Energía y Fuerza, por Eloy Millet Monzó

Jorge Gomez (333)

ImageMucho puede decirse, no ya sobre la energía y fuerza por separado, sino de su mutua existencia, tanto … que lleva a confirmar la relación entre los Dioses y los Hombres. Siempre en el tiempo se ha buscado, y también siempre se ha comprendido, que ésta relación supone considerar a la energía como ente único o causa y a la fuerza como su manifestación múltiple y diversificada en las formas de la materia. Si tenemos en cuenta la triple manifestación que corresponde a los cuerpos físico, emocional y mental del ser humano, la energía del físico provendrá del emocional, que, a su vez, la obtendrá del mental, pero … ¿de dónde la obtiene el mental? Parece que ello implique la existencia de un mundo material u objetivo como efecto, o fuerza, producido o creado por otro inmaterial o subjetivo como energía o causa.

Aristóteles afirmaba que, en el transcurso del tiempo, se iría desvaneciendo el mundo material para dar paso al inmaterial o subjetivo.

Hace más de 25 siglos que los griegos denominaron “átomo” a la partícula indivisible de la materia, y ya afirmaban que el origen de ésta se encuentra en una fuerza que hace interaccionar aquellas partículas formando todo tipo de materia. Es decir, que lo objetivo se crea a partir de lo subjetivo y mediante el contacto entre ambos, por lo que es necesario un motivo para que se relacionen. Es la energía en relación con la fuerza, una atrae a la otra y la otra se siente atraída por la una, y aparece la forma.

En el siglo VI a. de C. ya se hablaba de la “quintaesencia” como origen de la tierra, del agua, del aire y del fuego. Otra vez es la energía.

Ya se aplicaban éstas ideas, incluso, para el macrocosmos, pues, a Anaxágoras, (V a. de C.), no lo ejecutaron por poco cuando afirmó que el cielo se forma de la misma sustancia que la tierra. La energía.

ImageSi prestamos atención a las actuales circunstancias y en el ámbito objetivo, el científico, se consideran cuatro fuerzas : la gravedad, el electromagnetismo y dos nucleares. Es decir, dos para el macrocosmos y otras dos para el microcosmos. Y las cuatro provienen de una única : la energía.

La consideración de la energía como único agente para crear materia o forma a través de la fuerza, es la preocupación de la comunidad científica en busca de una teoría, la de la “unificación”, que pueda explicar éste proceso.

Einstein buscó enconadamente ésta hipótesis intentando aunar las dos fuerzas mayores, la gravedad y el electromagnetismo. Hoy en día, una teoría unificadora parece cada vez más cercana.

Esotéricamente, también se considera que la Causa es única y, en cambio, diversa en su manifestación. No importa su denominación, pues se está refiriendo a lo mismo, el Uno, Dios o cualquier otro nombre, serían distintas nominaciones para la misma Entidad.

Así pues, si Ciencia, Esoterismo, Religión… , conviniesen en dialogar, podría resultar una interesante conversación que, aplicada a la psicología humana, pudiese explicar lo que cada una de Ellas no hace por separado.

Lo que se expone a continuación no es más que un apunte somero sobre la mencionada relación, sin profundizar en una ni en otra, ni tampoco en los múltiples aspectos de ésta relación, analizando algunos pocos de sus muchos matices, sin perder de vista que la interacción entre energía y fuerza, determina el pasado, presente y futuro de la humanidad y, por ende, de sus Ciencias y Religiones.

ImageLa decidida persona que lea éstas líneas, se va a encontrar con cuatro apartados :

1º.- Energía y fuerza. Sencillas consideraciones acerca de la masa, el volumen, la densidad y el movimiento, en relación a determinados aspectos del comportamiento y psicología humanos.

2º.- Energía como consciencia y fuerza como inconsciencia. La energía genera por sí misma un movimiento mientras que la fuerza es impelida por otro ya existente. La conciencia. Relación entre masa, densidad y volumen como determinante de la sutilización de la materia o de la materialización de lo sutil. La creación: punto de vista de la ciencia y del esoterismo. El Alma.

3º.- Lo abstracto y lo concreto. La redención: la energía como liberadora a través de la fuerza. Carácter grupal de la energía e individual de la fuerza.

4º.- El ángel, como depositario de la energía en la materia para constituir la forma, a través de su sustancia o fuerza.

Primero

Al emprender un análisis comparativo entre energía y fuerza , encontramos mayor profusión de datos respecto de la segunda que de la primera. Ello debido a que la fuerza es objetiva, puede cuantificarse y medirse.

Energía

Supone la capacidad de la materia para modificar su propio estado o el de otra materia.

Características
Se transforma. La materia cambia de estado.
Se transfiere de una materia a otra.
Se conserva.
Se degrada, no porque se pierda, sino que la capacidad de cambio de la propia materia disminuye en cada variación.

Hasta mediados del XVIII se confundían energía y fuerza, determinándose entonces que la cuantificación de la energía solo puede ser conocida, cuando se produce un cambio en el estado de la materia, y lo que se mide es la variación de las fuerzas antes y después del cambio.

