Los Elementos en la Antiguedad, Noviembre d.c.

Marisa García

4 Elementos

La palabra elemento se refiere al estado de la materia (sólido/tierra, líquido/agua, gas/aire, plasma/fuego) o a las fases de la materia.Los cuatro elementos clásicos griegos son: tierra, agua, fuego y aire.

Los hindúes y los japoneses añaden un quinto elemento invisible, el éter.

Los chinos tenían: tierra, agua, fuego, metal y madera, entendidos como diferentes tipos de energía en un estado de constante interacción y flujo entre unos y otros, a diferencia de la noción occidental que se refiere a los diferentes tipos de materiales.

Los elementos clásicos (fuego, tierra, aire y agua) representan en la filosofía, ciencia y medicina griega la comprensión del cosmos donde todo lo existente convive.

  • El fuego es a la vez caliente y seco.
  • La tierra es a la vez fría y seca.
  • El aire es a la vez caliente y húmedo.
  • El agua es a la vez fría y húmeda.

Fueron usados por Hipócrates cuando describía el cuerpo humano con asociación a los cuatro humores:

  • la bilis amarilla (fuego),
  • la bilis negra o melancolía (tierra),
  • la sangre (aire)
  • la flema o pituita (agua).

Algunas creencias incluían un quinto elemento, el «éter» o «quintaesencia

Los pitagóricos añadieron la idea como el quinto elemento, e incluso utilizaban las letras iniciales de estos cinco elementos para nombrar los ángulos de su pentagrama.

Aristóteles añadió el quinto elemento como la quintaescencia, razonando que la tierra, el fuego, el aire, y el agua eran terrenales y corruptibles, y ya que no había ocurrido nada así en terrenos celestiales, las estrellas no podían estar hechas de ninguno de estos elementos, sino de uno diferente, incambiable; una substancia celestial. La palabra éter fue revivida en el siglo XIX por físicos como un término para el medio invisible que llenaba el universo, el éter luminoso.

Algunos ocultistas asociaban los estados de la materia con elementos clásicos: sólido (Tierra), líquido (Agua), gaseoso (Aire), o plasma (Fuego).

Los cuatro humores son: colérico, melancólico, sanguíneo y flemático

La teoría de los cuatro humores o humorismo, que mantiene que el cuerpo humano está lleno de cuatro sustancias básicas, llamadas humores (líquidos), cuyo equilibrio indica el estado de salud de la persona. Así, todas las enfermedades y discapacidades resultarían de un exceso o un déficit de alguno de estos cuatro humores. Se consideraba que cada uno de los cuatro humores aumentaba o disminuía en función de la dieta y la actividad de cada individuo. Cuando un paciente sufría de superávit o desequilibrio de líquidos, entonces su personalidad y su salud se veían afectadas.

Resumen en una tabla de la teoría

Humor

Estación

Elemento

Órgano

Características

Adjetivación antigua

Adjetivación moderna

Características antiguas

sangre

primavera

aire

hígado

templado y húmedo

sanguíneo

artesano

valiente, esperanzado, amoroso

bilis

verano

fuego

vesícula biliar

caliente y seco

colérico

idealista

fácil de enojar, mal temperamento

bilis negra

otoño

tierra

bazo

frío y seco

melancólico

guardián

abatido, soñoliento, depresivo

flema

invierno

agua

cerebro/pulmón

frío y húmedo

flemático

racional

calmado, indiferente

Elementos antiguos en China

En el taoísmo hay un sistema que incluye:

  • metal
  • madera

… pero excluye al aire. Los cinco planetas mayores están asociados con el nombre de los elementos:

  • Venus es metal.
  • Júpiter es madera.
  • Mercurio es agua.
  • Marte es fuego.
  • Saturno es tierra.

Adicionalmente, la Luna representa el yin y el Sol representa el yang.

Elementos antiguos en el hinduismo

Los pancha maja bhuta (‘cinco grandes elementos’), del hinduismo son

  1. prithvi o bhumi (tierra)
  2. ap o jala (agua)
  3. agní o tejas (fuego)
  4. vaiu o pavan (aire o viento)
  5. akasha (éter)

Elementos antiguos en el budismo temprano

En la literatura pali, los maja bhuta (grandes elementos) o chatu dhatu (cuatro elementos) son:

  • Agua, tierra, fuego y aire.

Elementos antiguos en Japón

Usan un grupo llamado el ?? (go dai, literalmente ‘los cinco grandes’). Estos cinco son:

  • Tierra, agua, fuego, viento, vacío.

Los cuatro elementos en la Astrología

Los cuatro elementos de la astrología clásica occidental representan cuatro formas en las que la energía se manifiesta, cuatro expresiones del todo, desde su forma más densa y pesada a la más inmaterial. Hay otras formas de energía, puesto que en el universo todo es energía, pero estas cuatro bastan para describir todo el amplio espectro de las manifestaciones físicas y psíquicas de los organismos: la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego.

Estos cuatro elementos se distribuyen en el zodíaco a razón de tres veces cada uno en forma alternada.

