Hemos visto la estrella, por el Maestro Beinsa Duno

Jorge Gomez (333)

El Sol Naciente, por el Maestro Beinsá Dunó

“Porque Su estrella hemos

visto en el oriente, y venimos

a adorarle”.  (Mateo 2:2 – n.d.t.).

 

En general, las estrellas se distinguen por su luz. Aquellos que investigan los cuerpos celestiales, los han clasificado en magnitudes: de primera magnitud, de segunda, de tercera y de magnitudes múltiples. Cada estrella se distingue por su brillo. La estrella es un símbolo del lenguaje humano. ¿Qué nos interesa si vemos una estrella a una distancia inmensa de nosotros? Así alejada de nosotros, nosotros vemos solo una pequeña lucecita de esta. O, ¿con qué podría haber interesado esta estrella a los sabios del oriente, que la han visto, de manera que se fueron a aprender el arte de cómo guiarse por ella en su vida? ¿Qué cosa es la luz? – La luz es portadora de lo magno en el mundo Divino. Las manifestaciones de la vida razonable, se distinguen siempre con aparición de luz. Y entonces nosotros distinguimos el nivel de la vida razonable por la magnitud de la luz. Tanto la luz que penetra, es más brillante, más suave, y tanto más ilumina y da sentido a nuestra vida, tanto más portadora de una inteligencia superior es esta. En este aspecto, la ciencia oculta se distingue de la ciencia oficial por esto, que la ciencia oculta afirma que la luz proviene de la vida. La vida razonable da a luz a la luz. Por tanto, desde este punto de vista, toda la luz que existe en el espacio muestra que en la Naturaleza existe razonabilidad (prudencia superior – n.d.t.). El nivel de la cultura que ha alcanzado la ciencia contemporánea muestra que ésta todavía no ha podido ver con sus ojos estrellas más bellas, más luminosas que éstas que hoy día ha visto y estudiado. Esta no ve todavía estas estrellas que pueden ver los seres superiores, razonables, en el mundo. Vosotros podéis objetar a esto, podéis negar la existencia de tales estrellas luminosas, bellas. Bien, yo os voy a preguntar: ¿acaso pensáis que las hormigas ven con sus ojos aquellas estrellas que nosotros vemos? – Esta luz de las estrellas es incomprensible para sus ojos. Ellas no pueden siquiera imaginarse una tal filosofía alta, una tal cultura alta, según la cual conocerán y verán las estrellas y su luz. Incluso y para nosotros debe aparecer algún Einstein que nos compruebe alguna teoría nueva, y exactamente, que existen estrellas específicas. Cada uno dirá: “¿Dónde están estas para que las veamos?” Para que podamos ver las cosas, debemos ponernos en cierta posición. Si quieres ver el Sol en su amanecer magnificente, debes subir a una cima montañosa alta y desde ahí observarlo. Si estás en algún valle no lo verás. Si estás, pues, en alguna prisión, completamente no lo verás. ¿Es esto una comprobación de que el Sol no ha salido? Por lo tanto, con la aparición de esta estrella al oriente, los sabios determinaron que ha venido algún ser razonable al mundo, que ha venido algún mensajero del mundo invisible. Aquellos que no comprenden esta ley dicen: ¿Dónde está este ser que ha nacido? – Los seres razonables no nacen aquí en la Tierra. Ellos nacen en alguna parte lejana. Algunos preguntan: ¿Dónde nacen entonces? – Ellos nacen en otro mundo sobre el cual la gente ni siquiera tiene un concepto. Nosotros, la gente razonable, no hay por qué disputar. Estos son datos científicos, matemáticos. Cada uno que tiene este conocimiento, podrá alcanzar esta verdad. Solo de manera matemática, sin embargo, no podemos alcanzarla. La gente contemporánea, en este aspecto, son grandes fanáticos. No solo la gente científica, sino y la gente religiosa no han alcanzado el conocimiento verdadero. Ellos, como dicen “cree en Dios”, piensan que lo saben todo. ¡Ellos son tan grandes profanos, tan grandes ignorantes! Algunos dicen: a nosotros no nos hace falta conocimiento. ¿Por qué no nos hace falta conocimiento? Porque alguien ha dicho en la Escritura Sagrada que el conocimiento enorgullece, y el amor edifica (1 de Corintios 8:1 – n.d.t.). Entonces, si el conocimiento enorgullece, no nos hace falta conocimiento, sino que nos hace falta amor. Yo os voy a objetar de la siguiente manera. Supongamos que el amor es el agua, y el conocimiento – la tierra dura. ¿Si no fuera la tierra dura, qué regaríais con el agua? ¿Qué clase de jardinero seríais? ¿Qué regaría vuestro Amor? No, otra cosa quería decir el apóstol; torcidamente ha sido traducido el sentido de sus palabras. Y ahora esta cosa se estudia torcidamente, porque a la gente siempre le gusta tergiversar la Verdad. Ellos tergiversan la Verdad por la simple causa, puesto que sus ojos, que no están adaptados hacia esta luz fuerte que representa la Verdad, conscientemente ponen uno u otro obstáculo para debilitar su acción sobre sus ojos, de manera que ésta no les irrite. Si a la gente se le dijera la Verdad misma, ellos se enloquecerán. Un científico francés decía una vez que si a los parisinos contemporáneos se les dijera la Verdad, la mitad de ellos se enloquecerá. Esta cosa se os puede ver extraña. Cuando digo que van a enloquecer, no sobreentiendo enloquecimiento en el sentido absoluto de la palabra, de que perderán su mente, sino que llegarán a estar como chalados. ¿Pensáis que si y vosotros aceptáis en vuestro estómago aquel vino que ha permanecido en la barrica durante 20 años enteros, podréis escucharme así como me escucháis ahora? No, habrá saltos, levantamiento de las manos hacia arriba y hacia abajo, ondear pañuelos, como los búlgaros hacen. ¿Por qué? Los búlgaros dicen que cuando el vino entra en el estómago, no permanece tan tranquilo como cuando está en la barrica. Éste, al entrar en el organismo, de todas maneras se manifestará. Entonces, en el vino hay ciertas fuerzas dinámicas que se manifiestan. ¿Entonces, qué conclusión puede sacarse de esto? – Que la gente se precipitó con empezar a hacer el vino. Ellos comenzaron a hacerlo mucho antes, y deberían esperar largo tiempo más; tendrían que pasar por lo menos 4000 años más, hasta que la gente viniera a la posición de beber el zumo del vino. Ahora, cuando beben el vino, se vuelven borrachos. Hoy en día tenemos organizaciones de abstemios, en las cuales se predica no beber vino. No es culpable la gente que se emborracha – no están listos todavía de utilizarlo razonablemente. Aquellas fuerzas escondidas en el vino actúan de una manera específica sobre el organismo de la gente y producen este resultado. Después de 4000 años, sin embargo, después de este largo período de tiempo, el vino introducirá algo nuevo en la vida humana.

