Hábitos de vida: Aprender a respirar
Un hábito es un «modo especial de proceder o conducirse adquirido por repetición de actos iguales o semejantes, u originado por tendencias instintivas«, de acuerdo con la Real Academia Española (RAE), la cual, a su vez, define a la vida como la «fuerza o actividad esencial mediante la que obra el ser que la posee«. Así que obrar y proceder, son sinónimos que unen estas dos definiciones.
Un hábito, ya sea creado de forma consciente (razonado) o inconsciente (instintivo), es el resultado de la repetición. La mente, en su búsqueda implacable por la eficiencia, cuando una respuesta se repite la cantidad suficiente de veces, «programa» esa respuesta como la única ante el estímulo que la ha originado. De allí vienen los hábitos. Son programas creados por repetición que determinan nuestras respuestas a determinados estímulos y, por ende, determinan en gran medida nuestra actitud.
Sirva esta breve introducción para hablar de los hábitos de vida, que son todos aquellos hábitos que mejoran de alguna manera nuestra calidad de vida. En contraposición, están los hábitos de muerte, que son todos aquellos hábitos que disminuyen o empeoran nuestra calidad de vida. Cuando hablo de calidad de vida me refiero al «conjunto de condiciones que contribuyen a hacer la vida agradable, digna y valiosa«, como también lo define la RAE.
Entonces, los hábitos de vida representan el conjunto de conductas que adquirimos por repetición y que contribuyen a hacer nuestra vida agradable, digna y valiosa. Y es de eso justamente de lo que deseo hablar. Porque hay conductas que repetimos a diario sin siquiera pensarlo, y que deterioran nuestra calidad de vida. Son hábitos de muerte de los cuales no somos conscientes.
Existen cantidades de malos hábitos que van en contra de nuestro propio bienestar, pero empecemos por lo más básico. Y algunas de las funciones más básicas que mantienen con vida a los seres humanos son respirar, comer y dormir. Estas son actividades tan cotidianas que no pensamos mucho en ellas. Simplemente las hacemos, aunque resultan ser fundamentales para sostener la vida.
En este artículo deseo enfocarme en una de ellas. En respirar. La clave de la vida biológica. Podemos vivir algunas semanas sin comer. Podemos vivir algunos días sin dormir. Podemos vivir unos pocos días sin beber agua. Pero solo podemos sobrevivir unos pocos minutos sin respirar. Por eso deseo dedicar este artículo a la respiración.
La respiración y la necesidad de oxígeno
¿Sabes en qué consiste respirar? Repasemos este proceso. La respiración permite, a través de los pulmones, inhalar oxígeno y exhalar dióxido de carbono. No voy a profundizar mucho en el proceso, pero creo que es importante que entendamos cómo funciona para que podamos establecer la relación que hay entre nuestra salud y la respiración.
Al inhalar, el oxígeno presente en el aire penetra a través de las fosas nasales donde se calienta, se humedece, entra en los pulmones y llega a los alvéolos pulmonares, que son unas pequeñas fosas terminales de los bronquiolos que están recubiertas por una fina capa cuyo espesor es el de una célula (aproximadamente una micra). El oxígeno desprendido del aire traspasa esta fina capa y circula a través de los capilares de los alvéolos (pequeños vasos sanguíneos) hasta llegar a la sangre. Una vez que el oxígeno pasa al torrente sanguíneo, la hemoglobina se encarga de capturarlo en los glóbulos rojos. En este proceso, la sangre oxigenada llega al lado izquierdo del corazón, desde donde es impulsada al resto del organismo.
Mientras tanto, la sangre cargada con dióxido de carbono regresa al lado derecho del corazón a través de las venas cava (superior e inferior) , desde donde es impulsada a los pulmones por la arteria pulmonar para recoger más oxígeno y liberar el dióxido de carbono, lo que hace de la misma manera como toma el oxígeno, pero en dirección contraria: el dióxido de carbono que viene en la sangre, atraviesa esa delgada capa en los alvéolos y pasa al interior de estos, desde donde es exhalado al exterior. (Fuente: Manual Merck)
El oxígeno que extraemos del aire en los pulmones se utiliza para generar la energía que cada una de las células del cuerpo necesita para cumplir con sus funciones. Pero las células, sólo tienen una capacidad bastante limitada para retener oxígeno, por lo que prácticamente lo utilizan al recibirlo. Esa es la razón por la cual la respiración es un proceso continuo que no se puede detener. Si dejamos de respirar, mueren las células del cuerpo y, en consecuencia, el cuerpo mismo.
La sangre y el sistema circulatorio son los responsables de distribuir el oxígeno por todo el cuerpo,que también es un proceso que no se puede detener. Por eso, a falta de oxígeno, las células del cuerpo empezarían a morir en cantidades, lo que ocasionaría el colapso y posterior muerte del cuerpo físico. Así mismo, la falta de oxígeno o una reducción inadecuada de este puede causar mutaciones a nivel celular que podrían derivar en enfermedades. Por eso se hace tan importante el generar hábitos de vida en relación con el proceso de respiración.
