Ha llegado el reino de Dios, por el Maestro Beinsá Duno
Conferencia dominical dada por el Maestro Beinsá Dunó, el 19 de octubre del 1924, en Sofía – Izgrev.
“Pero si yo, mediante el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el Reino de Dios” (Mateo 12:28 – n.d.t.).
A la gente contemporánea le hace falta una filosofía recta, un credo recto, una vida recta. A cualquiera que preguntéis, cada uno afirma que vive bien. A cualquiera que preguntéis, cada uno afirma que piensa bien. A cualquiera que preguntéis, cada uno afirma que actúa bien. A pesar de todo esto nosotros vemos que todo el mundo se ha sumergido en injusticia, la vida se ha sumergido en enfermedades y el pensamiento está rodeado solamente con tonterías. ¿Cuántos son aquellos, en el siglo presente, que tienen una imagen clara acerca de la vida? ¿Cuántos de ellos saben de dónde, cómo y de qué lugar han llegado a la Tierra? Esta gente afirma que la ciencia dice que el hombre ha provenido de un animalito pequeño y así se ha desarrollado sobre el globo terrestre. Casi puedes decir que ha crecido como una seta. Un proverbio turco dice: “Aunque fuera así, de nuevo no lo creáis”. La mente humana es capaz de todas las posibilidades. El hombre, en su mente puede suponerlo todo. Ahí todo es posible. En tu mente lo recto puedes hacerlo torcido, y lo torcido puedes hacerlo recto; lo grande puedes hacerlo pequeño, y lo pequeño puedes hacerlo grande; lo fuerte puedes hacerlo débil, y lo débil puedes hacerlo fuerte. En la mente se vive en las 1001 noches. Así, por ejemplo, los jóvenes vuelan, piensan que todo lo que vuela se come. Cuando leen alguna novela, creen en esta novela. Ellos piensan que aquel que ha escrito esta novela sabe toda la verdad, y por eso alguna vez caminan por los pasos del héroe de esta novela, juegan un rol y después de esto se parecen a Don Quijote y Sancho Pansa. Si lleguemos a aquello, lo superior – de cómo se debe servir a Dios –, hasta qué contradicciones no llegaremos. ¡Qué teósofos, filósofos, pagaron con su vida! Ay de ellos si no caminan por el camino andado. A Cristo Le clavaron en la cruz porque no caminaba por los pasos de Moisés. “Tú”, Le decían los hebreos, “debes saber que Dios habló a Moisés y debes obrar como Moisés, nada más”. Cristo les decía que en el tiempo de Moisés el Señor verdaderamente habló a Moisés, pero según su desarrollo, y ahora el Señor habla a mí según mi desarrollo. Yo llevo otra luz. “¿Cómo, acaso tú tienes una luz mayor que la de Moisés?” – ¡Por supuesto que mayor! Bien, estas son afirmaciones, sin embargo las afirmaciones no muestran nada. Cada árbol se conoce por sus hojas, no por sus raíces, no y por sus ramas. Sobre una manzana nosotros podemos disputar, comprobar científicamente con horas si es una manzana o no, sin embargo, yo digo: iremos a la manzana, saborearemos de ella, probaremos su fruto, y nada más. He aquí porqué a veces nosotros observamos alguna enseñanza no fructífera y disputamos sobre ésta, pero cada enseñanza sobre la cual podemos disputar es una enseñanza no fructífera, y cada enseñanza sobre la cual no hay contienda ninguna, es una enseñanza fructífera. Si esta manzana es dulce, la cuestión está terminada; si esta manzana es agria, la cuestión está terminada.
Y Cristo dice: “Pero si yo, mediante el Espíritu de Dios, echo fuera los demonios, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”.
Ahora, se elevará la pregunta de si hay demonios en el mundo o no hay, y contenderán de que hay, de que no hay, etc. Nosotros, como los matemáticos, para comprobar algunas cosas, suponemos que son ciertas y así las comprobamos. En la lógica, en las matemáticas, hay una serie de problemas que se solucionan a través de suposición. Supondremos o negaremos, y la cuestión está terminada. La ciencia contemporánea viene a ayudarnos. Por ejemplo, en la vida se encuentran una serie de enfermedades, y además de las más horrorosas, las más destructivas, que se deben a estos seres pequeños llamados microbios. Tal es, por ejemplo, el cólera, la peste y otras. Así, un animalito pequeño, un microbio, que apenas puedes ver con microscopio, en él hay fuerza para acabar con el héroe más grande. Cuando este microbio entra en la sangre, y hasta el héroe más grande empieza a debilitarse, empieza a hacer ciertas convulsiones, se retuerce. Entonces, los médicos, que entienden las leyes, ponen inyecciones y a través de éstas echan al diablo fuera. Y Cristo dice: “Si yo puedo, mediante este suero, echar los microbios fuera, entonces ha llegado la salud en vosotros”. Por lo tanto, si una enseñanza puede, como este suero, introducir en vuestra mente, que se contorsiona, claridad y frescura, y liberarla, echar de ésta todos los engaños, si puede mejorar vuestra vida, pregunto: ¿No ha echado aquellos demonios? – Por supuesto que los ha echado.