El ser humano se ha preocupado siempre por la realización de un trabajo sin consumir energía, como Arquímedes con su caracol de agua, mediante el que intentaba demostrar el principio del trabajo continuo sin gasto energético.

ImageEinstein, con su formulación sobre la materia y la energía, vino a demostrar lo que se realiza en los reactores nucleares, es decir, que la materia se transforma en energía y, además, que la materia nace de la misma energía.

Al Nobel de Física del año 2.004, Frank Wilczek, le otorgaron tal galardón por una teoría, la hipótesis sobre la energía que mantiene unida y coherente la materia . Afirma que:

“ … podríamos decir que somos un producto de la energía o hijos de la luz.”

Es decir, que todo un físico, Nobel y tan actual como que hace dos años, afirma que la humanidad es “hija de la luz”.

Está hablando de la magia de la creación y alude a la luz como su origen, a alguna especie de luz que no es como la del sol o la de una bombilla. Y, de igual manera que utilizamos la luz resultante del contacto entre dos polos, positivo y negativo, aquella desconocida luz podría producirse en análogos términos a ésta, por el contacto entre una polaridad positiva, Padre, Espíritu o Voluntad, y otra negativa Madre, Materia o Realización.

Así pues, esa luz, de cuyo seno podríamos haber nacido, es el resultado de un íntimo contacto entre Espíritu y Materia a través de un Propósito manifestado y de un perfecto equilibrio entre Ambos para que las dos polaridades puedan producirla.

Si la polaridad espiritual excede a la material produce movimientos en torno al misticismo, porque existe una parte del propósito que resulta imposible de manifestar o realizar.

Si es la polaridad material la que sobra, el movimiento se produce en torno al materialismo, caracterizado por la ausencia de ideal, intención o propósito espiritual.

En ambos movimientos no puede resultar aquella luz, por el desequilibrio entre polaridades.

ImageLa evolución pues, podría interpretarse como la constante adecuación de la Materia para realizar el Propósito del Espíritu, modificando constantemente sus formas y creando otras. Es decir, que la polaridad negativa ha de alcanzar las cotas y potencia de la positiva para que, al igual que nuestras familiares bombillas, se haga la luz.

La Positiva o Espíritu desciende hasta la Negativa o Materia, es esa energía llamada esotéricamente Fuego de Fohat y representada por el Budha, así como la Materia, o polaridad Negativa lo es respecto del Cristo ascendente al Padre, nombrada como Fuego de Kundalini y que ambas se manifiestan cíclicamente en el Festival de Wesak como Luz, resultante de la unión entre polaridades, siendo ésta Luz el Fuego Solar.

Fuerza

Se define como la causa que puede modificar el estado de la materia, tanto si está en movimiento como en reposo.

Su definición es similar a la de la energía, con un matiz diferenciador:

“La fuerza es causa del cambio, la energía es la capacidad de cambiar”

La fuerza provoca un impulso o movimiento en la materia que, sin él, resulta incapaz de cambiar.

La existencia de energía supone que la materia tiene en si misma la capacidad del cambio y puede generar la fuerza necesaria para ello, cuando lo decida oportuno y sin el impulso de un agente externo.

La fuerza tiene otra acepción que la define, y es la de resistencia, capacidad de oponerse a un impulso o de soportar un peso.

Recurriendo al comportamiento humano, podríamos concluir que, si la fuerza consiste, entre otras cosas, en la “capacidad de oponerse a un impulso”, quizá resida aquí el secreto del cambio de estado en la propia materia, pues, al evitar dejarse llevar por un impulso, se está generando otro, con la diferencia de que el primero sobreviene desde el exterior o medio ambiente y actúa de fuera hacia dentro, obligando a la materia a adecuarse para que resulte efectiva la fuerza externa, mientras que el segundo movimiento, se gesta en el interior de la propia materia para actuar justo al revés, desde dentro hacia fuera, por la propia capacidad de decidir que ha desarrollado.

Al primero de los movimientos propiciado por la fuerza, se le caracteriza por el acto inconsciente, mientras que la consciencia o acto consciente, caracteriza al segundo, cuyo motivo es la energía.

ImageLeibniz, fundamentando su metafísica, considera que:

“El universo se compone de las fuerzas simples o externas y de las internas, espirituales o mónadas.”

Desde el punto de vista de la Sociología, se considera fuerza, al movimiento que es capaz de generar algún comportamiento humano, propiciado por grupos impulsores de actividad dirigida.

Queda de manifiesto la existencia de dos tipos de fuerza, la primera se refiere a la generada por grupos humanos impulsores de actividad controlada, para que sea cumplido determinado objetivo, en forma de comportamientos, costumbres o de opinión pública. La segunda, por la inconsciencia dominante, arrastra a la mayoría de las personas a imitar aquellos impulsos. La primera actúa como energía sin serlo, porque va desde dentro hacia fuera del grupo creador, necesitando el ingrediente de la inconsciencia para su expansión y éxito, en contraposición a la consciencia con la que actúan éstos grupos a través de la publicidad, de los medios de difusión o de cualesquiera otros recursos en pro de sus intereses.