Se pueden mejorar los hábitos para respirar
Con la explicación anterior queda clara la importancia de recibir suficiente oxígeno en el cuerpo para que este opere de manera adecuada. Y definitivamente hay cosas que podemos hacer para mejorar la cantidad y calidad de oxígeno que recibe nuestro cuerpo. Se trata de crear nuevos hábitos y de eliminar o cambiar viejos hábitos. A continuación te menciono algunas de ellas.
Reconcíliate con la actividad física. Practicar alguna actividad física a diario hace que circule mayor volumen de aire a través de tus pulmones, lo que mejora significativamente la distribución de oxígeno en cada célula de tu cuerpo. Esto tiene un impacto importante en tu vida. Te da vitalidad y te hace sentir mejor. Y lo mejor es que no necesitas hacer grandes esfuerzos a nivel físico. Caminar, por ejemplo, es un excelente ejercicio que demanda poco esfuerzo físico y que genera mucho bienestar. También hay otros tipos de actividades como el yoga o el taichí, que son actividades que ayudan significativamente a respirar mejor.
Deja ya de fumar. El humo del cigarrillo destruye la superficie de los alvéolos pulmonares, limitando así la cantidad de oxígeno que puede pasar al torrente sanguíneo. Mientras menos oxígeno pase, más afectado se verá todo el organismo, ya que no habrá combustible suficiente para que las células realicen sus funciones de manera correcta. Puedes remplazar el cigarrillo por el ejercicio, y estarás haciendo un aporte doble a tu salud.
Aprende a respirar. Tal vez suene mal decir esto, pero la verdad es que no sabemos respirar. Si analizas tu respiración, esta tiende a ser corta y rápida. Piénsalo. ¿Qué tan frecuentemente respiras con profundidad? Otra mala práctica común es respirar por la boca, cuando lo correcto es hacerlo por la nariz, ya que el aire que va a los pulmones debe ser calentado para igualar la temperatura interna, humidificado, y filtrado de partículas de polvo, cosa que ocurre en las fosas nasales. Así mismo, se debe respirar con el diafragma. El aire inhalado a través de la nariz debe recorrer la caja torácica y la zona abdominal para que sea una respiración profunda. Otra buena práctica es respirar conscientemente. Hazte consciente de la manera en la que estás respirando y corrige lo que estés haciendo mal. Finalmente, cuida tu postura. Estar erguido permite una eficiente respiración diafragmática.
Mejora tus hábitos alimenticios. Cuando el oxígeno pasa al torrente sanguíneo, ocurre un proceso de oxidación en el cual, la molécula de oxígeno pierde un electrón. Esto genera un radical libre, que es un átomo con un número impares de electrones, que tratará de obtener el electrón faltante de las moléculas adyacentes. El exceso de radicales libres causa problemas a nivel celular, lo que hace importante compensar esos posibles excesos de radicales libres con una dieta rica en antioxidantes. Una dieta rica en frutas y vegetales tales como el aguacate, bayas, plátanos maduros, zanahorias, grosellas, apio y ajo ayudan a la oxigenación de tu cuerpo. Estos alimentos tienen un alto contenido de antioxidantes y son beneficiosos para la salud.
Mejora la calidad del aire que respiras. Sobre todo en las ciudades, es difícil encontrar áreas verdes, pero aún así es importante que lo hagas. Procura caminar en zonas arboladas, o con mucha vegetación. Abre las ventanas de tu casa para que circule el aire. Procura realizar ejercicios de respiración en la base de un árbol, sentado en un jardín, en zonas boscosas o con abundante vegetación, que es donde el oxígeno es mucho más puro. Realiza inspiraciones profundas, de forma consciente. Acostúmbrate a respirar cerca de la vegetación y hazlo de forma apropiada.
La solución está en tus manos
Sin aire, nuestros cuerpos físicos colapsarían en pocos minutos hasta morir. Eso debería decirte lo importante que es respirar. Así que tómate esto en serio y aprende a respirar. Busca la manera de hacerlo, al menos de forma ocasional, en áreas verdes, que es donde hay aire más puro. Realiza actividad física. Pero sobre todo, desarrolla los hábitos que consideres conveniente para que puedas respirar mejor, sin esfuerzo y sin pensarlo. A eso me refiero con hábitos de vida.
La solución está en tus manos. Tú tienes libre albedrío. Tú puedes elegir cómo respiras, dónde respiras y con qué frecuencia lo haces. Tú y solo tú tiene el poder de crear hábitos que te permitan desarrollar una vida con calidad, más allá de la edad y de las condiciones externas. Y aprender a respirar puede resultar un buen punto de partida…
AUTOR: Rafael Bueno, redactor en la gran familia de hermandablanca.org
HOLA ESTIMADO, SEGUN LA CULTURA INDU, LA ENERGIA VITAL O PRANA QUE CONTIENE EL AIRE, SE ASIMILA A TRAVES DE LOS NADIS, CONDUCTO PARALELO AL SISTEMA NERVIOSO Y ES ESA ENERGIA LA QUE DA LA VIDA. SALUDOS