En la vida contemporánea, entre la gente, hay una serie de razonamientos, una serie de errores, porque en general están interesados. Por ejemplo, algunos dicen: “Si veis que alguno lleva estrella, él es del diablo, y aquel que lleva cruz es de Cristo”. Bien, yo acepto esta afirmación, y veremos matemáticamente hasta qué punto es cierta. Cuando Dios envió a Cristo a la Tierra, ¿fue una cruz la que apareció en el cielo o una estrella brilló? – La estrella brilló, ésta apareció y mostró que ha nacido el Salvador del mundo, y cuando crucificaron a Cristo, entonces Le pusieron una cruz. Pregunto: ¿Qué es mejor ahora que aparezca: la estrella o la cruz? Nosotros, los cristianos contemporáneos, sufrimos siempre de cruces, estrellas no hay. En todas partes vemos siempre cruces, cruces, ¿pero dónde están ahora aquellas estrellas vivas, que indican que ha nacido Cristo? Si la cruz es un emblema de sufrimientos, entiendo entonces. Esto significa que éste es una fuerza en el mundo, una manera, una ley, un método a través del cual el hombre puede superar los sufrimientos. Pero, cuando el hombre quiere estudiar los demás métodos, las magnas leyes del Reino de Dios, él debe elegir a las estrellas. “Y si yo”, dice Cristo, “a través de lo razonable, a través de lo Magno en el mundo, a través de Su fuerza, echo los demonios que se han introducido en vosotros, todos los engaños estúpidos, ha llegado el Reino de Dios”. Se dice en la Escritura: “Buscad primero el Reino de Dios y Su Justicia, y todo lo demás os será aplicado” (Mateo 6:33 – n.d.t.). ¿En qué consiste esta Justicia? La Justicia de Dios consiste en esto: que cada hombre tome esto lo que le corresponde, y no que espere a que se lo den. Por ejemplo, estáis sentados unas cuantas personas a la mesa, delante de vosotros están puestos platitos hondos con comida. Cada uno tomará lo suyo, no esperará a que se lo traigan, pero de lo ajeno no tomará. Esto lo requiere la justicia.
Ahora, alguna gente en sus razonamientos es un poco extraña. Por ejemplo, hay cosas por las cuales todos nosotros por igual podemos alegrarnos, pero hay cosas por las cuales todos nosotros por igual no podemos alegrarnos. Que os dé un ejemplo simple. Viene a mí alguien y me dice: “Mi tío en América murió y me deja 10, 000, 000 de dólares en herencia”. Él se alegra, pero a mí algo me aprieta y me digo: ¿Por qué no tengo y yo un tal tío, que y a mí me deje 10, 000, 000 de dólares? Yo no puedo alegrarme de que su tío ha muerto, a mí no me da gusto esto y me digo: Da igual, mi tío no ha muerto, ¿y qué me beneficia que tu tío ha muerto? Pero, digo así: ¡El Sol salió! – entonces todos podemos alegrarnos de este Sol. ¡La Primavera llegó! – todos podemos alegrarnos de esta Primavera. Cuando nos acercamos a una fuente, de nuevo todos podemos alegrarnos. Esto, lo que todos por igual podemos utilizar, de esto todos por igual podemos alegrarnos. Pero alguna vez vosotros os volvéis tristes, afligidos. ¿Por qué? En el mundo hay una aflicción que nace naturalmente. Ésta es la aflicción Divina, y exactamente: cuando el hombre se aflige porque alguna virtud no se ha desarrollado en él, esta aflicción está en su lugar, la entiendo, pero hay una aflicción tonta. Algún hombre está afligido porque no ha llegado a ser un ministro en Bulgaria, que su abuelo, cuando se murió, no le dejó dinero, que su padre no era rico, que su madre no era de un origen noble, que sus amigos no pasaban a verle, que no tenía una sociedad, etc. Sociedad existe en el mundo. Desde hace miles de años los gatos viven en sociedad con la gente; los perros también viven en sociedad con la gente; los bueyes, los caballos también viven en sociedad con la gente, pero desde hace miles de años los gatos siempre son gatos, los perros – siempre perros, los caballos – siempre caballos, etc. ¿Acaso ellos no viven cerca de la sociedad más noble? – Viven, pero los perros, los caballos y los bueyes aprendieron lo peor del hombre. Os voy a transmitir una fábula, de la zorra y el gallo. Un gallo bello encontró un trocito de queso y subió a una rama para comérselo. En este tiempo pasa una zorra y ve que él tiene queso en su boca, y como más prudente que él, le dice: “Quiero conversar un poco contigo, dame un poco de tu atención. ¡Tú eres un pájaro excelente, bello, tienes una voz angelical, cántame un poco!” El gallo, sin pensárselo mucho, abrió su boca, lanzó un quiquiriquí. El queso se cayó de su boca y la zorra se lo comió. Ahora, la otra parte de la fábula yo la voy a seguir. Después de que se fue la zorra, el gallo se dijo: “Yo canté muy bonito, pero mi queso se fue”. Al año siguiente el gallo de nuevo tuvo queso, subió a una rama para comérselo. Pasa de nuevo la zorra, le ve que está sobre la rama y comienza a elogiarlo de qué cantante tan bueno es, quiere que le cante, pero él permaneció callado. “¿Por qué estás callado?” Él se comió el queso y luego dijo: “El año pasado canté antes de comerme el queso y lo perdí, pero ahora comeré el queso y luego cantaré”. Así que alguna vez la gente canta antes de desarrollar sus virtudes y las pierden, pero alguna vez las desarrollan y después de esto cantan.