Los cuatro elementos simbolizan diferentes maneras de percibir el mundo y a sí mismo.

Elemento Fuego

Es la energía menos condensada de las cuatro, la más inmaterial y la más veloz. El fuego es acción, pero no una acción producto de una convicción, de un sentimiento o de una reflexión, sino más bien de lo que podríamos llamar una voluntad instantánea, y es por eso que se le considera un elemento de intuición. Ella es más rápida que el pensamiento, la sensación y el sentimiento, y no se detiene en obstáculos, consideraciones o temores. El objetivo inmediato es lo único que existe para el sujeto.

El color del elemento fuego es el rojo anaranjado, y el temperamento asociado, el colérico, lo que nos habla de reacciones explosivas, repentinas y fugaces que no dejan huella y se auto-consumen. El fuego es el elemento más polarizadamente yang, masculino, fecundador.

El fuego es voluntad, la que puede ser dispersada en simples deseos o pasiones, o en verdadera voluntad regida por la escala de valores individual. En el primer caso, se trata de voliciones efímeras de búsqueda de satisfacciones materiales o psíquicas. En el segundo caso, se está orientado hacia el futuro, hacia la realización espiritual, ajena a las tentaciones frívolas de la vida material. Podríamos decir que los deseos son la caída de la voluntad en lo temporal, pasajero, perecible, y que la voluntad real es intemporal, orientada hacia lo eterno.

Mucho se habla del fuego como elemento consumidor, abrasador, pero no debemos olvidar que nada se consume en el sentido de extinción, sino que sólo se transforma. El fuego se erige como el catalizador de las más rápidas transformaciones de energía. Antes de existir una idea, ya está el hecho, para bien o para mal. Teniendo presente las características del ilimitado elemento símbolo, podemos deducir fácilmente que la persona con un signo de fuego es, en primer lugar, un optimista, tanto en la apreciación de sus propias fuerzas como en la valoración de sus posibilidades para lograr sus metas, sobre las cuales presume por anticipado el éxito. Su actuar es imperativo, él «tiene que hacerlo» según sus veloces dictados internos, proceso en el cual exige de los demás la misma rapidez y eficiencia que él aporta. Se le encuentra a menudo en el papel de líder, al que accede naturalmente gracias a su poder conquistador, a su gran energía y capacidad de lucha, a su seguridad en sí mismo, a su entusiasmo, a su espíritu de superación, su empuje y su creatividad incesante para conseguir las metas que se propone.

El hombre de fuego es el portador de la bandera de un ideal, y generalmente encuentra quienes lo secunden para hacerlo realidad. Una vez lograda esa meta, de inmediato la reemplaza por otro objetivo, en un infatigable proceso de autoafirmación de la propia voluntad, en el que son secundarios los logros obtenidos. Este hombre no tiene tiempo para mirar hacia atrás, es insaciable en todo el sentido de la palabra, con el impulso siempre dispuesto a lo que viene después. Esta es una de las razones por la que no es depresivo, porque nunca se detiene a lamentar el pasado.

Agreguemos que carece de consideración hacia los demás, quienes tienen que soportar sus exigencias y sus impulsos arrolladores que arrasan con todo lo que está por delante. Es muy poco diplomático y no desperdicia su tiempo en dar explicaciones ni excusas. No se detiene en los aspectos lógicos o formales de las cosas, ni se entrega a inquietudes psicológicas prolongadas. 0 llega instantáneamente a la médula del asunto, o pierde el interés. Nada crónico ni restringido le atrae, sino lo nuevo, lo no inspeccionado, lo no descubierto, lo ilimitado. El máximo ideal del hombre de fuego es la conquista de su propia libertad de acuerdo a sus propios valores, y la mayor catástrofe que pudiera ocurrirle es el derrumbe de sus ideales. Sus prototipos son el predicador, el héroe, el profeta, de uno en uno, y aún los tres a la vez.

Entre las virtudes del hombre de fuego están la inspiración, la perspicacia, la productividad, la eficiencia -«Ia mayor eficiencia con el menor esfuerzo y en el menor tiempo posible», es su lema – el valor, rayando en la temeridad, la espontaneidad, la independencia, la automotivación con lealtad a su ideal, la honestidad, la calidez, la vitalidad, la carencia de prejuicios. Sus aspectos negativos provienen de sus mismas virtudes: agresivo, insensible a las necesidades de los demás, exigente, egocéntrico, impaciente, fantasioso, arrogante, impertinente, extravagante, impositivo, tirano, cruel.

