De clarividente a creadora de realidades, por Jocelyne Ramniceanu
Recientemente dicté un taller en la ciudad de Caracas y era el primero que dictaba después que mi hijo partió a otro plano de existencia. Me sentía muy triste y había decidido no llorar previamente para que las lágrimas no inflamaran mis ojos. Pero había una idea en mi mente que rondaba; se trataba de cómo podría enfrentar el hecho de si me llegaría a enfermar justo antes o durante el taller.
De alguna manera me sentía débil y triste. No me encontraba en armonía ni alineada con mí ser.
El día previo al taller me enfermé. La fiebre me subió sin explicación. Pensé suspenderlo, pero sabía que venían personas de otras ciudades y no las podía dejar plantadas a tan solo pocas horas del evento. Sorpresivamente se iban inscribiendo más y más personas, hasta que temí que no entrarían en el lugar. La fiebre no bajaba. Durante el primer par de horas no me fue fácil pero me sobrepuse a la temperatura y a la baja energía. Sabía aunque no entendía como, que yo había creado mi enfermedad, y era mi responsabilidad asumirla. Después de media mañana, me sentí más aliviada y agradecida.
El origen de la enfermedad no está en el cuerpo, viene de nuestras creencias, y solo cuando las transformamos, nos sanamos. Las enfermedades se producen por los negativos y las pensamientos emociones retenidas. El sufrimiento suprimido es responsable de muchas enfermedades, el dolor hay que sentirlo, darle la bienvenida y dejarlo ir, gracias dolor por mostrarme que estoy en desarmonía en mí ser. La enfermedad es nuestro aliado, no nuestro enemigo, solo nos avisa que algo en nuestro cuerpo-mente no está bien. Si reaccionamos a ella sin comprender el mensaje, nada hacemos, si aceptamos y agradecemos constantemente, comenzamos a encontrar de nuevo la paz.
Nuestro cuerpo-vehículo reacciona de acuerdo a la mente, pero también tiene la capacidad de sanarse a sí mismo cuando las condiciones cambian.
Luego tomando responsabilidad me curé.
Otra situación que ocurrió relacionada a mis pensamientos, igual de dramática fue la siguiente:
Hace muy pocos días tomé las precauciones de cerrar mejor la puerta de la casa ya que faltaba un portero en el edificio. Siempre viví confiada y así me sentía hasta hace un par de días, que tuve lo que creía era una corazonada acerca de la seguridad en el edificio.
Ayer para mí sorpresa y ver como se cumplían mis presentimientos, entró una banda en el edificio a robar, sometiendo a dos de mis vecinos de distintos apartamentos y pude constatar cómo mis temores se hacían realidad.
En otra época me hubiese atribuido con esta y otras “casualidades” recientes, facultades de adivina o clarividente. Pero hoy en día comprendo como soy la creadora de mi realidad y que debo estar pendiente de limpiar mis temores, y cualquier pensamiento que me quite la paz.
Cuando alguien viene a contarnos algo acerca de su enfermedad, eso ya está en nosotros y debemos de limpiar, no importa que aparentemente no tenga nada que ver con uno. Si alguien o digamos en la televisión oímos y vemos noticias acerca de la inseguridad, eso ya está en nosotros también. Nada aparece que no esté en nuestro sistema de creencias. Si no nos hacemos cargo, estos pensamientos se manifiestan de una u otra manera.
Es nuestra responsabilidad eso que estamos creando. Todo lo que aparentemente es externo a nosotros y le está ocurriendo a otros o lo estamos notando, desde el momento que entra en nuestra percepción, es nuestro.
Da igual si le ocurre al vecino o nos ocurre a nosotros, da lo mismo si nos lo cuentan o lo vivimos, sigue siendo parte de nuestro programa y tenemos que limpiarlo para que este se borre, tome el tiempo que deba tomar. Nada se limpia al instante y menos si luego volvemos a pensar en ello. Es un trabajo de por vida, es una manera de vivir la vida.
Somos responsables de todo lo que ocurre en nuestras vidas o en la de aquellos que aparezcan en nuestra pantalla.
Si todo el día repetimos en silencio, Te Amo y Gracias, no pueden entrar los pensamientos de desamor. Ellos irán lentamente desapareciendo al sintonizarnos a frecuencias más elevadas. También utilizar la frase “Lo siento, perdóname por aquello que hay en mí que está creando esto” es mágica.
Al hacerlo con frecuencia, comenzamos a sentir paz, es como si retomáramos nuestra conexión con Dios dejando de lado nuestra programación, y realmente sentimos como ocurren milagros.
Repito una y otra vez en mi mente, TE AMO dirigiéndome a la Divinidad para que detenga mi charla mental.
Cuando limpiamos nos damos cuenta que no somos nuestra mente, ella forma parte de nosotros y la podemos calmar.
El silencio en nuestra mente permite que nos llegue la inspiración y que todo lo que es perfecto ocurra en nosotros.
Te amo
Fuente:http://hooponoponoenvenezuela.wordpress.com/2013/07/29/de-clarividente-a-creadora-de-realidades/
De clarividente a creadora de realidades, por Jocelyne Ramniceanu