Depura tu cocina de elementos dañinos para tu cuerpo
Bienvenidos, queridos amigos, lectores y colaboradores de esta gran comunidad de hermandad blanca. El día de hoy me ha llegado la inquietud de llegar hasta ustedes con un tema ligeramente más práctico pero que puede tener gran impacto en nuestra salud.
¿Alguna vez se han puesto a analizar con detenimiento todos los productos que tienen en su cocina?
Desde las latas de conservas hasta los aderezos y especias que utilizamos para preparar los alimentos. Todo eso, el tipo de ingredientes que tienen, el tiempo que los dejamos en la despensa, y hasta la forma en que lo acomodamos, dice mucho no sólo de nuestra personalidad, sino de la importancia que verdaderamente le damos a todo lo que metemos en nuestro cuerpo por medio de la alimentación.
Vamos a hacer un breve pero práctico recorrido por nuestra cocina, y vamos a deshacernos de absolutamente todo lo que ya no sirve, o no nos hace bien, o puede servirle a alguien más, para dejar espacio que podemos ocupar con alimentos más saludables y novedosos.
Vamos a necesitar:
Una bolsa grande de basura
Limpiador y franela para limpiar (las alacenas siempre están muy sucias)
Un montón de voluntad y genuina disposición a sacar todo lo que no representa una ventaja
Ya entrados en materia, a mí me gusta comenzar con el refrigerador. Muchas personas tienen esa manía de pensar que el espacio de la nevera está hecho para llenarse, por obligación, en su totalidad, y esto es completamente falso.
A menos que tengamos una familia muy numerosa ¿Por qué tendríamos necesidad de almacenar tanta comida en frio? peor aún ¿de tener un congelador atascado de carne que tiene más de un mes?
Muchas de nuestra ansiedad la reflejamos adquiriendo alimentos que no necesitamos. Éstos pasan a saturar nuestros frigoríficos y terminan consumiéndose cuando ya no están frescos o pudriéndose francamente.
Así que lo primer es limpiar todas esas horribles fuentes de enfermedad y tirarlas sin más.
Además, lo que sí pueda aprovecharse, debe usarse de inmediato. Es mucho, mucho mejor abrir el refrigerador y ver pocas cosas pero frescas y limpias, que encontrar un universo sin final de productos que además de exceder nuestras necesidades alimenticias, están por caducar.
Las compras, sobre todo de los perecederos, hay que hacerlas cada cinco o seis días como máximo, sin pereza y sin caer en la tentación de comprar de más, punto.
Ya que terminamos de sacar todo lo que no sirve, es momento de hacer un voto de honestidad y sacar todo lo que no es bueno para nosotros. Esto incluye helados llenos de azúcares y grasas, jarabes de chocolate, embutidos y demás cosas que si bien no caducan tan rápido, dañan a nuestro cuerpo y constituyen una tentación constante.
Sí, puede ser duro y parecer un desperdicio de inicio, pero el cuerpo lo agradecerá muy pronto. Lo último es una limpieza a profundidad de la nevera, que podría tener años almacenando organismos patógenos resistentes al frio.
Ya con el corazón de la cocina limpio, lo siguiente va a ser mucho más fácil. Abrimos las gavetas de la despensa y hacemos exactamente lo mismo. Aquí lo que tenemos que hacer, luego de tirar todo lo que no sirve o es francamente dañino para nuestra salud (como galletas y frituras), es procurar tenerla siempre bien ordenada para tener muy a la mano ingredientes ricos y saludables.
Al final de nuestra depuración, deberíamos tener ya una enorme bolsa de cosas que tirar.
¿Quieres ir un poco más lejos? deshazte de trastes y vasos y cubiertos que casi no usas. El espacio es una ventaja maravillosa para el espíritu, y recuerda: menos, es más.
La cocina es un espacio en el que vamos acumulando un montón de cosas innecesarias. Evítalo con una depuración a fondo cada mes o cada dos meses, por lo menos. Y organiza tus compras de forma inteligente, no consumas ni compres alimentos por ansiedad y así además ayudarás a evitar el desperdicio mundial del que todos los países occidentales somos cómplices.
AUTOR: Kikio, redactora de la gran familia hermandad blanca.org
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