Cristo dice: “Si yo, mediante el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”.
Nosotros nos detenemos sobre el hecho de que Cristo echaba los demonios. ¿Esta Enseñanza tiene aplicación en la vida?, ¿es ésta un método a través del cual nosotros mediante el mismo Espíritu podemos echar de nosotros los demonios? La cuestión no es echar los demonios de la sociedad, porque nosotros vemos qué resultados dan todos los métodos que la sociedad aplica para enderezamiento. Que la historia hable de esto. Yo llamo a estos esfuerzos “paliativos”, pero hay un medio, una manera a través de la cual el hombre puede aplicar esta Enseñanza. Para que se aplique esta Enseñanza, el hombre debe tener toda la pureza de su mente. Él no debe ser franco, pero debe ser sincero y justo dentro de sí. Cuando razona, él no debe razonar sobre ningunos intereses. Por ejemplo, la gente contemporánea estudia para asegurar su vida. Tal estudio no puede atribuir provecho. Todas las escuelas se crean para asegurar la vida. Cada uno estudia ¿pero para qué? – Para asegurar su vida. La ciencia no es un bien, ésta es una profesión. Todas las artes, todos los oficios, incluso los más nobles, están ayuntados solo con el fin de bienes materiales. Pregunto: ¿En tal precepción de la vida, pensáis que ésta se va a arreglar correctamente? – No se va a arreglar. Y todos aquellos que afirman que sus preceptos de la vida son ciertos, que nos den una pequeña prueba. ¡Y ellos tienen que darnos! Así como cada árbol da una pequeña prueba acerca de su origen, así y cada enseñanza, cada credo, sea cual sea, por la misma ley, debe mostrar una pequeña prueba. Y nosotros, los que creemos en esta Enseñanza, debemos dar una prueba para nosotros mismos. Si nosotros creemos en algo, debemos saber positivamente si esto es real, si es así. Por ejemplo, tomad la pregunta: ¿En qué consiste la esencia de Dios? – Que Dios es Amor en el mundo. Nosotros no debemos escudriñar la esencia de Dios como un Ser fuera de nosotros: no, la esencia de Dios como nosotros lo sabemos, es que Él es amor, de Él sale la vida. La esencia de la vida, pues, da posibilidad a que se manifieste lo razonable, y en lo razonable se manifiesta la libertad humana. Ahora, nosotros no podemos separar el amor de la vida, no podemos decir que el amor es tonto, como dicen algunos. No, no mescléis el Amor con la tontería. El Amor es el acto más razonable en el mundo, y esto de que nosotros hacemos algunas tonterías, esto es otra cuestión. ¿Y por qué tenemos que decir que el Amor es una tontería? ¿Qué madre ha ahorcado a su hijo, o lo crucificaría en una cruz? Nosotros siempre cometemos ciertos crímenes solo por desamor. Hay un amor parcial que existe entre los animales, pero este no es un amor verdadero. El lobo tiene un amor parcial hacia las ovejas, hacia los corderitos, pero esto no es amor. Nosotros sabemos su amor. Por lo tanto, vuestro amor no soluciona las cuestiones. Solo el Amor Divino, que abarca a todos los seres dentro de sí y les da condiciones para vivir, es verdadero. Y el hombre no es esto de lo cual dicen que cuando muera con él todo se termina. Si esto es así, entonces dejemos de filosofar y busquemos alguna libertad. En tal sentido, para mí el hombre se vuelve una cosa, un objeto, un fonógrafo, un autómata, el cual mañana morirá, pero nosotros no hablamos de gente muerta. Esto, de que el hombre morirá y desaparecerá, es la primera mentira que fue introducida en el mundo. El hombre es un alma viva que tiene la posibilidad de vivir y de sentir la vida eterna, de adquirir esto lo que quiere – la vida razonable y feliz. Esta alma tiene todos los métodos puestos dentro de sí misma – en su cerebro, en su cuerpo.
