El efecto del mar en la meditación

Pedro González

Aunque no es novedoso, se ha investigado mucho sobre el efecto del mar en la meditación. Y por suerte para los seres humanos, es muy beneficioso. Ese inmenso océano azul que tanto aterra a mucha gente es en realidad un gran aliado para ser más plenos y felices.

Cuál es el efecto del mar en la meditación

El efecto del mar en la meditación se produce porque las olas, el sonido y el propio agua involucra a nuestros cinco sentidos. Su rumor, tan suave y tan rítmico, favorece que nuestro oído capte la sensación auditiva. Junto a ello, el color azulado, el aroma a sal mineral y el tacto húmedo hace que todo nuestro ser esté involucrado y volcado.

El efecto del mar en la meditación

Así pues, con este conjunto de situaciones que provoca el mar, nuestras ondas alfa cerebrales aparecen con más potencia que nunca. Estas, que son las mismas del sueño, también hacen acto de presencia durante la vigilia, lo que nos permite un mayor enfoque.

En este momento, con las ondas alfa totalmente potenciadas y nuestros cinco sentidos embriagados por el suave movimiento marítimo, es cuando la meditación se expande a tope. De ahí que hacerla frente al mar o cerca del mismo sea tremendamente productivo y beneficioso para el cuerpo humano, y también para el cerebro.

https://www.youtube.com/watch?v=Ls4-EZKJgSk

El mar ayuda a la concentración y la reducción de la angustia

Pero hay más motivos por los que el mar ofrece un efecto muy beneficioso para la meditación. Su color, su inmensidad y su profundidad nos llevan a admirar a la madre océana. Por ello, nuestro cerebro deja de estar en modo activo, y pasa a sentirse mucho más relajado.

El mar, mezclado con el infinito cielo azul, permite que nuestro cerebro descanse de sus preocupaciones y pensamientos. Y en ese momento, el tiempo parece pasar más lento, y nosotros nos sentimos como una burbuja suspendida en el aire donde todo es quietud, tranquilidad y buenas vibraciones.

Como es lógico, en este estado de profunda paz y calma, la meditación es maravillosa, ampliando nuestros sentidos y elevándolos a estados casi extrasensoriales. Por ello nuestro cuerpo se calma, nuestras preocupaciones se acallan, nuestra confianza crece y la angustia se marcha de nuestra aura durante un buen rato en que nos dejamos caer en el suave abrazo marítimo de bienestar.

Fuera pensamientos negativos

Como es lógico, en este estado de bienestar, los pensamientos negativos, esos que rumian y rondan constantemente nuestra mente, desaparecen y nos dejan descansar durante un buen rato en que la felicidad y la plenitud se apoderan de nuestra alma.

Así pues, esas ideas obsesivas que parecen no querer abandonar nunca nuestra mente se marchan poco a poco y hacen que dejemos de repetir las mismas preguntas una y otra vez.

Y por si fuera poco, en este estado de profundo bienestar, también mejora nuestra creatividad y originalidad. Al acallar las voces negativas del cerebro, nuestros juicios son menos críticos, pero más bondadosos y mucho más razonables y novedosos.

Así es como todo nuestro ser rompe con la rutina y eleva el alma hacia un estado de meditación en plenitud que solo la cercanía del mar o la experiencia son capaces de proveer.

De hecho, el mar posee un efecto casi hipnótico sobre nosotros, lo que también mejora los estados de meditación. Se debe a la alta producción de ondas alfa, que desde un panorama emocional, logra que todo a nuestro alrededor se relativice.

De repente, el tiempo se para, tú estás sobre una burbuja de plenitud, y te sientes en contacto con tu propia naturaleza. Has alcanzado un momento de meditación transcendental del que no querrás salir nunca.

No obstante, este estado casi Zen te permite vaciar tu cerebro de efectos negativos. Así abandonas de desasosiego y abrazas cuanto hay de bueno en el mundo y cuanto hay de positivo en la meditación junto al mar.

Por Pedro, redactor de la Gran Hermandad Blanca

2 comentarios

  1. Muchas gracias. Precisamente, quiero compartir que empecé una nueva forma al meditar, a finales de abril, la cual estoy siguiendo y como no tengo al mar cerca, pues me imagino sentada al frente de éste, oigo las olas, siento la brisa tibia y hago así mi meditación. Es sumamente reconfortante. Apacigua mi mente de cualquier pensamiento derrotista y le da un nuevo sentido a mi vida. Namasté.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

xxx