El hombre medicina
Después de la comunión con su amada Naturaleza Venusiana, Shature estaba lista para revivir la siguiente vida. Cuando entró en el recinto con forma de cúpula, ella caminó directamente hacia su silla, pero su Guía la detuvo.
«Ya no necesitas subir a la cúpula. En lugar de ello permite que tu propia consciencia proyecte el holograma. Recuerda Querida que no estás limitada a la parte de ti misma que está ante mí. Cierra los ojos y permite que la visión de 6ª Dimensión de Arturo encienda el recuerdo de tu totalidad y tu conexión con ella».
Shature cerró los ojos y recordó a Lamerius, su Yo completo. Como seres andróginos unificados, ellos habían viajado a través del vórtice hasta Arturo. Shature recordó la luminosidad de su Cuerpo Estelar de 6ª Dimensión y pudo sentir el vórtice en su corazón. La cápsula estaba alrededor de ellos y el Amor Incondicional llenaba su consciencia. Entonces ella oyó un bello tono que estaba acompañado por una ráfaga de Luz tan fuerte que penetró en sus ojos cerrados.
Ella abrió los ojos y vio ante sí a un Hombre Medicina Nativo Americano. Él estaba parado calmadamente en todo su puro y regio esplendor. Él era magnífico. Tenía una bella vestidura ceremonial hecha de piel de búfalo y un gran collar de garras de oso. Su cabello estaba en largas trenzas, su rostro pintado con 3 líneas rojas en cada mejilla; y una imagen de lo que parecía ser el Sol en su frente. En una mano tenía un sonajero y en la otra una pipa.
«YO SOY How-ta-shai. Yo retorné a la Sobre Alma en la 7ª Dimensión al final de mi experiencia física. Respondiendo a tu llamado, me reúno contigo por medio de este holograma de tu creación».
«¿Cómo supiste que te estaba llamando?» Preguntó Shature intrigada.
«Mi niña, tal como tú estás observando las vibraciones de tu Yo en una densidad inferior, nosotros desde la Sobre Alma te estamos observando».
«Sí, por supuesto», Shature estaba comenzando a entender. «Tal como la vida que tengo ahora es inconcebible para mi Yo tridimensional, la vida de mi Sobre Alma ha sido inconcebible para mí. Antes de que comiences tu relato: ¿Podrías decirme más sobre la Sobre Alma?»
«Por supuesto, vuelve a cerrar los ojos y escucha mis palabras con el corazón. Tal como tú has encendido la Luz en partes de tu Yo, siente la Luz que se enciende en ti. La Sobre Alma es como un lago en el pico más alto de una montaña. Este lago está lleno de aguas prístinas caídas directamente del cielo. Desde este lago fluyen muchos ríos en todas direcciones, los cuales a su vez forman otros lagos más abajo en la montaña.
«Desde estos lagos fluyen otros tributarios, los cuales también tienen lagos; y así sucesivamente, hasta que las aguas de la vida llegan a las arenas del gran océano. Cuando estas aguas se reúnen con la Madre Océano, tocan a los seres que nadan en las aguas de la vida y los convocan para que vuelvan a entrar en las corrientes de su nacimiento y suban gradualmente nadando hasta que al final estén en la seguridad del hogar, en el prístino lago original de su Fuente».
Shature oyó un tintineo de campanas y otro destello de Luz provocó que abriera los ojos y volviera la cabeza. Era Rahotep, o más bien un holograma de él.
«Yo también resueno dentro de la Sobre Alma. He vuelto para ayudarte a entender lo que How-ta-shai va a decir».
Él se acercó para unirse al Hombre Medicina. Shature vio ante ella la proyección de todas las muy poderosas vibraciones superiores de su Ser Total. Ella miró en torno para encontrar a su Guía y descubrió que otra vez se había ido.
«Lo estás haciendo bien, mi niña», oyó en su interior. «Ahora busca la guía en tu interior. Recuerda, estamos juntos en la Unicidad. Si en alguna ocasión me requieres, todo lo que tienes que hacer es llamarme y Yo responderé».
Shature casi siente pena por su pérdida, pero en su Yo expandido no podía mantener la vibración de esa emoción. De hecho, ella ya no era sólo Shature, otra vez ella era Lamerius, porque la alta tasa vibratoria del recinto llamó instantáneamente a Lamire.
«Lamire, otra vez estás conmigo», dijo ella sonriendo.