Cada uno de vosotros tiene que hacer un análisis dentro de sí, que vea qué sentimientos predominan en él. En el hombre hay tales sentimientos a los que nosotros les llamamos “de animales”. Estos son comunes con estos de los animales. En el hombre hay además sentimientos sociales, personales, individuales y morales. Alguien dice: “¡Eh, todos son sentimientos!” No, es importante para cada uno de vosotros saber, en el momento dado, qué sentimientos predominan en él. Si yo, para mis sentimientos animales, sacrifico mis sentimientos personales, sociales y morales, entonces los sentimientos animales están más fuertemente desarrollados en mí, éstos predominan. Yo quiero solo comer y beber. Esto es más importante para mí – nada más. Algún búlgaro, aparentemente, no bebe, pero se va a alguna parte, le agasajan con una gallina cocida, le dan ½ kilito de vinito, él se come la gallina y bebe. Él sacrifica su deber. Y entonces nosotros decimos: En este hombre lo animal está fuertemente desarrollado, a él nosotros no podemos confiar. Si un hombre, por sus sentimientos personales sacrifica sus sociales y morales, en él están desarrollados fuertemente los sentimientos personales. Si un hombre sacrifica sus sentimientos animales, personales y sociales por los morales, este hombre es hombre. Todos estos sentimientos componen una jerarquía en la cual lo inferior se somete a lo superior. Cada día vosotros tendréis que probaros. Os preguntaréis: “¿En quién creo?” – Yo creo en el Señor que es Amor. Pero, si por una palabra ofensiva que os dice alguien, vosotros hervís y decís: “¿Por qué es así?” – En vosotros sobresaltan los sentimientos personales. Vosotros sacrificáis los morales y todo se va. Otro os dice alguna palabra ofensiva y vosotros decís: “¡Señor, sabe usted que ofende mi prestigio personal!” – e inmediatamente le lleváis a juicio. Entonces, vosotros sacrificáis los sentimientos morales por la dignidad humana personal, y queréis rehabilitar vuestro honor a través del juzgado. Según la magna moral en el mundo, el honor del hombre por fuera no puede restaurarse. Ningún juicio, ninguna sociedad, ninguna religión es capaz de restaurar el honor del hombre, salvo él mismo. Si yo vivo según este Amor Divino, y concientizo el orden de las cosas, nunca voy a sacrificar lo Divino, lo magno en mí. Cuando sobresalga alguna tentación, yo me diré: “Por nada en el mundo, dentro de este magno Amor que abarca todo dentro de sí, voy a sacrificar esto lo magno en mí, según lo cual han vivido y han actuado todos los seres superiores razonables antes que yo, y han adquirido su fuerza. Esta magna Ley por nada voy a transgredirla, sino que someteré todo lo inferior a Ella y cumpliré la voluntad de Dios” (esta es una fórmula que podemos aplicar en caso de tentación – n.d.t.). Dirá alguien: “¿Tú escuchas al Señor?” No, tú no puedes escuchar al Señor. ¿Cómo vas a escucharle? El escuchar en nosotros debe estar en el cumplimiento de la voluntad de Dios. Yo diré: ¡Señor, Tú escúchame, y yo cumpliré Tu voluntad! Cuando examinan a un alumno, ¿es el maestro quien escucha, o el alumno? – El alumno habla y el maestro escucha y le corrige. Le dice: “En tal o cual lugar esto lo corregirás”. Él se corrige y comienza de nuevo a trabajar. Viene otro alumno. El maestro le escucha y le dice: “En tal lugar vas a enderezar tu error”. ¡Por lo tanto, nosotros oraremos a Dios para que nos escuche, porque es un magno privilegio que el Señor te escuche una vez, que marque todos tus errores en la vida, para que sepas cómo enderezarlos!