La energía, pues, actúa desde el interior de la materia, pero desde su parte más infinitesimal, para que, absolutamente toda ella, desde su propio microcosmos, quede implicada en ese movimiento. Es la base de la consciencia.

Segundo

Parece, pues, que la fuerza provoca inconsciencia, cuando actúa por si sola y en ausencia de energía en el mismo ser humano, mientras que si ésta existe en determinado nivel, va a provocar fuerzas en todos los niveles inferiores y de manera consciente.

En el primer caso, el ser humano actúa como víctima, y está siendo moldeado constantemente por fuerzas impulsoras de actividad o movimiento, lo que propicia que no decide su propio impulso porque no mueve su voluntad, por lo que adquiere mayor consciencia de la fuerza que de la energía, ya que la actividad es decidida por otras voluntades.

Este aumento de la fuerza viene, necesariamente, relacionado con la existencia de materia, ya que ambas se necesitan mutuamente, y la fuerza provoca la materia a través del movimiento, pues como afirma Büchner:

“No se da fuerza sin materia, ni materia sin fuerza”

Imageo Spencer:

“La materia y el movimiento no son otra cosa que manifestaciones de la fuerza”

Dado que se emplean términos comunes entre la ciencia, la religión, el esoterismo y cualquier otra disciplina, y que pueden diferir en sus definiciones para cada una de ellas, habrá que aclarar que, por materia se entiende todo lo manifestado, y en lo que respecta al ser humano, es materia su constitución mental, emocional y física. Por movimiento se considera todo cambio en la materia, cuando se piensa, se siente o se actúa en el plano físico.

Una rápida consideración, nos lleva a mencionar dos definiciones, una de Einstein y la otra de Newton.

La de A. Einstein respecto de la energía

E = mc²
(Siendo E la energía,m la masa material y c la velocidad de la luz)

como producto de la masa por el cuadrado de la velocidad de la luz, en la que intervienen la materia y el cambio o movimiento .

La de Sir Isaac Newton respecto de la fuerza

F = ma
(Siendo F la fuerza, m la masa material y a la aceleración)

como producto de la masa por la aceleración, volviendo a intervenir la materia y el movimiento, aunque con una diferencia, y es que el cambio propiciado por la fuerza es menor que el de la energía, se ha perdido frecuencia o vibración al pasar de la energía a la fuerza.

ImagePodríamos entender la frecuencia vibratoria como el tiempo y espacio empleados en realizar un determinado propósito, pero en relación inversa con el tiempo y directa con el espacio, es decir, que a mayor frecuencia menor tiempo y mayor espacio, y viceversa. Esta frecuencia mayor corresponde a lo espiritual y la menor a lo material.

Una analogía que podemos deducir es que el cambio o movimiento generado por la energía es superior, en potencia y frecuencia vibratoria, al de la fuerza. Así pues, cuando es la materia, a través de un estado consciente, la que genera desde sus adentros el impulso para cambiar, éste es de orden superior al que le llega desde el exterior a través del estado de inconsciencia.

Resulta que la masa se ha convertido en fuerza por un cambio o aceleración generada por un movimiento, es decir, que la materia acaba convirtiéndose en energía y, además, nace de ella.

Así pues, parece que el objetivo final de la fuerza es convertirse en energía a través del movimiento, tanto si este se genera en el interior como en el exterior de la materia, y el de la energía en fuerza que, al contactar ambas, producen, crean la materia o forma.

La creación es el contacto entre energía y fuerza.

La recreación es la interacción entre fuerzas, sin que intervenga la energía.

ImageCuando es la fuerza la que actúa como causa, el movimiento viene desde fuera, ya decidido y diseñado e inherente a la misma, la materia tan solo cambia dentro de unos límites preestablecidos de antemano, de ahí la inconsciencia.

Mientras que si es la energía la que motiva el movimiento o cambio, es desde la propia materia que se decide y planifica eligiendo la dirección, potencia y sentido de la fuerza que va a ser utilizada hacia el exterior. De ahí la consciencia.

Cuando toda la energía se ha convertido en fuerza y ésta es la justa expresión de aquella, se produce aquello que conviene en denominarse conciencia.

Sucesivos y repetidos actos de conciencia suponen el predominio de la energía o consciencia sobre la fuerza o inconsciencia.

Se establece así un sistema en el que la relación entre energía y fuerza funciona perfectamente equilibrado, ya que ninguna de las dos excede a la otra en ningún momento, sistema de mayor potencia cada vez que existe movimiento, debido a que sus fuerzas internas son más intensas que las externas, creando un escudo o pantalla que llega a ser impenetrable frente a estas últimas.

El movimiento externo, pues, intentará penetrar en la materia hacia su interior desplazándolo todo, es decir, anulando la capacidad de ésta para generar su propio cambio.

El objetivo del movimiento interno es seleccionar la dirección, sentido y potencia de la fuerza oportuna, en tiempo y espacio, desde lo más recóndito de la estructura material hasta su exterior o medio ambiente. Ello implica, necesariamente, un reconocimiento absoluto de dicha estructura para poder iniciar el cambio desde el punto idóneo.

El ser humano no solo ha de conocerse, también debe reconocerse.

