La mesa de las estaciones, un bonito ritual familiar y pedagójico
La mesa de las estaciones es un lugar en el que reproducimos lúdicamente con nuestros hijos todas las estaciones del año y de esta manera las convertimos en una experiencia íntima y vital.
Se puede disponer en una mesa pequeña, la repisa de una ventana, una cómoda o algo similar. Lo importante es que a su alrededor haya mucha vida familiar.
Una vez decidido el lugar montamos con el niño una escena de la estación actual. Se puede hacer con cosas recogidas durante un paseo por la naturaleza, con muñequitos de fieltro, con telas de colores, figuras de madera, piedras y flores.
Hay padres que tras el montaje explican una historia o un cuento relacionado con la estación en curso o cantan junto con los niños alguna canción que tenga alguna relación con la estación. Hay que dar rienda suelta a la fantasía.
¿Qué idea hay detrás?
Los niños absorben con todos sus sentidos muchos estímulos al jugar al aire libre y durante los paseos por la naturaleza: olores, sonidos, sensaciones, los frutos de árboles y arbustos cambiantes, el paso de un instante soleado a otro lluvioso…
Las mesas de las estaciones atrapan estas impresiones y las reúnen dentro de un orden comprensible por los niños. Al decorar con sus padres, gracias a historias, imágenes o canciones “entienden” (en toda la amplitud de la palabra) las estaciones y desarrollan una comprensión del paso del tiempo meteorológico y de la naturaleza.
La mesa crece con la edad y la comprensión de los pequeños. Al principio les presenta las estaciones. Más adelante la comprensión se hace más profunda: de las estaciones se pasa al conocimiento acerca de los meses, las semanas y los días. De esta manera los niños aprenden a relacionarse con el paso del tiempo.
Lo más importante es que todos los pequeños rituales en torno a la mesa de las estaciones le dan ritmo al año. Las decoraciones familiares, las historias, etc, hacen que los niños sientan el ritmo de la naturaleza exterior como un ritmo interior, y que surja una confianza básica en la estabilidad y el significado del mundo.
¿Cómo se monta?
La mesa de las estaciones es algo que debe ser motivo de diversión para todos. Cada uno puede aportar libremente lo que sea importante para él en ese momento. Es bueno pensar cuales son los materiales de la actual estación que más gustan a los miembros de la familia. Una vez identificados se pueden buscar en la naturaleza con los niños como una especie de “búsqueda del tesoro”. Además hay que dejarse sorprender por las cosas que se van encontrando.
La base ideal para la mesa son los fulares o pañuelos grandes de colores. Estaría bien tener un pequeño fondo de pañuelos de algodón, paños de lana y pañuelos de seda para poder combinar diferentes efectos de tejido. Lo más práctico es disponer de los colores marrón, azul, amarillo, verde, rojo y blanco para poder abarcar todo el paso del año.
Sobre esa base se colocan los «trofeos» que se traigan de vuelta del paseo por la naturaleza como piedras, flores, piñas, castañas… Se consiguen efectos especialmente bonitos cuando se utilizan también piedras semipreciosas como cuarzo rosa o cristal de roca. Si se quiere también se puede enriquecer la mesa con pinturas, dibujos o postales que representen detalles o paisajes de las distintas estaciones.
También es importante que la mesa tenga figuras humanas, ya sean gnomos o hadas de fieltro, duendecillos de madera… Una historia final culminará todo el trabajo. Da igual que sea contada o leída, a los niños les encantará y a los padres también.
Fuente: https://www.elcorreodelsol.com/articulo/la-mesa-de-las-estaciones-un-bonito-ritual-familiar-y-pedagojico