Ahora, a mí me interesa esto, que cada hombre tiene por una estrella. Esto lo que alegra al hombre es su estrella. Y cuando nace algún niño, la madre debe saber si el niño nacido será bueno y genial por su estrella. La estrella debe predecir su nacimiento. Si aparece la estrella, este es un fenómeno ideal; mas si no aparece, este niño será un autómata, un ser sin alma. Y así, toda la gente buena se distingue por esto, que tienen estrellas. La primera cosa para un clarividente, para un hombre, en el cual está desarrollado el sexto sentido, es esto: él debe ver las estrellas de toda la gente, fueran estas más pequeñas o más grandes. Alguna vez estas estrellas permanecen por encima de las cabezas de la gente, alguna vez delante de las frentes, y alguna vez estas estrellas son grandes como soles. Ahora diréis: ¿Pues, y por qué no las vemos? Después de 4000 años y vosotros las veréis. Algunos de vosotros las verán después de 4000 años; otros – después de 2000 años; terceros – después de 1000 años; cuartos – después de 500 años, y algunos las pueden ver aún y en este año. Esto es cuestión del tiempo, eso no significa nada. Para que se manifieste el alma humana se requiere tiempo, para que sean creados órganos correspondientes en el hombre. Esta materia que ahora tiene el hombre, debe re-organizarse. Solo así podemos comprender la magnificencia del mundo Divino. Ahora digo: son las estrellas las que introducen en nosotros las ideas nuevas. Cuando una estrella brilla en la mente humana, el hombre inmediatamente se llena con un ánimo, cuando una estrella brilla en el corazón humano, él se llena con otro ánimo. Las estrellas son unas de las mejores señales. Y entonces, el apóstol Pablo dice: “Me glorificaré con la cruz de Cristo” (Gálatas 6:14 – n.d.t.). Yo, pues, complemento: yo me elogiaré con la estrella Crística. Cristo no pudo sacar esta cruz con la cual se elogiaba el apóstol Pablo. El cayó bajo el peso de esta cruz y otros tendrían que llevársela. ¡Pesada es la cruz, pero aún así grandes honores se le dan! Y si alguien dijera algo contra la cruz, inmediatamente todos se levantarían contra él. ¿Pero quién de vosotros no busca ayuda para su cruz? Cuando os viene alguna enfermedad, inmediatamente buscáis 1, 2, 3 médicos, o algunos amigos vuestros para que lleven vuestra cruz. Vosotros rogáis a vuestro padre, a vuestra madre, a vuestros hermanos, hermanas o a algunos amigos vuestros para que os liberen de vuestra cruz. Por lo tanto, a mis ojos, la cruz es una fuerza que trabaja solo con la materia densa, con la materia no organizada, por eso cada hombre que quiere luchar con el mundo material, debe luchar a través de la cruz. Nosotros hemos creado esta cruz con los sufrimientos que ahora tenemos y con esto hemos provocado esta fuerza Divina para manifestarse no como estrella, sino como una cruz obscura. Así hemos transformado nosotros la estrella luminosa en una cruz obscura. Cuando Cristo nació en la Tierra, los ángeles pusieron Su estrella en el Cielo, apareció Su luz, y con esto querían decirle: “Así introducirás luz y paz en los corazones de toda la gente, para que se alegren”. Los científicos hebreos, sin embargo, cuando vieron esta luz, dijeron a Cristo: “¡Nosotros no queremos esta luz!” Por eso ellos Le dieron en las manos dos maderos y crearon la cruz. Ahora, por supuesto, con esto yo no quiero negar la fuerza de la cruz. El hombre puede entender la cruz solo a través de la ley de la paciencia. El que no tiene paciencia, nunca puede entender qué cosa es la cruz. La cruz, esto es la paciencia. Entonces la paciencia es la cualidad básica de la cruz. Un hombre que quiere saber qué cosa es la cruz, debe ser paciente como el buey. Un hombre que quiere entender la luz, debe ser un sabio. La luz, esto es una fuerza puesta en el alma humana. Esta estrella que apareció al oriente, era viva; no penséis que era algún cuerpo muerto. Ella representa un conjunto de seres razonables que han descendido con sus antorchas para proclamar la venida de Cristo. Por lo tanto, todos los cuerpos luminosos que vemos en el Cielo, son seres vivos, razonables, que envían su luz. Y el Sol, que envía su luz desde arriba, es resultado de una multitud de seres razonables que envían su razonabilidad en forma de luz. No penséis que esto tiene que comprobarse. Para nosotros no hay dos opiniones sobre esta cuestión. Para nosotros esta cosa está comprobada, pero la ciencia contemporánea puede comprobársela tanto como quiere. Que se comprueben las cosas de nuevo, esto se puede. Una tela que fue medida una vez, puede medirse y cien veces más. Pero aunque se mida 100 veces, esta ya tiene una longitud y una anchura determinada. Por lo tanto, aquello lo bello, lo magno y lo potente en la vida humana, es la estrella. Y cada uno de vosotros puede saber si la luz de su estrella aumenta o se obscurece. Porque la luz de estas estrellas alguna vez aumenta y alguna vez disminuye. Alguna vez estas estrellas tanto se obscurecen en su luz, que se vuelven obscuras como nuestra Tierra. Nuestra Tierra es una estrella caída. La luna también es una estrella caída. Venus, Marte, Júpiter, todos estos dioses antiguos son estrellas caídas en nuestro Sistema Solar. Solo el Sol todavía ha guardado su vida razonable, por eso ejerce una influencia benéfica sobre el organismo humano. Esta es una analogía, pero nosotros debemos tomar bajo atención el sentido interno de esta analogía. Yo no tomo su lado material. La fuerza de una vela no está en su material, no está en la cera de la cual está hecha, sino en la luz que sale de esta. La fuerza del agua no está en la botella que la contiene, sino en el agua misma. La botella es solo un acumulador, pero el agua que está en ella es lo importante. Nuestra fuerza no está en nuestro cuerpo, sino en las fuerzas que se esconden en este. Si observamos el cuerpo humano desde el punto de vista puramente físico, veréis que éste no presenta alguna razonabilidad. ¿Si abrís el cerebro de un hombre, qué ocurrirá? – Veréis que su inteligencia se perderá por completo. Haciendo observaciones veréis que en este cerebro ocurren ciertos flujos y reflujos. Si abrís solo un pequeño orificio en el cerebro de algún hombre y le dais a leer algún libro bello, notaréis que cuando en el hombre empiezan a trabajar estas fuerzas escondidas, el cerebro mismo se levanta hacia arriba y hacia abajo. Cuando la actividad del cerebro humano comienza a debilitarse, estas fuerzas se pierden. El cerebro de nuevo baja y se esconde, como en un caparazón. He aquí por qué, el Señor ha puesto el cerebro humano en un caparazón tan duro, para que pueda aguantar esta presión interna. Por lo tanto, aquella gente que estudia las capacidades humanas, las estudia por los huesos del cráneo. Este lugar del hueso, donde el cerebro actúa energéticamente, se adelgaza. Porque no penséis que el hombre recibe la luz solo a través de sus ojos, él la recibe y a través de sus huesos. Esta parte del hueso, a través de la cual ha pasado más luz, es más delgada. Por esto se puede reconocer si algún hombre ha sido más inteligente o más simple; si ha tenido amor hacia sus prójimos, hacia Dios, hacia sus amigos, hacia su hogar, o no ha tenido. Por lo tanto, la historia de un hombre muerto puede conocerse mejor que la historia de un hombre vivo. Todo esto está diseñado en el hombre. La luz de vuestra vida se condiciona por la intensidad de vuestros pensamientos. Cada hombre en el mundo se conoce por la luz de su vida. La luz en el mundo razonable Divino, se distingue por su intensidad. Yo hablo para la gente razonable, para la vida razonable. Cada hombre, cuando entra en el mundo razonable, por su luz se conoce de dónde viene y qué vida vive. La vida buena está expresada en él; la vida mala – también. Cuando vayáis al mundo espiritual, esta luz os recibirá. La luz, esta es vuestra riqueza. Todas vuestras vidas pasadas y todas vuestras vidas futuras dependieron y dependerán de la luz de vuestra estrella. Esta estrella es el tesoro de vuestra vida ; esta estrella es el sentido de vuestra mente; esta estrella es el sentido de vuestro corazón. Cuando Cristo vino a la Tierra, esta estrella vino junto con Él. Y si ahora decide venir una segunda vez a la Tierra, esta estrella de nuevo aparecerá junto con Él. Por los cálculos que hacen los científicos, esta estrella esta vez será 10 veces más brillante de lo que era hace 2000 años. ¿Ésta será brillante, pero para quién? – Solo para aquellas mentes, solo para aquellos corazones que están listos de ver lo Divino. En nuestra vida, hay cosas que son importantes solo para el hombre razonable. ¿Esta vida que nosotros ahora pasamos, queda después de nosotros? – No. Esto lo que no queda, no es esencial. ¿Con qué puede elogiarse un molino que muele el trigo? ¿Este trigo queda en este? No, la piedra de este molino constantemente se gasta hasta que el molinero ponga una piedra nueva. Según esta filosofía, ¿qué gana esta piedra del molino? – Nada, ésta solo se desgasta. ¿Eh, si nuestros pensamientos, si nuestros sentimientos, si nuestra voluntad se desgasta, qué ganamos nosotros? ¿Si algún hombre ha alcanzado 100 años, y en su vejez él no tiene la nobleza de llevar sus ideas, no tiene fuerza de llevar sus convicciones, en qué consiste la adquisición de esta vida larga? Y hoy día la gente dice: ¡que vivan los jóvenes! Yo digo: ¡que vivan los viejos! La gente ha tergiversado estas cosas. Los jóvenes no hay qué vivir, ¡que vivan los viejos! Los jóvenes salieron de los viejos. ¿Por qué entonces tienen que quedarse los jóvenes, y los viejos no vivir? Esta es una filosofía torcida. Entonces, después de que la cabeza ha formado mi barriga, mi estómago, que yo diga: ¡que viva mi barriga, mi estómago, mi cuerpo, y mi cabeza pues que se muera! No, esto no es recto. Cuando decís “que vivan los jóvenes”, esto no es una filosofía recta de la vida. Los jóvenes son el estómago, la barriga, el cuerpo del hombre, y los viejos son la cabeza. Si dejamos el mundo a disposición de los jóvenes, ellos lo destruirían así como aquel caballo joven que rompió toda la alfarería en el carro. Un caballo joven miraba cómo un caballo viejo descendía por una pendiente con un carro lleno de alfarería. Lo miraba, lo miraba y por fin le dijo: ¡Escucha: ¿Por qué desciendes tan lento?, apenas andas, deja a mí que yo los baje! ¿Qué harás? – le preguntó el caballo viejo. – Deja a mí, verás. Se ayuntó él en el carro y con una gran rapidez voló desde la altura. Rápidamente bajó él la alfarería abajo, pero ni una vasija quedó sana. Pregunto entonces: ¿Quién se pelea en el bar: la gente vieja o los jóvenes? – La gente joven. Muy poca gente vieja con pelos y barbas emblanquecidos veréis pelearse en los bares. Siempre los jóvenes se pelean. Los jóvenes dicen: ¡que sepáis que nosotros somos! ¡Sí, vosotros sois, por supuesto! Yo no afecto a los jóvenes con el fin de ofenderles. Alguna gente dice: ¡Que seamos jóvenes! “Que seamos jóvenes” yo sobreentiendo que seáis materialistas. La materia en nuestro organismo debe organizarse. Nosotros debemos comprender las magnas leyes en la vida. Aquel hombre joven tiene que llegar a la posición del hombre razonable. El hombre joven debe llegar a ser razonable, y el hombre viejo debe llegar a ser razonable. El hombre viejo, que era joven y ha llegado a ser razonable, esta es la segunda fase de la vida. Aquellos que quieren tener pelos blancos en su cabeza, dirán: nosotros somos viejos. Si los pelos blancos hacían las cabezas sabias, entonces todos los bueyes, los que son blancos, deberían ser unos sabios. Dicen algunos: nosotros somos gente emblanquecida, viejos somos. Es fácil la objeción de esta filosofía. No es la blancura que hace al hombre sabio. Bajo la palabra “blancura” yo entiendo la luz que sale de la vida. La vida razonable es un reflejo del hombre interno. El hombre debe ser noble en sus manifestaciones, y no que hable una cosa, otra que comprenda. Vosotros todos os convenceréis que en el mundo hay una materia razonable – yo hablo en vuestro lenguaje –, la cual penetra en todas las células por todo nuestro cuerpo, de la cual materia nosotros ni siquiera sospechamos. Esta materia ahora nos espera. Alrededor de esta materia razonable hay otra fuerza razonable que envuelve y a las dos. Esta materia razonable y esta fuerza razonable envuelven externamente todas las células y penetran a través de todas las partículas más pequeñas de nuestro organismo. Esta cosa no es alcanzable todavía para la ciencia contemporánea.