«Yo siempre estoy contigo».
Rahotep y How-ta-shai sonrieron y dijeron: «Todos somos proyecciones de la misma Sobre Alma y somos completos dentro de la Unicidad. La parte de nosotros llamada Shature está permitiendo que su consciencia se expanda a la concepción de más de una realidad. Estás despertando tu consciencia multidimensional».
Shature comenzó a sentirse orgullosa; y encontró que tampoco podía resonar con ese sentimiento. Se dio cuenta de que estaba teniendo el recuerdo del orgullo tal como estaba teniendo el recuerdo de ser Shature. Entendió lo que Rahotep y el Hombre Medicina habían dicho. Ahora ella tenía en su consciencia todas las realidades que había vuelto a ver.
Ella estuvo en Atlántida, en el Reino de las Hadas, en Inglaterra inmediatamente después de la caída de Atlántida, en el Siglo XIII en Italia, en el Siglo XX en Polonia; y en el Siglo 19 en Inglaterra, en los Estados Unidos y en el antiguo Egipto. Estuvo en la costa de los acantilados rojos de Venus; y fue un Ser Estelar en Arturo. Dentro del siempre-presente-AHORA, ella abarcaba todo lo que había revivido. Ella sintió que su forma se expandía hasta que al final no tenía forma. Ella era una chispa de Luz en un infinito océano de radiancia.
Lentamente, ella comenzó a constreñirse y su radiancia se retiró. Volvió a pulsar hacia afuera y se hizo más fuerte y más brillante. Experimentó con el flujo entrante y saliente de su emanación, hasta que gradualmente retornó al holograma de Shature. Sí, ella también era un holograma. Ella era una proyección de forma desde la Fuente; y sin importar cuántas proyecciones diferentes hubiera, todas eran de la misma Fuente.
Gradualmente su percepción retornó al recinto en forma de cúpula con How-ta-shai parado junto a ella. Rahotep había abandonado su holograma de forma y había retornado a la Sobre Alma, pero ella sintió su presencia en su interior junto con la de los otros. Ella sonrió y How-ta-shai le devolvió la sonrisa. El fulgor de sus ojos mostraba la radiancia de toda la Creación.
How-ta-shai se sentó con las piernas cruzadas e invitó a Shature a que hiciera lo mismo. Tan pronto se sentó, se manifestó un pequeño fuego en medio de ellos y un tipi los rodeaba. Shature miraba fijamente el fuego y esperaba que How-ta-shai comenzara su relato.
«Primero te hablaré de la muerte de la parte de nosotros conocida una vez como How-ta-shai», dijo el Hombre Medicina. «Mientras te hablo, cierra los ojos y mira la historia como Yo te la cuento. Escúchame con el corazón y oye mi verdad. La tradición de nuestra gente es enseñar por medio de relatos; y ahora quiero compartir contigo esa tradición».
How-ta-shai comenzó a sacudir su sonajero y a cantar suavemente mientras el tipi se llenaba de recuerdos. Señaló a su derecha y allí, sobre una áspera estera, estaba un anciano marchito al borde de la inanición.
«Así es como me veía antes de mi muerte. Mi pueblo fue derrotado y fuimos encerrados en un fuerte del hombre blanco. No podíamos ver nuestras amadas planicies, cazar al búfalo, ni practicar nuestras dulces y sagradas tradiciones. Éramos un pueblo conquistado».
How-ta-shai sacó su enfoque del fuego que estaba mirando fijamente; y miró a Shature directamente a los ojos.
«¿Ves el tema de las realidades que ha escogido la Sobre Alma para que tú las veas?»
«Sí», respondió Shature. «Son sociedades, o soy Yo, en la transición y el temor que llegan con el cambio».
«Sí, nosotros los de la Unicidad hemos enfocado nuestra consciencia colectiva hacia ti para que puedas ser nuestra representante en la 3ª Dimensión. La Tierra en la que volverás a entrar está al borde de una gran transición que afectará todo ese Universo multidimensional. Nosotros, las muchas vidas que has visto, una vez nos percibimos como fracasos.
«Ese recuerdo resonó en nuestra consciencia colectiva. Tú fuiste y sanaste las realidades que no habían alcanzado despertar espiritual. Quienes habíamos aprendido a conectarnos con nuestros Yos Superiores mientras estábamos encarnados, pudimos sanarnos y retornar a nuestra vibración superior. Ahora te cuento sobre mi propia frustración mientras estaba encarnado, para que puedas ver que inclusive el fracaso es un éxito si nos podemos integrar con el Espíritu».