La expresión de estas características dependerá de cuánto se haya alzado el individuo en la escala evolutiva. En un nivel inferior, todo el vigor e impulsividad del fuego estarán orientados hacia objetivos materiales e inmediatos con mayor probabilidad de enfatizar sólo los deseos. En un nivel superior, la fuerza transformadora de este elemento estará dirigida hacia ideales elevados, ya sea consciente o inconscientemente. Dijimos al principio que los signos de cada elemento representaban una progresiva depuración de sus características. Así el primero de ellos – Aries – simboliza los aspectos más primitivos, enfatizando la conciencia de su propia existencia, el recién nacido del Zodíaco: «Yo soy». El segundo – Leo – representa al adolescente, que ya tiene autoconciencia, y cuyo lema es: «Yo hago». El tercero – Sagitario – regido por el sabio Júpiter, representa el conocimiento, y su expresión es: «Yo veo». Desde luego, esta clasificación es sólo simbólica, puesto que en cada uno de los tres signos hay individuos de todos los niveles evolutivos.

Física

Se llama fuego a la reacción química de oxidación violenta de una materia combustible, con desprendimiento de llamas, calor, vapor de agua y dióxido de carbono. Es un proceso exotérmico. Desde este punto de vista, el fuego es la manifestación visual de la combustión.

Se señala también como una reacción química de oxidación rápida que es producida por la evolución de la energía en forma de luz y calor.

Cuando el fuego era nuevo

Para que exista el fuego debe existir el oxígeno y este elemento no siempre ha estado presente en nuestra atmósfera, por lo que el fuego es posterior a la Tierra. Contrario a lo que parece obvio, el Sol no tiene fuego, sino plasma incandescente.

El fuego es entonces posterior a la presencia de oxígeno en la atmósfera terrestre y éste a su vez es debido a la proliferación de vegetales fotosintéticos que mediante esta función llenaron la atmósfera de oxígeno.


Elemento Tierra

La tierra es la más densa de las formas de energía de los elementos, la más tangible y medible; así mismo es el más lento de ellos, lentitud que compensa con perseverancia y tesón. La tierra es un elemento de percepción; su aproximación al mundo se realiza mediante los sentidos: palpando, oliendo, pesando, mirando, midiendo, escuchando, de ahí su escasa velocidad. En los elementos terrestres, representa lo mineral; en la conciencia del hombre, lo corporal. Su color es el verde y su temperamento asociado es el melancólico. La tierra es yin, pasiva, fría y seca. Representa a los trabajadores, a los que ejecutan las cosas, a los realistas, los concretos, clásicos y prácticos.

El mundo del hombre de tierra está aquí y ahora, en la realidad palpable, a la que accede mediante el intelecto práctico, el «hacer» a través de la materia y la forma. Su especialidad es dejar rastros en los objetos. Su principal órgano de acción es la mano, con la que realiza sus objetivos en este mundo; porque su mundo es físico e inmediato. Es el elemento constructor, como así mismo el preservador de lo construido. La tradición y la norma guían su conducta mientras ahonda progresivamente en el mundo terrestre y vence en forma persistente las resistencias que le opone la materia, lo que hace con toda su energía y voluntad. Encuentra su complacencia en la tarea terminada y en el goce de la labor cumplida. Su vida está conducida en un ritmo prefijado, con un asidero estable en algo ya recorrido y conocido: el pasado, la familia, la patria, la costumbre, la historia. No se dejará encandilar fácilmente por ilusiones, expectativas o sueños irrealizables. Necesita tocar para creer, como Tomás el Apóstol.

Mientras el hombre de fuego siembra por el placer de hacerlo, y se marcha apresurado sin darse tiempo para esperar la cosecha, el hombre de tierra lo hace por la sola finalidad de cosechar. No se dispersa en nada que no vaya a producir un fruto. Si esto se vislumbra en el horizonte, es capaz de una cantidad de trabajo, esfuerzo y perseverancia inigualables, y nada logrará distraerlo de su tarea. El hombre de tierra es también, por definición, el preservador de la especie. Su máxima aspiración es el rendimiento, ya sea en el plano de las posesiones materiales, de su posición en la sociedad en que vive, o en la acumulación de conocimientos que puedan ser aplicables a la productividad.

Entre las virtudes asociadas a este elemento encontramos la laboriosidad, la perseverancia, la tenacidad, la consideración, la tolerancia, la objetividad, la confiabilidad, la solidez, la paciencia, la cautela, la sobriedad, la conciliación. Lo que podríamos llamar sus defectos son el exceso de sus virtudes: la tozudez, la falta de imaginación o de automotivación, la escasa capacidad de abstracción, el exceso de convencionalismo o formalidad, la rigidez, la restricción en el razonamiento y la actuación, la excesiva preocupación por las apariencias, la pasividad. En general, los signos de tierra son muy dependientes de su cuerpo, tanto en cuanto a su salud como a su placer. Son los más sensoriales del zodíaco y, por lo tanto, los más apegados a la percepción directa de su bienestar corporal, lo que puede redundar en un fuerte apego a la gastronomía, el sexo, la vestimenta, los perfumes.

Respecto a su ubicación en el zodíaco, el primer signo de tierra – Tauro – es el que más se permite la sensualidad, en orden decreciente hasta llegar a Capricornio. En símbolos tangibles, Tauro sería el preparador de la tierra, Virgo, el sembrador, y Capricornio, el ocupado con la cosecha y su uso. El primero –el niño– quiere sentir que posee y su lema es: «Yo tengo«. El segundo –el adolescente– va un poco más allá en su posesión y su lema es: «Yo analizo«. El tercero –el adulto– necesita saber que puede y su lema es «Yo logro«.

