Tu Salud es Tu Responsabilidad

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Algo ha cambiado en los tiempos actuales en cuanto a que el ser humano piense y se desarrolle por sí mismo, que se preocupe por su bienestar y por su salud. A pesar de que las influencias que se reciben hoy en día son más poderosas y sofisticadas que antes, la conciencia sigue su camino de evolución de forma natural a pesar de todo. Si quieres acelerar este proceso, dejar de ir a pie y subirte al tren, está en tu mano activar la inquietud de querer ver más allá de lo que ven tus ojos y descubrirlo.

Respecto a vivir bajo los hábitos de los estándares creados por una pequeña parte dominante de la sociedad, estamos en la misma situación que hace muchísimos años. Poco ha cambiado, aunque parezca mentira; nos creemos con más libertad, pero es simplemente una apariencia; las redes en las que te sumerges son distintas, están coloreadas y son mucho más atractivas, pero el resultado final es la coartación de tu libre albedrío y la expresión de tu ser. Al dejar de ser tú mismo y querer ser otro, te crearás una vida artificial y desequilibrada contigo mismo, lo cual, siempre y en todos los casos, te causará infelicidad. Aunque aparentemente te parezca que eres la persona más feliz del mundo, esa felicidad es pasajera, ya que lo que la sostiene también lo es. Busca la felicidad verdadera en tu realidad, en lo que realmente eres y en lo que has venido a hacer aquí en la Tierra; ésa felicidad es para siempre, es la que innatamente forma parte de ti.

¿Cuál es el plan que hemos creado para lo que llamamos enfermedad?

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Probablemente, en algún momento o circunstancia, habrás vivido o te habrás identificado con alguna de estas situaciones y cuestiones que surgen como consecuencia de la aparición de una enfermedad.

Primero, aparece la incomprensión o el miedo fruto de la falta de comprensión: “Me encuentro mal”, “¡Mira lo que me pasa!”, “¿Por qué a mi?”, “¡Con lo bien que estaba!”, “¡Siempre me toca a mí!”, “¡Qué mala suerte!”.

A continuación, buscamos soluciones mágicas: “¡Dame algo que me cure!”, “¡Hazme algo!”, “¿Qué me recetas?”, “Conozco una planta…”, “Hay un remedio…“, “Sé de un sanador…”.

Una vez iniciado ese proceso, nos cuestionamos: “¿De qué me viene?”, “¿Todo esto tengo que hacer?”, ¿Durante cuánto tiempo debo hacerlo?”, “¿Cuánto tardaré en curarme?”.

Y con los resultados, valoramos: “¡Me lo he tomado, lo he hecho todo a pies juntillas, pero sigo igual!”, “¡Lo que me has dado no sirve!”, “¡Dame otra cosa!”. Y también: “¡Se me había ido completamente y me ha vuelto!”, “¡Cómo puede ser!”, “¡Lo que haces no funciona!”.

Cuando te sucede un hecho en la vida y en este caso uno que afecte a tu salud, la pregunta más adecuada que deberías plantearte es: “¿Qué he hecho?”. Este es el primer paso para tomar conciencia y ver los sucesos de otra forma, ir al origen de la causa, observar cuál es la fuente que alimenta ese suceso, saber qué es lo que debes cambiar para cortar de raíz el verdadero mal que ha originado esa desarmonía.

¿Cuál es el proceso sanador que llevará a disolver toda enfermedad?

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La fórmula holística de sanación requiere de un proceso lógico y comedido. El premio Nobel de Medicina de 1912, Alexis Carrel, declaró: “El cuerpo se pone enfermo todo entero. Ninguna enfermedad se confina estrictamente a un solo órgano”.

Podemos comparar el proceso sanador a una fuente de agua que mana hacia una pica.

Es de una lógica aplastante que para que deje de manar agua de una fuente hay que cerrar el grifo. Sin que descubras y cierres el paso de la fuente que provoca tu mal, nada de lo que hagas funcionará del todo; simplemente paliarás, truncarás, minimizarás… pero seguirás alimentándolo día a día, hasta que vuelva una y otra vez o que su cronicidad lo perpetúe en ti.

Al cerrar el grifo de la fuente, ya puedes sacar el agua sobrante. Es el momento de vaciar todo lo morboso, disonante y sobrante que se haya volcado en ti.

