El dios Zeus y su relación con el ser humano

Para la mitología griega, el dios Zeus, es la divinidad del rayo, del cielo y de la luz, pertenece a la segunda generación de dioses, siendo hijo de Cronos y Rea. Es el dios con más importancia de todos los dioses del panteón helénico. Es una personalidad que lidera a los hombres y a los otros dioses. Asimismo para los antiguos, provocaba las lluvias y el destello vorágine del relámpago. Por otra parte, para los romanos, Zeus fue identificado con júpiter, dios del cielo y protector de Roma.

Desde la mitología, se cuenta que fue criado y amamantado por la cabra Amaltea, a quien; siendo un niño el dios Zeus le rompió mientras jugaba un cuerno, y una vez quebrado; le prometió que se llenaría mágicamente de todos los frutos que ella desease. De aquí viene el famoso cuerno de la abundancia usado por muchos escudos de muchas naciones. Más tarde Zeus uso la piel de Amaltea para cubrirse y luchar contra los titanes, formando un escudo, este tiene el nombre de égida.

Por otra parte, en la Iliada de Homero, se narra que en la puerta de su hogar, habían dos ánforas, una contenía todos los bienes, y la otra todos los males y él disponía a sacar de allí tales cualidades duales para asignárselas a los mortales. Esta alegoría podría significar que el dios Zeus es quien dispone la justicia en el mundo, y distribuye la bondad y la maldad. Asimismo es el dios del rayo y la luz.

Por ende, se puede considerar que el dios Zeus, posee una luz de consciencia sobre los factores que determinan al hombre, por ello el dios Zeus pesaba -según la iliada-, en una balanza de oro; el destino de los hombres. Éstos últimos, por su entendimiento limitado pueden no percibir (o hacerlo con dificultad) la totalidad de la idea de justicia (porque este concepto trasciende las ideas binarias del  entendimiento), de esta forma, el rayo de Zeus puede simbolizar para el hombre, la intuición o pensamiento trans-racional que aprehende las ideas inteligibles e inmateriales del mundo. De cierta manera, el dios Zeus, con su rayo; podría encarnarse como el símbolo de uno de los principios lógicos formulados por Leibniz, a saber: El principio de razón suficiente.

De ésta forma no es de extrañar que los filósofos estoicos vieran al dios Zeus como el ente que encarnaba el cosmos, y con ello el orden y las leyes, ya que desde la perspectiva mítica, este dios era el responsable de purificar a los asesinos, y velaba por el cumplimiento de los juramentos y deberes contraídos.

Asimismo, es interesante notar el simbolismo del rayo-luz correlacionándolo con la conciencia, la intuición y el pensamiento. Con todo esto el dios Zeus puede significar la capacidad de disernimiento que tiene la conciencia para la aprehensión de la justicia y las leyes del cosmo.

Este Dios se correlaciona para los romanos con júpiter y su domicilio se encuentra en el signo de sagitario. Dicho planeta simboliza la jerarquía social, y la autoridad que se impone desde el exterior a la tierra (siendo el planeta más grande del sistema solar), y paralelamente a la autoridad paterna que se ejerce desde el exterior de la conciencia y marca el super-yo. También, representa el equilibrio, el orden, la abundancia, el progreso social, el optimismo y la confianza.

En el organismo humano, rige el hígado y la circulación sanguínea. Así como también el desarrollo adecuado de la etapa oral del desarrollo psicosexual que es vital para aprender a satisfacer los instintos de alimentación, confianza, optimismo y sentido por la vida. De allí que a este planeta se le conozca también como el “gran benéfico”.  Asimismo, él proporciona las condiciones para que se generen adquisiciones, y nuevas ventajas a favor del espíritu individual y colectivo, con el fin de que éste pueda satisfacer sus necesidades.

Por último, es interesante notar a nivel individual, que estas propiedades orgánicas (hígado, circulación y función oral) están relacionadas con júpiter (o el dios Zeus) y determinan el crecimiento de la persona, al intervenir en el metabolismo de los azucares (glúcidos), proteínas (prótidos) y grasas (lípidos), y en la purificación del cuerpo, ya sea de grasa, excesos y oxigenación de la sangre permitiendo con ello el equilibrio y hemeóstasis del organismo.

Autor: Kevin Samir Parra Rueda, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org

Más información en:

• Cirlot, E. (1992). Diccionario de los símbolos. (9na. Ed.). Barcelona, España: Editorial Labor. S.A.
• Chevaler, J. (1986). Diccionario de los símbolos. Barcelona, España: Editorial Herder.