A veces la gente pregunta: ¿Cómo se va a corregir el mundo? El mundo Invisible puede corregir el mundo solo, pero si las fuerzas invisibles deciden empujar, trabajar sobre la gente contemporánea, de esta nada quedará. Yo os diré, por qué exactamente el mundo Invisible no quiere poner en acción esto, lo potente con lo cual dispone, para corregir el mundo. ¿Desde el punto de vista contemporáneo, sabéis a qué se parece el mundo? – A polvo cosmético, con el cual alguna dama contemporánea se empolva para hacerse más blanca, más noble. En vez de empolvarse por dentro, ella se empolva por fuera. Imaginad que sacara este polvo cosmético, así como está en la cajita, fuera al viento, ¿qué quedará de este? – Solo una cajita quedará. ¿Y si el agua se hecha sobre el rostro de esta dama, qué ocurrirá con su polvo cosmético? – Se lavará. Entonces, la gente contemporánea, desde el punto de vista del mundo Invisible, se parece a este polvo cosmético. Digo: este polvo cosmético se va a poner en un poco de agua, para que se vuelva una masa. De esta masa ocurrirá un nuevo amasamiento, se realizará un proceso nuevo en el mundo. En la Naturaleza han ocurrido tales procesos muchas veces. Y ahora viene un tal proceso magnífico. La salvación del mundo está exactamente en esto, que se amase algo nuevo de este polvo cosmético. Yo tomo aquí el polvo cosmético como un símbolo, puesto que es blanco. Lo observo y en sentido más alto de lo que este externamente representa. Las damas no ponen el polvo cosmético en su estómago, lo ponen sobre su rostro para presentar algo más bello. De este polvo cosmético se hará una masa, de la cual se formará el nuevo hombre. Se dice que el Señor, para hacer al hombre, tomó de la tierra más bella, de la más fina, la cual pudo encontrar antes en el paraíso. No sé cuánto tiempo trabajó Él, pero hizo al hombre a Su imagen y le sopló vida. Este mismo Señor, hoy en día de nuevo comienza algo nuevo. Algunos de los religiosos, de la gente científica, no tienen la valentía de pronunciarse sobre la cuestión de cómo fue hecho el hombre. Algunos de los profetas hebreos transmiten las palabras de Dios: “Les quitaré el corazón de piedra, el carnal, y les daré uno nuevo” (Ezequiel 36:26 – n.d.t.). ¿Eh, bien, un corazón nuevo en un odre viejo se puede poner? Dice Cristo: “Vino nuevo en odres nuevos se ha de echar” (Marcos 2:22 – n.d.t.). Yo no digo que las palabras de los profetas no son ciertas, pero aquellos que hicieron la traducción dijeron a sí mismos: “Venga, por ahora les diremos solo esto, de que al hombre se le dará un corazón nuevo, y lo demás no lo digamos”. ¿Por qué no decir que todo en el hombre cambiará? Ahora, la gente contemporánea, sobre la base de estas palabras de la Escritura, consideran que así como son, con este cuerpo podrán resucitar. Eh, imaginaos entonces que algún hombre, cuando muere, pesa 70 kg, otro – 80 kg, tercero – 100 kg, cuarto – 120 kg. ¿Con qué cuerpo resucitará esta gente? Si la gente resucitara con estos cuerpos con los cuales moría, ellos serían tales como son y ahora. ¿Pues aquel cuerpo de 80 kg, verdad que querrá alimento? ¿Toda la contienda en el mundo ahora acaso no es siempre por el pan? La gente dice: “¡Pan, pan!”. Imaginad de nuevo que el nuevo cuerpo necesitará de menos alimento en cantidad, no habrá ningún exceso en él, y además de esto será potente, tendrá una abundancia interna grande.

