So Sahn: ¿Monje Militante o Sensible Sabio?"
SO SAHN:
¿Monje militante o Sensible Sabio?
Charla Dharma 22/19/13
Rev. Hyonjin Sunim
(Ozmo Piedmont, Ph.D.)
So Sahn (1520 – 1604 D.C.) era un maestro Zen de Corea quien enfatizó la integración de estudio de sutra con la práctica de meditación, diciendo:
“Zen es la mente de Buddha, mientras sutras son las palabras de Buddha.”
(Joeng, 2006:xv)
Además, So Sahn incorporó las enseñanzas de Tierra Pura, recitando el nombre de Buddha mientras que practicaba los preceptos. Nació en Corea del Norte, perdiendo su mamá y papá cuando tenía diez años. Un magistrado le adoptó y viendo su gran talento para escribir, le educó en la institución educativa más prestigiosa de su tiempo en Corea. Comenzó estudiando Budismo cuando tenía 18 años, luego tomando los Preceptos y convirtiéndose en monje a la edad de 21. Después de ocho años de estudio y práctica, mientras que caminaba por un pueblito, oyó el canto de un gallo y logró la Iluminación profunda. Después de pasar los exámenes del estado, se le asignaron el puesto de director de la escuela de Zen igual como director de la escuela de Sutras, pero después de servir tres años, renunció el puesto y volvió a las montañas para vivir y meditar en soledad. Sin embargo, en 1592, después de la invasión de los japoneses, la que devastó el país, organizó un ejército compuesto de monjes, puesto que Corea no tenía un ejército organizado en este momento, pensando que el mundo perdería enseñanzas coreanas del Dharma muy preciosas si se perdieran la guerra. La dedicación, fortaleza, y disciplina de este ejército expulsó los japoneses del país, y lo hicieron sin cometer atrocidades ni torturas a los prisioneros, tratándolos con respeto y compasión. Después de servir defendiendo el país, So Sahn regresó a la vida campestre. Al final de su vida, mientras que daba una charla Dharma a sus alumnos, miró arriba a su propio retrato en la pared, dejó de hablar, y escribió un poema:
“Hace ochenta años, éste era yo. Después de ochenta años, ¿soy yo éste?”
(Joeng, 2006:xxii)
Justo después de escribir la última estrofa, murió, entrando al Nirvan mientras se sentaba recto sobre su cojín.
So Sahn enseñó La Iluminación Súbita con Práctica Gradual, integrando el estudio de sutra con meditación, llevándose a la realización directa de la esencia sin forma y nombre, lo que es dentro de todos los seres, lo que se conoce también como La Mente, el fundamento de sustancia sin cambio. Se logra esto por medio de cortar los apegos de los pensamientos discriminativos de la mente, llevándose a la mente presente de talidad. Como Chinul, consideraba la mente como la esencia, el fundamento sin sustancia, lo que se conforma a las funciones de los cambios de condiciones cambiantes. Se mantiene la menta calma y lúcida por medio del estudio del hwadu y con la actitud de “No sé”, abriendo la consciencia al no-hacer y no-apego. Consideró la meditación como una manifestación de siempre presente Naturaleza Búdica, la que se encuentra por medio de voltearse adentro y rastrear la luz de la consciencia a fuente, la mente original.
So Sahn enfatizó que nuestra naturaleza es sin forma, sin nombre, nunca nace y nunca muere. Cualquier nombre que se diera sería un error. Debemos experimentar esta esencia directamente, encontrando nuestra cara original. Al realizar tal hazaña, es como al fin volverse a casa, o como escribió So Sahn:
“Es como la dulce lluvia cayendo después de una sequía larga; como encontrar un viejo amigo en un país lejano.” (Joeng, 4:9)
Tuve esta experiencia exacta cuando llegué a Mexico para vivir en Aguascalientes. Es una región bien seca, semi-árida, en el centro del país, donde no llueve por casi todo el año. Me sentía la piel agrietada y la naríz con comezón constante, los labios me cortaron y sangraban del sol. Intentando manejar esta situación fue casi más allá de mi tolerencia, limpiando el polvo constante de mis ropas, zapatos y cabello cada día, especialmente cuando había vientos fuertes remoliendo nubes rojas de polvo en el calor. Después de 11 meses así, por casualidad un viejo amigo de California, donde había vivido antes, vino a visitarme durante sus vacaciones. La primera tarde de su llegada, nos sentamos afuera en la sombra de un café en el centro de la ciudad para ponernos al día, platicando, bromeando, y riéndonos sin otra preocupación. No obstante, no nos habíamos dado cuento del cielo oscureciéndose encima de nosotros. De repente, una lluvia ligera comenzó a caer sobre nuestras cabezas y hombros. Recuerdo inclinándome atrás en mi silla para experimentar la delicia de la lluvia acariciando me cara y absorbiéndose a mi piel. Fue un momento de puro gozo estar allí con mi mejor amigo riendo y experiementando la lluvia juntos, sin necesidad de mover ni huir, solo la sensación pura de dicha envolviéndonos. Puedo comparar esta experiencia a lo que So Sahn refirió al realizar nuestra Verdadera Naturaleza, el sentido de plenitud, descanso, y agradecimiento por haber llegado por fin a este momento preciso de perfección, la Verdad, y Lo Eterno.
