Mensaje de la Maestra Lady Rowena: El mar de la felicidad
Maravillada por tan agradable compañía…
Siempre me pregunto ¿por qué nos comprometemos en la vida humana a muchas cosas que realmente no queremos?, y ¿por qué olvidamos aquellas que verdaderamente serán trascendentes para nosotros? y es que las emociones nos llevan a un mar de conflicto muchas veces, pero también nos llevan a la gran dicha, atravesamos el río del miedo, llegamos también al mar de la felicidad, desvanecemos por la cascada del conflicto y este mismo conflicto nos hace llegar a un caos de emociones. No todos los caos, no todos los conflictos tienen que ser estrictamente malos, muchas veces aprendemos que de todo aquello que nos conflictúa sacamos grandes enseñanzas y es que quizás, lo que más duele de pronto, es lo que más fuertes nos ha hecho.
Pero, ¿por qué entonces considerar tan trascendentes los conflictos? o ¿por qué considerar aquellas grandes pruebas como las que verdaderamente nos enseñan?, hemos enseñando a una mente a crecer través del conflicto y de las pruebas, no lo hemos hecho simple, nos han enseñado que aquello que cuesta trabajo es lo que más prevalece, nos han enseñado que aquel que le cuesta trabajo nacer, es aquel que más fuerte es.
¿Por qué no hacer la vida simple, cuando ésta misma puede serlo? y es que todo en la vida se nos ha regalado tan sencillo como para poder aprovecharlo, pero aún así queremos hacerlo complejo, difícil, tedioso muchas veces y vivimos de una mente que está a la expectativa de las condiciones de su exterior. Vivimos a la expectativa de las condiciones de los seres humanos que se comprometen con nosotros y no existe el compromiso entre nosotros mismos de hermanarnos hacia un mismo camino y hacia un mismo fin.
En la competencia de todo ser igual, consideramos que existe uno que es distinto, entonces porque no ya decir que no existe competencia para ser todos iguales porque todos ya lo somos; no podría existir una competencia para una cualidad que es de la naturaleza, cuando nosotros decimos: esperaremos ser todos iguales, quiere decir que en el presente alguien es distinto o algunos lo son.
Y es que tenemos miedo a la oportunidad de la vida, a la oportunidad de la experiencia y a la oportunidad de la creación, existe algo maravilloso en todos nosotros que es la bondad y la bondad podríamos decir que aplica para todo aquello que a veces consideramos que ni siquiera existe, la bondad es algo que se olvida porque se habla más del respeto, la bondad es algo que se olvida porque se habla de equidad, la bondad se olvida por que se habla de tratar de definir las mismas situaciones que precisamente alejan al mundo. La bondad es algo que podríamos manifestar como un alma perfecta y la perfección no radica en igualarnos a algo, simplemente en ser tal cual como se es, ya que existen un millón de perfecciones en el mar de la felicidad, porque en el mar de la felicidad cada gota encuentra unirse con otra gota o con el conjunto de las gotas para hacer algo grande, por eso han formado un mar. Existe en la arena la realidad perfecta para decir que hay algo solido que está esperando cuando estas gotas tengan que llegar a ese punto en donde de pronto se secarán y se evaporarán pero regresarán a ese mar de la felicidad.
Podríamos decir que la arena es entonces aquello que de pronto nos hace aterrizar en un mundo complejo, en un mundo donde tendremos que aprovechar nuestra paciencia para salir adelante, para en donde nos hace entender que existe una pequeña luz, ese gran sol que nos va a evaporar para regresar a aquello que verdaderamente somos, un mar de felicidad.
Quizá de pronto no nos regrese inmediatamente al mar de la felicidad y nos lleve primero a un río un tanto complejo de atravesar, con un caudal bastante complejo, pero que al final nos regresará a lo mismo, a lo que verdaderamente pertenecemos.
De pronto esa gran nube nos lleva a un lugar salado o a un lugar dulce, pero volveremos al mismo instante de unirnos con las mismas gotas y es entonces donde la bondad juega un papel muy importante, se manifiesta el alma en perfección, en el conjunto de las perfecciones.
La perfección no es un ideal absoluto, único, quiere decir que la perfección es algo que radica en cada uno de nosotros. La sonrisa de un niño es perfecta porque es pura y las lagrimas de un adulto son perfectas porque al mismo tiempo lo son, son cristalinas, muestran de pronto la dulzura y sensibilidad del alma, también muestran muchas veces la tragedia de la mente, muestran también la añoranza de ciertas personas que han regresado a esa gran nube y que por el momento están suspendidas pero que también pertenecen al mar de la felicidad, esos seres que están lejos y consideramos de nosotros, pero son aquellas grandes nubes que nos cuidan, son aquellas grandes nubes que se reflejan en el mar y nos dicen que ahí están, en el mismo reflejo de lo que siempre hemos sido y de pronto llegan y de pronto caen en ese mar para volver a ser con nosotros uno mismo, un mismo mar de felicidad.
