Poesía de Hadas por María Jesús Verdú Sacases
La noche y el silencio presentes en la playa de las hadas
Las hadas revolotean entorno a la caída de la noche
y se escapan hacia la luz de las estrellas
y se reflejan en el espejo plateado de la luna
y siguen jugando,
perdidas en el cielo,
hasta que el amanecer las sorprende
y con los rayos rosados del alba,
decoran sus cabellos.
Se recuestan en las nubes
donde se adormecen
y siguen descansando, ahí,
en el regazo del universo,
mientras el sol las arrulla con su calor
y siguen soñando…
Soñando desde el silencio del alma,
ese rincón espiritual,
que se hincha de amor,
cuando nos mecemos en él
y que nos adentra
en la magia y en la paz
de la corriente de sentimientos
que nos traslada a la plenitud interna…
El silencio corre en la calma del mar y se filtra en la luz del alma, donde verás tus ojos.
El silencio se esconde tras las palabras y tras los pensamientos que no callan.
El sonido de las olas nos invita a adentrarnos en el silencio del fondo del océano y de nuestro ser.
Cada rayo de sol nace en el silencio del amanecer y muere en el silencio del anochecer.
Baila en silencio y verás las alas del alma.
Mira al silencio y lo encontrarás y llegará un día en el cual no será necesario buscar más, pues el silencio ya se habrá quedado contigo y ese día, sentirás el latido de tu corazón muy profundo en tu alma.
«Fluyo en el agua,
cuya corriente acuna lentamente
tus pensamientos,
a la luz de las estrellas y la luna,
mientras tus sueños transcurren
al abrigo de la serenidad de la noche
con la magia que habita
en el reino de tu imaginación
más profunda.
Provengo de un reino
donde confluyen el cielo y la tierra,
donde puedo tocar las nubes
con el corazón,
donde la mirada de los inocentes
se llena de lágrimas de alegría
al rendirse a tanta belleza,
la misma que han logrado construir
con sus ilusiones y nobles propósitos.»
Playas de hadas y sirenas
Las hadas se acercan
a las playas de agua dulce
donde la brisa marina
se pasea caprichosa
y se entremezcla
con el aliento hadado,
cuando los rayos del sol
se escapan al atardecer
y se rinden a la luna.
Las hadas se bañan
en el camino plateado
que teje la luna sobre el mar,
mientras las arpas
de los ángeles
tocan melodías ancestrales
que elevan al universo
a la vibración angélica
de amor y de paz.
Los destellos de luz
del corazón de las hadas
acarician a las olas,
mientras la espuma
se funde complacida
ante tanta maravilla.
Sus alas protegen
a aquellos cuyos ojos
saben reconocerlas
desde la sabiduría del alma
y a la vez
envuelven nuestros sueños
para traerlos al ahora.
Las hadas juegan con la brisa dulce de caramelo
y saborean su suavidad,
mientras se deslizan con ella
hacia la pureza de las montañas elevadas.
Las hadas sonríen al riachuelo
que se ha formado en la arena
y que transcurre sereno y apacible
en su cauce,
bañado de luz de amanecer
y de esencia hadada.
Las estrellas bailan sobre la superficie del mar
en el misterio de la noche
y labran un camino cósmico
sobre el agua salada,
que une al cielo con la tierra.
Los duendes danzan en ese sendero mágico
con las estrellas y los planetas,
cuando el océano
despliega sus olas
para acariciar el alma
a sus visitantes nocturnos.
Las hadas y las sirenas se postran
ante la belleza que late
en las entrañas marinas
y que ahora se funde
de forma sublime
con ese camino cósmico
en la infinidad de posibilidades
que el Universo trama,
cada día,
en silencio y en secreto.
AUTOR TEXO E IMAGENES: María Jesús Verdú Sacases
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