Los sueños de temor de encierro y su tratamiento esotérico
El temor de encierro suele expresarse en sueños de encierro. Los sueños de encierro son aquellos en que, de algún modo, mientras estamos durmiendo, nos aparecen imágenes en las que nos sentimos acorralados y nos parece que el entorno nos aprisiona. Pueden tener el aspecto de personas que nos rechazan y nos dejan solos e inmovilizados, o también en vez de tratarse de personas, pueden aparecer como un lugar del que no es posible salir, como ser un ascensor, o una habitación a la que no se le abre la puerta. En casos en que estos sueños se convierten en francas pesadillas, el quedarse encerrado en un lugar puede llegar a vivirse con mucha angustia y ser síntoma de un posible trastorno de claustrofobia.
Las personas que padecen algún grado de claustrofobia, que es un trastorno bastante común, pueden presentar con cierta frecuencia este tipo de sueño, debido a que lo que soñamos es producto de lo que nos sucede durante el día. Las emociones se depuran de las cosas que hemos vivido en la vigilia, y para eso llevan al soñar lo que ocurrió estando despiertos. O más exactamente el cuerpo astral, que es donde se alojan nuestras emociones y está activo tanto durante la vigilia como durante las fases oníricas de la noche, si sufre una obsesión de miedo por encierro lo expresa durante el dormir, además de durante el día, mediante un sueño.
Control de la pequeña obsesión
Entonces el problema que se presenta es esa pequeña obsesión. Para tratarla cuando se presenta (ya que no nos conviene padecerla) podemos recurrir a distintas técnicas. Si tenemos facilidad para expresar nuestro interior a otra persona, podemos ayudarnos con un psicólogo o un investigador de sueños. Si no tenemos esa facilidad, podemos intentar darle lucidez al sueño, o también reflexionar serenamente sobre los momentos en que se produce la fobia en la vigilia. Cualquiera sea el método que elijamos, lo que necesariamente habrá que tener en cuenta es que todo temor irracional, como lo es la claustrofobia, se origina en una experiencia negativa del pasado. Para esto, no necesariamente recordaremos el hecho que originó el problema, debido a que pudo haber ocurrido en una vida anterior y no todos tienen un guía para llevarlos a ese momento. Mejor que eso, lo que haremos, será ubicarnos nuevamente en una situación de encierro pero con el temor atenuado por la conciencia.
Esto se logra buscando nuevamente una situación preocupante, por ejemplo, si nos da temor de encierro el pensar en quedar atrapados un ascensor, debemos buscar un ascensor y cerrar la puerta tranquilos cuando nadie nos molesta ni estamos apurados, para observar qué nos sucede internamente. Este procedimiento nos dará un camino fiable de superación, pero no pretendamos que funcione y de resultados a los cinco minutos de practicarlo, llevará un poco de tiempo.
Al estar, siguiendo el ejemplo, en este ascensor, prestemos atención al temor de encierro que emerge, e intentemos compararlo con los recuerdos parecidos de situaciones anteriores. Tratemos de observar ese temor. Si el temor nos está haciendo sentir mal sin controlarlo, salgamos fuera del ascensor, tomemos aire hasta que se haya desvanecido, y volvamos a reflexionar. En ningún momento hay que violentar las emociones para forzar un resultado rápido. Lo importante es que logremos escribir después, con palabras, en qué consistió el temor, a qué podemos asociarlo en nuestros recuerdos, y qué haríamos para remediarlo.
Hay que evitar que el camino de solución sea «demasiado mágico» por así decirlo, es decir, si bien es cierto que el problema pudo haber empezado en una vida anterior, no tenemos que lanzarnos a hacer cualquier intento de viajar a vidas anteriores sin saber primero cómo se hace. O también si bien es cierto que un sueño lúcido puede ayudarnos a resolver el problema, no podemos forzar sueños lúcidos sin haber primero experimentado las técnicas al respecto de manera ordenada. Siempre hay que tratar de buscar las soluciones desde lo más sencillo hacia lo más complejo, y nunca la inversa. Se recurrirá a lo complejo cuando lo sencillo ya haya demostrado que no funciona, pero no antes.
Una vez hecho el ensayo del ascensor, nuestra mente puede intentar hacernos una trampa y decirnos algo como: «por mucho que entres allí, no te curarás». Nuestra mente analítica es muy autónoma y no le gusta que le digan lo que tiene que hacer, así que este tipo de excusa es algo típico en ella. No hay que confundir esta mente nuestra analítica razonadora, con la mente de la inteligencia sublime creadora del universo, que es distinta y también está en nosotros. Pacientemente, iremos llevando luz espiritual al interior de ese ascensor, suplantando de a poco los temores de la mente racional, por el optimismo de la mente sagrada universal.
No creamos que esto nos llevará 30 o 70 entradas al ascensor, serán menos, pero no estamos pensando en cuántas serán, ya que contar números también es un juego de distracción que le gusta practicar a nuestra mente analítica.
Similitud con la pasteurización
Recordemos el principio de la pasteurización: en un cuerpo humano sano se introduce una bacteria maligna, pero debilitada. Lo suficientemente debilitada como para que las células del cuerpo humano tengan tiempo de reconocerla, controlarla y eliminarla antes de que la bacteria maligna tenga fuerza para defenderse. Una vez adquirido ese conocimiento por nuestro cuerpo, las siguientes bacterias que vengan, aunque no estén debilitadas, no podrán contra nosotros, porque el cuerpo ya las conoce.
Así mismo debe hacer nuestro cuerpo astral y nuestra mente con este temor de encierro. La debilidad del miedo está producida porque controlamos los factores físicos de su causa: el tiempo que el ascensor está a nuestra disposición, el hecho de que otra gente no nos observe, etcétera, es decir, todas las medidas que se puedan usar y que produzcan seguridad en nosotros de que nada malo nos sucederá.
Cuando luego del ensayo el temor haya sido descripto y escrito, se le añadirán situaciones normales para ver cuánto aumenta el miedo. Por ejemplo, poner el ascensor en marcha. Se repite la reflexión y se vuelven a anotar las sensaciones que produce todo. Habrá que buscar que esos temores y pensamientos durante el encierro pasen a ser parte del resto de nuestras cosas, pues el riesgo es que permanezcan aislados dentro de nuestra mente, amenazándonos como si fueran un ente insertado y ajeno a nosotros. Un ejemplo para lograr esto: si el temor nos hizo recordar al hundimiento de un barco, podemos mirar la película Titanic y luego escuchar su música. También podemos escuchar chistes acerca de ese temor. Podemos hacer todo lo que no nos engendra nuevos temores pero que le quita la aureola de negatividad a ese sentir que nos preocupa.
La alegría durante la curación
Iremos evaluando el avance a través de lo que soñamos en los días sucesivos, observando qué modificaciones hay en el miedo que aparece en el sueño. Esta evaluación debe hacerse con alegría y teniendo la certeza de que es un proceso natural de curación. No hay que tomarlo como quien compra una medicina en una farmacia. El proceso curativo es vida y para que quede en nosotros debemos recordarlo con satisfacción.
En próximas notas veremos otras técnicas que pueden ayudar a este trabajo y a otros trabajos con el astral y con la mente, también importantes.
AUTOR: Héctor, colaborador en la gran familia de hermandadblanca.org