“Porque Su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle”.

Los sabios que vinieron para adorar a Cristo, desde miles de años han esperado que venga este gran Maestro, para que enseñe a la gente razonable. Bajo el nombre “gente razonable”, yo comprendo la gente más noble. Tal gente puede ser cada cristiano, cada protestante, cada ortodoxo, cada mahometano. ¡Cada hombre noble, cada hombre razonable debe tener una estrella! ¡Que cada uno lleve cualquier nombre que quiera, contra el nombre nosotros no tenemos nada, pero cuando dice que es ortodoxo, que sea ortodoxo, que tenga esta estrella! ¡Cuando dice alguien que es evangelista, que sea evangelista, pero que tenga esta estrella! ¡Cuando alguien dice que es mahometano, que sea mahometano, pero que tenga esta estrella! ¡Cuando dice alguien que es budista, que sea budista, pero que tenga esta estrella! Que cada uno lleve su nombre, pero que tenga esta estrella, que sea un hombre que piensa, que responde por sus actos, no delante de la sociedad, sin embargo, sino delante de Dios. Hasta ahora en la Tierra, no ha habido opinión social, y a lo mejor después de miles de años tal no habrá. Algunos dicen: “¿Qué dirá la opinión social?” ¿Dónde está vuestra opinión social? ¿En la creación de las guerras presentes había opinión social? ¿Si todos los pueblos europeos que guerreaban, tuvieran estrellas, ellos, como pueblos cristianos, como portadores del Amor Divino, hubieran hecho estas guerras? – No habría guerras ningunas. Sin embargo, sus estrellas estaban obscurecidas, y ellos crearon las guerras. Completamente otras cosas les engañaron, y ellos pensaban que el mundo se iba a arreglar mediante las guerras. El mundo de esta manera, además de que no se arregló, sino que todavía más se desconcertó. ¿Y ahora, qué extravagancias no hicieron, qué no crearon con estas guerras? Algunos dijeron: “¡Que se corte la cabeza de la gente! Solo así el mundo se va a arreglar”. Bien, que se corten, ¿pero cómo se van a cortar? Para que vayas a la viña y cortes un racimo debes ser un maestro, debes saber cómo y qué cortar. ¿Si cortáis en base común, es esto un arte?, ¿es esto viticultura? ¡Yo no sé por qué la gente piensa que deben cortarse las cabezas! En el mundo Divino tal ley no existe. En el mundo existe una ley – la ley del Amor Divino –, que debemos guardar sagradamente, porque por sus quebrantamientos todos nosotros somos responsables. Cada uno es responsable por lo Divino que estropea. No solo ahora sino y después de 10 años, y después de 100 años, y después de 1000 años nadie puede liberarnos de esta responsabilidad. Dice la Escritura: “Cada árbol que Dios ha sembrado, nadie puede desenraizar”.

Ahora, el otro error en vosotros es que aquellos que han entrado en este camino, necesitan no solo de luz, sino y de aclaraciones para que comprendan que es solo la vida razonable, la que da la luz. Yo comprendo “vida razonable” no en el sentido ordinario. Si yo me hago un hombre científico en sentido ordinario, esto no va a corregir el mundo. Si yo soy un médico ordinario, un hombre religioso ordinario, un sacerdote ordinario, un hombre de Estado ordinario, esto no va a corregir el mundo. Si esto verdaderamente pudiera corregir el mundo, hasta ahora nosotros hemos tenido miles de gente científica, y en la vieja, y en la cultura presente, pero el mundo todavía no está corregido. ¡Para la corrección del mundo se requiere otra cosa!

Vosotros decís que creéis en Dios, pero cuando pongan vuestra fe a prueba, entonces os probaréis. Creéis, pero si alguien dijera que vuestra fe es débil vosotros os molestarías. La misma vida, paulatinamente prueba hasta qué grado es fuerte vuestra fe. Cuántas veces dudáis de Dios y decís: “¿Hay Señor, o yo mismo me lo estoy creando?, ¿creo o no creo?”. ¿Cuántas veces os hacéis tales preguntas, pero os calláis? Vosotros debéis solucionar la cuestión directamente, pero os decís a sí mismos, como aquel gitano: “¡En este barranco a lo mejor hay agua, a lo mejor no hay! ¡A lo mejor hay Señor, a lo mejor no hay!” Yo digo: la cuestión no está en las dudas. ¡Hay Señor! El no haber agua en un lugar, muestra que el agua brota de otro lugar. No podemos negar cosas que no existen. No puedes pensar en cosas que no tienen realidad ninguna. Cada cosa, en cualquier forma que sea, por muy tergiversada que esté, siempre hay alguna causa de esta cosa. Por lo tanto, nosotros debemos llegar a la causa primordial de las cosas. Y así, ahora buscaremos la causa de las cosas. Os daré una pequeña explicación. Para que veáis dónde está vuestro engaño en el mundo. Entre vosotros hay gente muy noble, y cuando me escucháis, en vosotros nace un deseo fuerte de elevarse. En vosotros alguna vez aparece valentía y decisión de hacer esto, pero siempre lo aplazáis. Por fin decidís en sí mismos: “Desde este año en delante yo viviré una vida buena, pura”. Qué bien empezáis. Entráis en alguna sociedad religiosa, os comunicáis con todos ahí, pero no pasa mucho tiempo, os negáis de esta vida. Hace algunos días llegó a mí un búlgaro, un hombre joven y me dice: ¿Por favor, decidme cuál es vuestra opinión sobre los cuáqueros? – Mi opinión sobre ellos es esta, que ellos son la mejor gente en Inglaterra. Solo bien puedo decir de ellos. ¿Por qué me pregunta? – Queremos atraer la atención de los cuáqueros, que escojamos 7 almas entre nosotros, que formemos una sociedad pequeña de cuáqueros, de manera que según sus reglas ayuden y a los búlgaros. Digo: ¿Sabéis cómo es la enseñanza de los cuáqueros? – “Hasta ahora no me he interesado, pero desde hace poco tiempo me intereso; sé que están contra la guerra”. No, ellos no solo que están contra la guerra, algo más básico hay en ellos, ellos tienen una experiencia interna. Cada uno de ellos procura estar en conexión directa con Dios, con el mundo invisible. Cuando entréis entre ellos, observaréis un silencio sepulcral: están sentados y reflexionan. El cuáquero nunca habla hasta que no sepa algo. Cuando alguien se inspira y le viene una idea luminosa, solo entonces habla; de otra manera, todos permanecen callados y silenciosamente se van. Esta es la parte externa de su vida, pero en su vida hay una convicción interna, profunda. ¡El cuáquero nunca miente! En su vida hay un elemento de razonabilidad. Ellos son almas nobles. El cuáquero está listo para repartir todos sus bienes, pero nunca dirá una mentira. Si en los ingleses hay un rasgo de honestidad, este se debe exactamente a los cuáqueros. ¡Este es un rasgo ideal! Un inglés joven, cuáquero, un escritor excelente, estaba en Italia, en Roma, y en un caso observaba cómo un italiano quería suicidarse. Saca el revólver, lo pone en su boca, de nuevo lo aparta. De nuevo lo pone en su boca, luego de nuevo lo saca – no se decide a suicidarse. El cuáquero entra a donde él y le pregunta: ¿Por qué no quieres vivir? –Endeudé, no puedo arreglármelas, por eso y no tengo ganas de vivir. ¿Cuánto debes? – Tanto y tanto, responde el italiano. El cuáquero saca un cheque delante de él, lo firma y le dice: “Toma estos 2000 chelines por tu revolver. Este revolver es de valor para mí, y para ti la vida es de valor. En esto, veo que tú eres un hombre muy cobarde. En ti no hay convicciones, tú no te atreves a suicidarte. Yo te voy a mostrar otra manera, más bella, por la cual puedes morir, y además que mueras con gloria.” Esto hacen los cuáqueros, así actúan ellos con la gente. Hoy en día alguien dice: “¡Que vayamos al campo de batalla! ¡Que corten nuestras piernas, pero que muramos dignamente por nuestro pueblo!”  No, no se muere así. ¿Yo desearía que un hombre se sacrifique por su pueblo, pero cómo? – Con el verbo, que eleve a su pueblo en aspecto moral. ¡Y que este hombre después de esto quede vivo, que no muera! Que su vida entre como una fuerza potencial en todo el pueblo. ¡Esto es sacrificio para el pueblo! ¿Cuándo ocurrirá esto? – Cuando venga más luz en la conciencia de la gente. ¡De luz necesitamos nosotros! Todo esto está dicho entre otras cosas.