Elemento Aire

Es el segundo elemento menos denso de la astrología, después del fuego. Su poca materialidad le conduce a ser el rector del pensamiento. Su campo de acción está en las ideas, en la creatividad, en la imaginación, la reflexión, la fantasía, la comunicación a través del lenguaje escrito o hablado. A diferencia de los dos anteriores, este es un elemento racional y representa nuestro poder cognoscitivo. El aire es caliente y seco, se asocia con el temperamento sanguíneo, es decir, violento y súbito. Su color es el amarillo. Es también el segundo elemento más yang o activo, después del fuego.

El hombre de aire se visualiza típicamente como el filósofo, el investigador, el idealista, el genio loco que vive inmerso en la abstracción sin percibir en absoluto la realidad inmediata, ni saber como subsistir en ella. El mundo mental de este elemento elabora los recipientes invisibles a los que se puede acceder sólo después de volcar en ellos la materia. En su mundo no hay un suceder, sino sólo un crear; todo conocimiento es una activa formación en substancia mental, conectada y proyectada hacia el futuro. A este hombre no le atrae la materia sino como una posibilidad de abstracción, y utiliza el mundo físico para la elaboración de formas mentales.

Este es el lenguaje de un hombre de aire. La esencialidad no puede ser explicada por las leyes de la materia; sin embargo, no se trata de un vacío, sino de algo tan sólido como lo palpable, siendo éste el modelado de aquel. La materia se transforma mientras su esencia permanece inmutable. Así el hombre de aire evolucionado es un metafísico.

En su vida cotidiana el hombre de aire vive una especie de irrealidad onírica, inmerso en sus edificios mentales. Estas construcciones ideales pueden proyectarse en forma activa como realización artística, o en una forma más pasiva en la que el creador se encierra en su esfera mental, en un continuo auto-construirse la realidad. Realidad que, sin duda, sobrepasa todo el esplendor del mundo allá afuera. Porque la más alta motivación del hombre de aire es la belleza, para él: la causa fundamental. Su peor tragedia es el tener que aterrizar en este mundo tangible. Su naturaleza tiende a hacerlo más un espectador que un actor, en esta representación permanente de la vida. La ve, no a través de sus sentidos, sino de su mente. Y así también prefiere criticar la proyección que intervenir en ella, pues él es un teórico de la vida. 

Entre las cualidades de los hombres de aire están su viveza mental, su buena comunicación, su objetividad cuando se trata de un problema concreto a resolver, su conducta armónica y amigable, su sociabilidad, su inspiración, su creatividad, su gusto por la estética, su flexibilidad, su adaptabilidad, su laboriosidad a nivel mental, su carácter unificador. Las características que le dificultan la integración con los otros son: una cierta distancia, apreciada como frialdad por su nula emotividad, la torpeza con el mundo concreto y contingente de lo práctico, falta de solidez o coherencia, volubilidad, superficialidad, picoteo temático sin profundización, crítica excesiva, dogmatismo en su categorización de las conductas de los demás, llegando a lo destructivo en casos extremos.

En cuanto a los tres signos de aire del zodíaco, Géminis representaría al comunicador más masivo, es el recolector de la información. Libra, el más productivo, es el creador de las formas sobre la base de los datos recolectados, su producción se orienta frecuentemente hacia las artes. Acuario, el más abstracto del grupo, enfoca su actividad mental a la estructuración, al ordenamiento de las formas en un sistema. El primero, simbolizando al niño, se expresa como: «Yo pienso«. El segundo, representando las relaciones formales, dice: «Yo sopeso«. Acuario, el idealista, es el prototipo del «Yo sé«.

En culturas antiguas, el aire es comúnmente visto como una fuerza universal o sustancia pura. Su importancia fundamental para la vida antigua puede verse en palabras como espíritu, inspirar, expirar y aspirar, todas derivadas del latín spirare («respirar»).

Elemento Agua

El cuarto de los elementos, el agua, es la segunda energía más densa después de la tierra. Como tal, su expresión y expansión se produce en forma de ondas circulares en todos sentidos. Es bien conocido que no es posible restringir esta expansión, y que un estímulo aplicado en cualquier punto de su masa hará vibrar hasta el más lejano rincón de la misma. Tenemos así descrito en esencia al sentimiento en la astrología: vulnerable, fácil de influir, inestable, puesto que al ser líquido fluye y adopta la forma del recipiente que lo contiene. Su color es azul, su temperamento asociado es el flemático. Es frío y húmedo, pasivo, femenino, el segundo más yin después de la tierra.

