La visión de la realidad en Oriente y Occidente, Por Pedro Quiñones Vesperinas

Jorge Gomez (333)

ImageUna exposición somera de las dos corrientes básicas del Esoterismo Contemporáneo, junto con una valoración comparativa.

Existe actualmente en el ámbito Esotérico una tendencia muy peligrosa, cuyo riesgo se asienta, fundamentalmente, en lo bello de su presentación superficial, y es la que se enmascara bajo los rótulos de ‘Universalismo’, ‘Sincretismo’, ‘Síntesis’ y demás denominaciones similares. Tal como lo defienden los expositores de esas corrientes, ampliamente difundidas, todos los caminos llevan a Dios y -por consiguiente- entre las más diversas ideologías, el ser humano puede encontrar su propio rumbo, sin excesivos problemas, y caminar, sin más, hacia el encuentro con

la Verdad.

Ni que decir tiene que estos impulsos han dimanado, básicamente, de las ideologías Orientales, con su carga omnipresente de abstracción y de no involucración en la realidad. Ante esa estrategia, nosotros intentaremos explicar nuestro punto de vista, y definir el proceso mediante el cual puede comprobarse que las anteriores exposiciones son gratuitas e inexactas.

En filosofía, se estudia una rama o asignatura, con el nombre de «Lógica”, que enseña la forma en la que se puede utilizar coherentemente la facultad del pensamiento. Uno de los elementos claves dentro del proceso lógico deductivo (en el que se asienta todo nuestro conocimiento Occidental, por cierto, sumamente despreciado por las líneas esotéricas Orientalistas) es el de la confección de silogismos. Silogismo es el proceso mediante el cual, a partir de unas afirmaciones previas, consideradas como puntos de apoyo, a las que se les da el nombre de premisas, se llega a una conclusión coherente con ellas, a la que se designa como resultado. Para que el silogismo sea válido se requiere que las premisas lo sean, y también la forma en las que se enlazan, si uno de esos dos elementos falla, el silogismo será erróneo, y el resultado es falso.

ImageUna de las maneras más clásicas de pervertir un silogismo radica en la inclusión de una premisa falsa -entre otras verdaderas- dando lugar a lo que se denomina «Sofisma«. Los Sofismas son famosos porque eran empleados de continuo por los ‘Sofistas’, casta de filósofos muy perseguidos par Sócrates y Platón en

la Antigua. Grecia, que se consagraban a demostrar cualquier teoría, para -a continuación- demostrar con la misma efectividad, la falsedad de la misma. Dejando a un lado la mayor o menor sinceridad de los Sofistas, y el valor que pudo tener su tendencia, en cuanto a exponer la inaprehensibilidad de la Verdad por parte del pensamiento racional, nos centraremos únicamente en los sofismas, y en cómo son utilizados -una y otra vez- a lo largo de la Historia, para hacernos -como comúnmente se dice- «comulgar con ruedas de molino”.

Apuntaremos aquí, y únicamente a título de inciso, que el Esoterismo Occidental acepta la incapacidad del pensamiento racional, no entrenado, para él descubrimiento de

la Verdad. El pensamiento raciona] tiene por meta la elaboración de concepciones lógicas. No obstante, no todo lo lógico es verdadero, aunque, a la inversa, si puede afirmarse que todo lo verdadero es lógico. (O debe serlo).

Volviendo a lo anterior, los Sofismas, muy a menudo, nos llevan a aceptar una conclusión, en función de la belleza de su presentación, y de la aparente firmeza de su lógica, sin reparar que, en algún punto de la trayectoria del razonamiento, éste ha sido conculcado, «contaminado», por la introducción de una crasa falsedad. Eso -precisamente- sucede con muchas afirmaciones derivadas de las líneas ocultistas Orientalistas, y se pone particularmente de relieve en el caso de su peculiar defensa del ‘Universalismo’ y la ‘Síntesis’, como procuraremos demostrar.

ImageHay muchas premisas falsas en este tipo de razonamientos. Quizás la primera de ellas, la más importante y la más apartada de la realidad es la que afirma que “todos los caminos llevan a Dios”. Esto es absolutamente falso, tratándose de una distorsión de la afirmación verdadera “hay una multiplicidad de caminos que conducen a Dios”. A primera vista, podría ser que algunas personas tendiesen a identificar ambas afirmaciones, por lo tanto será necesario hacer una reflexión sobre ellas. Una multiplicidad no es la totalidad del conjunto de opciones posibles, ni tan siquiera es una mayoría. Con esa designación se hace referencia a una pluralidad, sin mayor concreción. Esa calificación no tiene tanto -en este caso y en esa frase- un carácter cuantitativo como cualitativo. Se quiere decir que existen varios caminos, más de uno, pero -y aquí esta la clave de la cuestión- esa variedad no viene determinada por causas externas, atribuibles a las diferencias en las presentaciones de los sistemas, sino a la pluralidad, o multiplicidad de condiciones dentro de los individuos que se aproximan a la realización. Cada uno, cierto es, ha de hallar su propio camino, pero cosa muy diferente es que ese camino pueda encontrarse en cualquiera de las casi innumerables opciones instituidas y establecidas por religiones, filosofías, o sectas ideológicas.

Si queremos prestar oído a alguien que podría tener una cierta autoridad para hablar sobre este tema, nos encontraríamos con unas afirmaciones muy diferentes a éstas, que estamos acostumbrados a escuchar actualmente de boca de los apóstoles de la indiscriminación. Solamente ojeando los Evangelios, nos encontramos con frases como las siguientes: «abrupta es la senda y estrecho es el camino que conduce a la salvación”…”No se puede servir a dos señores, quien no está conmigo, está contra mí…” “Más difícil es que un rico entre en el Reino de los Cielos, que un camello atraviese el ojo de una aguja…” “Nadie que no naciere de nuevo, entrará en el Reino de los Cielos…” Y así podríamos prolongarnos hasta el cansancio. La totalidad del mensaje Evangélico es un llamado a la discriminación, a la selectividad, al análisis más cuidadoso.