Ahora, alguno de vosotros dirá: “Compruébame si hay Señor o no”. Esta lógica ha vivido su tiempo. Nosotros no comprobamos nada en el mundo. Yo digo: He aquí la manzana, toma y come. Si te gusta – bien –, si no te gusta – déjala, pero ninguna contienda acepto. Alguien viene a mí, le doy un napoleón, pero él me dice: “Compruébame que es verdadero, que va”. He aquí, cógelo, ve al tendero y ve si lo aceptará o no. De otra manera, no hay por qué contender. Si yo te convenzo que es verdadero, que va, dirás: “Ah, tú solamente así hablas”. No, no hay por qué contender en la calle, sino cógelo, llévalo al tendero, él no lo va a solucionar en mi interés. Los tenderos van a solucionar todas las cuestiones filosóficas. Los filósofos nunca van a solucionarlas. Para ellos es mejor dejar a los tenderos solucionar las cuestiones filosóficas. Entonces los filósofos dirán: “He aquí nuestra filosofía, no hay por qué contender. Id al tendero y ved, si va, aceptadla, si no va, rechazadla”. Esto significa: “Introducid nuestras teorías en vuestra vida y si dan frutos, están rectas, si no, los tenderos están rectos donde dicen que no valen nada.
Nosotros no somos de aquellos que recogen los restos del pasado. No hay por qué hablar de nuestro pasado. No es lo luminoso. ¡Nuestro pasado es tan vicioso! Alguien dice: “¡Eh, cómo era mi abuelo!” Escucha, que no hablemos más de nuestros abuelos y tatarabuelos, nosotros los sabemos. Tenemos abuelos y padres en el futuro, hablemos de ellos, ellos nos salvarán. No debemos creer ni en Cristo que nació hace 2000 años. Si creemos en un Cristo del pasado, nosotros no estamos del lado recto. Yo preguntaría a los filósofos contemporáneos: ¿es en el pasado donde vive Cristo? En el pasado vive solo la gente muerta, en el presente vive la gente que puede vivir, pueden y morir, y en el futuro viven los inmortales. ¿Y ahora la gente qué hace? – Abren una guerra para repartir alguna tierra. ¿En qué códice, en qué libro Divino está escrito que la gente debe repartir la tierra, que luche por ella y dominarla? ¿Qué padre ha escrito que después de su muerte los hijos deben levantar palos, pegarse, romperse las cabezas, y el que es más fuerte que tome más? Si el padre es prudente, él ha distribuido todo, ha dicho en su testamento: “Al hijo grande dejo esto, al mediano – esto; a los demás – esto, etc.” Y si los hijos aman al padre, deben proceder conforme a su testamento. ¿Eh, pensáis que nosotros tenemos un Señor que ha muerto y ha dejado su herencia para repartirla? No, esta es una enseñanza de los demonios, una enseñanza diabólica. No es así. Dios, en el cual creemos, quien nos ama, y a quien amamos, vive eternamente, Él siempre permanece. Este Dios ahora se manifiesta en la gente.
La gente contemporánea quiere uniformidad en la vida. Os pregunto: ¿Cuando vais a una fuente, pensáis que esta fuente es la misma como era hace miles de años? No, no es la misma. ¿Esta agua que ha fluido hace miles de años, es la misma como la que fluye hoy? No es la misma. Dicen: “El Señor ha puesto la vida en la gente aún desde el principio”. No, esta vida ya se fue. La vida presente, la nueva, la que viene, esto es válido. Yo os digo que el agua presente es mejor que la vieja. Que os compruebe esto. Imaginaos que en alguna parte, desde las fuentes de Musala, una canalización grande trae agua para Sofía (Musala es la cima más alta de Rila – n.d.t.). ¿Pensáis que la primera agua que venga será pura? No. Hasta que se purifiquen las tuberías por las cuales pasará, ella tendrá un olor, pero después de 20-30 años será más buena que la vieja. Así que digo: la vida presente es mejor que la vieja. Ahora nos dicen: “¡Eh, hace tiempo cómo era!” Verdaderamente, hace tiempo ha habido cosas bellas, pero la vida presente que viene, será miles de veces más bella que la de antes. Si leéis los Proverbios de Salomón, y él dice: “No digáis que el pasado era mejor, porque cada acto Divino que sigue, es más magno que el precedente”. Esto y en la Naturaleza es una ley. Tomad los rayos solares cuando rompe el alba y comparadlos con los del medio día. ¿Son los mismos? Primeramente éstos son más débiles, y cuanto más aumenta la luz, éstos se vuelven cada vez más y más fuertes. En este aspecto los más luminosos son los rayos del medio día. Ahora alguien quiere convencerme que en la mañana era más bonito. Eh, bien, nosotros los dos estudiaremos nuestras lecciones. Tú estudiarás por la mañana, cuando rompe el alba, yo – al medio día, que veamos quién aprenderá mejor sus lecciones. Los resultados pueden ser unos y mismos, pero lo importante es quién introducirá más luz.
