La belleza del instante (2) por Mª Jesús Verdú
La belleza del instante nos ancla poderosamente en el momento presente en el cual nos extasía lo que contemplamos. En ese momento, conectamos con nuestro silencio interior y reverenciamos lo sublime a la vez que nos dejamos maravillar por la perfección que se despliega mansamente ante nosotros.
La naturalidad con la que se expresa y se abre paso la naturaleza constituye una de las formas más potentes de enraizarnos en el ahora, hermanados con la espontaneidad del momento. De esta manera, el presente se convierte en el único foco de atención que la Madre Naturaleza cría o gesta en cada una de sus creaciones a partir de las cuales al sentirnos en unidad con ellas, nos damos cuenta de que el ahora no sólo es lo único que importa, sinó que existe en él una magia y una sacralidad que todo lo impregna. No resultar indiferentes a esta pauta es lo que nos convierte en hijos conscientes de la Tierra plenamente presentes en lo único que existe: el instante que nos abraza ahora.
Es en ese instante cuando las respuestas afloran al ser en su debido momento, fruto de la sabiduría del alma que fluye despierta y alegre por el sendero de la vida.
En linea con nuestro propósito de vida, la iluminación nos toma de la mano para mostrarnos el papel creador del hombre sobre la faz de la Tierra, erigiéndose como Guardián y Benefactor de la naturaleza y de sus especies.
La luz del niño que todos fuimos se asoma con la sencillez y la naturalidad con que las estrellas son por sí mismas desde el momento en el que brillan. Así, el milagro de la existencia es el que nos eleva en un latido único con todo lo que es, testigos imparciales y neutrales del reino humano y de todo lo inherente a éste.
Desde esta posición, el agradecimiento y la confianza se convierten en nuestras banderas, izadas en cada ahora eterno y efímero a la vez, el cual configura nuestras vivencias, ondeando éstas con ligereza y en lugar de por inercia, con atención a lo que les insufla vida y movimiento y nosotros, como las banderas, nos dejamos llevar, permitiendo que el aire del ahora nos renueve, nos guíe obedeciendo al corazón y nos transforme de acuerdo a lo divino y celestial que nos mueve, aquello, precisamente, que nos trajo aquí y para lo que estamos destinados como raza al despertar.
Gracias a la expresión libre y sincera del alma, todo pasa a través de nosotros, meros receptáculos de todo lo que nos sucede en este plano sin tratar de agarrar o poseer en ningún momento lo que está a nuestro abasto y es desde esta actitud desapegada y desasida, cuando nos convertimos en el milagro que hemos venido a experimentar: el no juicicio y la elevación del espíritu.
Vibrar adquiriendo este nuevo nivel de despertar interno nos conduce a abandonar la superficialidad para transformarla en autenticidad y en alegría de ser. Una alegría que no precisa de un protagonismo especial para sonreír, pues la persona que la alberga ha conquistado la vacuidad, comprende que en la nada recupera lo que realmente es y se ha despojado de todo lo que la oscurecía o la condicionaba para elevarse a un estado bendecido de ser, tan libre, ligero, natural, apacible y reposado que incluso lo indecible lo transforma en un estado natural de forma de vida en total armonía y coherencia con ese instante maravilloso en el que brillamos con tanta luz como la de las estrellas. Desde aquí ningún opuesto va a conseguir apagarla pues en presencia de la luz ese opuesto sólo podrá disolverse para fundirse e integrarse con ella y retornar al Uno que desde el origen fueron y, precisamente, es así como el ritmo cíclico de los acontecimientos alcanza su cúspide.
Autora texto e ilustraciones: María Jesús Verdú Sacases
Texto e ilustraciones inscritos en el Registro de la Propiedad Intelectual
Técnica ilustraciones: Pastel y Acuarela
http://brisademociones.blogspot.com.es/