La diferencia entre la línea Occidental y

la Oriental, en Esoterismo, es que la primera se apoya en la enseñanza Crística, y la segunda ignora (podríamos decir que ‘olímpicamente’) esa enseñanza. El problema es que las condiciones prevalecientes en el género humano, antes de la llegada del Cristo, que es la perspectiva bajo la cual se modularon las visiones orientales, son radicalmente diferentes de las existentes después de Su aportación trascendental. Tanto es así, que aquello que era válido antes de Cristo, pasó, una vez introducida su específica energía amorosa e individualizadora, a ser inapropiado y. muchas veces, contrario a la evolución. Si no prestamos atención a este hecho, no progresaremos en estas cuestiones, y los defensores de ese cierto «pasotismo» ideológico, podrán continuar -indefinidamente- su llamado a la confusión, cuya ceremonia orquestan hábilmente, desde los Planos Internos, Las Entidades Opositoras.

ImageCon anterioridad a la encamación Crística, habían diversos modos de llegar a un desarrollo espiritual, patrocinados y supervisados por los Espíritus de Raza, de Pueblo, de Tribu y de Familia, como correspondía a unos seres humanos en los que la percepción del Yo era todavía muy débil. Tanto es así que, en la ceremonia de

la Iniciación, ese Yo disminuía su intensidad, y el sujeto entraba en trance. Un estado de sonambulía provocada que duraba tres días, y durante el cual le vigilaban el Hierofante y doce padrinos supervisores de la iniciación, destinados a suministrar al Iniciado, la fuerza del Yo -que por sí mismo no tendría- para hacer frente a los obstáculos con que habría de enfrentarse.

Esas eran las condiciones antes de la llegada del Cristo, que, posteriormente, ya no son válidas.

La Iniciación, ya no se produce de esa forma. Y, sin embargo, lamentablemente, podemos tomar la mayor parte de manuales que nos hablan en la actualidad de la Iniciación, y nos encontramos exactamente con ese tipo de descripciones, que hace dos mil años que fueron abandonadas en la práctica por la corriente progresiva de evolución. ¿Qué quiere esto decir? La respuesta es muy sencilla: los que hoy, en pleno siglo XX, describen procesos Iniciáticos de la misma forma que se llevaban a cabo hace miles de años, con anterioridad al Cristo, están reflejando una forma de Iniciación Luciferica, que es la única que Oriente conoce, pero que nada tiene que ver con la verdadera Iniciación Crística, propia del Camino de Amor, que conduce a la Verdad y a la colaboración efectiva con las Jerarquías Creadoras.

ImageSeñalémoslo una vez mas para que quede suficientemente claro: en el momento presente, y en virtud de la introducción de la energía amorosa, vital e individualizadora del Cristo Cósmico en el aura Planetaria,

la Iniciación se produce de la siguiente forma:

1º) Es un hecho que incluye la conciencia física y el cerebro físico (y, por lo tanto, el cuerpo). No sucede en ningún Plano Suprafísico (ya sea Astral, Mental, Causal, etc…) sino que implica, la ampliación de la conciencia de vigilia del individuo hacia confines cada vez más dilatados (todos esos enumerados, y muchos más, que no cabe, de momento, siquiera imaginar).

2º) Es un hecho que se asienta -por encima de todo- en la conciencia del Yo. Hoy día, no existen cosas tales como «Iniciados inconscientes o semiconscientes». Únicamente existen Iniciados conscientes, y no-Iniciados inconscientes.

3º) Es un hecho que concierne, única y exclusivamente, a dos entidades: al propio individuo que se abre a

la Iniciación y al Cristo. En ese «matrimonio» o «enlace» del que se habla en la Mística. No hay Iniciadores. Hierofantes ni Padrinos. El único Hierofante es el propio Iniciado, que se ha construido a sí mismo, que se ha «gestado» y ha «nacido» de si mismo, en forma de «hombre nuevo, con ojos nuevos” como decía San Pablo. Ese es el «Segundo Nacimiento” o «Nacimiento del Espíritu«, Cuando el ser humano, por su propia madurez, llega a la capacidad de actuar en forma individual, y, libremente, acoge la energía y cualidad Crísticas dentro de si, entonces se produce la Iniciación, y ese hecho es algo propio, íntimo, intransferible, que únicamente se comparte, a «posteriori” con quienes han llegado al mismo nivel.

La Iniciación Crística no puede conferirse a hombres que necesitan apoyos y «andaderas«, y un «maestro» de cuyo brazo cogerse cuando las cosas se ponen difíciles. Es una cuestión entre el individuo y Cristo, y nadie más tiene cabida en ella. El hombre, y el Verbo Divino.

ImageEsta afirmación, que habría sido considerada como una blasfemia antes de la llegada del Cristo; la misma por la que fue lapidado Jeshu Ben Pandira (el instructor Esenio que vivió cien años antes de Cristo, y al que algunos autores orientalistas confunden con e! propio Cristo, en base a la imperfección de sus facultades de clarividencia); la misma por la que fue condenado por los Sacerdotes Ortodoxos el propio Cristo, es una realidad hoy.

De tal manera que, aquellos que propugnan y describen un sistema de Iniciación gregario, en el que el Iniciado es recogido entre Padrinos e Hierofantes, en complicadas ceremonias astrales o mentales, 1 están, únicamente, describiendo rituales de inspiración Luciferica, que, como todos los adentrados en la línea Occidental saben muy bien, dejaron de emplearse en la línea Evolucionante hace dos mil años.

Ahora, antes de adentrarnos en el análisis de las profundas diferencias que separan la visión Oriental y

la Occidental, nos referiremos a la segunda de las afirmaciones (por orden de frecuencia) con las que nos asperjan de continuo los defensores de la tolerancia no discriminada, y es aquella que establece que el amor y la síntesis unen y no separan. Si volvemos a nuestro punto de referencia, en las páginas evangélicas, nos encontraremos con frases tan transparentes -y, al tiempo tan enigmáticas- como la siguiente: «Yo no he venido a traer la paz, sino a meter la espada. Por mi causa se enfrentarán et hijo con el padre, el amigo con el amigo, el hermano con la hermana,..«.