La bondad es aquello que se muestra como único en nosotros mismos, no en el ideal del conjunto, la bondad es algo sencillo y al mismo tiempo complejo para la humanidad; podríamos decir que la bondad es algo simple, es simple en el momento en que la bondad es únicamente ser como cada uno de nosotros, es bondadoso aquel que se muestra tal cual es, es bondadoso aquel que acepta a los seres que tiene a su alrededor, los acepta porque sabe que no son iguales a él pero son tan perfectos porque son ellos mismos. Ser perfecto es ser en si mismo lo que uno mismo es, con los defectos, con las virtudes, con las cualidades y es que aquellos defectos no son defectos, son características de la bondad de mostrarse tal cual es, con un ideal, yendo más a la perfección de tratar de ser lo más equilibrado posible con nosotros mismos, no con el ideal de la humanidad.
El ser bondadoso es tocar con el alma aquellas condiciones de pronto adversas de la vida humana, el ser bondadoso es que en nuestra palabra se guíe el alma verdaderamente transparente y no la mente que muchas veces juzga, que compara y que muchas veces llega a herir a los corazones más sensibles y los corazones más sensibles son aquellos que nos prestan oídos para entender todos nuestros discursos, eso son los corazones sensibles, aquellos que no saben filtrar lo que es bueno y conveniente para nosotros y es que en cada uno de ustedes radica un corazón sensible con ciertos seres, ustedes abren aquellos oídos maravillosos y bondadosos para escuchar cosas que los lastiman, para entender cosas que no deben de entender y esos mismos oídos también se prestan para halagarse, para escuchar cosas sensibles y buenas para ustedes.
Los corazones sensibles deben de ser de pronto no rígidos pero sí listos en saber que es lo que verdaderamente merecen escuchar, porque el mundo siempre va a tratar de definirlos, no todo el mundo se porta bondadoso cuando los califica y no todo el mundo se porta bondadoso cuando define su vida. Muchas veces son las mentes un tanto rígidas las que les dicen que han hecho bien, que han hecho mal, o ustedes mismos permiten que ese corazón sensible vaya más allá y permiten muchas veces que se muestre cristalino al derramarse ciertas lágrimas por ciertas condiciones.
Ustedes sean bondadosos siempre, tengan siempre un corazón sensible pero siempre un filtro de bondad para saber que hay ciertas perfecciones que van en contra de su propia perfección y que no deben, como dicen, cerrarse a escuchar, pero sí cerrarse a entender; deben de entender lo que merecen y deben de entender aquello que verdaderamente valen.
No le pidan al mundo que los defina en su valor porque entonces encontrarán mil calificativos, pidan ustedes mismos en el reflejo de ese mar de la felicidad, que les defina lo más cercano posible a lo que verdaderamente es su existencia.
La perfección radica entonces en ser uno mismo, en no considerar que un ideal absoluto se unifica para ser igual que todos porque entonces no existiría la perfección, existiría un perfecto tratando de igualar a todos, pero no es perfección, ahí entonces, radica el error.
Sean bondadosos al hablar, que sus palabras sean bondadosas sin juzgar a los demás, solo porque no coinciden con sus mismas realidades. Ustedes tienen en la bondad la misma sanación, aquel que se siente de pronto abatido por las condiciones que ha vivido, porque considera que solo ha caído en el río salado, que éste mismo ha llevado un cauce tan confuso, tan difícil, tan triste y muchas veces que ya no quiere continuar, recuerden que si navegan con bondad, las mismas gotas se evaporarán y los van a transportar al lugar que verdaderamente quieren estar.
Llama rosada
Y es que me han pedido entonces, que les de un regalo y les daré un regalo maravilloso que está con todos ustedes, una llama para poder transmutar, una llama para poder sanar pero sobre todo una llama de bondad, un color perfecto que me agrada y es perfecto porque radica en la perfección de quien lo dice, para ustedes existe un color perfecto también y existe un ser perfecto que me está escuchando en cada uno de ustedes con un corazón sensible y con un corazón bondadoso. Ustedes regalen bondad a los seres siendo ustedes mismos. Aquel que de pronto ha cristalizado su tristeza en pequeñas gotas que se derraman y ustedes pueden observar, sean bondadosos y pidan que esas gotas se evaporen y los lleven al mar de la felicidad.
Yo erradicaré con cada uno de ustedes, con esos corazones bondadosos, oídos bondadosos pero oídos inteligentes también, entiendan lo que deben de entender y lo que no, siempre pidan que se evapore y que se lleve al mar de la felicidad.
Gran aspecto de la naturaleza para transmutar todo el tiempo, lo que nosotros decidimos que se transmute. Trabajaré también con la misma llama en una sanación interna con cada uno de ustedes.
Nadie necesita más la sanación que otros seres, pero si tu corazón es bondadoso, recuerda que solo debes escuchar aquello que verdaderamente quieres para ti. Mi sanación está contigo.
Maravillada con el encuentro.
Mensaje canalizado por Fernanda Abundes (Puebla, México)
Publicado por Geny Castell redactora de la gran familia de hermandadblanca.org