«¿Pero porque he sido elegida para ser la representante?», preguntó Shature.
«Tu realidad como Shature en Atlántida, representa la Iniciación de nuestra Sobre Alma hacia la limitación y separación de la 3ª Dimensión. También fue una vida en la cual te conectaste con la Retícula de Luz que rodea al Planeta Tierra. Cuando vuelvas a entrar en la 3ª Dimensión serás llamada a conectarte conscientemente otra vez con esta Retícula energética. Pero ahora permíteme retornar a mi relato. Quienes hemos podido elevarnos por encima de las limitaciones del Mundo físico queremos instruírte compartiendo nuestras experiencias.
«Como dije, éramos un pueblo conquistado; y toda mi fortaleza y discernimiento espirituales, no podían hacer nada para detener nuestro destino. Yo estuve intentando lograr una pequeña victoria. Quise hacer que los Casacas Azules nos permitieran levantar nuestros tipis fuera del fuerte, donde al menos podríamos ver las planicies y la salida y la puesta del Sol.
«Solamente quedábamos hombres viejos, como Yo; y mujeres y niños. Los pocos guerreros que estaban vivos estaban heridos o presos en la casa de hierro de los Casacas Azules. Si pudiéramos lograr solamente una pequeña victoria, entonces quizá podríamos mantener nuestro Espíritu vivo hasta días mejores.
«Pero permíteme comenzar mi relato en un momento más feliz».
Ahora How-ta-shai señaló hacia su izquierda donde había un niño pequeño frotándose los ojos para salir del sueño mientras se levantaba de sus pieles.
Siglo 19 en los Estados Unidos
Este niñito había nacido para ser un guerrero. Tan pronto como pudo caminar, se recordaba queriendo montar un caballo. Si su madre no lo miraba, salía corriendo para donde los caballos y caminaba entre ellos tratando de acorralarlos. Es notable que nunca se lesionó. Muchas veces se escapaba de los ojos de los adultos que lo estaban mirando; y corría hacia los caballos. Una vez que se dieron cuenta de que no se lesionaría, le permitieron hacerlo. Quizá pensó que era un caballo en lugar de un ‘bípedo’. O quizá solamente le gustaba la fuerza de los caballos.
Como todos pensaban, se convirtió en un excelente jinete; y todos sabían que sería un bravo guerrero hasta que sucedió lo más inesperado. Se cayó de su caballo. De hecho, él estaba seguro de que una fuerza invisible lo había empujado. Para su primera cacería de búfalos, tenía 13 años. Se sentía como un hombre, pero no actuaba como tal porque pensaba que él era mejor que el caballo; él era el cazador.
Su orgullo lo metió en problemas. No respetaba al caballo ni al búfalo; y cuando el caballo se movía rápidamente hacia la izquierda, él se movía hacia la derecha. Estaba tan atrapado en el acto de ser un ‘hombre’, que se comportaba como un niño pequeño y olvidó su primera lección: Él y el caballo eran uno. Entonces, en su arrogancia, se cayó del caballo precisamente en el camino de un búfalo furioso.
Peor aún, se cayó sobre el hombro y su brazo derecho quedó colgante al lado. Agarró su lanza con su mano izquierda; y tal como el Espíritu lo había tumbado del caballo, el Espíritu condujo su brazo para acertar con su lanza en el búfalo. El gigantesco animal no murió con un lanzazo, pero se tambaleó. Esto le dio tiempo al muchacho para saltar y correr hasta su caballo que lo esperaba a pesar del gran peligro.
Con el brazo que tenía bueno, el muchacho se subió al lomo del caballo y cabalgó hasta la seguridad. Los otros cazadores habían presenciado esta escena y le quitaron la vida al búfalo. El joven cazador había dado su primer golpe a un poderoso búfalo; y era un héroe. Sin embargo se dio cuenta de que como su brazo derecho le quedó colgando, nunca sería un guerrero.
Su hombro se curó mucho más rápidamente que su corazón. Recuperó la mayor parte del movimiento de su brazo, pero no podía arrojar una lanza ni usar arco y flecha. Finalmente, aprendió a usar suficientemente bien su brazo como para cazar, pero no tenía la fortaleza para ir a la batalla. Así que estaba meditabundo. Su vida se había acabado. No era un guerrero. ¡Escasamente era un hombre! ¿Cómo podría vivir con esta invalidez?