ImageExisten grupos humanos que crean movimiento, ellos son generadores de fuerzas para perseguir sus propios intereses, que las aplican allá donde sea conveniente. En ellos, la fuerza actúa hacia sí mismos, como un agujero negro que lo absorbe todo y tiende hacia su propia implosión, a consecuencia del enorme campo gravitatorio debido a la alta densidad material que llega a alcanzar.

La energía, en cambio, que inicia la fuerza desde el interior hacia el exterior, tiende a la expansión motivada por la, cada vez menor, densidad de sus materiales, a consecuencia de la progresiva disminución de su campo gravitatorio y el aumento de su propio poder magnético. Es como un incesante y sucesivo Big Bang, al igual que el Universo que se encuentra en constante expansión.

Es necesario que, llegados a éste punto, prestemos un poco de atención a la relación entre masa, densidad y volumen respecto de lo expuesto, ya que el progreso espiritual implica pérdida de densidad y aumento de volumen, es decir, disminución del tiempo y aumento del espacio. Si se reduce el tiempo que media entre un propósito y su ejecución, implicará que el grado vibratorio se acelere. Ya tenemos el constante cambio que se origina por la energía. Mientras que el cambio producido por la fuerza es esporádico, impulsivo y adolece de constancia.

Según formuló I. Newton, la fuerza es el producto de la masa por la aceleración, siendo ésta un cambio en el movimiento, como lo es dejar de pensar en algo y hacerlo en otra cosa, y la masa está relacionada con la densidad y el volumen

Masa = densidad x volumen

Si despejamos las variables de densidad y volumen

Densidad = masa / volumen

Volumen = masa / densidad

observaremos que siempre se encuentran, ambas, en proporción inversa, lo que significa que al aumentar una variable disminuirá la otra y viceversa.

El progreso en el materialismo se caracteriza por el aumento de su densidad material y, como hemos visto, la disminución del volumen o espacio que ocupa una determinada estructura. Mientras que, justo al revés, ocurre en el progreso espiritual. Y en ello consiste la expansión de conciencia.

ImageUn razonamiento análogo está contenido en la estructura atómica, puesto que si se trata de un átomo cargado de energía, el orbital de sus electrones estará mucho más alejado del núcleo que si se tratase del mismo, pero con baja carga energética.

Un pensamiento puro es más energético que si lo es impuro, por lo que la forma mental pura se encuentra alejada de su creador, mientras que está pegada a él si tiene impurezas. Y, desde el plano de la mente, es una impureza la sustancia emocional que lleve adherida, como una objeción o una crítica.

En el átomo energético, la velocidad de rotación de sus electrones es muy grande, resultando de mayor dificultad el que pueda penetrar una fuerza en su interior, debido a la pared protectora del orbital. En el de poca carga, su orbital está muy próximo al núcleo, y los electrones giran a poca velocidad, lo que hace que sea permeable a las fuerzas externas, influenciable, y resulta fácil introducir en su interior otros elementos, porque tiende a absorberlos.

Aplicando todo ello al comportamiento humano, nos lleva a la consideración de situaciones creadas por determinado sector de la humanidad, que constituyen fuerzas impelentes para la mayoría del resto de personas que, como átomos débiles, son influenciadas por aquellas. Se les reduce progresivamente el espacio donde aplicar su propia voluntad – su densidad aumenta –.

La creación: punto de vista de la ciencia

La ciencia apuesta por el movimiento de expansión o Big Bang, consistente en la hipótesis de que la densidad ha formado un campo gravitatorio tan intenso, que produce la implosión de la materia, lo que provoca un estallido que comienza en la superficie de su estructura y avanza hacia el interior. Ello implica el aumento de materia descomprimida en el espacio para formar, desde el átomo, hasta los planetas o sistemas solares y cósmicos.

Podría afirmarse que nuestro universo objetivo, no ha sido como lo que es ahora ni será así, puesto que el proceso de desconcentración material es constante, por lo que su energía interna está creando formas – mentales, emocionales y físicas- y todavía no lo hemos visto todo.

Como quiera que la humanidad es parte integrante del universo, así mismo está dentro del movimiento expansivo, y cabe suponer que nuestros actuales cuerpos, mental, emocional y físico, han de seguirlo, y ello ocurre inevitablemente. Por lo que cualquier fuerza oponente al mismo, será pronto o tarde, forzada a alinearse con el proceso del que forma parte.

Podría residir aquí el secreto del destino o karma.

ImageSi a un átomo de hidrógeno se le añaden electrones o protones, aparecen los distintos elementos químicos que componen nuestro planeta. Y el hidrógeno es consecuencia del Big Bang, puesto que se inició con la fusión de protones y neutrones que formaron núcleos de átomos de helio, (el núcleo de helio contiene 2 protones y 2 neutrones), pero quedaron protones sin emparejar que, a su vez, formaron núcleos de átomos de hidrógeno, sin él no podría combustionar nuestro sol físico y no se produciría el necesario calor para la evaporación, por lo que no habría agua y sin ella no hay vida aquí.

Así que, nuestros cuerpos materiales podrían proceder de los procesos de expansión que se han ido produciendo durante eones, quizá en otros universos o sistemas solares, y que continúan haciéndolo.