La influencia Crística, la energía amorosa, procede de forma muy diferente de lo que creen las personas pseudomísticas que se adhieren a las líneas orientalistas. La energía Crística, la propia del Verbo Divino, es individualizadora por excelencia. Esto supone que ha de incrementar la facultad de discriminación entre los hombres, agudizando su entendimiento. Es, al mismo tiempo, energía vital y de movimiento. Trabaja para la evolución, para el cambio, y combate el estatismo y la inmovilidad.

ImageLa ley de Amor es una ley de selectividad, porque lo es de afinidad. Atrae a lo semejante y repele o rechaza a lo desemejante. Por consiguiente, ejerce un trascendente efecto de discriminación, ya que únicamente permite la pervivencia de aquello que es amoroso, que está cargado de vida, de amor y de verdad. Nuestro universo es un cosmos de amor, según se define esotéricamente, y, asimismo, la presente Cadena2, la de

la Tierra, tiene como objetivo el desarrollo del amor. El hombre es la Jerarquía Creadora de los «Seres de Amor y Libertad«, ya que sin libertad no puede haber amor, y, probablemente, sin amor tampoco puede haber libertad. Sabemos -por otra parte- que todo el proceso evolutivo es selectivo en forma rigurosa, de tal manera que, aquellos que no se ajustan a los requisitos exigidos por el experimento evolutivo, en cada una de sus etapas, son postergados y colocados a un lado de la corriente general. Es ningún momento parece que podamos identificar amor con indiscriminación, sino más bien con la más exquisita de las selecciones.

La libertad implica la existencia de opciones. Las opciones surgen únicamente cuando existe una discriminación previa, de tal forma que se establezcan, de manera definida, las similitudes y las diferencias entre los diversos caminos a seguir. Podríamos, en definitiva, establecer que nuestro universo se rige por el amor, y que todo lo que se aparta del amor, es rechazado por é1 de manera automática, lo cual es solamente otra expresión de la conocida ley del karma. El amor posee un carácter unitivo, en cuanto se refiere a la identificación con la esencia espiritual interna, no concerniente a las formas externas, cargadas de dualismo. Es preciso que exista el dualismo y la negatividad en las formas, para que el hombre discrimine. Y es preciso que el hombre discrimine para que pueda ser libre. Y, por último, es necesario que el hombre sea libre, para que pueda amar, porque no hay amor sin posibilidad de escoger entre amar o no amar.

Por consiguiente, esperamos haber demostrado que la unidad y la síntesis amorosa se ejercen con respecto a las esencias íntimas de las cosas, pero no en lo que se refiere a las presentaciones externas, que, como corresponde nacionalmente, pueden ser negativas y desorientadoras, y apartarnos de la verdad, que es el único objetivo del buscador esotérico.

Nosotros ejercemos la discriminación con el propósito de desentrañar el camino que, en medio de la confusión generalizada, nos pueda conducir al encuentro con la realidad Crística, en el sentido en que en los Evangelios se indica: «Yo soy el Camino,

la Verdad y la Vida, quien cree en Mí, mora en Mí y Yo en él«.

Pasaremos ya, a revisar las muy profundas diferencias entre las presentaciones esotéricas Orientales y Occidentales; en la confianza de que el lector comprenderá que, cuando se realizan afirmaciones diametralmente divergentes -y a menudo contradictorias-sobre un mismo hecho, es virtualmente necesario, para que se cumplan las leyes de la lógica (si les aceptamos categoría universal), que algunas de ellas sean falsas. Una cosa no puede ser blanca y negra al mismo tiempo. Podría ser gris, y participada de ambas cualidades, pero no seria ni blanca, ni negra, sería gris. La línea Oriental, afirma -como veremos- cosas que, confrontadas con

la Occidental, resultan contrapuestas como los colores del ejemplo, por ello es preciso que conozcamos bien la naturaleza de estas afirmaciones, al objeto de contar con datos suficientes como para poder realizar una elección.

Exposición general de la linea Oriental de Esoterismo

ImageSi tuviésemos que calificar de alguna forma el conjunto de las exposiciones esotéricas Orientales, podríamos decir de ellas que son -fundamentalmente- esquemáticas, fáciles de captar y comprender, y, por lo tanto, en principio, bien aceptadas por los estudiantes que se aproximan a estas temáticas. Desde nuestro punto de vista, y si no supiésemos que, ya sea por una malformación propia de la educación que hemos recibido, ya sea por falta de madurez (ya que muchos de estos estudiantes se introducen en este ámbito recién salidos de la adolescencia, y a veces en medio de ella), esa aproximación se ejerce más desde una perspectiva semirreligiosa, que filosófica o científica, no nos preocuparía que los estudiantes de esoterismo se iniciasen en la visión Oriental, porque pueden, adquirir en ella, no tanto conceptos válidos, como sí una forma de análisis general, que luego les podría servir como base a la hora de penetrar en las exposiciones mucho más complejas (y coherentes) de la línea Occidental.

La descripción que esotéricamente se hace de la realidad, tanto en uno como en otro hemisferio, se centra, espacialmente, en el planeta en el cual vivimos, como punto de referencia. De alguna forma y siempre en una perspectiva espacial, el centro geométrico de la esfera constituida por el globo terráqueo, es el vértice o foco de nuestra realidad. Sin excluir, por supuesto, la existencia de otras realidades coexistentes con la nuestra.

