El Extraño: ¿Te has sentido extraño alguna vez?

Era un día, como muchos en la pequeña aldea enclavada en aquella montaña, rodeada de grandes bosques, árboles milenarios, riachuelos hermosos, de aguas cristalinas, abundantes peces, cada uno de los miembros de la comunidad aporta cada una de sus habilidades, pequeñas casas , niños jugando, y las señoras haciendo el que hacer del día, dia, los hombres van a las labores del campo y a la pesca,  a pesar de que la vida allí era muy tranquila, apacible, el paisaje por demás decir que era bello, porque era más que eso, sin embargo no todo era como paradisiaco, también había miedo a veces entre los niños y las mujeres, de vez en cuando un gran lobo aullaba y se acercaba mucho a la aldea, también los niños enfermaban o un anciano fallecía, no era esto muy diferente de cualquier otra aldea de aquella bella región. Cuando el tiempo era propicio, los ancianos y adultos se reunían para contar algunas bellas historias, otras no tan bellas, pero siempre en cada historia había algo en lo íntimo en lo interno de quien las contaba que denotaba una nostalgia, un recuerdo ya muy lejano, pero que había dejado profunda huella en aquella persona. Había una historia que particularmente me llamaba la atención, la contaba el más anciano de la aldea, y casi siempre empezaba con un profundo suspiro un rato de silencio y luego decía, hace ya mucho, mucho tiempo, en estos parajes no había más que bosques y más bosques, junto a mi padre recorríamos los senderos buscando un bello lugar en donde construir nuestro hogar, lo habíamos buscado y buscado, pero a mi padre ninguno le parecía, porque decía que no se parecían en nada en donde su padre, mi abuelo los había llevado a vivir, pero un día luego de mucho caminar llegamos a este lugar, solamente habían unas cuantas cabañas, las que divisamos a lo lejos, luego de un tiempo de caminar llegamos, encontramos a unos cuantos pobladores, unos niños, unas mujeres de la aldea, los hombres había salido a sus labores, inmediatamente se corrió la voz, no tardaron mucho lo hombres en llegar a las pequeñas cabañas, al principio todo fue tenso, solo nos observaban, para ellos éramos unos perfectos extraños, luego de unos tensos momentos empezaron los saludos, por fin la tensión dio paso a la calma y nos preguntaron quieres éramos, de donde veníamos, que queríamos y así un interminable interrogatorio, no cabía la menor duda que para ellos, nosotros éramos  extraños, mi padre le conto de donde veníamos, quienes éramos y que lo que realmente deseábamos era encontrar un pequeño lugar, para construir nuestro hogar, hacer una pequeña cabaña, talvez cultivar la tierra, pero aquellos aldeanos murmuraban entre sí, recuerdo perfectamente a una anciana, que susurraba a su nieto, no no puede ser porque él es un perfecto extraño,  ni siguiera sabemos si nos están diciendo la verdad, que es lo que buscan, mi padre noto esta incertidumbre, y nuevamente con muchos detalles les explico de donde veníamos  y porque habíamos decidido buscar otro lugar para vivir, por fin un anciano del grupo, abogo por nosotros y les dijo , recuerden cuando venimos a este lugar, también veníamos buscando un lugar, un hogar en donde vivir, en donde cultivar, en donde cazar y crear a nuestros hijos,  finalmente nos recibieron, no dieron de comer, agua para beber y uno de ellos nos ofreció un pequeño lugar en donde pasar aquella primera noche, y así fue como hicimos nuestra casa, nuestro cultivo y aquí estamos. Ninguno de los ancianos de aquella pequeña aldea vive hoy, algunos de los niños que conocimos, también ya no están, decidieron por si mismos ir y buscar otro lugar para vivir, buscando también un nuevo hogar.

 Esta corta historia se ha repetido muchas, muchas veces en nuestro mundo. ¿No te parece?