¿Morir o cambiar de estado?

La muerte: un simple estado mental y una consecuencia física

La tierra, las plantas, los animales, el ser humano, todo lo que podemos gustar, ver, oír, oler y palpar con los sentidos es a lo que le llamamos materia.
Y toda materia física se crea al condensar vibración energética. Un cuerpo humano sabemos que está formado por agua y células, compuestas a su vez por agrupaciones de moléculas, constituidas por átomos, y estos por partículas subatómicas que, en un 99,99999% son espacio vacío, y que, a su vez, son agrupaciones de quarks, conformados por diferentes formas vibratorias procedentes de los bosones, entre los cuales está el bosón de Higgs, conocido como “la partícula divina”. Hasta aquí lo que ya se ha constatado, pero más allá quedan partículas aún más sutiles como los vitatrones, que son unidades inteligentes de luz o energía vital, el principio del cosmos físico que conocemos.
El Proceso Creativo sigue un encadenado que va desde lo inmaterial, perdurable, permanente e infinito a lo material, imperdurable, impermanente o finito. Un proceso de etapas y densificaciones que terminan en diferentes formas, colores y finalidades.
Empieza y es sostenido por la idea o Pensamiento Creador que, al sostenerse, se intensifica y empieza a densificarse hasta transformarse en vibración y esta, a su vez, en sonido hasta plasmarse en energía vibratoria de luz y color, energía vibratoria sutil, llegando así a las puertas de la materialización con un perfecto entramado subatómico: ideatrones (base de la materia), vitatrones (prana), bosones, quarks, átomos y finalmente la plasmación material: moléculas y células que conforman nuestro cuerpo, el cual, junto con su acompañante, la información, determinará su forma y funciones; es decir, un ser humano único sostenido por la sutil vibración energética del Pensamiento Creador y que solo a él puede retornar.
Somos parte del Creador; sí, somos vibración; sí, somos sonido; sí, somos energía; sí, somos luz; sí, somos materia; sí, somos todo en el único Todo. La materia es irrealidad real.

Recordemos las palabras del Nobel de Física en 1918, Max Planck:

“Como hombre que ha dedicado su vida entera al estudio de la materia puedo decirles, como resultado de mi investigación acerca del átomo, lo siguiente: la materia no existe como tal. Toda la materia se origina y existe solo en virtud de una fuerza que hace vibrar la partícula atómica y mantiene unido ese diminuto sistema solar que es el átomo. Debemos asumir que detrás de esa fuerza existe una inteligencia.”

La teoría del todo, del reconocido científico Albert Einstein, describió de forma comprensible el funcionamiento de todo el universo, y de ella surge su teoría de cuerdas:

“La materia del universo no está hecha de pequeñas partículas, sino que está formada de pequeñísimas cuerdas, una especie de filamentos de sutil energía en constante vibración, con la aptitud para adoptar un número ilimitado de formas, variedades y tamaños.”

“Hemos estado completamente equivocados. A lo que llamamos materia es energía, cuya vibración ha sido reducida hasta ser perceptible para los sentidos.”

Tras esta red de condensación vibracional-energética anterior a la materia, yace un entramado mucho más sutil que mana de la Fuente Creadora que es donde se aloja nuestra verdadera realidad, la realidad de todos y de todo, invisible a los sentidos y solo perceptible desde los estados supraconscientes, accesibles por la concentración meditativa.

Albert Einstein nos dijo:

“La energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma”.
Y esta es la clave.
De lo que somos y del cambio de estado también nos hablan numerosos escritos ancestrales que recogen el conocimiento de los sabios y santos, como los rishis, en los Vedas o el Bhagavad Gita. También encontramos profundas aportaciones en pensamientos más modernos, propios de las diversas religiones, de la metafísica, de la ciencia y de hombres y mujeres de todos los tiempos, reconocidos en la ciencia de la espiritualidad.
La definición de morir es, de hecho, dejar de estar vivo; pero otra acepción es terminarse: “aquella moda murió y dejó paso a otra” o “la luz regresó cuando moría la noche”. Es decir, se define la muerte como el fin un estado y el inicio de otro.
Lo que entendemos por vivir es, así, pasar de lo más sutil a lo más denso y lo que entendemos por morir es terminar del estado más denso y partir hacia el más sutil, ni más ni menos que retornar al origen. Lo denso sobrecarga, satura y con el tiempo se desintegra; en cambio, lo sutil es ligero, suave, perdurable e infinito.