Para un esoterista, el centro de nuestra realidad no está en el Sol, ni en el centro de

la Galaxia, ni en un hipotético centro del Universo-Isla o del Cosmos en general (si es que pudiésemos imaginar este concepto), sino que se halla mucho más próximo, bajo nuestros pies, en el centro de la Tierra. En esto existe una correspondencia entre la visión oriental y la occidental, al menos tal como era considerada en tiempos de Ptolomeo y, de hecho, hasta la irrupción de la visión mecanicista de Galileo y Copérnico, con su sistema Heliocéntrico. Hoy día no se suele disponer de la apropiada perspectiva para valorar estas cuestiones, y por ello se entiende, en términos generales, que el sistema de Copérnico constituye un asombroso avance sobre el Ptolemáico. Sin embargo, se descuida con facilidad el hecho de que Ptolomeo era -sobre todo- Astrólogo, no un Astrónomo. Copérnico era, sobre todo, un Astrónomo, aunque practicase relativamente la Astrología, ¿Que quiere decir esto? Pues que cada uno contempla la realidad desde una óptica distinta y con sistemas de valores e intereses muy divergentes.

ImageAl hombre de la antigüedad le era totalmente indiferente que

la Tierra diese vueltas alrededor del Sol, o a la inversa, lo único que le concernía era la forma cualitativa en que el Sol incidía sobre la Tierra y sobre él, y queda conocer la naturaleza de ese influjo, si le era benéfica o no, y cómo podría sacar el mayor partido. Hasta cierto punto, la mentalidad era más metafísica, más psicológica. Las circunstancias no se modelaban tanto desde el nivel físico, como sucede ahora. En la mente del hombre pre-Cristiano, no habría cabido la posibilidad de pensar en realizar viajes espaciales con fines comerciales. Para él, los astros eran entes vivientes, y jamás habría podido concebir que se realizasen desplazamientos hasta ellos para explotar sus recursos naturales. Él sabía que esos cuerpos que brillaban de noche en el cielo, poseían sus propios caracteres psicológicos, precisamente definidos, y que unos eran benévolos para el ser humano, y otros adversos a él.

Bajo este punto de vista, la perspectiva esotérica se aproxima mucho más a

la Ptolemáica que a la Copernicana. No ignora las leyes de Newton, pero sabe perfectamente que esas leyes son limitadas, como limitada es la visión que se para en lo físico tridimensional, ignorando el infinito resto de lo real. Dado que la perspectiva esotérica (ya sea Oriental u Occidental) aspira a contemplar la totalidad de la realidad (hablamos de aspiración, no de logro) su óptica ha de ser forzosamente diferente de la de la Astronomía oficial, tal como se entendía antes de la Teoría de la Relatividad. Por el contrarío, existen considerables aproximaciones entre Esoterismo y la Astronomía post-relativista, como veremos al tratar de la visión occidental.

Ya situados inicialmente, tenemos, por lo tanto, que el esoterista oriental, asentado en el globo terrestre, denomina al ámbito comúnmente conocido como espacio físico, «Plano Físico Tridimensional», siendo su límite, el de una esfera ideal que pudiese coincidir con las capas más enrarecidas de la atmósfera.

Ahora, si considerásemos otra esfera, cuyo centro fuese igualmente el centro ideal del Planeta, pero cuyo radio se extendiese notablemente más allá que la anterior, nos encontraríamos con el mundo o Plano Etérico, cuyo estado vibratorio sería ligeramente más sutil que el Físico (mayor frecuencia, menor longitud de onda), correspondiéndose con lo que en Física se designa como Plasma en la atmósfera, y bio-plasma en el caso del cuerpo humano. Ambas esferas se compenetran, y coexisten en función de su diversidad de frecuencias ondulatorias.

ImageEl mundo etérico sería algo así como el sistema circulatorio del Planeta -y nervioso a la vez- circulando por su compleja red de canales, la totalidad de las energías involucradas en su vitalización y desenvolvimiento. Existiría una tercera esfera, cuya superficie externa se localizaría a la mitad de distancia existente entre

la Tierra y la Luna, en su máximo distanciamiento orbital, que se correspondería con el Plano Astral comparativamente más sutil que el Etérico, en donde entran en juego cuatro dimensiones, y que se corresponde con el estado vibracional de los sentimientos. Más amplia aún sería la esfera de los pensamientos, divididos entre concretos y abstractos, (Plano Mental Concreto y Mental Abstracto) extendiéndose los últimos mucho más allá. Y allí terminaría la realidad del Planeta, para conexionarse con la de todo el Sistema Solar, en una esfera gigantesca designada como Plano Búdico. Tres esferas adicionales, existirían aún, de gigantescas dimensiones, con los nombres de Nirvánico, Monádico y Divino, cuyo centro podría situarse -posiblemente’ en el centro del Sol. Todas estas esferas se interpenetran entre sí, si bien, como ya vimos, cada una es más amplia e incluyente que la anterior, al tiempo que más sutil. Sus vibraciones son más rápidas, y, cada una incluye una dimensión adicional: cuatro la Astral, cinco la Mental, etc…

No es mucho más lo que se puede decir sobre el concepto oriental-esotérico de la realidad, a no ser que pasemos a ámbitos un tanto alejados de nuestra órbita de intereses, que incluirían a otros sistemas solares, y que serían, como definían los antiguos griegos (muy influidos por Oriente) «esferas dentro de esferas«.

Correlativamente, el concepto del hombre, es el otro punto que nos interesa concretar, en la dialéctica Macro-Microcosmos, Y, tal como postula la antigua máxima Hermética: «Como es arriba es abajo. Como es abajo, es arriba«. Así, la concepción esotérico oriental del hombre, no es más que una transposición de la ya definida realidad.

Tendríamos pues el cuerpo físico del hombre, que sería comparable al globo terráqueo en su expresión tridimensional. Interpenetrándole, pero extendiéndose unos cuantos centímetros por encima de su superficie ectodérmica, estada el cuerpo Etérico o energético. Sucesivamente, el cuerpo Astral, prolongándose hasta unos cincuenta centímetros fuera del físico, y el Mental, todavía más extenso. El conjunto así definido es -desde el punto de vista Oriental- la conciencia humana, constituida por el agregado de lo físico, astral y mental, y dando origen a lo que designan como personalidad, o «yo ficticio«. Por encima, se encuentra el «Yo real«, el Alma, también denominado «Loto de doce pétalos«, en comparación con los restantes «Lotos» o «Chakras«, que son centros de fuerza, vórtices energéticos abiertos en diversos puntos del cuerpo etérico, y que coinciden con las glándulas endocrinas.

