La hipnosis: Cuando ahondar en el inconsciente sana por Rosario Linares
La hipnosis clínica no es un método reciente, los egipcios y los griegos la utilizaban con fines terapéuticos. Sin embargo, no fue hasta 1955 que la Asociación Médica Británica la rehabilitó oficialmente. Más tarde, en 1958, la Asociación Médica Americana también recomendó su uso en Estados Unidos. Desde entonces se han realizado numerosas investigaciones sobre su eficacia y hoy es una de las herramientas terapéuticas más eficaces usadas por los psicólogos.
¿Qué es y qué no es la hipnosis?
La hipnosis es una técnica psicológica mediante la cual se trabaja sobre el inconsciente, una parte de la psiquis que influye en nuestro comportamiento, toma de decisiones y estado de ánimo, aunque no seamos conscientes de ello. Durante el estado hipnótico, el psicólogo logra acceder a la zona más profunda de la mente y, mediante una serie de sugestiones, puede promover cambios en los hábitos o sanar antiguos traumas.
Uno de los mayores temores de las personas que nunca se han sometido a la hipnosis clínica proviene de la falsa creencia de que perderán su voluntad durante el estado hipnótico y quedarán a merced del psicólogo. Sin embargo, ni siquiera bajo hipnosis, la persona hará algo que vaya en contra de sus valores. Además, existen diferentes niveles de hipnosis y casi nunca es necesario llegar hasta el grado más profundo. En la hipnosis ericksoniana, por ejemplo, la persona desempeña un papel más activo en todo el proceso.
Durante la hipnosis lo que ocurre es un cambio en el foco de atención, la persona se concentra cada vez más en las sugestiones del psicólogo y en su mundo interior, mientras que el resto de los estímulos provenientes del medio pierden su intensidad. A través de este proceso normalmente se experimenta un estado de tranquilidad y relajación que propicia que la persona se muestre más abierta a las sugestiones, aunque eso no significa que pierda el control. De hecho, la hipnosis hace que determinadas experiencias fluyan con más facilidad, pero no las fuerza.
En la actualidad la hipnosis no solo se utiliza para descubrir antiguos traumas escondidos en el inconsciente y cambiar las memorias emocionales negativas asociadas a ellos, sino que también es una técnica muy útil para cambiar determinados hábitos y apostar por otros más saludables, de todos es conocido su uso para dejar de fumar o bajar peso. Aunque cada persona tiene su propio ritmo de curación, la hipnosis ha demostrado ser una de las técnicas más rápidas y eficaces para cambiar hábitos y, cuando se combina con otras técnicas psicológicas, brinda excelentes resultados en el tratamiento de ciertas patologías, como las fobias, las adicciones o el trastorno de pánico.
Las aplicaciones de la hipnosis en el ámbito de la salud
Uno de los principales usos de la hipnosis en el ámbito clínico se centra en el tratamiento del dolor. De hecho, cuando aún no se conocía la anestesia, la hipnosis se utilizaba con éxito para realizar intervenciones quirúrgicas. Hoy sabemos que una sesión de tan solo 15 minutos de hipnosis antes de una operación puede reducir a la mitad la cantidad de anestesia administrada, disminuir el dolor postoperatorio y acortar el tiempo de recuperación.
Recientemente investigadores de la Universidad de Texas repasaron 13 estudios que involucraban a cientos de personas que padecían desde dolores de espalda hasta artritis, cáncer y fibromialgia. Llegaron a la conclusión de que la hipnosis es una técnica muy eficaz para tratar el dolor crónico, incluso mucho más que la terapia física. También se ha podido apreciar que la hipnosis ayuda a lidiar con el dolor que provocan las quemaduras graves.
No obstante, más allá del alivio del dolor, la hipnosis también se utiliza para contrarrestar los síntomas provocados por el cáncer y los efectos colaterales que suelen acarrear tratamientos como la radioterapia y la quimioterapia. Numerosas investigaciones sugieren que la hipnoterapia reduce la fatiga, las nauseas y los sofocos, además de mejorar la calidad del sueño de estos pacientes. Aunque quizás uno de los mayores puntos a favor de la hipnosis radica en que no causa efectos adversos, como los medicamentos que a menudo se recetan para controlar estos síntomas.
La hipnosis también ha demostrado su eficacia para tratar el síndrome del intestino irritable. De hecho, un estudio reciente realizado en la Universidad de Minnesota desveló que sus efectos se mantienen a lo largo del tiempo. Estos investigadores trabajaron con más de 200 personas que padecían el síndrome del intestino irritable y, después de 12 sesiones de hipnosis, el 58% de los hombres y el 75% de las mujeres reportaron una mejoría significativa. Seis años después, más del 80% de las personas que habían mejorado, continuaban sintiéndose bien.
Además, la hipnosis también se usa para tratar diferentes problemas dermatológicos, desde el acné hasta el vitíligo, la psoriasis, la dermatitis y el herpes simple. Y es que en el estado hipnótico se puede regular el flujo sanguíneo y otras funciones autonómicas sobre las que normalmente no ejercemos ningún control. La relajación que tiene lugar durante este proceso incide positivamente en el sistema neurohormonal y disminuye las respuestas alérgicas, por lo que esta técnica también es útil como tratamiento complementario para el asma.
Rosario Linares
Psicóloga e hipnoterapeuta
Directora de El Prado Psicólogos
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