Ahora, que regrese a mis razonamientos dándoos un ejemplo interesante que ocurrió alguna vez en el pasado. Un adepto famoso, llamado Zemán Zebú, debería solucionar un deber dado por su Maestro. Los turcos interpretan el nombre Zemán Zebú de la siguiente manera. Con este nombre ellos llaman a cada hombre que ha tardado en su desarrollo y tiene prisa de corregir su vida, de otra manera quedará atrás. Por lo tanto, Zemán Zebú fue puesto por su maestro a una prueba, la cual debería solucionar correctamente. La prueba consistía en lo siguiente: su Maestro le ató con 10 hilos de la vida que él debería cortar; por eso exactamente vino a la Tierra. Su Maestro dice: “Tú verás cómo están conectados estos hilos y los desatarás de la manera más razonable. Sólo entonces vendrá en ti la nueva luz, y comprenderás el sentido de la vida”. Un día Zemán Zebú se inspira, ve alrededor de sí 10 hilos luminosos y dice a sí mismo: “¡Ha llegado el tiempo ya!” Saca sus tijeras y se prepara a cortar. Coge el primer hilo, lo presiona con sus tijeras, se prepara a cortarlo, pero inmediatamente delante de él salta una muchacha bella, joven, la cual le dice: “Por favor, no me cortes. Si me cortas, tú estás del lado erróneo. Mi madre me envió aquí en la Tierra para estudiar y trabajar. Tú eres el único hombre ahora que puedes darme vida. Si tú me cortas, todo termina conmigo, mi desarrollo se detiene.” La miró él y se dijo a sí mismo: “¡Bien, venga, que pase de mí!” – deja el hilo, no lo corta.

Ve el segundo hilo, lo coge, pone las tijeras para cortarlo, pero de repente salta un muchacho joven, bello y le dice: “¡Por favor, por favor, no me cortes! Apenas nos hemos encontrado con esta muchacha, ataremos amistad con ella. Aplaza el corte para otra vez.” Piensa él y dice: “¡Venga, que pase de mí!” Y este hilo no lo corta.

Ve él el tercer hilo, lo coge para cortar y apenas pone las tijeras, cuando delante de él salta un pintor con sus pinceles y pinturas, y le dice: “¡Por favor, no me cortes! Yo estoy en la última etapa de mi desarrollo, estoy terminando mi cuadro, si me cortas, se va a detener el desarrollo de toda la humanidad”. – “¡Venga, que pase de mí!” Y esta vez no corta el hilo.

Coge el cuarto hilo, quiere cortarlo, pero de repente delante de él salta un general, en uniforme militar, le dice: “¡Por favor, no me cortes! Yo estoy proyectando uno de los grandes planes para la salvación de la humanidad. Si me cortas, vas a mutilar a toda la humanidad, por eso déjame realizar mi plan.” – “¡Bien, que pase de mí!” – y este hilo lo deja.

Coge valientemente el quinto hilo – ya va a cortar. Pero he aquí, aparece un sacerdote con su vara, con su vestimenta – listo para servir a Dios. “¡Por favor, por favor, no me cortes! Yo estoy realizando uno de los servicios más importantes en el mundo – un servicio a Dios. Yo estoy pronunciando una de las oraciones más necesarias. Si cortas el hilo de mi vida, no habrá quién orar por la humanidad”. – “¡Venga, que pase de mí!” – deja y este hilo.

Por fin, pone las tijeras al sexto hilo. De éste salta un sabio que le dice: “¡Por favor, no me cortes! Yo estoy escribiendo un libro de valor, he recogido material de miles de años. Quiero dejar este libro a la generación futura. ¿Si cortas este hilo, qué ocurrirá con mi libro? ¡No me cortes, sé tan bueno!” – “¡Venga, que de nuevo pase de mí!”.

Coge el séptimo hilo, pero inmediatamente sale un maestro del pueblo. “¡Por favor, por favor, serás tan bueno de escucharme! Desde una serie de existencias yo dedicaba mi vida a la educación de los niños y justo hoy descubrí un gran plan, un gran método para la educación de los niños que quiero introducir en el mundo para ser aplicado. Si pones las tijeras y me cortas, se fue toda la educación, se terminó con la humanidad.” – “¡Eh, venga, que pase de mí!” – deja y este hilo.

Después de esto, coge el octavo hilo, listo de cortar. Salta un siervo: “¡Por favor, por favor, tanto tiempo he sido siervo, pero nunca he servido así como es debido! Hasta ahora yo fui un mentiroso, un ladrón, pero encontré un amo muy bueno, se porta bien conmigo, me paga bien, por eso quiero llevar una vida honesta, buena. Si me cortas, caeré para siempre.” – “!Venga, que pase de mí!” – deja y a este.

Coge el noveno hilo. Sale un artista con su arpa. “¡Por favor, no me cortes!” Yo he creado una canción con la cual puedo amansar, pacificar a la gente. Pienso ir por el mundo, cantar y tocar, para corregirlo. Si cortas este hilo, vas a detener no solo el proceso de mi desarrollo sino y el desarrollo de toda la humanidad.” – “¡Venga, y que este artista pase!”

