durante miles de años, en sintonía con sencillas leyes de la naturaleza. Ella y sus familiares compartieron con el autor sencillos y profundos conocimientos ancestrales que permanecen ocultos en nosotros «por olvido» y a los que podemos acceder fácilmente si «despertamos». Para ayudar a este despertar, Anastasia pidió a Vladimir que escribiera los libros. Ella le aseguró que las imágenes y los sentimientos presentes en el lenguaje harían el resto.
Con una visión profundamente amorosa y abarcadora, la obra aborda decenas de temas, desde la educación de los hijos, a la permacultura, la sexualidad o la religión.
Nuestra relación con la Tierra y las plantas es esencial para nuestra salud y crecimiento espiritual, ya que ellas tienen acceso a la información del Universo. Si les pasamos nuestra información, las plantas pueden producir un fruto específico para nuestras necesidades porque ellas no han perdido –o mejor no tienen dormida– la capacidad de «leer la vida» como nosotros a causa de nuestra «desconexión».
Lo apasionante del mensaje de Anastasia es que va desgranando cada área de la existencia humana de una forma sencilla, profunda y práctica y uno tiene la sensación de que va uniendo unas cuantas piezas clave del puzle de la vida. Nos invita a poner en práctica sencillos cambios en nuestra vida cotidiana con unos resultados extraordinarios.
Antes de escribir y publicar nada, Vladimir Megre quiso contrastar o verificar de algún modo las increíbles ideas que expresa Anastasia con científicos o incluso desplazándose él mismo a los lugares lejanos que describe. Y quedó tan conmocionado con el resultado que invita a los lectores a que hagan lo mismo.
El mensaje de Los Cedros Resonantes se convierte en un apasionante viaje en el que Anastasia nos lleva de la mano y, como si fueran pasajes de una película que va hacia detrás y hacia adelante, nos explica episodios históricos que no se relatan en la «historia oficial» y a la vez nos adelanta escenas de un futuro renovado y maravilloso.
Según Anastasia, para recuperar nuestro poder debemos crear «Espacios de Amor» allí donde estemos. Es una «creación viva», un entorno natural pensado y llevado a la práctica con Amor e Inteligencia, un lugar donde nuestra familia crece, aprende y se enriquece con la naturaleza, la auténtica maestra y madre. Se produce así una conexión con la Vida; recuperamos nuestra capacidad para acceder a su saber infinito y surge una cocreación consciente: aparece algo que es positivo, enriquecedor y bello para todos. De hecho, el nivel de desarrollo espiritual de la persona está representado por el entorno vital que se ha creado a su alrededor.
Según Anastasia, si una mayoría de personas empieza conscientemente a crear «Espacios de Amor familiares», el mundo entero se transforma.
Su profundo mensaje llevado a la práctica cobra una inusitada actualidad. Sobretodo si tenemos en cuenta que está ayudado a miles de personas a cambiar su estilo de vida y ha emergido un creciente movimiento de ecoaldeas en Rusia y en muchas otras partes del mundo.
Anastasia nos enseña a sanar, desde una comunión con la naturaleza, nuestra aparente separación y a conectar con la grandeza de la Vida y sus bendiciones. La forma en que transmite sus conocimientos y desarrollados poderes –que según ella poseemos todos, aunque están dormidos–, conmueve e impresiona por su sencillez y belleza. Anastasia se pone al servicio de la vida desde una conexión y una resonancia fuera de lo normal y sus palabras y visiones contienen en sí mismas una poderosa fuerza sanadora.
Nos invita a descubrir quiénes somos y las posibilidades reales para nuestro desarrollo como seres humanos increíblemente poderosos. Sus sorprendentes capacidades perceptivas y visionarias, su acceso directo a la «memoria universal», su perfecta salud física en condiciones climatológicas extremas y el uso de visiones para crear el futuro resultan conmovedores en todas partes.
Anastasia vive en la taiga, en el «Espacio de Amor» que sus padres crearon para ella, donde lo tiene todo y no necesita ninguna comodidad de las nuestras. Siempre desde allí comparte sus conocimientos milenarios a través de los libros de Vladimir Megre donde también ha creado un espacio de Amor para sus hijos.