ImageLa fundamental diferencia es que el Alma sería un Loto, en alguna forma externo al cuerpo físico, pero vinculado a la conciencia del hombre mediante dos lotos internos o chakras: el llamado Coronario, situado en lo alto de la cabeza -y que se corresponde con la glándula pineal- y el Cardíaco, situado a la altura del pecho, entre los omóplatos -que se corresponde con la glándula Timo.

El hombre real sería el Alma, pero dado que el hombre común (el ficticio) se identifica con la personalidad, tendría escaso contacto con su verdadera identidad, que únicamente puede llevarse a cabo en forma eficaz cuando se ha construido el «puente del Arco Iris» o «Anthakarana«, que es un canal energético que une el chakra Frontal -situado en el entrecejo y correspondiente a la glándula pituitaria- con el chakra coronario; simbolizando la unión de la conciencia de la personalidad con la del Alma. Se entiende que en el chakra del entrecejo se alberga o radica la conciencia de la personalidad, y el Coronario desempeña el mismo papel para el Alma. En una posición -indeterminable espacialmente- se encontraría lo que se designa como Tríada Espiritual, incluyendo tres aspectos que se correlacionarían con los tres de

la Divinidad: Voluntad, Amor e Inteligencia. Siendo, los constituyentes de esta tríada, las expresiones puras de cada uno de estos tres aspectos, o los núcleos, a partir de los cuales se generaría cualquier expresión de los mismos en el hombre común, siempre intermediados por el verdadero Yo o Alma, Aun por encima de la Tríada Espiritual, se encontraría la Mónada, que sería una chispa de la Divinidad, dotada de la cualidad divina, pero no de conciencia propia, la cual habría de conquistar mediante la experiencia de la introducción en la materia.

Según este concepto, el ser humano común (cada uno de nosotros) es algo así como un muñeco o robot, del que el alma se sirve durante la vida física, para dejarle luego arrinconado, una vez se produce la muerte, tras haberle exprimido el conjunto de experiencias que ha acumulado a lo largo de esa existencia. De esa manera, el Alma, mediante el empleo de numerosísimos «muñecos», podría ir adquiriendo la sabiduría y la capacidad que

la Mónada precisa para sí misma. Bajo esa presentación, el Alma sería un hábil intermediario, la Mónada sería el beneficiario último, y cada uno de nosotros, pobres seres humanos individuales, unos seres ficticios, sin valor, destinados a un final «consumista», y a ser dejados en el cubo de los desperdicios de cualquier cementerio, una vez cumplido nuestro único objetivo, que sería el trasvase de toda nuestra vivencia a nuestro verdadero Yo (que nada tendría que ver -prácticamente- con nosotros mismos).

Nuestra, conciencia, siendo la suma de la conciencia de los cuerpos, se extinguiría en el mismo momento en que desapareciesen el cuerpo Astral y el Mental, antes de la preparación de la próxima encarnación del Alma, que emplearía nuevos cuerpos para su nuevo «muñeco».

Image¿Qué esperanza da esta visión de la existencia al ser humano común? Blavatsky lo define muy claramente en su obra «

La Clave de la Teosofía«3; el ser humano común posee únicamente la conciencia de su personalidad, y la personalidad no es nada consistente, es una apariencia, algo que existe durante un tiempo porque el Alma lo necesita, pero que dejará luego de existir, y se disgregará en sus átomos componentes. Más específicamente, Blavatsky, compara la personalidad con una camisa, y al Alma con su dueño. La camisa no tiene derechos, ni puede reclamar por el uso que se haga de ella. El dueño la usa cómo y cuándo quiere, y cuando se ensucia o cuando -simplemente- no le apetece continuar con ella, se la quita y la tira al cesto de la ropa sucia, o la echa al cubo de la basura, o la emplea para limpiarse los zapatos. Ese desprecio por el valor del individuo humano aislado, se encuentra omnipresente en la obra de Blavatsky, y, como consecuencia, en toda la línea esotérica Orientalista, en mayor o menor medida, y con más o menos barnices.

En consecuencia, dado que no hay esperanza para el ser humano común; aquél que quiera mantenerse -con una mínima estabilidad psicológica- dentro de esa línea, precisa dejar, inmediatamente, de ser un hombre común, para pasar a ser algo más. Pero, como el esoterista oriental define el camino de

la Iniciación como algo sumamente costoso (y lo es), reservado para unos pocos, es sintomático que la casi totalidad de los adherentes a estas líneas, se autocalifiquen a sí mismos de iniciados o semi-Iniciados (discípulos), todo ello en la muy comprensible necesidad de cultivar la esperanza de una persistencia, y en la negación de la autoaniquilación que espera al que no haya llegado a tan excelso nivel.

Esto implica la compleja circunstancia de que la casi totalidad de los seguidores de la línea oriental, no tienen otra salida existencial, que les garantice un mínimo de tranquilidad interior, que el considerarse a si mismos como personas introducidas en el «Sendero«, tal como lo denominan. Por la misma razón, sucede que son muy deseados los llamados «poderes psíquicos«, ya que actuarían como testimonio o prueba «irrefutable” de la autenticidad de ese desarrollo superior, que precisan como garantía de su perdurabilidad como entidades. Ni que decir tiene que esta situación emotiva es altamente compulsiva, que genera considerables angustias y desequilibrios, y que acostumbra a desembocar en comportamientos rígidos, estereotipados, intolerantes, y en la creencia- (absolutamente vital y necesaria) en la propia superioridad frente a los demás. La rigidez y la inconsistente solidez de carácter que este tipo de actitud requiere, es compensada (de forma asimismo poco correcta) dental de estas líneas, en base a unos planteamientos de naturaleza gregaria, según los cuates, se supone que los estudiantes se agruparían en «ashrams«, siguiendo en todo el modelo hinduísta: «a los pies del respectivo Gurú«.