Por fin, pone sus tijeras en el décimo hilo, pero inmediatamente salta una madre con un hijito en los brazos. “¡Por favor, por favor, no me cortes! Hasta ahora, yo he abortado a todos mis hijos, y apenas ahora he dado a luz a mi primer hijito. Si cortas mi hilo, se fue y mi hijito, me voy y yo.” – “¡Bien, que y esta vez pase de mí!” – deja y el último hilo.

Pregunto ahora: ¿Todas estas apelaciones de las 10 personas, no estaban en su sitio? – Estaban. Por eso exactamente Zemán Zebú dejó todos estos hilos y regresó atrás a su Maestro. Sí, ¿pero solucionó él la cuestión? – No la solucionó. Todos estos hilos – la muchacha, el muchacho, el sabio, el sacerdote, el maestro y los demás no eran cosas esenciales, estas eran posiciones ficticias, estas eran él mismo. ¡Debería poner las tijeras y cortar los hilos – nada más! Pero, él era cobarde. Su Maestro dice: sabrás que después de 2000 años te daré otro examen, más temible que el presente.

Hoy día toda la gente contemporánea se ha detenido delante del examen de Zemán Zebú. Cualquier hilo que decidas cortar, siempre saldrá alguien y te dirá: “¡Espera, espera!” Los turcos dicen que cuando pegan el chisquero y el pedernal uno contra otro, y el chisquero, y el pedernal se desgastan. Ellos hacen tales mecheros de yesca. Golpean con el pedernal por el chisquero, hasta que la yesca se enciende. Así hacen y los búlgaros. Ellos constantemente sacan el pedernal y la yesca, con la cual se sirven como chisquero, y de esta manera solucionan sus cuestiones. Hoy solucionan una cuestión, pero la dejan no solucionada. Mañana solucionan otra cuestión, de nuevo no solucionada la dejan. Y por fin, oís que dicen sobre alguna persona: “¡Que el Señor le perdone! Era un hombre bueno”. Digo: Sí, muy buen hombre era, pero como Zemán Zebú no pudo solucionar su deber.

Ahora que regresemos al versículo.

Cuando Cristo llegó a la Tierra, apareció esta estrella, y cuando Cristo resucitó, aparecieron todavía más estrellas. Estos, los que describían las estrellas, no les describieron como se debe. Ellos ocultaron una cosa pequeña. Decían que sobre los Apóstoles cayeron lenguas de fuego, llamas de fuego, y que ellos recibieron inspiración. No, llegaron estas estrellas luminosas que emanaron rayos tan luminosos, tanta luz, que ocurrió una unión entre el mundo Invisible y el visible, entre los Apóstoles y el Cielo. Cuando esta estrella viva, esta luz viva, obsesiona un alma, ésta no vacila, ya no duda. En el alma de tal hombre ocurre uno de los momentos magníficos, los cuales él es poco probable que alguna vez haya vivido. En el nace un sentimiento magnífico, noble, tierno. Este sentimiento es tan importante, tan delicado, que tal hombre en todo aspecto es potente, fuerte. El Apóstol Pablo en un lugar dice: “Todos nosotros a través del Poder del Verbo de Dios podemos vencer”. Sobre la Enseñanza de Cristo dicen: “Esta estrella, esta Enseñanza, es el Verbo Razonable de Dios”. De la luz sale el Verbo. La ley es muy cierta. Ahí donde hay luz en la mente humana, el Verbo razonable puede caber. Ahí donde hay luz en el corazón humano, el Amor puede caber. ¡Luz hace falta a toda la gente! Y cada uno de vosotros tiene que ocuparse de trabajar para que venga esta luz. Mientras que tu estrella brilla por encima, tú estás alegre y gozoso. Pero cuando cometes un error, inmediatamente viene obscuridad, y tú no ves la luz. Como no ves la luz, tú inmediatamente te asustas, todo decae y vas hacia atrás. Si viene la estrella, inmediatamente de nuevo te elevas. Esta estrella que Cristo llevaba, mostraba el bien del pueblo hebreo. Cristo vino entre este pueblo y Él tenía la bendición Divina. ¿Después de Cristo, qué bendición había? – El pueblo hebreo pasó por los sufrimientos más terribles que un pueblo puede vivir. Ellos se movían de un lugar a otro, pasaron por esclavitud, persecuciones, grandes torturas, atracos, cualquier cosa. Y cuando Tito tomó Jerusalén, después de Cristo, él crucificó más de 60,000 personas hebreas sobre la cruz. De manera que el camino de Jerusalén hasta Roma fue cubierto solo con cruces. ¿Por qué? Porque ellos crearon una cruz para su estrella. Esta exasperación, por parte de Tito, de otra manera no se puede explicar. Cuando Flavio Josefo describe la historia del pueblo hebreo, él no puede explicarse qué clase de obscurecimiento debería haber llegado a los hebreos para traicionar a Cristo. Cuando los hebreos estaban sitiados en una pequeña ciudad romana alrededor de Jerusalén, para no caer esclavos, doce personas de ellos mataron cerca de 12,000, y luego eligieron uno entre ellos para matar los demás 11, y por fin y él se suicidó. Es un heroísmo esto, pero por un camino inverso. A esto yo le llamo “heroísmo de la desesperación”. Muchas veces, cuando alguien se tira la bala, esto no es heroísmo, esto es obscurecimiento de la mente. ¡Y nosotros elogiamos a tal hombre! No, este hombre, que quiere morir, no es un héroe. Un hombre que muere, debe morir conscientemente. Y cuando muera, que sea vivo. Aquel hombre, quien cuando muera no está vivo, él ha muerto irrevocablemente. Nosotros elogiamos solo esta muerte, la cual trae vida detrás de sí. Y aquella gente que muere y no resucita es gente perdida. Bajo la palabra “muerte” en el sentido más amplio, nosotros comprendemos un nuevo avivamiento. El lenguaje de la Escritura en este caso es el siguiente: de muerte debemos pasar a vida. Entonces, la nueva vida se expresa en esto, que durante la transición de la vida vieja a la nueva, se pasará por la muerte. Y los sufrimientos contemporáneos son un precursor de esta nueva vida para la cual es necesaria esta materia fina, de la cual debe formarse el futuro cuerpo del hombre. Un tal proceso ahora ocurre y en el cerebro, y en el corazón del hombre.

Ahora os voy a preguntar: ¿en qué se conoce un hombre? ¿Cómo conoceréis a un amigo vuestro? ¿Qué amáis vosotros en el hombre? En cada hombre nosotros amamos algo bello – una cualidad Divina hay en él, una peculiaridad. ¿Entonces, a quién llamaréis amigo vuestro? Yo llamo amigo a aquel que no solo en una vida es mi amigo, sino que era mi amigo desde el momento de su salida de Dios hasta el momento en el cual regresa a Dios – durante todas sus existencias, como los egipcios llaman a esto peregrinaje del alma. Un amigo es este que durante todos sus obstáculos de la vida se queda fiel a ti. ¡A esto yo le llamo amistad; a esto yo le llamo hermandad; a esto yo le llamo almas nobles! Esto lo que ahora existe, no es amistad, esto es interés. Así lo definimos nosotros. Por lo tanto, en cada hombre hay un rasgo inmutable, como Dios es inmutable. Pregunto: ¿si tenemos tal rasgo inmutable en nosotros, cómo sería nuestra vida? No es que no tengamos tal rasgo, pero nosotros hoy nos encontramos en la posición de Zemán Zebú. Si él hubiera cortado todos estos 10 hilos, otra cosa hubiera aparecido. ¿Si no liberan aquel balón lleno de gas, de las cuerdas que lo sostienen atado a la tierra, qué ocurriría con este? – No podrá volar hacia arriba en el aire. Pero, cuando lo liberen de estas conexiones que lo sostienen atado a la tierra, este volará hacia arriba en el espacio, hacia su predestinación. ¿Si vosotros no os liberáis de las conexiones en la tierra con las cuales os habéis atado, a dónde iréis? – Todo el día estaréis delante de vuestras agendas, escribiréis: tal o cual mercancía cuántos levas vale; en tal o cual ciudad, en tal o cual año, cuánta gente nació y cuánta murió – hombres y mujeres; tantos y tantos se casaron, y tantos se divorciaron, etc. Para todas estas cosas constantemente se lleva estadística. ¡Eh, cómo se arreglará el mundo, venga, decidme!