Todo empieza en 1995, cuando el empresario Vladimir Megre se dispone a surcar el río Ob en la Siberia Central en busca de los misteriosos «cedros resonantes» que, según le contó un anciano siberiano, tenían poderes curativos y la capacidad de volver a conectar a los seres humanos con lo divino. Esta búsqueda se convertirá en un extraordinario viaje iniciático que cambiará su vida para siempre.
En una parada en el río se encontró con Anastasia, que conocía la ubicación exacta de los «cedros resonantes» que buscaba y se ofreció para ser su guía. A lo largo de los tres días siguientes, Vladimir Megre fue llevado a un mundo de revelaciones impactantes, sexo sagrado, estados alterados de conciencia, asombrosa sabiduría y desarrollados poderes.
El majestuoso cedro siberiano alcanza una altura de hasta 40 metros y vive quinientos cincuenta años. Día y noche capta y acumula en sus hojas en forma de aguja todo el espectro de energía luminosa. A los quinientos años de vida comienzan a resonar, un zumbido casi inaudible parecido al que produce la corriente en los cables de alta tensión: es la señal que envían a los seres humanos para que los tomen y utilicen su energía almacenada. Y lo hace durante tres años. Si en este tiempo el cedro no entra en contacto con nadie, incapaz de entregar la energía almacenada del Cosmos directamente al ser humano, comenzará a quemarla en sí mismo. Este doloroso proceso de incineración dura veintisiete años.
A lo largo de la obra, Anastasia va desvelando al empresario las extraordinarias propiedades medicinales de su aceite y sirope para la salud espiritual, emocional y física del ser humano. Todo esto le causó tal impacto que sintió la necesidad de abandonar su negocio para dedicarse a documentar y compartir estas revelaciones con el mundo.
La resonancia de los campos en la física cuántica La explicación científica de la extraordinaria capacidad que tiene Anastasia para acceder a la memoria universal, al saber lejano en el tiempo y el espacio, la encontramos en la resonancia de los campos mórficos de la física cuántica.
Los campos mórficos son campos electromagnéticos y gravitacionales que se encuentran en la naturaleza y representan un soporte para que la información y la vida fluya en ella. La física cuántica está demostrando alguna de sus asombrosas posibilidades.
Uno de los pioneros en resonancia mórfica fue Rupert Sheldrake. Según este investigador, los campos mórficos son «memorias» que perduran más allá del tiempo y el espacio y pueden volver a aparecer físicamente en otro lugar y momento en que las condiciones físicas sean las adecuadas. Existe en la naturaleza una tendencia inteligente a archivar los acontecimientos que suceden y se repiten. Estos campos contienen una especie de memoria acumulativa.
La obra de Vladimir Megre sobre los Cedros Resonantes en remotas regiones siberianas de Rusia se dirigen al corazón. Su simple lectura produce un efecto casi mágico: posee el don de tocar el alma y de liberar una profunda fuerza sanadora que se expande por resonancia y transforma la vida de las personas. En este primer libro, el mensaje no es tanto la descripción de la vida de la protagonista, Anastasia, la chamán que vive en la taiga de Siberia, sino la conexión con Algo más Grande que sólo puede responder cada persona por sí misma.
Anastasia revela la verdad oculta durante 10.000 años a la humanidad, atrapada en la ignorancia de su verdadero potencial. De forma sencilla, Anastasia explica los medios para recuperar nuestros poderes innatos y volver a conectar con nuestra fuente inagotable de conocimiento y sabiduría. De una forma sencilla y bella, nos muestra la ruta de acceso a una vida de brillo y felicidad.
Anastasia nació en 1969 en la remota Siberia. Sus padres murieron en un accidente de bosque poco después de nacer y creció prácticamente sola, vigilada sólo por su abuelo, su bisabuelo y una variedad de animales «salvajes». En este ambiente prístino, natural y aislado Anastasia creció con una inteligencia muy desarrollada y unos extraordinarios poderes de percepción. Puede hablar cualquier idioma y dar respuestas en cuestión de minutos a algunos de los problemas más complejos y apremiantes del mundo «exterior».
NOTA:
El Cedro es el «Árbol de la Vida» en sánscrito. Se menciona cuarenta y dos veces en la Biblia y en el Antiguo Egipto los sarcófagos de los faraones eran de madera de cedro. Las extraordinarias facultades de Rasputín se atribuyen a que creció en un bosque de cedros.