Una vez hayas vaciado de agua y secado la pica, ya puedes reformarla o repararla. Es el momento de hacer lo más conveniente para ayudar al Gran Sanador que se halla aletargado en nuestro interior.

Un médico ingles del siglo XVII llamado Sydenham, resumió sobre la enfermedad: “La enfermedad no es más que un esfuerzo de la naturaleza que, para conservar al enfermo, trabaja con todas sus fuerzas para evacuar las materias nocivas”.

Por lo tanto, serán tres los pasos correlativos para reponer la salud y que son de tu responsabilidad: reflexión, actuación y acción. Pero lo habitual es iniciarlos al revés, empezando por hacer algo, lo que sea, de manera que se pasa directamente a la acción sin actuar antes o si se actúa, se hace sin reflexionar.

–       Primer paso: “Un acto de introspección”

Reflexionar sobre lo que has transgredido para hallarte en esa situación de insalubridad, será la posición más saludable y que te llevará a dar el primer paso en el proceso sanador. Buscar el origen primigenio que ha generado una desarmonización energética, a la que le ha seguido un desequilibrio orgánico y que, finalmente, se ha plasmado en una enfermedad, es el paso previo a cualquier otro cuestionamiento o solución. Dejar al margen ese aspecto desencadenante, conllevará que cualquier fórmula sea incompleta y, si logras acallarla, con toda probabilidad rebrotará en la misma forma e intensidad.

La violencia genera más violencia, es como querer ganar la guerra con una bomba nuclear, todos pierden, pero solucionando el origen que la provocó, automáticamente deja sin sentido al enfrentamiento. El arte está en saber hallar el motivo que inició el conflicto y desde esa posición actuar con plena y total conciencia.

Para empezar a trabajar las causas, te será muy útil que te preguntes: “¿Desde cuándo tengo conciencia del problema?”. Y también: “¿Qué sucedió antes de ese momento en mi vida?

 “Halla tu desencadenante mediante una profunda reflexión y en conexión con tu interior, ahí encontrarás todas las respuestas que precisas, te las dará tu verdadero Ser”.

–       Segundo paso: “Dejar de hacer”

Cuando se identifica la causa desde la toma de conciencia, de inmediato se deja de hacer todo aquello que lo ha provocado y que originaba el quebranto de tu salud. El proceso restaurador ha empezado y ya es imparable; que revierta lo que fue desequilibrado sólo es una cuestión de tiempo. La forma natural de consolidar la salud, precisa de tiempo y de éste nos habla en profundidad y de una forma muy entendible la ley del Dr. Hering.

El cuerpo se pone en marcha: del cuerpo sutil fluye la energía vital sanadora, del cuerpo mental salen las instrucciones reponedoras hacia organismo y éste moviliza las más de 100 billones de células orientadas por la homeostasis y que están ansiosas de devolverte el saludable estado que le es innato a todo ser.

El Dr. Andreas Moritz, nos da una visión holística de la curación al afirmar que: “El cáncer es el síntoma físico que pone de manifiesto el último esfuerzo que el cuerpo realiza para eliminar las causas específicas que acaban con la vida. La eliminación de esas causas es lo que establece los preliminares de una curación completa a nivel corporal, mental y emocional.”.

Como dice el Dr. Isaacs: «El tratamiento consiste en dejar de hacer lo que estaba haciéndose”

–       Tercer paso: “Hacer”

Cuando hayas dejado de hacer y hayas cerrado la fuente de la que mana la insalubridad, deberás sacar y eliminar toda morbosidad que ha sido acumulada en el interior de tu cuerpo y ayudarlo a depurar los valiosos órganos emuntorios y a devolver los principales equilibrios internos, a fin de que pueda iniciar su reconstrucción. Para recuperar las funciones naturales del organismo, será imprescindible recuperar los equilibrios internos, básicamente los líquidos principales.

Será entonces cuando, si fuese preciso, podrás entrar para acompañar el proceso restaurador del daño causado y será también entonces cuando éste tendrá pleno y total efecto. Para ello, pueden utilizarse las  herramientas naturales que la Naturaleza pone a nuestra disposición. Este es el momento en el que pueden usarse los remedios, plantas, suplementos, lo que sea más adecuado para poder facilitar y potenciar la tarea restauradora del organismo.

El gran Hipócrates, enunció: “Todas las enfermedades se curan mediante alguna evacuación, ya sea por la boca o por el ano o por la vejiga o por algún otro emuntorio. El órgano de la transpiración es uno de éstos, común a todos los males”.