¡A la gente contemporánea le hace falta esta estrella de razonabilidad! La sospecha, según yo, no es una ciencia; el odio, según yo, no es una ciencia; la malicia, según yo, no es una ciencia; el asesinato, según yo, no es una ciencia; el hablar mal, según yo, no es una ciencia. ¡Todas estas cosas no componen una ciencia, esto hacen y los animales! Pues, si queréis saber, yo veo esta misma guerra, que vosotros lleváis, y entre los seres más pequeños. ¡Qué guerras hay entre ellos! ¡Héroes son ellos! Y los animales inferiores, igual como y la gente, se ponen señales de valentía. Esto que hacemos nosotros, lo hacen y los animales. Decís: nosotros nos distinguimos. ¿En qué os distinguís? ¡Que nos distingamos en algo! Si yo me peleo, y los animales se pelean; si yo como carne, y los animales comen carne; si yo como hierba, y los animales comen hierba; si yo pateo, y el caballo patea; si yo pincho algún hombre con mis cuernos, y el buey pincha; si yo muerdo a alguien con mis dientes, y el perro muerde. ¿O diréis que los animales no tienen ametralladoras? Pues y las abejas han hecho su ametralladora, incluso antes que la gente. Su ametralladora está llena de líquido. ¿Habéis probado con qué está lleno su aguijón? ¿Sabéis en qué posición tan ridícula cae un hombre, o algún animal fuerte, delante del aguijón de la abeja? Un día, un hombre recto cayó en un bosque tupido, y un león comenzó a perseguirle. Él empezó a orar al Señor. El Señor dijo a dos abejas que se fueran a protegerle. Ellas picaron al león por la nariz, y este héroe, fortachón, fue obligado a volver por su camino con una nariz hinchada, y comenzó a menear la cabeza. Sí, dos abejas picaron a este león y pusieron su mente en su sitio, diciéndole: “Tú no vas a perseguir a este hombre recto, porque si le persigues, la siguiente vez vendremos cuatro”. Ellas no le mataron, pero le picaron.

Así y nosotros, la gente contemporánea, pensamos que podemos hacerlo todo. Tú persigues a alguien. El Señor dirá a dos abejas que te piquen en la nariz. No te va a enviar al campo de batalla para que te corten la pierna, sino que te enviará dos abejas – una te picará por el lado izquierdo, la otra – por el derecho. Y cuando te piquen, tú regresarás a tu hogar con una nariz hinchada. Tu mujer te preguntará: “¿Qué le pasó a tu nariz? ¡Pongámosle algo!” – “Me pico una abeja”. He aquí una vida razonable, con sentido. ¡La estrella es esto!

Todos nosotros, los que hablamos de una vida elevada, noble, razonable, debemos aplicarla, y mostrar a la gente en el mundo que realmente Dios nos ha enviado a la Tierra. Los búlgaros escriben su historia, dicen que el Khan Krum hizo esto, Simeón el Grande hizo esto. ¿Dónde está este Krum, dónde está este Simeón el Grande? – Simeón el Grande murió de ruptura del miocardio, porque no pudo lograr sus planes. Los búlgaros, por otra cosa deben distinguirse y no por los éxitos de sus guerras. El búlgaro Simeón el Grande todavía nada ha hecho. El búlgaro Krum todavía no ha nacido. Esto, que Krum cortó la cabeza del emperador griego y brindó con esta, todavía no significa nada. ¡Y esto hoy en día se transmite a las generaciones! No, no es esto lo que educa a la gente. Yo hablo de pueblos que son cristianos y no paganos. Ahora deben introducirse entre los pueblos y entre las sociedades aquellos principios del bien que pueden introducir una cultura, una elevación entre ellos. No es importante lo que podemos desafinar. Desafinar puede cada uno. No se requiere para esto mucha mente, ni tampoco un arte grande. La verdadera ciencia está en la percepción y la aplicación de la vida razonable. Esta vida razonable no puede separarse de la religiosa, no pude separarse y de la social. Pregunto: ¿Vosotros, los que cuidáis del pueblo, en qué se manifiesta este cuidado vuestro? El pueblo mismo cuida de sí mismo. Aquel búlgaro que ara, cuida de sí mismo, quién no cuida de sí mismo. Cada hombre cuida de sí mismo, pero tú no mates la fe de este hombre. Le dices: “¿Por qué eres tan tonto como para sacrificarte por tu pueblo, que aras?” Aquel comerciante mira bien su trabajo, pero tú le dices: “¿Por qué eres tan tonto?, levanta un poco los precios de tu mercancía, para que en poco tiempo ganes más dinero”. Eres un maestro, miras bien tu trabajo, pero viene a ti alguien, te dice: “¿Por qué eres tan tonto como para vivir en este polvo, con estos pequeños? ¡Llévatelo un poco más suelto, por encima, por encima!” ¿Cómo, acaso esto es maestría? Un trabajo que no puede realizarse razonablemente, con Amor, esto no es un trabajo, esto es una obra de mercenarios.

Y así, os pregunto ahora: ¿Quiénes piensan el bien del pueblo búlgaro? A mí me gustan estas dos abejas que picaron al león sin matarle. Le picaron para que se vuelva más prudente. Pero que digáis que los viejos deben irse, y que se queden los jóvenes, esto no es una filosofía recta. Los jóvenes dicen lo mismo. Entonces, estos que llevan las cabezas – la Sabiduría y el conocimiento, que se vayan; y los jóvenes – los cuerpos – que se queden. Esta gente que da tal dirección en la educación, está en un camino torcido. Ellos piensan que entre los jóvenes y los viejos no hay conexión ninguna. Ellos piensan que entre el estómago y la cabeza no hay conexión ninguna; ellos piensan que el estómago es muy importante. En estos razonamientos suyos llegan a una filosofía torcida. Y los médicos contemporáneos atribuyen el valor nutritivo del cuerpo a la hortaliza, a la carne, pero aún así las enfermedades aumentan. ¿Por qué aumentan las enfermedades? – Antes que nada, la gente ha perdido la manera recta de alimentarse; la gente ha perdido la manera recta de beber; la gente ha perdido la manera recta de pensar; la gente ha perdido la manera recta de sentir. Ahora todo en nosotros está tergiversado, y nosotros vemos las cosas así como no son. ¡Que venga ahora alguien para mostraros, cómo debe vivirse! No, preguntad a algunos de los científicos contemporáneos, veréis – tanta gente científica que hay, tantas y teorías.