Él era inútil. Su vida se había acabado antes de que tuviera oportunidad de comenzar. Vagabundeaba supuestamente en excursiones de cacería, pero no tenía corazón para cazar. Ni siquiera disfrutaba de montar en su caballo. Tendría que abandonar la tribu. No tenía nada qué dar; y para él era egoísta quedarse. No sabía a dónde ir. Solamente sabía que tenía que irse.
Una mañana antes del amanecer, reunió unas pocas cosas y se escabulló del tipi antes de que nadie despertara. Se dirigió al oeste, lejos del Sol naciente; y lejos de sus sueños. Él no sabía a dónde iba, ni por qué. No le importaba. Caminó durante días y días. No había traído su caballo, pues algún guerrero lo necesitaría y él no tenía derecho de llevárselo.
Después de muchos amaneceres y ocasos, llegó a un territorio nuevo para él. Hacia el final del 2º ciclo lunar, se había perdido. Por supuesto que no se había perdido en el sentido de que no pudiera regresar a casa, pero estaba perdido en cuanto a que no tenía ni idea de dónde estaba ni qué experimentaría después. No tenía miedo. Nada peor le podría pasar. Quizá si se pudiera perder de su pasado, podría encontrar un futuro.
Vio a la distancia un alto peñasco y decidió que subiría a la cima para buscar su visión. Enterró sus provisiones en el pie de la montaña, pues no necesitaría comida ni comodidades; y comenzó a escalar. La ruta hacia la cumbre era muy empinada, con gravilla suelta y poco de qué agarrarse.
Después de estar varias veces a punto de caerse; y deseando tener en ambos brazos la fortaleza de un hombre, finalmente llegó a la cima del peñasco cuando los últimos rayos del Sol se ocultaban en el horizonte. Encontró un pequeño nicho en el cual sentarse y se acurrucó para esperar. La noche se hizo cada vez más fría, pero él ni siquiera lo notaba. Prometió que no se movería hasta que hubiera recibido su visión. Con cada hora entraba cada vez más profundamente en sí mismo. Al amanecer, estaba en un profundo trance.
Gradualmente, una tormenta comenzó a cernirse sobre él. Parecía el eco de la tormenta que rugía en su Alma. El clima se enfrió cada vez más y el viento se puso gélido. Él sabía que pronto caería la primera nieve. Habían pasado muchas lunas desde su lesión. Ahora, las praderas y el dolor de su vida desperdiciada, parecían estar muy por debajo de él. Desde su posición en el peñasco se sentía como una parte de la creciente fuerza de la Naturaleza; y cada vez menos como su cuerpo físico.
Mientras el viento lo azotaba, podía sentir que su Espíritu era arrastrado por él. Él quería volar como el viento y rugir como el trueno; y liberarse de una vez por todas de las limitaciones de su cuerpo lesionado. La ira y la decepción llenaban su corazón y su mente; y quería abandonar la prisión de arcilla de su cuerpo.
«Gran Padre», gritó en el viento sibilante, «¡Llévame contigo!»
Se rindió ante la fuerza de la tormenta natural; y con el destello de un relámpago, fue sacado de su cuerpo. Miró hacia abajo y vio una pequeña forma vacía aferrándose al lado de un peñasco; y vagamente pudo recordar que era él. Tomó el viento como un ave. Su Espíritu no conocía límites; y la turbulencia del aire solamente añadía excitación. Él no sabía dónde estaba ni para dónde iba. No le importaba si alguna vez iba a volver a esa pequeña envoltura.
Ahora él estaba en el Hogar. Él era el viento y el firmamento que lo sostenían. Él era elevado cada vez más lejos de donde una vez estuvo y de quien una vez fue. Por un momento pareció perder la consciencia; y cuando despertó, se encontraba en las planicies. Estaba solo, excepto por un búfalo que era tan blanco como la nieve.
«¡Ellos van a venir a matarnos!» Dijo el búfalo. «Ellos obtendrán poder sobre vosotros matándonos; y no podemos hacer nada para detenerlos».
Con estas palabras, el búfalo se volvió y se fue caminando.
El Espíritu del indígena corrió tras él con muchas preguntas.
«¿Quiénes son ‘ELLOS’? ¿Por qué quieren dominarnos? ¿Cómo pueden mataros?»