ImageLuego, continuando con esa tónica, el discípulo obedece en todo al Gurú, con la mayor sumisión y falta de iniciativa, hasta que, por un místico proceso de fusión con su instructor, se convierte en un perfecto doble suyo, habiendo previamente renunciado a cualquier característica propia. Como se ve, es un proceso de negación y anulación de la propia identidad, en aras de una identidad ajena, motivo por el cual los occidentales calificamos (y creemos que con razón suficiente) este tipo de técnicas como de alienantes e irracionales. Por lo tanto, ateniéndose a sucesivas etapas, que se designan como «discípulo en el aura del Maestro«, «hijo del Maestro«, y, «uno con el Maestro«, los seguidores de la línea Oriental aspiran a dejar de ser ellos mismos (esa personalidad falsa e ilusoria, tal como la. califican), para pasar a ser un calco -lo más perfecto posible- de su «Gurú» o «Maestro«.

Mediante esa tutoría, que es conseguida -inconscientemente- en el Plano Astral durante el sueño, tras un promedio de siete años de ofrecimiento al Maestro, y suponiendo que, a lo largo de éste periodo, el promedio de la actuación ha sido suficientemente bueno, se pretende que la conciencia del aspirante se vaya abriendo -poco a poco- a los sucesivos Planos, obteniendo una Iniciación cada vez que se conquista la percepción de una de estas esferas a las que antes aludíamos. En un orden correlativo, la primera Iniciación supone la conciencia perfecta de lo físico y etérico. La segunda del Astral. La tercera de lo Mental Concreto. La cuarta de lo Mental Abstracto, la unión definitiva con el Alma y la apropiación, por fusión entre la personalidad y el Alma, de la totalidad de ésta, y el comienzo de una actuación autónoma, en la cual el Iniciado no es ayudado por Maestros ni por nadie. En estricta lógica, cabe deducir que, dentro de esa corriente ideológica, es preciso haber conseguido esta cuarta Iniciación para tener confianza en que la propia, conciencia no va a ser aniquilada (como personalidad que es) después de la muerte física. Tal como se ve, se trata de una meta demasiado alta, que no suministra mucha confianza ni alegría a unos seguidores que saben que, razonablemente, y dentro de unos baremos normales de tiempo, no la van a poder obtener.

La quinta Iniciación, conquista la esfera denominada Búdica, implica

la Maestría y la entrada en el siguiente Reino de la Naturaleza, habiéndose trascendido el estadio humano. Podríamos extendernos notablemente es estos puntos, pero no es necesario ni apropiado en este trabajo, y, en cualquier caso, creemos haber perfilado las perspectivas básicas de la ideología esotérica oriental.

Exposición general de

la Linea Occidental de Esoterismo

ImageLo más frecuente, es que el estudiante se encuentre con la línea Occidental después de haber pasado por

la Oriental, lo que es muy comprensible, si se tiene en cuenta que la comparativa dificultad de sus planteamientos la hace notablemente más exigente a la hora del estudio y el análisis, así como de la puesta en práctica. La primera impresión que el estudiante -familiarizado con la línea oriental- tiene, cuando se introduce en la occidental, es que le han cambiado todo su esquema básico, y que todos los conceptos están transpuestos. Es evidente que se juega con los mismos factores, pero prácticamente ninguno permanece inalterado. En cuanto a la dificultad de captación, es similar a la que experimentaría un estudiante de Bachillerato que fuese súbitamente introducido en un aula de curso medio de cualquier carrera universitaria. Los conceptos nos vienen grandes, y tenemos que realizar un considerable esfuerzo mental hasta llegar a obtener algunos resultados efectivos en nuestra comprensión y estudio.

Vamos ahora a tratar de exponer el concepto de la realidad manejado en esta vertiente. No se trata ya de sucesivas esferas concéntricas, sino de algo mucho más completo, que iremos desarrollando de acuerdo con el gráfico adjunto. Partiríamos -inicialmente- de una media elipse en el cual tendríamos representados los Planos Físico, Etérico y Astral, Este primer gráfico, sería descriptivo de lo que puede ser considerado como la realidad operativa para el hombre común; es decir, el ámbito de su vida física, el substrato de sus procesos vitales y energéticos, y el campo de sus sentimientos, percepciones y pensamientos. Esa sería una cara de la realidad, representando diversas franjas vibratorias dentro del espectro general de ondulaciones, de las cuales, la ciencia actual únicamente conoce las correspondientes a la gama relacionada con el Plano Físico y parte del Eíérico; siendo las restantes únicamente consideradas en virtud de sus efectos sobre lo físico, tal como las emociones y las realizaciones de índole reflexiva. Este es el primer atisbo de la descripción esotérica Occidental de

la Realidad, que es aquel con el que se puede trabajar en el fundamental esfuerzo en el que esa línea se halla involucrada, que es el reunir el conocimiento Esotérico Ancestral con el contenido en la presente cultura de nuestro siglo XX para suministrar a la humanidad un camino de solución a sus muchas aflicciones. No obstante, no se agota aquí, ni con mucho, esta visión de la realidad Por lo tanto, podemos pasar al siguiente estadio, representado en el correspondiente segundo grabado.

En él tenernos la elipse entera, desdoblada sobre su eje mayor, que atraviesa sus dos focos. Este eje opera como un plano de separación de dos realidades que se reflejan la una a la otra como una imagen especular. De forma quizá más gráfica, podríamos decir que son el anverso y el reverso de la medalla, o las dos caras de un mismo espejo. Las dos son aparentemente iguales, sin embargo, una es más perfecta que la otra, actúa -en alguna medida- como una matriz y un molde de la otra, la cual, a su vez, debe desarrollarse y conformarse de acuerdo con la anterior, hasta, llegar a ser exactamente igual a ella, o dicho de otra forma, hasta llegar a identificarse con ella, hasta «colocarse a su misma altura».