Nosotros, bajo la palabra “Cristo” entendemos aquel magno Espíritu Divino que ha descendido desde arriba para mostrar la vida razonable a la humanidad. Este Espíritu ahora no está escondido. Con esta materia y fuerza que contiene dentro de sí, Él ha penetrado y envuelto todas las células del organismo humano. Él actúa dentro de nosotros y prepara nuestro camino. Cuando nosotros estamos en un estado de ánimo silencioso, tranquilo, del Espíritu, esta estrella habla dentro de nosotros. Nosotros todavía no comprendemos el lenguaje del Espíritu. El Espíritu Divino Razonable habla en nuestro lenguaje y dice: “El camino por el cual andas no te va a llevar a un buen final” ¿Pero qué debe hacerse? Este espíritu cuando encontró a Saulo le dijo: “Saulo, el camino por el cual vas no es bueno. – ¿Quién eres Tú, Señor? – Yo soy Jesús con la estrella, el hombre que trajo la Nueva Enseñanza Divina. Debes regresar hacia atrás y sacrificar tu vida por el bien de tus hermanos”. Y él dice: “Escucho, Señor, ¿qué quieres de mí?” – Ve ahora a Ananías y él te hará saber” (Hechos 9 – n.d.t.). Él se fue, comenzó la vida de Cristo y dice: “Me glorificaré con la cruz de Cristo”. Otra cosa sobreentendía Pablo bajo estas palabras. Él quería decir: Me elogiaré con el Verbo razonable de Cristo, me elogiaré con el Espíritu Crístico quien trae luz para la humanidad, luz para nuestra vida. ¡Entonces, luz nos hace falta en la vida!

Y así, estos sabios que vinieron a Jerusalén, produjeron todo un alboroto. No solo entonces ellos produjeron tal alboroto, sino que y hoy en día la gente se inquieta de la misma cosa. Dicen: ¿Si esta Enseñanza se acepta, qué ocurrirá con el mundo? Si entre la gente hay Amor, si entre la gente viene una comprensión mutua, esto no vendrá por un proceso externo, por un camino externo. Entonces vendrá por un camino interno. Algunos quieren organizarse. La organización no es algo mecánico. La organización es un proceso interno. Deben saberse las leyes de cómo se organizará el hombre. ¡En esto, el mundo está organizado! ¿Acaso pensáis que Aquél que ha creado el mundo, no lo ha organizado? Cada hombre en el cual la conciencia está despierta, pertenece a este mundo organizado. Cada hombre en el cual la conciencia no está despierta, apenas ahora tendrá que organizarse. Ahora el mundo externo se está organizando, y la gente que cree en Cristo está organizada. ¿Pero de qué fe estoy hablando yo? No hablo de la fe ordinaria, sino de la extraordinaria – de la fe del Amor, la fe de la Sabiduría, la fe de la Verdad; la fe del Amor, la cual introduce la vida eterna, hace al hombre feliz; la fe de la Sabiduría, la cual introduce luz, revela el mundo Invisible en su plenitud; y la fe de la Verdad, la cual introduce libertad en la vida humana. Estas son fuerzas con las cuales debemos trabajar.

¿Cómo arreglaréis vuestra vida en el futuro? Vosotros sois un padre, una madre, tenéis hijos, hija, ¿cómo vais a educarlos? Por ejemplo, vosotros sois un oficial, tenéis subordinados. Esta gente son fuerzas en las cuales vosotros podréis trabajar. ¿Sabéis qué anarquía se crearía si estas fuerzas se negaran a someterse a vuestra voluntad? Esta misma anarquía, una anomalía se crearía y en el cuerpo humano. Vosotros debéis entrar entre vuestros subordinados, trabajar para introducir aquella comprensión y consciencia alta. Entráis en vuestro cuerpo, sin embargo, vuestra pierna se niega a someterse a vuestra voluntad. La mente ordena, la pierna no cumple. Si la pierna se niega a trabajar, ésta está paralizada. ¿Si todos los órganos se niegan a trabajar, a someterse a la voluntad humana, qué ocurre con esta vida? – Muere.

Y así, esta estrella que apareció al oriente, introdujo entre la gente la vida razonable. Estos tres sabios que se fueron a adorar a Cristo, eran razonables. Ellos conversaron con Cristo. Todos vosotros pensáis que ellos, cuando se fueron a Cristo, vieron a un bebito pequeño, Le dieron sus regalos y regresaron atrás. No es así. No voy a hablaros mucho, pero os diré solo una cosa: ellos conversaron con Cristo. Él les transmitió la magna Sabiduría y conocimiento que ellos transmitieron en India. Y ahora este conocimiento se guarda ahí. El pueblo hindú es el único pueblo en la Tierra que puede guardar las cosas sagradas. Ni los ingleses, ni los americanos, ni los franceses, ni cualquier otro pueblo puede guardar secretos sagrados. Solo los hindúes pueden guardarlos, por eso se llevó allá para ser guardada, la magna Enseñanza Sagrada. He aquí por qué tanta gente de Europa, va a estos santuarios para estudiar. Estos santuarios no son ningunos templos visibles. No, en India hay tales templos de los cuales la gente hoy nada sabe. Entonces, hay alguna luz específica. ¿Habéis visto vosotros esta luz?

Me contaba un joven búlgaro la siguiente experiencia suya: “Me encuentro – dice él –, una noche obscura, aislado, en una situación desesperada, listo de suicidarme, pero dirijo mi mente hacia Dios, con el pedido de que me venga una luz, para que (yo) ilumine mi camino. ¿Y qué veo entonces? – Bastante lejos delante de mí se mueve un globo grande, luminoso. Yo camino y él delante de mí, pero poco a poco la posición cambia más y más. En un principio éste estaba más lejos, luego se acercó, hasta que sentí una lucecita agradable, suave, y conocí a Dios en mi alma. Desde este momento yo me dije: ¡comprendo qué cosa es la vida! De este globo empezó a salir una voz que me dijo: “¿Estás listo, qué piensas hacer?”. Vosotros diréis ahora: “Estos son solo cuentos”. No, estos no son cuentos, estas son solo realidades.

Así que digo: yo desearía que todos vosotros tengáis esta luz y que ella os hable. Alguna vez vosotros intuitivamente sentís, percibís que algo os habla en la mente o en el corazón, ¡pero esto es tan desordenado! Un día, sin embargo, esta luz os hablará, sabréis de dónde viene, qué dirección tiene. Los clarividentes actuales dicen que el Señor les ha hablado. ¿Pero, de dónde os habla el Señor? Unos dicen que el Señor les ha hablado desde la cabeza, otros – desde la mente, terceros – desde el corazón, cuartos – desde la garganta, desde los ojos, desde el pecho, etc. Eh, y vosotros ahora, decid, ¿desde dónde os habla el Señor? Digo: desde muchos lugares habla el Señor, pero solo un lugar hay del cual cuando os habla el Señor, vosotros ya sabréis aquella magna Verdad, la cual os hará hombre a imagen y semejanza de Dios.

Y así, para la gente ordinaria, el Señor habla desde cualquier parte, y para los extraordinarios, para los iluminados, hay un solo lugar, una sola manera por la cual el Señor habla. Solo estos tres grandes sabios vieron esta luz, esta estrella, y se fueron a adorarla.

Yo desearía que y vosotros hoy veáis esta estrella, que ella os hable y que comprendáis el magno ideal para vuestra vida, que comprendáis cuál es vuestra aspiración, y que digáis: ¡Merece la pena servir a Dios!

Hemos visto la estrella, por el Maestro Beinsa Duno

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