Al mundo del agua pertenecen las pasiones y los instintos, el dolor y el placer, los sentimientos, los temores y anhelos, las esperanzas y desesperanzas, lo esotérico y todo el mundo psíquico, todo aquello que no se formula en pensamientos ni a través de los sentidos ni por medio de la materia. El tiempo y el espacio cobran aquí una relatividad asombrosa, siendo la principal unidad de medida la intensidad de lo que «me atrae» o «me repele», «me gusta» o «me disgusta«. Todo lo que no tiene suficiente intensidad se vuelve lejano e insignificante. De igual forma se distorsiona el tiempo; todo lo importante es «ahora«, lo que puede incluir material del pasado, presente o futuro, mediante conexiones variables, móviles, adaptables al flujo del líquido, al procesamiento de lo vivido. El mundo del hombre de agua es el de los estados de ánimo, el de la más extrema subjetividad. Allí pierde importancia el cuerpo físico y el mundo mental, y se empequeñece la voluntad. Tienden a dominar los deseos en pares de opuestos: esperanza (anhelo) – miedo (de no lograr lo deseado). Esta polaridad está orientada hacia los otros, de cuyo psiquismo el hombre de agua se nutre. Vive en función de intensas penas y alegrías ajenas, aún a costa de las otras facetas de la realidad, o de que las causas de tales emociones hayan desaparecido hace tiempo. El trata de mantenerse tanto tiempo como pueda en este ambiente onírico, lúdico, del psiquismo, viviendo en el romanticismo nostálgico de lo inalcanzable, de «la posibilidad de…» del presentimiento, del descubrimiento de realidades más allá de lo sensible. La interpretación del arte, la intuición de los trasfondos místicos, los estudios esotéricos, se vuelven más importantes que la realidad cotidiana.

El elemento agua, igual que el de tierra, se vuelca hacia el pasado, pero de manera diferente, pues lo vive en incompleta digestión, la que trata de no finiquitar para no caer en la realidad. Esto determina que constituya el elemento que carga con más culpa consigo, culpa que abarca incluso a los malos pensamientos. Pero mientras el hombre de tierra procura reparar lo hecho, el de agua sólo puede padecer. Padece por sus culpas, y también porque se sintoniza emocionalmente con los demás y sufre con ellos, como si esos dolores fueran propios.

Entre las virtudes de los hombres de agua está su emocionalidad profunda, su receptividad a los sentimientos de los demás, su vigor espiritual, sus potencialidades psíquicas y esotéricas, su compasión, su percepción inconsciente, su amor a las creaturas, su altruismo y sentido protector, su adaptabilidad. Sus defectos nacen de un enfoque a bajo nivel de esas mismas cualidades: sentimentalismo barato, inestabilidad, incertidumbre, adopción inconsciente de conductas ajenas, manipulación de los demás, miedos irracionales, hipersensibilidad, frustración, actitud de víctima permanente, escasa lógica, exceso de subjetividad, volubilidad, desconfianza y recelo, aislamiento.

El primero de los signos de agua –Cáncer– es el más sensible a la emocionalidad, el que está más a merced del ir y venir de sus aguas; gráficamente se le puede concebir como un río, y su divisa es: «Yo siento«. El segundo –Escorpión– es el agua profunda, aparentemente estancada, pero con corrientes subterráneas, semejante a un lago; se asocia a la experiencia del sexo y al «Yo deseo«. A Piscis, en cambio, se le ha descrito como el océano insondable, representa la experiencia de la sumisión a lo transcendente y al «Yo creo«. Este último constituye el signo de agua que mejor puede emplear su sensibilidad psíquica para el esclarecimiento y la transformación.

Las características de los cuatro elementos del zodíaco que hemos descrito deben entenderse como representando lo que serían en estado puro, lo que es casi imposible encontrar en la naturaleza. Afortunadamente, en la vida los tipos se dan mezclados en alguna proporción, lo que facilita el intercambio y la comunicación con los demás, lo que de otro modo sería muy difícil. Al examinar el mapa natal, uno ve cuáles y cuántos planetas caen en un signo de agua, de aire, etc. De este modo podemos determinar el porcentaje de cada elemento que hay en una persona determinada. Hay elementos más compatibles entre sí que otros, aunque de alguna manera, todos son excluyentes, en el sentido que representan maneras muy distintas de acceder a la realidad. Cada elemento aporta su visión, y cada una es sólo una parte de lo que podríamos llamar realidad. Aunque fuéramos capaces de obtener la perspectiva global de cada uno de los cuatro elementos, todavía estaríamos percibiendo una parte de lo existente, mientras no podamos conquistar la totalidad, el Uno que todo lo incluye y hacia el cual vamos.

El agua como elemento ha sido de gran importancia para las personas, tanto espiritual como vitalmente. En la mitología griega y romana, el agua era un elemento clásico, asociado a la emoción e intuición. Asimismo, se le asocia con la sentimentalidad en otras culturas, incluyendo la cultura china, japonesa y Wicca.

El agua se manifiesta en ríos, océanos, lagos, pozos, niebla, bebidas y lluvia. Se cree que los animales son personificaciones del agua, principalmente aquellos marítimos como delfines, focas, tortugas, ranas y todos los tipos de peces. Las criaturas astrales del agua son las sirenas y las serpientes de mar. El agua se representa en el pentagrama como el extremo derecho arriba.

