El Alma humana, por Miguel Angel Quiñones
(Extracto de la charla dada por Miguel Ángel Quiñones el 25 de junio del 2010 en el Centro de Luz de Las Rozas, Madrid)
Todos los seres humanos vivimos inmersos en un mundo interior anímico propio que es el escenario en el que trascurre toda nuestra vida personal. No es nuestra esencia espiritual, pero si es el centro desde donde podemos concienciar todo el mundo, en donde se desarrolla nuestra vida de sentimientos y pensamientos, e incluso desde donde parten los impulsos volitivos que nos llevan a actuar en el mundo.
Independientemente de nuestras creencias, incluso negando la existencia del alma, todos vivimos, queramos o no, dentro de nuestra alma: sin ella no tendríamos conciencia, no podríamos hacernos una imagen de nosotros ni del mundo (representaciones).
A partir del siglo XIX se generaliza un tipo de pensamiento que es el que hoy rige la vida de todo el planeta, basado en la fuerza que todos hemos depositado en una concepción científico-materialista que nos ha sido impuesta desde la infancia, primero a través del adoctrinamiento del sistema educativo, y después en todos los procesos formativos y culturales. Con esta base de pensamiento algunos creen que cuando se conozcan todos los procesos anatómico-fisiológicos del ser humano, se conocerá a este perfectamente, incluido su comportamiento y esencia, ( todo está dentro del cerebro, que es el que piensa, siente y decide). Y sin embargo todos vivenciamos y expresamos mediante un sabio lenguaje, de forma natural : Yo pienso, yo siento, yo actúo. No decimos: Mi cerebro piensa, siente y actúa. Porque yo soy un yo, una entidad. Yo tengo un cerebro, que es el mío, luego soy yo el que piensa, decide y siente a través de mi cerebro, que es mío, que forma parte de mí, pero que no soy yo.
Placer y Displacer
¿Cuáles son las características, que mas propiamente caracterizan al Alma Humana, como nuestro centro a través del que vivimos y experimentamos toda nuestra vida?. ¿Qué es lo que nos mueve y dirige?: El placer y el displacer, lo que nos agrada o desagrada, el bienestar y el sufrimiento, y también nuestras expectativas y temores. Cualquier cosa que consideremos, correcta o incorrecta, se pasa por el filtro del placer o del displacer que condiciona, y casi siempre es lo que sucede, su aceptación o rechazo según nuestras expectativas y temores.
En general se experimenta que, a lo largo de la vida, el displacer abunda mucho más que el placer, ya que “la vida es un valle de lágrimas”. En la cultura anglo-sajona, bajo la influencia luterano-calvinista, ha surgido, de forma más o menos consciente en el alma, la pertenencia social a uno de dos bandos, y esto primero a partir de la religión y más adelante como una aberración cultural, pero aceptada mayoritariamente: el de los ganadores o el de los perdedores. Si formo parte del de los ganadores tengo el derecho, porque me lo he ganado, del disfrute de todos los placeres que se me ofrezcan, al contrario de los perdedores que no han hecho los méritos suficientes, y por consiguiente merecen el sufrimiento que les da la vida. Es un modo de vida condicionado por el concepto protestante de la predestinación.
Expectativas y Temores
¿Qué opinión tenemos cada uno, por ejemplo, del concepto “muerte”?. Nos afecta a todos, según lo que cada uno piensa conceptualmente sobre la muerte, independientemente de que seamos creyentes, ateos, agnósticos, etc., en como nos afecta ese hecho en la propia alma: con negación, auto-protección, temor… ¿Qué espero yo después de la muerte?: salvación, inmortalidad, condenación, extinción de la conciencia, etc. es el temor y expectativa universal. Los temores generan en la vida rechazo y alejamiento de la realidad. Las expectativas, los esfuerzos para conseguir el placer y bienestar; dirigen la voluntad hacia la consecución de los objetivos deseados. Estos condicionantes mueven la vida de casi todo el género humano.
Las corrientes espirituales realmente serias, aparte de informar de la realidad macrocósmica presentan realidades esenciales susceptibles de ser experimentadas en cada uno de nosotros, responsables de poder identificar cómo se manifiestan individualmente y verificables en la propia animidad. “Conócete a ti mismo” es el principio del auto-conocimiento, sin auto-engaños. En este sentido cada uno puede revisar sus experiencias vivenciales, los recuerdos intensos de placer o dolor que permanecen grabados en el alma y reflexionar sobre los estorbos que pueden suponer para la búsqueda objetiva de la Verdad, sin condicionamientos.
Percepción Sensorial y Conceptos
Aunque los principios constitutivos del ser humano no se manifiesten de forma separada, podemos estudiarlos separados, al principio, para conocerlos mejor. Así los dividimos en cuerpo, alma y espíritu.