Los actuales estudios cronológicos afirman que las estructuras materiales observables, desde el átomo hasta los planetas y estrellas, no siempre han existido así, sino que son ahora el resultado de un larguísimo proceso y en constante movimiento, por lo que el átomo futuro no será como el actual, ni tampoco el ser humano.

Inseparable a éste proceso expansivo y corroborando, de alguna manera, su inevitabilidad, se define científicamente la fuerza interna o energía como “fuerza de inercia” constituyendo una propiedad de la materia en sí misma y, además, proporcional a su peso. Se manifiesta objetivamente como el impulso que tiende a expulsar hacia el exterior, la materia de los cuerpos que giran, de manera que el resultado supone que la materia más energética es la que está en la superficie de éstos y la de mayor densidad queda solapada a su centro.

Si al centro del cuerpo en movimiento se le van añadiendo materiales que lo densifican, el resultado es otro movimiento de signo contrario al expansivo, es decir, contractivo, que se produce desde fuera hacia dentro.

Así, a lo largo del tiempo, y hablamos de mucho tiempo, la primera estructura material o creación se ha ido revistiendo de otras estructuras, reduciendo su volumen y aumentando su densidad, convirtiéndose en elementos químicos cada vez más densos y pesados, hasta que podemos llegar a nuestras actuales estructuras. Si éste proceso de densificación o concentración material continúa, puede deducirse que en sus valores extremos es un agujero negro, que supone la máxima compresión que puede soportar la materia, hasta que se sucede el inicio del movimiento de expansión o Big Bang.

Ya han quedado correlacionados ambos movimientos como que uno sucede al otro incesantemente.

La creación, desde el punto de vista esotérico, contempla el movimiento contractivo, puesto que centra su origen en la energía o fuerza interna que se reviste de sustancia para que aparezca la forma o materia, considerando a ésta como la prisión del alma o su encarnación.

ImageResulta interesante exponer un experimento de laboratorio consistente en aislar protones, ellos mismos se agrupan constituyendo un núcleo atómico de carácter positivo, como corresponde a su carga eléctrica, y de repente, al azar, sin posibilidad alguna de previsión, aparecen los electrones con la suficiente carga eléctrica negativa como para equilibrar aquél núcleo protónico, constituyendo un átomo experimental o de laboratorio.

Por lo que al ser humano respecta, la debilidad de carácter y la vagancia o inercia, propician la minoración de adoptar decisiones, configura una densa estructura material por poco energética, con pequeños átomos, y la fuerza de inercia resulta incapaz de expulsar nada hacia el exterior, es cada vez más influenciable a las fuerzas externas medioambientales y propulsadas por intereses ajenos a la propia estructura del individuo. Predomina, pues, la fuerza sobre la energía, y la tendencia es hacia todo lo material, ya que se comprende, cada vez menos, algo de lo espiritual.

En el progreso hacia lo material, siempre tenemos la razón y la negamos a los demás intentando que secunden nuestro criterio, mientras que en el espiritual la ofrecemos siempre al otro, practicando el olvido de si mismo.

El hecho de que el electrón orbite alrededor del núcleo, implica el consumo de energía que, si no se la proporciona éste, ha de absorberla de fuera, lo que configurará una estructura atómica cada vez más compacta y débil, en cuanto a la potencia energética de ella misma.

Como se alude repetidamente al movimiento rotatorio, deberá aclararse que está motivado por la afluencia de un tipo de energía cuya cualidad predominante es la inteligencia, de la misma manera que la repetición del anterior movimiento de rotación, está regida por un segundo tipo de energía, que se manifiesta como poder magnético de atracción y repulsión, de cualidad el amor, y un tercer aspecto que propicia el impulso hacia adelante, de cualidad la voluntad. De ésta manera queda configurada la espiral con la que suele graficarse la evolución.

En el camino espiritual, la cualidad del amor produce las cuatro primeras iniciaciones, y la de la voluntad, la quinta y sucesivas, pues el discípulo evoluciona mediante el amor como experiencia y la voluntad como concepto mental, hasta la cuarta iniciación, y es a partir de la quinta, cuando comienza a experimentar la realidad de la voluntad, más allá de los conceptos mentales, por elevados que sean.

Parece que la materia ha de rotar repetidamente alrededor del núcleo que constituye el propósito del espíritu hasta adecuarse perfectamente a él.

A Vicente Beltrán se le preguntó qué es la evolución, y contestó:

“Consiste en hacer y deshacer, cada vez con materiales más nobles”

La fuerza externa proviene siempre desde un único sentido y dirección, por lo que excluye a las demás en el intento de predominio, de ahí la separatividad humana por su carácter exclusivo y excluyente, en contraposición al pensamiento, que es, en la actualidad, de carácter colectivo, debido al escaso desarrollo de la capacidad de pensar con recursos propios. En el momento en que el poder del pensamiento individual se haga patente, se producirá otra clase de separatividad, pero en el mundo de la mente, lo que acarreará una exclusividad mayor que la actual, porque mayor es su potencial y, por tanto, su manifestación en el mundo objetivo.