Las células están formadas por pura energía vibratoria y son las unidades básicas de la materia que, junto con las leyes de la física y de la química, conforman el cuerpo humano.
Una parte de la vida material está programada de antemano y otra parte es la acumulación personal de vivencias adquiridas. Es un compendio entre la información básica-funcional y la información única-personal, ambas informaciones están contenidas en las cadenas de ADN que forma parte integrante e inseparable de las células. Estas, sin información, solo serían células indiferenciadas, ávidas para recibir los datos necesarios y situarse en su justo lugar y función. Durante el desdoblamiento celular cada una traspasa la información que contiene y en su orden prioritario, para que se siga desarrollando según el programa creado por uno mismo y que forma parte de la vida material que gestamos constantemente en función de los actos que llevamos a cabo, regidos por la suprema Ley del Libre Albedrío y la de causa y efecto o karma. Todos nuestros actos son gravados en la información única-personal y condicionarán la vida y desarrollo actual o futuros, cuando las nuevas células vuelvan a formar otro cuerpo vivencial.
Las células, por tanto, al formarse quedan impregnadas por la información básica-funcional, es decir por los datos propios de funcionamiento vibracional, que son los que le darán una determinada forma material, además del lugar donde actuará, su función y cómo deberá desarrollarse. Toda esa condensación vibracional es la que, finalmente, formará las células; un grupo de ellas dará lugar a cada órgano y el conjunto de estos, creará un aparato o un sistema, que aportará el aspecto concreto de ese cuerpo humano. De ahí que puede haber personas parecidas, pero nunca, exactamente iguales, ni de pensamiento, ni de obra, ni de físico; incluso en el caso de los mellizos y gemelos, aunque similares, también tienen ciertas diferencias.
Paralelamente, al transmitir a la célula la información funcional, queda también impregnada la información única-personal del ser que va a habitar ese cuerpo. Dicha información es la que cada persona lleva consigo y se denomina karma o ley de causa y efecto, que es el fruto de las acciones pasadas, siendo estos datos los que priorizarán en el desarrollo y funcionamiento celular.
Las células fruto de la información básica-funcional poseen diferentes ciclos de funcionamiento y renovación predeterminados y el conjunto de las células un ciclo máximo de funcionamiento y disolución. Este periodo de funcionamiento es diferente para cada especie que habita la tierra. Algunas viven minutos y otras centenas de años. El cuerpo humano está diseñado para que con esa información funcional se mantenga en un rango de 120-140 años en forma saludable, en plena consciencia y en suave y progresiva disolución, para realizar el cambio de estado de forma natural y en paz.
Las células fruto de la información única-personal afectarán su funcionamiento en un sentido o en otro. Si esa información procede de un karma cuyas acciones están contrapuestas a las leyes que rigen la Creación material, las células priorizarán esa información a la procedente de la básica-funcional, obteniendo así un resultado que penalizará su funcionamiento. En función de esa información kármica se llega a enfermar, degenerar e incluso acortar la vida funcional. De ahí la explicación de que se produzcan infinidad de causas o causalidades en los distintos cuerpos humanos, muchas veces mal comprendidas e imputadas a la casualidad, mala racha o incluso a los demás o a un Creador vengativo. Nada te sucede, que tú, en tu facultad co-creadora no hayas causado, en bien o en mal.
En el caso contrario, si la información única-personal procede de un karma forjado por acciones afines a las leyes naturales, el cuerpo se desarrollará sano y feliz por todo el tiempo previamente asignado. Pero en su andar por la vida material podrá ser presa de la atracción voraz de la materia y generar karma vivencial, es decir, grabará esos aspectos en la información única-personal y, consecuentemente, tendrá que enjuagarlos en su actual vivencia o en otra posterior.

La información básica-funcional y la información única-personal contenidas en el ADN celular se sostienen por la pura Energía Superior, la Energía Sutil que proviene de la Fuente que todo lo crea o disuelve, la infinita, eterna e inagotable Creación de la que formamos parte integral y única.
Las células y su información funcional son herramientas que forman y dan función a la materia, aspectos que son creados pero que por sí solos carecen del impulso creador, solo son ejecutados. La Energía Sutil, inevitablemente, acompaña a esa conformación celular, dado que es el hilo conductor que sostiene toda vida material y proviene de la auténtica realidad del ser.
Cuando la Energía Sutil es retirada del cuerpo, automáticamente esa conformación informativa-celular material, se desvanece reintegrándose y transformándose para seguir siendo parte de la Creación y la realidad sutil retorna a su Fuente de origen o a un estadio intermedio para seguir experimentando y disfrutando de la Creación.
Cuando, como Energía Sutil, decidas o te toque volver a experimentar el estado material, el ciclo de condensación vibracional-energético, subatómico, atómico y celular se activará hasta formarse de nuevo un cuerpo material, el cual contendrá toda la información acumulada a lo largo de todas las experiencias vividas con anterioridad, y esa será tu información única-personal.
En el momento en que se produce el cambio de estado de materia a pura vibración energética, toda la información acumulada de las experiencias vividas, irá con ella. La actitud y el deseo del último momento es de vital importancia, y condicionará en forma y desarrollo la próxima materialización de la esencia vibracional. Este último pensamiento puede ser en paz, aceptación, agradecimiento y entrega o por el contrario con miedo, enojo, oposición y resignación. Estos sentimientos, junto con el último deseo expresado antes de desconectar de la materia, es lo que quedará grabado en tu ADN como prioritario a la hora de reencarnar en otro cuerpo material y es lo que regirá y condicionará en tu nuevo desarrollo físico y mental.
Reputados autores nos hablan sobre experiencias de muerte y retorno o sobre vidas pasadas, relatadas y contrastadas en hipnosis. Algunos de ellos son: Brian Weiss psiquiatra y profesor universitario; Dr. Ian Stevenson bioquímico y profesor de psiquiatría: Michael Duff Newton psicólogo y profesor; el cardiólogo Pim van Lommel que investiga experiencias después de la muerte (EDM) y nos dice: «Cuando mueres solo cambias de conciencia».