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Por consiguiente, y tal como se sigue del gráfico, hay- una realidad y una suprarealidad, o realidad espiritual. Cada una de ellas abarca o incluye varias franjas vibratorias, más sutiles a medida que nos desplazamos en el eje de coordenadas hacia la derecha. Las franjas espectrales ondulatorias de la supra-realidad, se corresponden biunívocamente con las de la realidad, en el siguiente orden:

Plano Físico <—–> Plano Nirvánico

Plano Etérico <—–> Plano Búdico

Plano Astral <——> Plano Manásico

ImageSin embargo, para ser rigurosos, habría que hablar de algo más que de correspondencias, habría que hablar de trasformaciones biunívocas. Así el Plano Nirvánico es origen y matriz del Físico, que no supone más que una densificación o trasformación reductiva de la vibración ondulatoria del anterior. Exactamente lo mismo puede decirse –correspondientemente – de los Planos Búdico y Etérico, y de los Manásico y Astral.

Esto se comprende mejor cuando se estudia

la Cosmogénesis del Esoterismo Occidental, y se aprecia cómo determinados Rangos de Entidades o Jerarquías Angélicas -en precisos períodos de tiempo- dieron lugar a las respectivas parejas de Planos Nirvánico y Físico, Búdico y Etérico, Manásico y Astral. Esta circunstancia se halla aludida, en la actualidad de manera totalmente incosciente, en algunos dichos populares, profundamente significativos, como el de «los extremos se tocan» o «los últimos serán los primeros, y los primeros serán las últimos«, todas ellas con referentes esotéricos previos sumamente sólidos. El ámbito más elevado y espiritual de la Creación; se corresponde con el más bajo o material, y así, sucesivamente. Pero tampoco acaba aquí la exposición occidental, y, por ello, debemos llegar al gráfico n°3. Aquí vemos que, así como en el gráfico anterior, nuestra realidad primitiva (media elipse) se desdoblaba sobre su eje mayor, para dar lugar a una elipse entera y a una realidad doble, ahora se produce un nuevo desdoblamiento o reflejo, y nuestra realidad doble se convierte en una realidad cuádruple, conteniendo dos realidades simétricas y dos supra-realidades, igualmente simétricas. Se trataría, en definitiva, de una realidad y una antirealidad, perfecto y simétrico reflejo la una de la otra.

Esto se correlaciona con el modelo de Universo expuesto por el matemático norteamericano W. Tiller, con su teoría de dos espacios-tiempo, uno positivo y otro negativo. Cada partícula de uno de los Universos estaría vinculada con una del otro, siendo iguales, pero de signo contrario, si bien se compenetran y ocupan un mismo espacio, aunque con diferentes tónicas frecuenciales. Este modelo es particularmente útil a partir del descubrimiento experimental de

la Antimateria, que encontraría muy difícil su explicación, de no valerse de un esquema dual y simétrico como éste. Podemos apreciar, en consecuencia, que las posiciones de la linea del conocimiento esotérico occidental se correlacionan próximamente con los más recientes y avanzados hallazgos de la ciencia teórica y experimental- Por lo tanto, tendríamos una realidad cuádruple, tal como dijimos, en la cual, cuatro categorías básicas de campos dimensionales, se interpenetrarían entre sí:

1°) Campo de

la Realidad Próxima

2°) Campo de

la Supra-Realidad

3º) Campo de

la Realidad Próxima Negativa

4º) Campo de

la Supra-Realidad Negativa

ImageExistirían, pues, cuatro posibles niveles de profundización o perspectiva en el adentramiento dentro de la realidad, uno primero que se corresponde con la realidad próxima, que es nuestro campo ordinario de experiencia y percepción; un segundo, que es de naturaleza espiritual, contraparte y matriz original del anterior, hacia el cual debe de caminar cualitativamente la primera realidad. Un tercer nivel, que sería la contraparte negativa de la realidad ordinaria, y un cuarto, que sería, a su vez, la contraparte negativa de la realidad espiritual. En todo ello hay que tener presente que nuestra ciencia actual conoce, únicamente, la primera franja, y una minúscula parte de la segunda, dentro de lo que hemos designado como realidad ordinaria, y apenas ha tenido atisbo de la existencia de partículas de antimateria, que se esfuerza por todos los medios, en meter con calzador dentro del convencional modelo Copernicano. Afortunadamente, existe un importante número de físicos teóricos que, con posterioridad a Max Plank, están elaborando modelos de universos multidimensionales, a lo cual ha colaborado poderosamente el hallazgo de «Agujeros Negros«, cuya existencia teórica fue postulada como una consecuencia de

la Teoría General de la Relatividad, de Einstein.

Veamos ahora la imagen del hombre desde la perspectiva Occidental. Tal como sucedía, en

la Oriental, el hombre, como Microcosmos, no es más que un reflejo del Macrocosmos, si bien, un tanto simplificado. En el hombre no existe propiamente una realidad negativa, al menos no existe por ahora, como algo propio. Existen entidades procedentes de la realidad negativa, que influyen sobre el hombre, que interactúan y le interpenetran; pero él no se halla propiamente inserto en esa clase de ámbitos, aunque podría llegar a estarlo en el futuro, si las Entidades a las que acabamos de aludir -opositoras a la Evolución- lograsen realizar sus designios. El hombre es, por lo tanto, un conglomerado de cuerpos de expresión, que se correlacionan de forma biunívoca, tal como ya se expuso:

El cuerpo Físico se corresponda con el Nirvánico.

El cuerpo Etérico se corresponde con el Búdico.

El cuerpo Astral se corresponde con el Manásico.

Expresado de otra forma, como consecuencia de la acción del Yo4 poseído por el ser humano, y bajo el enfoque de la autoconciencia, el cuerpo Físico se remodela, se transforma, se redime, y convierte en lo que se designa como Hombre-Espíritu, la entidad más elevada dentro del proceso de desenvolvimiento humano. El cuerpo Etérico se convierte -gradualmente- en Espíritu de Vida, la fuente de la vitalidad en todo el Cosmos, El cuerpo Astral, se transforma en el Yo Espiritual, es decir, el yo, una vez desprovisto de todo tipo de limitaciones y restricciones.