En uno de las Aforismos de Patanjali leemos:

“dominando la vida que nos atrae, se obtiene la radiación”

refiriéndose, sin duda, a la capacidad de decisión por si mismo, a través del proceso expansivo que provoca la energía.

ImageSi se ha podido expresar y, a la vez, comprender, la diferencia entre ambos conceptos, el ser humano ya no puede seguir siendo lo que es, sino que se sumergirá, como el entero cosmos, en ese imparable e incesante movimiento expansivo, para que la materia sea elevada a la categoría del espíritu, y éste descienda hasta la materia cuando constituya un perfecto tabernáculo, ya que se ha intentado exponer la existencia de dos fuerzas de inercia, la externa convierte la vida en automatismo o eterna siesta, y la interna caracteriza a la materia por su dinamismo creador, a través de la consciente decisión, manifiesta por las constantes creaciones –que no recreaciones- convirtiendo una parte del espíritu en materia, lo abstracto en concreto, y el propósito inherente a la energía se manifiesta en la materia a través de la fuerza.

De tal pureza de propósito, resultará tal pureza de materia. Y la fuerza configura de igual manera a la pureza como a la impureza.

La liberación consiste, pues, en que toda la energía de un propósito, se convierta en fuerza sin faltas ni sobras, para que en el siguiente movimiento, se pueda constituir otro propósito con mayor cantidad de energía, que requerirá mayores fuerzas para su manifestación, apareciendo una nueva materia más sutil que la anterior. La sutilidad material va en aumento, hasta que llega un momento en que ya no sirve para manifestar la potencia y pureza del último propósito, y a éste instante se le denomina místicamente como liberación.

A lo largo del proceso de liberación, se ha estado desprendiendo materia desde el centro místico del propósito o vórtice de energía, es la radiación de Patanjali o la radiactividad de la ciencia, definida como el cambio de estado de la materia. La actividad radiante, emisora o radiactiva, no cabe en la inconsciencia, y sucesivos actos conscientes provocan la conciencia, lo que supone que toda la energía contenida en el propósito inicial se ha convertido en fuerza, o el espíritu en materia.

La conciencia es un punto de luz en el plano que ha servido para su realización, y la acumulación de todos los posibles puntos de luz, en todos los planos de la manifestación humana, es el Alma.

A.A. Bailey en su obra “Tratado sobre Magia Blanca”, pg. 228 y ss. expresa:

“Alma es, en teosofía, manas y se manifiesta como inteligencia , es energía que actúa a través del cerebro físico”

ImageLa consciencia llega hacia el alma a través de la conciencia, por lo que ha de utilizar el cerebro físico que posibilite la manifestación en el plano material más denso, establece el contacto entre el Yo y el no-Yo, entre espíritu y materia, relaciona lo abstracto con lo concreto, lo manifestado con lo que no lo está.

Constituye el camino del centro, y justamente ahí, ni el de la derecha ni el de la izquierda. La diferencia es que, tanto los caminos de la derecha como los de la izquierda tienen siempre puntos de encuentro que son comunes, pero el del centro… es irrepetible y pertenece a cada ser humano en su singularidad.

De ahí que no puedan existir dos creaciones iguales.

Parménides en el siglo V a. de C. :

“Nada sale de la nada”

habrá que definirse cada cual cómo y por dónde se debería comenzar para que salga algo, y no para que entre.

Tercero

La creación consiste en que la potencia de la energía o fuerza interna atraviese todas y cada una de las capas de materia ya existente, hasta llegar allá donde no la hay, porque es espíritu, y absorber allí la energía que corresponda a la justa medida del propósito, que se convertirá en fuerza para atravesar, otra vez, todos los planos materiales, pero ésta vez en sentido contrario al anterior, hasta la más densa de las materias que componen su estructura. Y comenzará otro nuevo ascenso hasta las cotas espirituales…

Todo el proceso regido, siempre, por el estado consciente, por la regencia del alma a través del cerebro físico, mientras la humanidad disponga del mismo.

A tenor de la consciencia, expresa A.A. Bailey en su Tratado de Siete Rayos, Tomo-2 pg. 439:

“… las fuerzas oscuras están regidas en el plano físico en la actualidad por 6 guías orientales y otros 6 occidentales… trabajan activando los poderes psíquicos inferiores (que provocan inconsciencia), su particular ataque es sobre los discípulos… y si no tienen éxito, podrá exteriorizarse la Jerarquía.”

Hablar de la prisión que supone manifestar el espíritu en la materia, cuyo equilibrio produce la luz, precisa referenciar a Max Planck en cuanto que enunció el carácter discontinuo de la luz – su emisión y absorción supone la existencia de momentos de iluminación y otros de oscuridad- y a Albert Einstein por su Nobel en Física, debido a que demostró el efecto fotoeléctrico, que no es más que la aplicación de las teorías de Planck a la luz, consistente en la propiedad de un metal para emitir electrones cuando se le somete a un haz luminoso. Con un efecto que es doble:

libera al metal de electrones, precisamente aquellos con mayor energía.
les añade energía para que se liberen de la estructura metálica.