A través de los sentidos el cuerpo físico informa al alma de lo que ocurre en el mundo exterior, de lo que se introduce sensorialmente. No obstante nunca entenderíamos lo que está pasando mediante la información sensorial si no le añadiéramos los conceptos correspondientes a través del pensar. Las percepciones sensoriales se unen a los conceptos que inmediatamente añadimos para entender el mundo. Las percepciones más los conceptos forman nuestras representaciones.
El alma necesita imprescindiblementeque surja un concepto inmediato a cada percepción, verdadero o falso, pero útil para comprender lo que se percibe en ese momento concreto. El pensar es un reflejo o resultado de nuestra actividad espiritual. Ahora bién el espíritu sólo puede comunicarse con el alma. Pero la manifestación de la Espiritualidad Pura, es decir sin mezclas del pensamiento intelectual racionalista, de una actividad puramente cerebral, sin prejuicios, sin condicionamientos educativos , familiares o académicos, ni de las costumbres locales, ni por la pertenencia a un estrato social, ni por el sexo, la profesión… etc., etc. .Esto solo puede darse si se cumplen dos requisitos: Primero: La plena y tranquila consciencia en el alma. Segundo: La absoluta abnegación en el proceso de recibir los conceptos o ideas correspondientes a las percepciones antes citadas.
Cuando pensamos correctamente, de forma consciente, cuando no se trata de dejarnos llevar en el pensar por la mera asociación automática de ideas que constantemente nos vienen, el espíritu trabaja en el alma, en el libre discurso de las ideas reales que corresponden al proceso de percepción; la vida del alma es una vida de representaciones (superposición al mundo de los sentidos de los conceptos apropiados, en el presente, o de los recuerdos del pasado).
El problema surge por la subjetividad, por la manifestación en nuestra alma de el placer y el displacer, de lo que nos agrada o desagrada: el alma no espera a comprender para sentir; el mundo sensorial exterior se convierte de inmediato en un contenido anímico interior que nos produce placer o dolor, con lo que la acción del espíritu sobre el alma se ve condicionada y obstaculizada. Lo que vivenciamos anímicamente con fuerza, por ejemplo en una fuerte discusión, no espera a que busquemos y pongamos el concepto apropiado a la situación, sino que inmediatamente el alma, herida o agradecida, ciega todo lo demás del momento presente. Con el paso del tiempo podemos ganar objetividad, separando el placer o displacer inmediato que nos está gobernando.
La Búsqueda de la Verdad
Cuando se quiere establecer una relación con la Verdad deberíamos lograr objetividad en el pensar puro (correcto y exacto), sin que sea teñido de subjetividad emotiva, sobre lo que nos agrada o desagrada. Se trata de poder acallar las emociones en determinados momentos para modelar en el alma una forma de comportamiento que controle el placer y el displacer que algo nos pueda proporcionar, evitando que lo verdadero real se nos oculte. Sabemos que en algunas escuelas de misterios de la antigüedad se recurría a una formación previa de los discípulos en el estudio de las matemáticas, o sea de una ciencia exacta, libre de cualquier tipo de subjetividad emocional, como preparación para estudios esotéricos.
Adormecimiento del Alma
En determinadas situaciones el alma puede perder su actividad, aunque sigue permaneciendo unida al cuerpo físico; el espíritu no puede entonces actuar, no funciona el pensar. Un ejemplo lo tenemos en los casos de hipnosis: el alma no siente frío, dolor, etc., el yo de la persona hipnotizada es temporalmente desplazado por el yo del hipnotizador, el espíritu sin alma permanece callado. No podemos olvidar que siempre es el alma la que siente dolor, placer, etc, no el cuerpo físico.
Por eso tras la muerte el alma sigue, durante mucho tiempo hasta su disolución, experimentando sensaciones, dolores, etc. que proceden de las experiencias del cuerpo físico, aunque éste ya no exista. Nos llevamos el contenido de nuestra alma, algo que obviamente desconocen las personas que se suicidan en un intento de evadirse de los sufrimientos de esta vida.
En las personas normales el contenido del alma está muy condicionado por lo que conocemos como “importancia personal”, estar convencido y vivenciar desde la propia alma que lo más importante que ocurre en el mundo es lo que le sucede a uno mismo, sentir el peso tremendo que hay en el alma de lo que le pasa. El problema es el contenido del alma. El conjunto de las propias experiencias pueden estar condicionando el funcionamiento de esa alma en el presente y en el futuro, ya que puede desvirtuar los conceptos que el espíritu, a través de la forma de pensar, personal que cada uno tenga, pueda ofrecerle.