Éter (mitología)

En la mitología griega, Éter o Aether (en griego antiguo ????? Aíth?r, de ???? aíthô, ‘quemar’) era uno de los Protogonos, la personificación del ‘cielo superior’, el espacio y el paraíso. Es el aire alto, puro y brillante que respiran los dioses, en contraposición al oscuro ??? a?r (‘aire’) de la Tierra que respiraban los mortales.

El Éter era el alma del mundo y toda la vida emanaba de él.

Quinto elemento

El aither («aether») es otro concepto misterioso relacionado con el fuego. Correspondería con el Fuego Celestial. Estos cinco elementos no son los que forman el mundo, sino los que lo destruyen: fuego (conflagraciones), agua (inundaciones), aire (vendavales y huracanes) y tierra (terremotos). Según esta relación, parece que el aither es una radiación térmica como la del sol y similares, capaz de propagarse en el espacio vacío.

Éter (física)

El éter (del latín aeth?r y a su vez del griego ????? aith?r ‘substancia etérea’) era en algunas teorías obsoletas, una hipotética sustancia extremadamente ligera que se creía que ocupaba todos los espacios vacíos como un fluido.

El éter en la filosofía de Aristóteles

Para Aristóteles (384322 ANE) el éter era el elemento material del que estaba compuesto el llamado mundo supralunar, mientras que el mundo sublunar está formado por los famosos cuatro elementos: tierra, agua, aire y fuego.

A diferencia de éstos, el éter es para Aristóteles un elemento más sutil y más ligero, más perfecto que los otros cuatro (la física de Aristóteles es cualitativa, más que cuantitativa) y, sobre todo, su movimiento natural es circular, a diferencia del movimiento natural de los otros cuatro, que es rectilíneo.

En la India

En la India se conoce el éter con el nombre de akasha. En la cosmología sankhia se habla de los pañcha mah? bh?ta (cinco principales elementos), cada uno ocho veces más sutil que el anterior:

  1. tierra (bhumi), agua (apu), fuego (agní), aire (vaiu), éter (akasha).

El éter y las teorías de la luz

Hacia finales del siglo XIX, James Clerk Maxwell (1831-1879) había propuesto que la luz era una onda transversal. Como parecía difícilmente concebible que una onda se propagase en el vacío sin ningún medio material que hiciera de soporte se postuló que la luz podría estar propagándose realmente sobre una hipotética sustancia material, para la que se usó el nombre de éter (debido a algunas similaridades superficiales con la hipotética substancia de la física aristotélica).

Debido a que la velocidad de la luz depende de la densidad del medio, siendo en general más lenta en medios más densos, se propuso que el éter habría de tener una densidad ínfima y un gran coeficiente de elasticidad. Esta explicación estaba presente en los tiempos de formulación de la teoría del campo electromagnético por Maxwell (1831-1879), Lord Kelvin (1824-1907) y Nikola Tesla (1856-1943), en la que el concepto de éter se incluía de manera semejante al moderno concepto de campo electromagnético.

Refutación de la existencia del éter

En un intento de probar la existencia del éter y la velocidad de la traslación de la Tierra con respecto a éste Albert Abraham Michelson (1852-1931) y Edward Morley (1838-1923) diseñaron un experimento capaz de medir la velocidad de la luz en dos direcciones perpendiculares entre sí y con diferente velocidad lineal relativa al éter. Fue el famoso experimento de Michelson y Morley (1887) cuyos resultados negativos en sucesivos intentos acabaron por disipar el concepto de éter y sirvieron de base a la formulación de la teoría de la relatividad especial de Einstein.

Nuevas perspectivas

Trabajos teóricos recientes como los de HongSheng Zhao de la Universidad de St. Andrews, en un intento de incorporar en un único marco teórico la materia oscura y la energía oscura postulan que una energía oscura similar a un fluido puede comportarse como materia oscura si alcanza una densidad lo bastante alta. Esta idea similar a la del eter eliminaría la necesidad de la existencia de las Partícula Masiva de Débil Interactuación (WIMP) afectando a la velocidad a la que pueden rotar las galaxias y justificando así los datos experimentales hasta ahora obtenidos. Dichos datos anómalos en la teoría convencional habían llevado a diversos intentos de solución tan curiosos como las MOND.

Curiosidades

  • El significado inicial de ‘medio por el que viaja una señal’ es el origen de la palabra Ethernet.

Metal

Metal se denomina a los elementos químicos caracterizados por ser buenos conductores del calor y la electricidad, poseen alta densidad, y son sólidos en temperaturas normales (excepto el mercurio y el galio); sus sales forman iones electropositivos (cationes) en disolución.

La ciencia de materiales define un metal como un material en el que existe un solape entre la banda de valencia y la banda de conducción en su estructura electrónica (enlace metálico). Esto le da la capacidad de conducir fácilmente calor y electricidad, y generalmente la capacidad de reflejar la luz, lo que le da su peculiar brillo.