Cristo dice: “Si yo, mediante el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”. ¿En esta posición puede haber discordia entre la gente? Esto lo que he comprendido, esto es que todas las contiendas entre la gente provienen de alguna escases dentro de ellos. Delante de un bebedero pequeño siempre habrá contiendas y peleas. Yo he visto a los de Tarnovo, cómo permanecen hasta la media noche delante de los bebederos, conversan, esperan turno. Alguna vez y las vasijas se rompen. ¿Por qué? – Han contendido porque alguien se ha saltado el turno de alguien: “¿Qué hay? – Se han colado delante de mí”. ¡Bonito es Tarnovo, pero poca agua tiene! Pero si van a una fuente grande, donde hay mucha agua, donde y 10 piedras se pueden meter, pregunto a los de Tarnovo: ¿Romperían sus vasijas? ¡No, nunca! Y entonces, ¿qué quieren de nosotros? Nos han puesto ciertas teorías filosóficas, nos han puesto delante de ciertas saeteras. Yo prefiero vivir en la casita más simple que en un castillo con saeteras. Prefiero una casita simple, pero que salga libremente de esta casita, que me pasee libremente al Sol. Y ahora, nos crean una teoría bonita, nos ponen delante de las saeteras y todos nos pinchamos. No, no, todos debéis salir de estas saeteras, pero tenéis que comprender cómo. He aquí porqué debéis probar esta cosa en vuestra vida. Por ejemplo, comenzáis un trabajo, pero perdéis mucho dinero en éste. Aquí están involucrados vuestros sentimientos personales e intereses sociales. De repente vosotros comenzáis a culpar a este o aquel de que son culpables de esta pérdida. No, vosotros no sois un hombre que puede lograr la vida verdadera. Vosotros sois un hombre débil. En este caso, cuando vuestro dinero se pierde, vosotros debéis proceder así como han procedido aquel príncipe ruso y el inglés. Se encuentran los dos en una calle muy estrecha en Londres con sus cabrioles, y para cruzarse uno debería retroceder, pero nadie quería. El ruso saca entonces un periódico “Times” y comienza a leer. El inglés envía a su siervo al ruso con el pedido: “El amo pide que cuando acabe con el periódico, se lo dé y a él”. Así debéis ser y vosotros, como si nada hubiese ocurrido, como si ni una pulga os haya mordido. Y tú, pierdes dinero, de repente tu rostro cambia, dices: “¿Qué van a hacer mis hijos?” ¿Dónde está tu fe, dónde está tu voluntad, dónde está tu alma? Tú en nada crees, pero en el dinero solo crees. Miro, camina algún profesor, cuenta sobre la filosofía de Kant, pero una de sus manos la mantiene en el bolsillo, se guarda y dice: “Hay Señor en el mundo, la ciencia comprueba esto”. Pero así, como está sustraído en la conversación, saca su mano de su bolsillo para gesticular, para comprobar algo, y como el mundo está lleno de apaches, uno mete la mano en su bolsillo, le toma el dinero. De repente él nota, se detiene: “¡Esperad, esperad, me han robado!” ¡Se fue el Señor! Mientras estaba el dinero, había Señor. Se perdió el dinero, se perdió y el Señor. Así y los turcos creen en esta filosofía: “¡Donde hay dinero y al infierno voy!” Pregunto ahora: en una tal moral, en una tal percepción social, ¿qué religión puede haber? Nosotros nos reímos de los turcos, pero tales son y nuestros preceptos. Tenemos un Dios que fácilmente se destruye. Cada uno tiene por un ideal, pero cada día nuestros ideales se destruyen. Este Seños que se destruye, no es este Señor vivo del cual hablamos.
Alguien dice: “El hombre no debe ser tan estúpido”. ¿Acaso cuando robas eres muy prudente? Si la razonabilidad está en el robo, entonces las madres son muy prudentes. En África hay plantadores que siembran sandiares enteros con sandías y los trabajan. Muchos monos se reúnen juntos alguna noche y van para atacar el sandiar, y en una hora trasladan todas las sandías. Pregunto: ¿Son estos monos prudentes? Son prudentes, porque cuando viene el plantador no encuentra nada, todas las sandías han desaparecido. Decís: “Debemos ser gente prudente, asegurarnos”. Digo: y los monos son prudentes. Los plantadores siembran, y ellos lo trasladan todo. Sí, pero una segunda vez cuando siembra, el viene con su rifle y todos ellos huyen. Y el gallo segunda vez ya no lanza quiquiriquíes hasta que no se coma el queso.
Así que, ahora yo hablo para aquellos en los cuales se ha despertado la conciencia Divina. Algunos dicen: “Eh, así se le ha antojado, así habla”. No, nosotros no hablamos así. Hay una magna ley dentro de nosotros que determina nuestros pensamientos, nuestros sentimientos y nuestras acciones. Y cuando nosotros actuamos según esta ley, vemos que hay algo que nos guía. ¡Esto lo que nos habla es tan bello! Y cuando empiece a hablar ello a un hombre, en cualquier situación que sea, dondequiera que sea, él no perderá la presencia de su espíritu.