So Sahn también hace referencia a la talidad de la mente pura experimentada justo en el presente cuando se sueltan los pensamientos discriminativos revelando los dos aspectos de la mente original: la esencia fundamental sin cambios, y la función de la mente conformándose a las causas y condiciones que surgen en cada momento. Los dos aspectos de la mente existen al mismo tiempo, representado por los símbolos en el siguiente escrito:
En un día claro y brillante,
Las nubes se recogen en valles profundas.
En un lugar remoto y silencioso,
Radiante luz solar ilumina el cielo claro. (Joeng, 11:21)
Hemos aquí la esencia radiante como la luz del día y el sol, en contraste a las nubes acumulándose, como los pensamientos y circumstancias en los altibajos de las valles de la vida cotidiana. Aún, en el silencio de los lugares más remotos, como en nuestra meditación para calmar y aquietar la mente, podemos ver el cielo claro, nuestra cara verdadera. Es como el yin y el yang, con la sustancia imovible del día y el sol, el yang, en harmonía con la función de yin en las nubes y en las valles oscuras de los lugares remotos. Es un juego entre los dos aspectos de la vida, el “simplemente así” manifestándose en las actividades diarias de los opuestos.
So Sahn nos recuerda que una práctica verdadera involucra tres aspectos: la meditación, la sabiduría, y los preceptos. Necesitamos la meditación para calmar la mente y entrar en samadhi, o concentración meditativa. La sabiduría es para comprender las verdades del universo, como la esencia, la impermanencia, la vacuidad, y el no-yo. Sin embargo, igualmente importantes son los preceptos, la intención de vivir una vida activa basada en la ética de un Buddha para la liberación del sufrimiento de todos.
Por tanto, en la Hinayana, los preceptos protegen el Dharma enseñándonos como seguirlos en nuestro cuerpo, mientras en la Mahayana se emfatiza como mentener los “preceptos de la mente” así que no nos desviemos del Dharma debido al mente pensativo (discriminativo). La lujúria obstaculiza nuestra naturaleza pura. El matar seres vivos nos bloquea de nuestra innata mente la compasión. El robar cosas no entregadas nos obstaculiza de nuestra buena fortuna, el mérito, y la virtud. El mentir nos obstaculiza la verdad de las cosas como son…
Estos cuatro preceptos son la base de todos los otros preceptos. Se explican aquí con tanto esmero para que no se los rompan incluso en el pensamiento. No seguir la mente pensativa es lo que significa “preceptos” (sila). No dejar la mente pensativa surgir, sino manteniéndola en el estado de antes de pensar, es lo que se conoce como “meditación” (samadhi). Y no dejarse seguir acciones por pensamientos tontos es lo que se conoce como “sabiduría”(prajna).
De otra forma, los preceptos capturan el ladrón – nuestra mente delirante, nuestra mente manchada; meditación inmobiliza al ladrón; sabiduría mata al ladrón. Sólo un fuerte tazón sin grietas, hecho de los preceptos, puede contener la pura y clara agua de la meditación, reflejando la sabiduría como la luna en su superficie. (Joeng, 38:55-6)
Budismo no es sólo una comprensión intelectual, sino una práctica activa basada en la inter-relación entre los preceptos, la meditación y la sabiduría. Los preceptos nos da el andamio y la forma para esta realización en la vida cotidiana. Cuando nos olvidamos el comportamiento ético de los preceptos, es como tener grietas en nuestro contenedor, dejando el agua de nuestra consciencia fugarse. Sin embargo, con una buena práctica basada en las intenciones puras y éticas de vivir como un Buddha y con el agua clara de meditación, podemos realizar la sabiduría directa y plena de la Iluminación. Al mismo tiempo, So Sahn nos advierte de dos errores graves en la práctica: uno es la persona ignorante persiguiendo cosas superficiales, corriendo detrás de sueños ilusorios de deseos; el otro es el error del alumno cazando la mente, aferrando a reflejos de la luna en el agua, igualmente ilusiorio. El Dharma verdadero es soltar las dos tendencias, sabiendo que la mente ya siempre es libre, clara y pura. Zen es el no-apego: no hay nada lograr ni abandonar. Cuando meditamos, no lo hacemos para convertirnos en Buddha, lo que es una forma dualista de pensar bloqueando la realización. En cambio, al sentarnos, estamos manifestando la ya presente y eterna Mente Búdica aquí y ahora en nuestra vida cotidiana.
“El resplandor sagrado de nuestra naturaleza original nunca obscurece.
Ha brillado desde el tiempo sin comienzo.
¿Esperas pasar por el portón que conduce a esto?
Simplemente no dejes que surgiera el pensamiento conceptual.” (Joeng, 86:119)
Bibliografía
Joeng, Boep. (2006). The Mirror of Zen. Shambhala: Boston.