El concepto de metal refiere tanto a elementos puros, así como aleaciones con características metálicas, como el acero y el bronce. Los metales comprenden la mayor parte de la tabla periódica de los elementos y se separan de los no metales por una línea diagonal entre el boro y el polonio. En comparación con los no metales tienen baja electronegatividad y baja energía de ionización, por lo que es más fácil que los metales cedan electrones y más difícil que los ganen.

En astrofísica se llama metal a todo elemento más pesado que el helio.

Madera

La madera es un material ortotrópico encontrado como principal contenido del tronco de un árbol. Los árboles se caracterizan por tener troncos que crecen cada año y que están compuestos por fibras de celulosa unidas con lignina. Las plantas que no producen madera son conocidas como herbáceas.

Venus (planeta): Metal

Venus es el segundo planeta del Sistema Solar en orden de distancia desde el Sol, y el tercero en cuanto a tamaño (de menor a mayor). Recibe su nombre en honor a Venus, la diosa romana del amor. Se trata de un planeta de tipo terrestre o telúrico, llamado con frecuencia el planeta hermano de la Tierra, ya que ambos son similares en cuanto a tamaño, masa y composición. La órbita de Venus es una elipse con una excentricidad de menos del 1%, prácticamente una circunferencia.

Al encontrarse Venus más cercano al Sol que la Tierra, siempre se puede encontrar, aproximadamente, en la misma dirección del Sol (su mayor elongación es de 47,8º), por lo que desde la Tierra se puede ver sólo unas cuantas horas antes del orto o después del ocaso. A pesar de ello, cuando Venus es más brillante puede ser visto durante el día, siendo uno de los tres únicos cuerpos celestes que pueden ser vistos tanto de día como de noche (los otros son la Luna y el Sol). Venus es normalmente conocido como la estrella de la mañana (Lucero del Alba) o la estrella de la tarde (Lucero Vespertino) y, cuando es visible en el cielo nocturno, es el objeto más brillante del firmamento, aparte de la Luna.

Por este motivo, Venus debió ser ya conocido desde los tiempos prehistóricos. Sus movimientos en el cielo eran conocidos por la mayoría de las antiguas civilizaciones, adquiriendo importancia en casi todas las interpretaciones astrológicas del movimiento planetario. En particular, la civilización maya elaboró un calendario religioso basado en los ciclos de Venus (ver Calendario maya). El símbolo del planeta Venus es una representación estilizada del espejo de la diosa Venus: un círculo con una pequeña cruz debajo, utilizado también para denotar el sexo femenino.

Los adjetivos venusiano-a, venusino-a y venéreo-a (poéticamente) son usados para denotar las características habitualmente atribuidas a Venus-Afrodita. El adjetivo venéreo suele asociarse a las enfermedades de transmisión sexual. Es junto a la Tierra (diosa Gea de la antigüedad) el único planeta del Sistema Solar con nombre femenino, aparte de dos de los planetas enanos, Ceres y Eris.

Júpiter (planeta): Madera

Júpiter es el quinto planeta del Sistema Solar. Forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos. Recibe su nombre del dios romano Júpiter (Zeus en la mitología griega).

Se trata del planeta que ofrece un mayor brillo a lo largo del año dependiendo de su fase. Es, además, después del Sol, el mayor cuerpo celeste del Sistema Solar, con una masa casi dos veces y media la de los demás planetas juntos (con una masa 318 veces mayor que la de la Tierra y 3 veces mayor que la de Saturno).

Júpiter es un cuerpo masivo gaseoso, formado principalmente por hidrógeno y helio, carente de una superficie interior definida. Entre los detalles atmosféricos se destacan la Gran mancha roja, un enorme anticiclón situado en las latitudes tropicales del hemisferio sur, la estructura de nubes en bandas y zonas, y la fuerte dinámica de vientos zonales con velocidades de hasta 140 m/s (504 km/h), se piensa que puede ser una «Estrella fallida« debido a sus grandes cantidades de hidrógeno y helio.

Mercurio (planeta): Agua

Mercurio es el planeta del Sistema Solar más próximo al Sol y el más pequeño (a excepción de los planetas enanos). Forma parte de los denominados planetas interiores o rocosos. Mercurio no tiene satélites. Se conocía muy poco sobre su superficie hasta que fue enviada la sonda planetaria Mariner 10 y se hicieron observaciones con radares y radiotelescopios.

Antiguamente se pensaba que Mercurio siempre presentaba la misma cara al Sol, situación similar al caso de la Luna con la Tierra; es decir, que su periodo de rotación era igual a su periodo de traslación, ambos de 88 días. Sin embargo, en 1965 se mandaron pulsos de radar hacia Mercurio, con lo cual quedó definitivamente demostrado que su periodo de rotación era de 58,7 días, lo cual es 2/3 de su periodo de traslación. Esto no es coincidencia, y es una situación denominada resonancia orbital.