“Y si”, dice Cristo, “mediante el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”. Pregunto ahora: ¿Cristo, o vosotros, habéis echado todos los demonios de vosotros? La medicina contemporánea sostiene que en el hombre hay muchos gérmenes que yacen, esperan condiciones favorables para desarrollarse. Si vienen las condiciones favorables, y estos comienzan a desarrollarse. Por ejemplo, tú piensas que eres un hombre muy honesto, dices: “¡Cómo, yo soy un hombre honesto! ¡Mi madre, mi padre, mi abuelo eran gente honesta!” Sucede, sin embargo, un día la Providencia te prueba. Tú pierdes todo tus bienes; tus hijos, tu mujer, permanecen hambrientos. Sirves a tu amo, pero un día miras su caja fuerte llena de oro, está abierta delante de ti. Dices: “Eh, mi amo es rico”. Tomas, llenas tu bolsa. Pregunto: ¿Dónde está tu honestidad? ¿Dónde sucede el crimen? – Delante de la caja llena. Delante de la caja vacía no hay honestidad, no hay crimen. ¿Puede el hombre robar una caja fuerte vacía? – No puede. Ahora aparecen y otros vicios. Ves tú a un buen hombre y quieres tropezarlo. Hay tales humanos que quieren tropezar a alguien. Hay y hombres, y mujeres tales hay, y siervos y amos tales hay. En el tren, en un compartimento viajan dos personas. Uno tiene en sus manos una bolsa y hacia una estación cercana dice al otro: “Señor, por favor, yo voy a bajar un rato, quiero hacer un trabajo importante, por eso dejaré para que me sostengáis un poco esta bolsa en la cual tengo unos cuantas joyas”. Pero, este señor era un apache. Él robó de alguna parte la bolsa y cuando se enteró de que le persiguen detectives, baja en la estación y les dice: “Por favor, señores, yo os voy a decir quién ha robado la bolsa”. Pregunto: ¿Cómo vas a comprobar de que no eres tú? ¿Este acto es honesto? No es honesto. Frecuentemente hay tal gente que deja su bolsa de crímenes para que la sostenga alguna gente buena, noble. ¿Es esto Divino? No lo es. Por qué no hay en este señor la dignidad de decir: “Señores, esta bolsa yo la tomé. El crimen es mío, y según la ley lo acepto todo. ¡Heme aquí!” ¿Por qué no se expresa, sino que mete a otros en el crimen? Esto es astucia. Todo esto que saco es malo, pero en vuestra vida diaria esta es una pequeña úlcera, yo la veo. Miro, alguien viene a mí, comienza a voltearse por aquí y por allá, se mueve. Le digo: Espera, no tengas prisa de hablarme, porque si tienes prisa, dirás alguna mentira. Os pregunto: ¿Dónde está vuestro Señor? Vas a alguna parte, alguien te dice: “¡Venga, que te quites de mi hogar!” Alguien me dice: “¡Quítate de la Tierra!” Digo: ¿Esta Tierra es de tu padre? Si tienen que echarme, me echarán desde arriba, del Cielo. Como me han enviado, así y me llamarán. Nadie puede echarme salvo aquel que me ha enviado. En una residencia viven siempre huerfanitos, y se vuelven ciudadanos de esta residencia. Viene un huerfanito nuevo entre ellos y los demás residentes dicen: “¡Aj, este listo!” – descontentos están de él. ¡Él era listo y los demás no son listos! Yo miro, y vosotros aquí procedéis de la misma manera. Ha llegado alguna hermana nueva, dicen: “¡Lista!” ¿Pues dónde está vuestra moral? Esto no es filosofía, esto no es un razonamiento. Que y ella esté presente así como y nosotros. Yo hablo delante de Dios. Yo no hablo para las sociedades humanas, pero cuando llegamos a razonar según Dios, cuando aplicamos la Ley del Amor, debemos decir: La voluntad de Dios es que todos participemos en la mesa del Amor. Y éste, el que ha llegado primero, y éste, el que ha llegado al último, todos debemos sentarnos a esta mesa. Para todos hay lugar determinado para sentarse.
Dice Cristo: “Si mediante el Espíritu de Dios echo este demonio, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”. Y ahora Cristo dice a todos: “En mi nombre echad todos los demonios”. Decid: “¡En el nombre del Amor de Dios, nosotros os ordenamos ahora, o que lo aceptéis, o que os vayáis – nada más! Si no podéis recibir este Amor, vosotros no podéis servir a Dios. Os ordenamos en el nombre de este Amor que os vayáis a vuestro reino, de donde habéis venido”. ¿Hay algo malo en esto? – No hay nada malo.