Al considerar lo expuesto anteriormente bajo el prisma esotérico, quizá nos explique, de alguna manera, la teoría de la liberación que culmina con la expresión de Cristo:

“Todo ha sido consumado”

ImageLa actual estructura humana todavía tiene prestadas cierta cantidad de otras estructuras que pertenecen a los Reinos Animal, Vegetal y Mineral, en lo concerniente, y respectivamente, a los cuerpos mental, emocional y físico.

Estas han de ser devueltas humanizadas, es decir, energetizadas por el propio ser humano, a través de la luz de su conciencia para que, -tal como los electrones se desprenden para constituir otro átomo de orden superior al anterior, y lo hacen cuando se han cargado de suficiente energía—regresen a los Reinos subhumanos con esa carga, que les proporcionará el paso hacia un orden superior dentro del arco evolutivo. Vemos pues, que el servicio es algo dinámico e interactivo.

Así que, el cielo no es para unos pocos escogidos, sino para todos, ya que todos serán los llamados y, también todos, serán los elegidos, la diferencia tan solo está en el relativo concepto que llamamos tiempo.

A un propósito más espiritual –si aceptamos la comparación- le corresponderá manifestarse en una materia de mayor poder energético, más cercana al propio espíritu, capaz de cambiar rápidamente y adecuarse. Si el propósito tiene tendencia hacia la materia, se revestirá de formas densas poco energéticas y cercanas a ese centro material, rígido, no acepta cambios y no pretende adecuarse a nada, sino exigir a su entorno que cambie.

No debemos olvidar una de las características del agujero negro, y es que no permite salir absolutamente nada desde su interior, todo lo tiene para si mismo, todo lo absorbe, incluso a la luz y a la radiación, debido al altísimo grado adquirido respecto de la gravedad y densidad.

A.A. Bailey en el mismo texto anterior, pg. 441 :

“De acuerdo a la Ley, extraemos de los demás lo que está presente en nosotros”

Parece que sobre cualquier comentario.

La energía tiene carácter grupal o unitario y la fuerza lo tiene individual o diferenciado.

La fuerza presenta una dirección única dirigida hacia el centro mientras que la energía se manifiesta en todas las posibles direcciones y desde el centro.

La Era de Acuario se caracteriza precisamente por su aspecto grupal, así como su predecesora, Piscis, lo hizo respecto del individualismo.

ImageCristo: “Cuando dos o más se reúnan en mi Nombre, allí estaré con ellos”

La radiación ha de ser grupal, pues, de poco o nada sirve que sea potente, pero individual, si no es capaz de integrarse en grupo superando todas las objeciones propias del ser humano actual, “ídolos” como decía Francis Bacon, Barón de Verulan:

“idola tribus”: prejuicios propios del ser humano.
“idola specus”: inherentes a nuestra constitución en el tiempo.
“idola fori”: confusión producida en las relaciones sociales.
“idola theatri”: por la falsedad, ya que el ser humano actúa simulando.

“La verdadera ciencia es la ciencia de las causas”

La gente tiende a agruparse, y la diferencia entre grupos consiste en la dispersión de sus propósitos, no hay unificación de criterios, porque se tiende al predominio del individual sobre el grupal, ello provoca una mezcla de colores y sonidos en los niveles sutiles, que se manifiestan como desavenencias y desacuerdos. Allí no puede haber paz.

La razón más objetiva que puede justificar el carácter grupal de la energía es, que contiene en sí misma a todas las fuerzas. Es aquella persona que tiene clara una idea, y puede expresarla de maneras distintas al encontrarse con diferentes auditorios. Es el orador que expresa una idea para todo un auditorio, sin embargo, parece que existan tantos auditorios como personas asistentes.

Cuanto más sutil y abstracta sea una expresión, mayor número de posibilidades de concreción contendrá. La energía es sutil y abstracta, porque todo lo contiene unido. Por lo tanto, la energía es el germen de la fraternidad.

La razón más subjetiva que justificaría la grupalidad de la energía, consiste en afirmar que en el nivel de mayor sutilidad humana, el mental, permanece determinada jerarquía angélica, los Manasadevas, prototipo de la superior o Ángeles Solares, cuya misión específica consiste en transmitir los arquetipos o cualidades que ha de desarrollar la raza humana, a través de un canal descendente que comunica la menta abstracta con la concreta, y otro ascendente que ofrece al Ángel Solar, como en dádiva, la estructura mental del ser humano que adquiere la capacidad de razonar en términos de abstracción.

Ello es solamente posible porque las materias mental, emocional y física, se constituyen a base de átomos energéticos cuyo núcleo empuja hacia el exterior todo resto de materia “para liberar la flor de loto”.

Cuarto

Cuando una persona se propone realizar algo, es debido a que ha podido concretar y definir qué es lo que pretende.

Esta pretensión constituye un propósito, que vendrá como una mezcla de sustancia mental, emocional y física, siendo habitual el predominio de la emocional sobre las otras dos.

ImageDicho propósito es la mezcla de núcleos atómicos en los tres niveles, que atraerán los correspondientes electrones, al igual que ocurre con la formación del átomo de laboratorio, y quedará materializado aquél propósito en forma de un pensamiento, de una emoción y de una actitud en el plano físico.