El organismo está diseñado para interactuar con las leyes físico-químicas de la materia, la mente está concebida para regir el cuerpo material.
La extraordinaria capacidad de la mente es la que permite experimentar en la materia conceptos todavía desconocidos, de hecho la fuerza mental es una de las capacidades menos exploradas. Eso sí, la mente está influenciada por un invitado de excepción, el ego, y este a su vez, rige las emociones, que son herramientas para generar los diversos estados mentales que, a su vez, se materializan en los sentidos, los perceptores materiales.
La mente es un medio para experimentar lo material, pero también para iniciar la percepción de lo inmaterial y percibir cierta parte de la realidad del cuerpo sutil. Eso sí, para una completa comprensión de la realidad, hay que ir más allá de los velos de la mente ofuscada por el ego, las emociones y los sentidos.
Para percibir los diferentes estados que llevan a la realidad y la Fuente de donde mana, es preciso utilizar la profunda meditación científica y seguir un proceso de reconexión con la realidad del ser. Ello permite sentir las diferentes dimensiones y estados que conforman tanto la vida material como la real. La meditación es, de hecho, la reina de todas las herramientas, el enlace de la densidad con tu Energía Sutil o Alma.

Donde acaba la materia, continua la mente; donde acaba la mente, continua el estado meditativo, y donde acaba la meditación, empieza tu realidad Real.

Nuestra esencia, el Alma, ya es perfecta; lo cual nos presenta una incógnita sobre la finalidad de vivir puntualmente la densidad de la materia, ¿porqué y para qué vivir algo que es antagónico a una realidad pura y gozosa?
Todas las respuestas afloran al conectar con la Fuente Creadora, más allá de la limitación del entendimiento mental o inteligencia. Pero para comprenderlo, en cierta forma desde la propia mente, debes reflexionar intuitivamente con sabiduría, sobre la dualidad de la materia.

Quizá puedes plantearte estas aparentes paradojas:
– Para saber lo que eres, debes experimentar lo que no eres.
– Experimentar lo contrario a lo que ya eres de forma innata, amplifica tu convicción de la realidad.
– Experimentar lo contrario de una cualidad, reafirma la misma.
– Experimentar de un modo saludable y alegre, así como vivir experiencias en un plano más denso durante un tiempo, produce una indescriptible satisfacción cuando se retorna al plano sutil.

La mejor recomendación para vivir saludablemente las experiencias de la vida, nos la da el reconocido metafísico Paramahansa Yogananda en su libro La búsqueda eterna, donde afirma:

“El modo óptimo de cultivar la verdadera sabiduría es habituarse a considerar el mundo como un sueño. Si enfrentas el fracaso, di simplemente»es un sueño», y desecha de tu mente toda idea relacionada con el fracaso. Cuando las circunstancias que te rodeen sean negativas, practica la oposición, pensando y actuando de forma positiva y constructiva”.

Como lógica deductiva, creemos evidente y podemos afirmar que:
La muerte es simplemente un estado de cambio energético y de retorno a la realidad. Un merecido descanso después de experimentar en un estado densificado, ajeno a nuestra realidad.

Despierta de tu sueño:
-La vida: una simple experimentación.
-La muerte: un simple cambio de estado.
-Nuestra realidad: una eternamente infinita y gozosa existencia.
-Vendrás solo a experimentar en la materia, pero recuerda que vienes del Todo y volverás al Todo.
-En el momento de morir la materia, cambiar de estado y revivir en tu esencia, todo último pensamiento, deseo o palabra y actitud, actuará como decreto de incuestionable ejecución; es tu gran momento, único y personal como ser individual.
-Cuando sea que llegue tu momento de cambio a la realidad, pídele al Creador que te acompañe, todo miedo se disolverá y la paz se instaurará en ti.

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Autor: Josep María Montserrat – Nutricionista Celular, Redactor en la Gran Familia de hermandadblanca.org