Es importante poder modelar lo que viene de fuera, atemperando el ruido que no cesa, para poder acceder al contenido de la Verdad, que entonces puede generar agrado o desagrado según concuerde con lo que se siente en el alma. De lo contrario, lo que nos venga de verdadero lo vamos a contraponer con los deseos, o con los juicios sobre experiencias previas (prejuicios) en los que nos solemos basar y así juzgar si alguna cosa persona o situación es correcto o incorrecto; no nos abrimos a la Verdad de una manera absoluta, sino que la pasamos por el filtro de lo que vive en cada uno, a lo que se siente y cree. El que se tiene que acomodar a la Verdad es el aspirante para alcanzarla, y no al contrario. Esta situación anómala es algo que ha empezado a ocurrir en el siglo XX, ya que durante milenios no era así: lo que importaba en las antiguas escuelas de misterios era la preservación de la verdad, al margen de la manipulación y usufructo del pueblo.
En la Época del desarrollo de la Conciencia
Estamos en el comienzo de una época, conocida en Antroposofía como del Alma Consciente, en la que multitud de seres humanos ya hemos pasado o estamos pasando por un proceso de individualización (auto-determinación); todos poseemos un ego cuya fuerza se está incrementando: sentimos que somos un “yo”, una personalidad que cada vez se siente menos perteneciente a un grupo racial, territorial, de sangre, etc., en pleno proceso de confrontación con otros egos y que tiene que auto-definir su fuerte personalidad por encima de todo.
Es un proceso necesario contra el que no se puede luchar, como requerimiento de la época, en la que ya no son válidas las antiguas tradiciones, los lazos de sangre ni los dogmas y doctrinas impuestas, etc., pero que requiere el que cada “yo” se reconduzca a si mismo: por ello es necesario reconocer en cada uno como se manifiesta el proceso para poder modularlo y así tener la posibilidad de controlarlo y dirigirlo.
Ya hemos manifestado que el Espíritu es la parte esencial que en cada uno puede trabajar en el Alma, con la inspiración de conceptos e ideas de los mundos espirituales, lo cual requiere objetividad para que los condicionamientos del placer/agrado, displacer/dolor estén apagados y tengamos la suficiente tranquilidad anímica. Para poder pensar mejor, para que el espíritu pueda manifestarse de forma más potente dentro del alma, para ir conquistando el sentido de la realidad, es requisito imprescindible individual el conseguir tranquilidad,ausencia de angustia, de stress y de ese estado de nerviosismo permanente que en muchos casos condiciona nuestras vidas. En palabras de Rudolf Steiner: “Lleno de amor y entrega me dedicaré a lo que vive en el mundo espiritual, sin considerar lo que me agrade o desagrade, es decir, sin que mi yo personal, o el mundo exterior, interfieran.”
Sentimientos y Emociones
Es importante vivenciar todo esto para poder empezar a ser los protagonistas de nuestras vidas. El pensamiento, que no lo produzco yo, sino que me tiene que llegar con toda su luminosidad y grandeza, sin filtros, necesitará una aptitud abierta y positiva para que me penetre lo más posible y así poder elaborarlo y comprender la realidad. Ese pensamiento, y la voluntad en la que se manifiesta, se tiene entonces que convertir en un sentimiento. La emoción surge entonces como consecuencia de comprender una idea: con el sentimiento he individualizado un pensamiento comprendido, lo he hecho mío.
Vemos pues que los sentimientos exacerbados son un problema para el proceso de conocimiento de la realidad; pero los conceptos e ideas comprendidos, tienen el requisito de implantarles mi propio sentimiento, individualizando el pensamiento. Un pensamiento, por más grandioso que sea, no será mío si no es sentido individualmente, si no puede unirse con mi sentir.
Es importante diferenciar entre los sentimientos que parten del mundo físico, aquellos que me producen agrado o desagrado, y los que se manifiestan dentro de mi alma como consecuencia de procesos activos e individuales de pensamiento.
El pensamiento en sí, es como un arquetipo que flota, algo virtual. Imaginemos, por ejemplo, el concepto “mesa”, algo que flota en el espacio y que se individualiza en los millones de mesas existentes. Si comprendo ese concepto “mesa”, lo puedo reproducir de miles de maneras diferentes y lo utilizo ( mesas grandes, pequeñas, de piedra, madera, metal, etc,etc.)
Ya hemos visto que los conceptos los tenemos preparados para aplicarlos, inmediatamente a los estímulos sensoriales que nos vienen de fuera, pensamientos intelectuales y prejuicios ante los que el espíritu calla. El prejuicio hace que sea innecesaria la actividad espiritual, es útil y funciona en la vida normal, sea de forma correcta o incorrecta. Lo apropiado sobre todo en cuanto se refiere al estudio serio de la ciencia espiritual sería hacer callar los juicios personales para estar receptivos a los que nos vengan y así dar ocasión para que el espíritu (la esencia, que no es el alma) actúe y no se atrofie por falta de actividad espiritual individual.
Miguel Angel Quiñones
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