Un claro ejemplo, otros habitantes de la tierra

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Si observamos con atención los procedimientos curativos usados por los animales, veremos con toda evidencia que cuando un animal está enfermo ayuna. El ayuno le permite la degradación de los desechos mediante la autólisis y facilita su eliminación. Se sabe que los perros y gatos comen dos especies de grama cuando están enfermos; también se ha podido observar que los lobos y las gamuzas mordidos por serpientes venenosas, se purgan de las sustancias tóxicas mediante plantas medicinales; los elefantes se purgan con arcilla, algunos animales heridos o enfermos se revuelcan en lodos arcillosos, y gracias a estas cataplasmas improvisadas, se benefician de sus poderosas propiedades purificadoras. Incluso la Naturaleza para regenerarse se auto-limpia. La propiedad común de las mejores plantas medicinales es su propiedad depurativa, es decir, la capacidad de favorecer la depuración del organismo.

¿Quién es el que sana realmente?

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Sólo el cuerpo es capaz de sanarse a sí mismo, realmente nadie más puede. Pero para ello necesita que tú te impliques, porque el cuerpo te pertenece como vehículo personal de operaciones que es y él te responderá porque está a tu servicio, aunque hayas perdido momentáneamente esa conciencia. Dale las herramientas físicas necesarias si precisa de ellas, ya que él es tu gran aliado. El cuerpo guarda toda la información y estructura necesarias para lograr la sanación, nosotros sólo debemos evitar despojarle de sus herramientas. Sin embargo, la realidad es que a menudo estamos actuando en contra de este principio, proporcionándole todo tipo de desequilibrios que afectan a su medio interno.

“Haber olvidado que el único capaz de sanar es el propio cuerpo, o mejor dicho cuerpos, es ignorancia y sabiduría es recordarlo, actuar en orden y evitar así perpetuar las enfermedades incluso por vidas”.

Auto-gestiona tu salud

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El que realmente quiera sanar, tendrá que tomar las riendas de su salud. El terapeuta debería acompañar y facilitar la mejor y más adecuada información disponible del momento, para que el supuesto paciente tome conciencia y con ella active su auto-sanación.

Los remedios naturales o incluso alopáticos pueden estar bien para acompañar el proceso, pero es un error considerar que son o puedan ser ellos los sanadores. Si así fuera, con tanta tecnología e investigación y remedios milenarios, ya haría años que las enfermedades habrían sido erradicadas y, tristemente, parece que la realidad sea más bien la contraria.

Analízate y observa dónde te encuentras. ¿Estás en la tesitura de auto justificar todo lo que haces, en mentirte y cerrar los ojos creando hábitos de vida insalubres o tomas las riendas de tu vida, cuidas de tu valioso cuerpo y lo llevas por el camino de la salud para experimentar gracias a él de forma agradable y feliz? ¿Te propones despreciar el gran regalo que es el cuerpo físico para experimentar la vida en la Tierra?

Deja de lado la búsqueda de atajos, fórmulas mágicas, medicamentos, pócimas… Sólo hay que querer hacerlo de verdad, ser constante y paciente. Eso sí, sin vivirlo como un sacrificio, ya que tienes mucho que ganar y poco que perder. ¡Experimenta y disfruta de una vida sana y activa!

“Proponte ir más allá de tu aparente salud presente y valora lo que haces y cómo afectará a tu salud futura. Vive el aquí y ahora mediante lo que has aprendido de tu experimentación en el pasado y proyéctalo para beneficio de tu futuro”.

“Activa tu potente voluntad fruto de la toma de conciencia y así conseguirás cualquier meta que te propongas”.

 “¡Tu salud, es tu responsabilidad, de quién iba a serlo si no! Vienes solo y te vas solo, por lo tanto sólo tú decides qué situaciones vivirás y cómo las vivirás. Recuerda que siempre te acompaña la pura eternidad, porque tú formas parte de ella; ésa es tu acompañante y tu comunidad. Todos sin distinción formamos parte de ella y a ella puedes acudir tanto cuanto precises, porque ahí esta todo lo que necesitas para tu salud. Tu responsabilidad radica en aportar tu granito de arena, que no es otro que ¡vivir saludablemente feliz”!

Autor: Josep María Montserrat – Nutricionista Celular

www.institutoessen.com

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