Emprender el camino de regreso a casa

En  realidad es importante preguntarnos de vez en cuando si hemos encontrado en nuestra vida  el camino a casa. No solamente desde un punto de vista físico sino desde nuestro interior.

Pero ¿ dónde en realidad está nuestra casa?, la respuesta como todo depende del punto de vista desde el cual se aborde, por ejemplo, en el caso de algunas religiones teístas nuestra casa puede ser dios ó el espíritu santo, en otras corrientes espirituales no teístas es nuestra naturaleza última o Rigpa.

Se dice que una casa en el estilo ideal es aquélla en la que nos sentimos cómodos con nosotros mismos, seguros, queridos y respetados, esto aplica para lugares físicos y también para estados internos llenos de paz y tranquilidad.

Cuando nos descubrimos atentos y conscientes de nosotros y de lo que hacemos, estamos en casa, no importa si lo que nos rodea es adverso o no cómo lo esperamos lo importante es que internamente estamos presentes.

Y entonces ¿cuando no estamos en casa? pues es cuando estamos experimentando  un terremoto interno, por así decirlo, de emociones, pensamientos y acciones no constructivas que nos generan estrés, neurosis, ansiedad y una sensación de que estamos pero a la vez no. De hecho si lo analizamos un poco es muy desagradable experimentar este estado  incluso cuando nos hemos acostumbrado porque nuestro entorno también se desenvuelve así.

Existen herramientas muy útiles para asentarnos y de alguna manera encontrarnos a nosotros mismos, tranquilos, colaboradores, bondadosos y generosos.

El primero por supuesto es la meditación, desde su punto más simple que es el atender a nuestra respiración o en sus  opciones más avanzadas como es asentar a la mente en su estado natural o la atención de la atención.

La meditación en su estado más profundo es algo así como estar en casa, descansado, atendiendo al momento fresco y no conceptual. Así que de alguna manera nuestra mente y corazón son nuestra casa. Volver a casa significa  recuperar la totalidad de nosotros mismos.

La recapitulación ó retrocognición es también una herramienta para despejar, por así decirlo; el camino hacia nosotros mismos. Al realizarla debemos encontrar de manera cronológica los eventos en nuestra vida en los que hemos depositado mayor energía y liberarla. También nos permite vernos frente a frente, observar  lo que hemos hecho, pensado y hablado en el transcurrir del tiempo, todas nuestras acciones nos han acercado o alejado de casa y de nosotros mismos. El objetivo es observarnos de manera generosa y constructiva para crecer.

Así que cuando nos decidimos regresar a casa nos referimos de manera última a emprender el viaje hacia quien realmente somos, no es un lugar físico, ni es nuestro entorno, es simplemente el conjunto de nuestros estados de conciencia que han conformado la persona que somos hoy.

En ocasiones podemos afirmar que somos dueños absolutos de nosotros mismos y el punto aquí es que esta afirmación es verdadera solo sí hemos controlado o manejado de manera más diestra nuestras emociones y circunstancias, si estamos más dispuestos a observar nuestro desempeño dejando en libertad de actuar a todos los que nos rodean, sin juzgar solamente dejarlos fluir en su propio proceso. Si no lo hemos conseguido aún lo más seguro es que necesitemos un poco más de esfuerzo y tiempo para llegar a casa o a nuestro interior de manera desnuda tal cual es.

Nunca es tarde para encontrar el camino a nosotros mismos, a nuestra naturaleza generosa y consciente de todo lo que le rodea, como todo crecimiento interior lo único que nos demanda es determinarnos a hacerlo e insistir una y otra vez, practicar y aprender lo que se necesita para crecer y así disfrutar de la diferencia entre tener una común vida humana y una preciada vida humana. La distancia puede parecer enorme pero solo requiere de nuestra fuerza de voluntad para transitarla lo demás  irá apareciendo en el camino. Sólo porque así es.

AUTOR: Pilar Vázquez, colaborador de la gran familia de la Hermandad Blanca