Al ser un planeta cuya órbita es interior a la de la Tierra, Mercurio periódicamente pasa delante del Sol, fenómeno que se denomina tránsito (ver tránsito de Mercurio). Observaciones de su órbita a través de muchos años demostraron que el perihelio gira 43″ de arco más por siglo de lo predicho por la mecánica clásica de Newton. Esta discrepancia llevó a un astrónomo Francés, Urbain Le Verrier, a pensar que existía un planeta aún más cerca del Sol, al cual llamaron Planeta Vulcano, que perturbaba la órbita de Mercurio. Ahora se sabe que Vulcano no existe; la explicación correcta del comportamiento del perihelio de Mercurio se encuentra en la Teoría General de la Relatividad.

Marte (planeta): Fuego

Marte, apodado a veces como el Planeta Rojo, es el cuarto planeta del Sistema Solar. Forma parte de los llamados planetas telúricos (de naturaleza rocosa, como la Tierra) y es el planeta interior más alejado al Sol. Es, en muchos aspectos, el más parecido a la Tierra.

Tycho Brahe midió con gran precisión el movimiento de Marte en el cielo. Los datos sobre el movimiento retrógrado aparente (lazos) permitieron a Kepler hallar la naturaleza elíptica de su órbita y determinar las leyes del movimiento planetario conocidas como leyes de Kepler.

Origen del nombre del planeta Marte

Marte era el dios romano de la guerra y su equivalente griego se llamaba Ares. El color rojo del planeta Marte, relacionado con la sangre, favoreció que se le considerara desde tiempos antiguos como un símbolo del dios de la guerra. En ocasiones se hace referencia a Marte como el Planeta Rojo. La estrella Antares, próxima a la eclíptica en la constelación de Scorpio, recibe su nombre como rival (ant-) de Marte, por ser sus brillos parecidos en algunos de sus acercamientos.

Saturno (planeta): Tierra

Saturno es el sexto planeta del Sistema Solar, es el segundo en tamaño y masa después de Júpiter y es el único con un sistema de anillos visible desde nuestro planeta. Su nombre proviene del dios romano Saturno. Forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos, también llamados jovianos por su parecido a Júpiter. El aspecto más característico de Saturno son sus brillantes anillos. Antes de la invención del telescopio, Saturno era el más lejano de los planetas conocidos y, a simple vista, no parecía luminoso ni interesante. El primero en observar los anillos fue Galileo en 1610 pero la baja inclinación de los anillos y la baja resolución de su telescopio le hicieron pensar en un principio que se trataba de grandes lunas. Christiaan Huygens con mejores medios de observación pudo en 1659 observar con claridad los anillos. James Clerk Maxwell en 1859 demostró matemáticamente que los anillos no podían ser un único objeto sólido sino que debían ser la agrupación de millones de partículas de menor tamaño.

Origen del nombre de Saturno

Debido a su posición orbital más lejana que Júpiter los antiguos romanos le otorgaron el nombre del padre de Júpiter al planeta Saturno. En la mitología romana, Saturno era el equivalente del antiguo titán griego Cronos, dios del tiempo. Cronos era hijo de Urano y Gaia y gobernaba el mundo de los dioses y los hombres devorando a sus hijos en cuanto nacían para que no lo destronaran. Zeus, uno de ellos consiguió esquivar este destino y finalmente derrocó a su padre para convertirse en el dios supremo.

Los griegos y romanos, herederos de los sumerios en sus conocimientos del cielo, habían establecido en siete el número de astros que se movían en el firmamento: el Sol, la Luna, y los planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno, las estrellas errantes que a distintas velocidades orbitaban en torno a la Tierra, centro del Universo. De los cinco planetas, Saturno es el de movimiento más lento, emplea unos treinta años (29,457 años) en completar su órbita, casi el triple que Júpiter (11,862 años) y respecto a Mercurio, Venus y Marte la diferencia es mucho mayor. Saturno destacaba por su lentitud y si Júpiter era Zeus, Saturno tenía que ser Cronos, el padre anciano, que paso a paso deambula entre las estrellas.

Saturno en varias culturas

En la astrología hindú, hay nueve planetas, conocidos como Navagrahas. Conocen a Saturno como Sani o Shani, el Juez entre todos los planetas, y determina a cada uno según sus propios hechos realizados malos o buenos.

Las Culturas china y japonesa designan a Saturno como la estrella de la tierra dentro del esquema tradicional oriental de utilizar cinco elementos para clasificar los elementos naturales.

En el hebreo, llaman Shabbathai a Saturno. Su Angel es Cassiel. Su Inteligencia, o el espíritu beneficioso, son Agiel (layga), y su espíritu (el aspecto más oscuro) es Zazel (lzaz).

En turco y malayo, su nombre es Zuhal, sacado del árabe ???.

1 comentario

  1. los deseos de conocerme a mi mismo me han traido a este portal, gracias a todos los mensajeros de la luz que difunden estos conocimientos para que los pocos podamos leerlos y asimilarlos, gracias desde mi corazon para todos.

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