Cuando este proceso finaliza, toda la energía ha sido transmutada en fuerza que, a su vez, se abrirá paso hasta llegar de nuevo a la energía y constituir un nuevo propósito. Es la evolución.

La creación de materia o átomos de laboratorio es rutinaria, no obedece a ningún milagro, y tiene un interesante aspecto a resaltar :

aparece una imagen de la materia creada o antimateria

de forma que, llegado cierto instante, sobre el que no se puede tener control alguno, interaccionan ambas, aniquilándose mutuamente. Así, la materia de laboratorio es tremendamente inestable, y por una sola razón:

carece de propósito

Tenemos pendiente una analogía humana, y es debida al propósito predominante, constituido por materia objetiva, tanto si es mental, emocional o física, por lo que se creará, y no lo puede controlar el hombre, una antimateria que aparecerá en un momento dado, e interaccionará con la anterior. Todos podemos saber qué ocurre a continuación. Menos mal que la cantidad de materia es insignificante y, también, su potencia.

Platón, en sus Diálogos expresa:

“Para el hombre desprovisto del sentido de discernir el bien del mal, hay que reconocer que no es un gran poder el del poder hacer lo que le conviene”

De la misma manera que el glóbulo rojo transporta el oxígeno a la célula para que viva, el ángel es el transportador del electrón que colocará alrededor del núcleo, formado con el propósito humano para crear, por interacción entre ambos, toda la materia en existencia.

No existe forma material que no haya sido creada por la cooperación humano – angélica a través del sistema energía – fuerza.

De la misma manera que en el plano de lo físico se transmite la luz o el sonido, así se produce la transmisión de la energía o fuerza interna del propósito humano a la fuerza externa o sustancia angélica, creando todas las formas de materia en los tres planos de manifestación, teniendo en cuenta que, los ángeles, existen únicamente en éstos tres niveles, que corresponden a los tres subplanos inferiores del plano físico cósmico, y que abarcan toda la sustancia mental, emocional y física de nuestro entero universo.

Cuando se han analizado científicamente las fuerzas que cohesionan la materia objetiva, siempre se ha deducido la existencia de otras, desconocidas para la ciencia por no ser reconocidas todavía, y que son las angélicas.

Es lógico pensar que, entre la energía del propósito humano y la fuerza del ángel, ha de existir un medio de transporte, tal como la sangre lo es respecto del glóbulo rojo, para transportar el oxígeno, y a éste medio se le denomina en forma variada, pero mayoritariamente como sustancia.

Así pues, el objetivo de la energía consiste en convertirse en materia a través de la sustancia o fuerza, lo que equivale a expresar que, mediante la cooperación humano – angélica se produce el milagro de la creación de todas las formas, en los tres mundos.

Con el predominio de propósitos materialistas por parte del ser humano, el ángel se ve obligado a reestructurar una y otra vez las mismas formas, creadas hace millones de años y que perduran, por ello, en el hombre actual.

Si se llega al convencimiento de que el predominio ha de ser de la energía o fuerza interna, se abandonarán estas formas recreadas constantemente, se producirá el cambio en el movimiento inerte actual para crear – y no recrear – nuevas y frescas formas materiales, tanto en mente, como en sentimiento o en actitudes, que encaucen a la humanidad por el sendero de la amistad, de la fraternidad y de la armonía entre pueblos, razas o civilizaciones.

ImageH. P. Blavatsky en su Doctrina Secreta, Tomo VI pg. 128 dice:

“No hay bien ni mal que de por si lo sea, depende de su grado de diferenciación”. Cuanta más fuerza, mayor diferenciación y separación entre bien y mal. Desde el punto de vista de la energía no existe tal diferenciación, pues, continúa diciendo “Satán y el Arcángel son algo más que gemelos”

Ernest Wood en Siete Rayos, pgs. 56-57 dice :

“La mente no puede mantener dos ideas al mismo tiempo (y aquí radica el mal, en separarlas y considerarlas independientes), pero si una idea que las incluya como partes de un conjunto, y aquí radica el proceso del bien, del alma, de la magia, porque es el trabajo de sucesivas y repetidas uniones polares hasta que todas las positivas forman un conjunto y asimismo todas las negativas, que, al unirse, se establece el pleno y consciente contacto con el alma – la luz – cerrándose una de las puertas del mal, la del propio individuo.

Mucho más y mejor podría decirse sobre lo aquí expuesto, por lo que insto a la constante investigación y expresión de lo que se concluya, en el plano objetivo que corresponda y si se considera oportuno, ya que cualquier intento de llevar a la comprensión asuntos abstrusos sin pedir nada a cambio, siempre resultará benéfico en grado proporcional a la pureza del móvil y al desinterés en si mismo.

Y no basta con la curiosidad, aunque pueda constituir el principio, pues sobre ella afirmó el hijo del guardasellos de la reina Isabel I de Inglaterra, Francis Bacon :

“La satisfacción de la curiosidad es, para algunos hombres, el fin del conocimiento”

Eloy Millet Monzó

–Visto en: Revista Biosofía

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