El Cedro Resonante tiene el poder de elevar la frecuencia vibratoria del ser humano para que conecte con lo divino. Su poder purificador y antibacteriano es tan extraordinario que en un bosque de cedros –y en un radio de hasta cinco kilómetros– no existe la enfermedad.
Blanca Herp
LA SEMILLA ES EL MÉDICO….
De los consejos de Anastasia
Anastasia afirmaba:
Cada semilla plantada por vosotros contiene en sí una enorme cantidad de información del Universo. Esta información no puede compararse ni en cantidad ni en exactitud con la que encierra algo hecho por la mano del Hombre.
Con ayuda de esta información, la semilla conoce el momento en el que ha de despertar a la vida con una exactitud de fracciones de segundos, conoce cuándo germinar, qué sustancias tomar de la tierra, cómo emplear la irradiación de los cuerpos cósmicos: el sol, la luna, las estrellas…, en qué debe convertirse, qué frutos dar.
Los frutos están predestinados para ser apoyo vital del Hombre. Estos frutos pueden resistir o luchar contra cualquier enfermedad del organismo del Hombre, de forma efectiva y con más poder que cualquier medicamento hecho por éste, que haya existido o exista jamás. Pero para que esto suceda, la semilla tiene que conocer el estado de la persona, para poder aportar al fruto, en el proceso de su maduración, la proporción necesaria de sustancias para la curación de esa persona concreta, de su enfermedad, si ya existe, o de su propensión a ella.
Para que la semilla de un pepino, de un tomate o de cualquier otra planta criada en la huerta, tenga tal información, es necesario hacer lo siguiente:
Antes de sembrarlas hay que colocar en la boca una o varias semillitas y mantenerlas bajo la lengua no menos de nueve minutos.
Después, hay que colocarlas entre las dos palmas de las manos y mantenerlas así unos treinta segundos. Al mantener las semillas entre las palmas, es necesario estar descalzos sobre el terrenito donde se va a plantar.
Abre las palmas de las manos y cuidadosamente, acerca a tu boca la semilla que estás sosteniendo. Expira el aire desde tus pulmones hacia la semilla. Caliéntala con el aliento tuyo y esta semillita conocerá todo lo que hay en ti.
Luego, es necesario mantener abiertas las palmas de las manos durante otros treinta segundos todavía, presentando la semilla a los cuerpos celestes. Y ella determinará el instante de su nacimiento. ¡Todos los planetas la ayudarán en ello! Y regalarán a los retoños la luz necesaria para ti.
Luego ya puedes plantar la semilla en la tierra. En ningún caso hay que regarla enseguida, para que no se pierda con el agua tu saliva y la información que envuelve por completo a la semilla, y que ha de ser absorbida por ésta. Sólo al expirar el tercer día después de la plantación, se puede regar.
Se debe plantar en los días más favorables para cada legumbre (la gente ya sabe esto, por el calendario lunar). En ausencia de riego, la siembra prematura no es tan de temer como la siembra tardía.
No se deben arrancar todas las hierbas adventicias que salgan al lado del retoño que brotó de tu semilla. Al menos una de cada especie debe quedar en su sitio. Las hierbas adventicias también se pueden recortar…
Según Anastasia, la semilla es así capaz de integrar toda la información sobre la persona que la ha plantado y entonces, durante el desarrollo de su fruto, recogerá al máximo del Universo y de la Tierra, la mezcla óptima de energías necesarias para esta persona concreta.
No se debe quitar todas las hierbas adventicias porque éstas también tienen su predestinación. Algunas sirven para proteger a la planta de enfermedades, y otras le brindan una información complementaria.
Durante el tiempo de cultivo, es vital comunicarse con la planta, al menos una vez en su periodo de crecimiento. Por ejemplo, es deseable acercarse a ella y tocarla durante la luna llena.
Anastasia afirmaba que los frutos cultivados, desde la semilla, de esta manera y consumidos por la persona que los ha criado, son capaces de curar a esta persona de absolutamente cualquier enfermedad de la carne, frenar considerablemente el envejecimiento del organismo, librarle de sus hábitos nocivos, aumentar tremendamente sus facultades mentales, y darle tranquilidad a su alma. Los frutos tendrán una influencia más efectiva si se consumen en los tres primeros días de ser cosechados, no más tarde.