Esto nos permite -ya- deducir importantes diferencias con respecto a la concepción Oriental. En ella se aducía que el hombre, para obtener la realización, debía desligarse de sus cuerpos inferiores, ignorarlos, ponerlos bajo sujeción, castigarlos, disciplinarlos, etc. En la línea Occidental, esos cuerpos son estimados como valiosísimos instrumentos de realización propia y como el terreno sobre el que se ejerce la labor esencial del ser humano, que es la de redención, ateniéndonos en todo momento al modelo Crístico.

ImageEn tanto que en la línea Oriental, se estima que el ámbito de la denominada Realidad Ordinaria, que allí se califica como de «los mundos inferiores«, debe ser prontamente trascendido, y no guarda nada de utilidad o enseñanza para el aspirante espiritual, la línea Occidental índica todo lo contrario: que es en ese ámbito -y únicamente en él- donde podemos encontrar la trascendente realidad espiritual; pero que nunca se llegará a ese descubrimiento pretendiendo obviar, saltar por encima de la realidad próxima; porque es precisamente esa realidad la que ha motivado la introducción del espíritu dentro de la materia, con una intención salvífica y transformadora.

Por lo tanto, la secuencia Iniciática Occidental, parte de una primera redención del cuerpo Astral, de una posterior del cuerpo Etérico, y de una postrera de cuerpo físico, en un orden que, como se puede apreciar, es precisamente el opuesto del indicado en

la Oriental.

Las técnicas a desarrollar en la línea Occidental, para el cultivo de las diversas facultades (siempre de naturaleza intelectual y moral), son perfectamente aplicables y válidas en la vida física de esta realidad nuestra de todos los días; y las energías utilizadas en el proceso no san otras que las de la vitalidad pura (el Orgón de Reich), o el influjo amoroso del Verbo Divino, tal como es definido por San Juan.

Siendo ese un camino de rigurosa exigencia individual, concierne exclusivamente a la persona, y pertenece al ámbito de su intimidad, como indicábamos al comienzo de este escrito. Nunca debe trascender al exterior, más que en los resultados operativos, que deben ser, en toda oportunidad, revertidos en forma de acción eficaz y transformadora de esa realidad que es nuestro ámbito de responsabilidad y nuestro inevaluable campo de desenvolvimiento.

Es en base a estos aspectos, que consideramos la linea Occidental como esencialmente concienciadora, realizadora, enriquecedora, no alienante, y estimulante de toda clase de labor social y de mejora de nuestro medio ambiente, y es por ello que hemos reconocido su superioridad comparativa, lógica y fáctica, como una etapa de mayor madurez dentro del inagotable proceso de evolución del conocimiento esotérico, por el que el hombre penetra, gradual pero imparablemente, en las mismas entrañas de la realidad.


Pedro A. Quiñones Vesperinas
Primera Redacción, 17 de Marzo de 1981
Revisión, 13 de Julio de 1993

NOTAS

1 Se refiere a los descritos en la literatura Teosófica. (y -posteriormente- en

la Antroposófica, de Rudolf Steiner, de corte occidental Rosicruciano) como otros planos, más sutiles, de la existencia, compenetrados con el mundo físico, pero situados en una frecuencia vibracional diferente. El Plano o Mundo Astral, es aquel en que tienen su sustancia los sentimientos, y el Mental, el que corresponde a los pensamientos, siempre según la concepción Teosófica.

2 Es un concepto de índole cronológica dentro del pensamiento Teosófico. Una cadena está, según esta concepción, integrada por siete diversas materializaciones o corporificaciones de un astro -en nuestro caso,

la Tierra-, cada una de ellas en un nivel distinto de sustancia, comprendidos, todos ellos, entre el nivel físico material, el más denso, y un nivel de naturaleza arquetípica, idéica, pero, no obstante, real. Una cadena implica siete pasos sucesivos (rondas), por la totalidad de esos siete globos, (que es como se designa la corporificación de cada astro).

3 Helena Petrovna Blavatsky, de origen ruso y familia noble, de hecho su titulo -por nacimiento- era de Princesa Dolgorouky, de vida agitada y polifacética, experta en folklore y ciencias ocultas, escritora, incluso revolucionaria a las órdenes del propio Garibaldi (si hay que creer a algunos dé sus biógrafos), fundó

la Sociedad Teosófica en el año 1875 Sus obras escritas no tienen una calidad homogénea, pero existen dos de ellas: “Isis sin Velo” y La Doctrina Secreta«, que se han constituido en documentos de consulta ineludible para todo el que quiere adquirir una perspectiva general de lo que es el conocimiento oculto, comprendido desde una perspectiva contemporánea.

4 En la concepción esotérica Occidental el Yo, la propia identidad, es la que persona posee en su vida común, pero requerida de una cierta depuración, de tal forma que sea susceptible de desvincularse, cuando es preciso, de los detalles superficiales, adheridos mediante la relación con al medio ambiente.

El Yo, para utilizar un ejemplo, de José Sánchez, será la conciencia de José Sánchez, una vez el propio José haya sido capaz de, mediante los apropiados ejercicios, saber abstraerse de los condicionantes de su cuerpo físico, de sus sentimientos y de sus pensamientos, y haya comprendido que su verdadero Yo, es algo que posee una autonomía, aun al margen de su propia apariencia física, de lo que el siente y de lo que él piensa. Si consigue esto, su conciencia se remontará hasta la esencia nuclear de su identidad más íntima, desde donde podrá contemplar sus encarnaciones anteriores, así como las claves de la realidad en la que nos hallaros insertos.

Un individuo que ha conseguido esa realización, no sufre ninguna conmoción con la muerte física. Como puede apreciarse, esta descripción no contiene ninguno de los elementos alienantes que suelen figurar en las exposiciones orientales, aunque sí involucra la necesidad de esfuerzo y autoexigencia muy acentuado.

 

— visto en: revistabiosofia.com

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