Así que digo: De la gente espiritual se requiere una filosofía correcta. Alguien dice: “Yo he perdido la fe en la gente”. No, tú has perdido la fe en ti mismo. Yo no he encontrado hasta ahora en Bulgaria ni un hombre santo, pero se requiere gente santa, santa. Se requiere gente que después de perder su dinero, después de perder todo en la vida, que tengan alegría en su alma porque han realizado la voluntad de Dios, y que crean que nunca se van a empobrecer. Todo lo que se puede tomar de un hombre es externo. ¡Que sirvas a Dios este es un acto magno, una comprensión magna! Alguien dice: “El hombre no debe ser blando sino que debe llevar cuchillo”. Eh, bien, cobardito, ¿no eres tú el que lleva cuchillo, el que predicas la violencia? Te vas al tendero, quieres 2 kilogramos de azúcar fiado, él dice: “Fiado no doy”. Le muestras un revólver, te da azúcar. Le muestras un napoleón, te da azúcar. ¿Tu fuerza está dentro de ti? – No está en ti. Tu fuerza está en el revólver, tu fuerza está en el napoleón. Así cada uno puede ser fuerte. No, yo desearía ver a un héroe sin pistolera, a un héroe sin dinero, que tu heroísmo esté en tu mente, en tu corazón, en tu sagrada voluntad, en tu gran y noble alma, en tu potente y fuerte espíritu. Este es el hombre del cual fueron echados todos los demonios y quien cumple la voluntad de Dios. De esto necesitan y jóvenes, y viejos.
Si no aplicáis esta Enseñanza, toda la ciencia que estudiáis será una mentira, pero si la aplicáis tendréis una ciencia sagrada: y la filosofía, y la pedagogía, y la química, y la física, y la geología, y la astronomía, todas estas ciencias cobrarán sentido y os darán un gran impulso para estudiar la vida. Pero, debe aplicarse esta Enseñanza, y no que digáis que en el futuro se va a aplicar. No, desde hoy dice Cristo: “En el nombre de mi Amor echaré todos los demonios de vosotros”. Este Cristo no está fuera de vosotros, yo Le veo que Él habla dentro de vosotros. Dirá alguien: “¿Pero sin dinero se puede vivir, sin pistoleras se puede caminar?” Bien, esto es así, el dinero es una comodidad, pero si es recta esta filosofía de que sin dinero no se puede vivir, pregunto: ¿Las aves viven con dinero?, ¿las abejas en los panales viven con dinero?, ¿los ángeles viven con dinero?, ¿el Señor vive con dinero? Decís: “Simplones son estos hombres que pueden vivir sin dinero”. Se puede, se puede, el dinero es solo un símbolo de la Sabiduría. La Sabiduría debe utilizar este dinero. El hombre razonable puede vivir y sin dinero. La razonabilidad es su riqueza.
Cristo dice: “Si yo, mediante el Espíritu de Dios echo los demonios, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”. Yo no os hablo de vuestro dinero, pero en general el dinero es idolatría. “Si tenéis mi Amor”, dice Cristo, “mis tesoros estarán abiertos para vosotros. Si Yo tengo este Amor sagrado hacia vosotros, vuestro hogar estará abierto para Mí”. Esto lo podéis comprobar. Si tenéis este amor sagrado, en todas partes vuestro camino estará abierto. Vosotros tenéis una gran ciencia y debéis creer, razonables debéis ser, y voluntad debéis tener.
Entonces, la primera cosa: aprenderéis a pensar recto y a actuar recto en vuestra vida. Cada acto del hombre debe ser amoroso, en él siempre debe sobresaltar lo Divino. Así quiere el Señor, así ha dicho el Señor, tal es Su voluntad. Este es el sacrificio. Si aquella gente mundana se va para sacrificar su vida por su patria, ¿por qué no sacrificar mi vida por aquello lo magno en el mundo, por Dios, y que diga en todos los casos de mi vida: ¡tal es la voluntad de Dios!? Por lo tanto, si nosotros solucionamos aquella magna cuestión del sacrificio, el Reino de Dios estará en nosotros.
Os digo ahora: ¡Haced pruebas! Tenéis enfermedades, tenéis falta de dinero, tenéis alguna disputa, incomprensiones, tenéis disgustos con hijos e hijas, he aquí miles de maneras de probar vuestra voluntad. ¡El mundo presente es tan rico para pruebas! Solo la gente razonable debe hacer pruebas. Y si en nosotros vive el Amor Divino probaremos que esta Ley trabaja, pero correctamente tenemos que actuar.
Dice Cristo: “Si yo, mediante el Espíritu de Dios echo los demonios, ha llegado a vosotros el Reino de Dios”.
Ahora yo deseo y para vosotros que llegue este Reino de Dios y que seáis ciudadanos libres de este Reino.