Las acciones arriba indicadas hay que realizarlas con diferentes tipos de cultivos que se planten en la parcela.
No es necesario sembrar de esta manera todo el bancal de pepinos, tomates, etc., es suficiente con unas cuantas matas de cada tipo.
Los frutos cultivados del modo indicado van a distinguirse de entre los demás de la misma variedad, no sólo en el sabor. Si se sometieran a un análisis se comprobaría que se distinguen también en cuanto a la proporción de las sustancias que contiene.
Cuando se siembran plantones, es imprescindible remover la tierra del hoyo excavado, con las manos y con los dedos de los pies descalzos, y también escupir en el hoyo. A la pregunta, por qué con los pies, Anastasia explicó que a través del sudor de los pies, se expulsan del cuerpo sustancias (quizás toxinas) que contienen información sobre las enfermedades del organismo. Esta información será asimilada por los plantones. Ellos la transmitirán a los frutos que serán capaces de luchar contra esas afecciones Anastasia recomendaba andar por la parcela descalzo de vez en cuando.
A mi pregunta «¿Qué plantas es necesario cultivar?», Anastasia contestó:
La variedad que hay en la mayoría de las huertas es suficiente: frambuesas, grosellas, grosellero espinoso, pepinos, tomates, fresas silvestres, algún manzanito de cualquier tipo. Un guindo o un cerezo vendrán muy bien, también flores. La cantidad de cultivos o el área de siembra, no tienen gran importancia.
Al grupo de los indispensables, sin los cuales es difícil imaginar un completo microclima energético en la parcela, pertenece el girasol (al menos uno). Debería haber también un área de uno y medio a dos metros cuadrados de cereales como centeno o trigo. Y necesariamente hay que dejar una isleta de no menos de dos metros cuadrados para las distintas hierbas silvestres, que no se planten, sino que crezcan espontáneamente. Y si no ha dejado hierbas creciendo libremente en su terreno hay que traer turba del bosque y recuperar esa isleta por medio de ésta.
Le pregunté a Anastasia si había necesidad de plantar en la parcela estos indispensables», si ya creciera la hierba de forma salvaje cerca de allí, detrás de la cerca, por ejemplo, y recibí la siguiente respuesta:
No sólo la variedad de plantas es importante, sino también el modo en que se plantan y la comunicación directa con ellas, precisamente a través de lo cual se impregnan de información. Ya te he explicado una forma de plantar, eso es lo principal. Lo importante es saturar el trocito de la naturaleza que te rodea con tu información. Sólo entonces, el efecto curativo y simplemente el apoyo vital para tu organismo, será sensiblemente más alto que el que recibes de cualquier otro fruto. En la naturaleza salvaje, tal como la llamáis, –aunque ella no es salvaje, simplemente es desconocida por vosotros–, hay multitud de plantas con cuya ayuda se pueden curar absolutamente todas las enfermedades que existen. Además, ellas fueron precisamente creadas con este fin. Pero el hombre ha perdido, o casi, la habilidad de identificarlas.
Le conté a Anastasia que tenemos muchas farmacias especializadas que venden hierbas medicinales y que también tenemos, tanto médicos como curanderos, que curan profesionalmente con hierbas, a lo que ella respondió:
Hay un médico-jefe: tu organismo. Desde el principio, él fue dotado con la capacidad de saber qué hierba es necesario emplear y cuándo. Y en general, cómo alimentarse, cómo respirar. Él es capaz de prevenir la enfermedad aun antes de que se manifieste exteriormente. Y nadie más podrá sustituir a tu organismo, puesto que él es tu médico particular y te fue dado personalmente a ti por Dios, sólo y directamente a ti. Te estoy contando cómo darle la posibilidad de actuar en tu beneficio.
Las relaciones establecidas con el complejo de las plantas de tu parcela van a curarte y cuidarte, ellas, de por sí, te harán el diagnóstico exacto y prepararán un medicamento especial, que será particularmente eficaz para ti.
Autor: Vladimir Megre. (Rusia)
Traducido al español por Iryna O´Hara y Rocío Madreselva
Para más información visite nuestra web: www.
Maravilloso