Pero ahora el búfalo era solamente un animal. Ya no era blanco; y estaba solo. El hombre se volvió y en la distancia vio muchos montículos. No podía distinguirlos bien, así que se acercó para investigar.
Cuando se acercó, vio que los montículos eran búfalos muertos, millares, que yacían muertos en la pradera. Algunos estaban desollados, pero la preciosa carne se había abandonado para desperdiciarse al Sol. Algunos estaban heridos y fueron dejados para sufrir una muerte lenta. Algunos eran terneros y algunas vacas preñadas. ¿Qué era esta atrocidad?
«¿Quién podría haber hecho semejante cosa y por qué?» Las palabras del búfalo blanco retumbaban en su cabeza: «Ellos obtendrán poder sobre vosotros matándonos».
Él debía detener la matanza. No podía permitir que esto sucediera. Debía volver a su tribu y advertirles. No podía abandonar a su gente en su momento de necesidad. Con ese pensamiento, repentinamente fue consciente de sí mismo muy por debajo de su Espíritu, presionado contra el borde de un peñasco. Parecía tan muerto como el búfalo en las praderas.
Su rostro estaba blanco, sus labios azules; y había nieve en torno a él. Debía volver a su cuerpo antes de que fuera demasiado tarde. Luchó para retornar, pero el mismo viento que le había dado libertad ahora estaba causando su muerte. Las corrientes de aire eran fuertes y lo expulsaban de su cuerpo. Él sabía que para retornar a él, tendría que QUERER vivir. Tendría que luchar por el derecho de estar vivo; vivo y con un propósito. Debía retornar y ayudar a su gente.
Gradualmente, pudo sentirse acercándose a su cuerpo. Se acercaba como si pudiera arrastrarse otra vez a su interior. Cuando finalmente lo tocó, estaba frío como el hielo. Era demasiado tarde. Ya había muerto. Si entraba ahora en su cuerpo, quizá se convertiría en un fantasma, atrapado por siempre entre dos mundos, pero tenía que correr ese riesgo. Tenía que creer que podía restaurar su salud. ¡Entonces, repentinamente, todo estaba oscuro y él estaba frío, sumamente frío! Trataba de moverse pero no podía.
Sus piernas y sus brazos estaban congelados; y no podía sentir los dedos de las manos ni de los pies. Se encogió como un pequeño bulto tratando de mantener el calor que podía. Tenía que calentarse. Gradualmente, se dio cuenta de que podía gatear. Realmente, se estaba arrastrando con los codos. Precisamente delante de él parecía haber una hendidura; quizá fuera una cueva.
Después del que pareció un tiempo sumamente largo, llegó a la entrada de la cueva. Rodó hacia su interior, pero era inclinado y se sintió rodando sin control. Rodó y rodó hasta que repentinamente lo detuvo algo grande y peludo. Era un oso. A él no le importó. Estaba cálido. Cayó en la calidez de su piel y se desmayó.
Él no sabía cuánto tiempo había estado inconsciente, pero cuando se despertó, estaba tibio, o al menos no estaba frío. Y se podía mover. Sus manos y sus piernas obedecían sus órdenes, pero los dedos de manos y pies estaban ardiendo como si un millón de abejas los estuvieran picando. Frotándose las manos, se obligó a sentarse y se orientó. Gradualmente, a medida que sus ojos se acostumbraban a la oscuridad, se dio cuenta de que estaba solo. Pero en el piso junto a él había una pila de raíces. Estaban casi congeladas, pero eran comestibles.
¿Por qué estaba en la caverna esta pila de raíces? Él sabía que no las había puesto allí. Aún no estaba seguro de dónde estaba ni de cómo había llegado allí. Entonces recordó la visión y su lucha por retornar a su cuerpo congelado, su caída en la cueva; y al oso. Nunca había oído que un oso llevara alimento a su cueva. Pero era alimento; y él se estaba muriendo de hambre. Comenzó a comerse las raíces; y una vez que comenzó, no tuvo ningún otro pensamiento hasta que se las comió todas. Cuando terminó, estaba sediento y gateó hasta la entrada de la cueva, asombrado de lo débil que estaba, para comer algo de nieve.
¿Dónde estaba el oso? ¿Había encontrado otra cueva? ¿Estaba buscando el último alimento antes de su hibernación? Si ése fuera el caso, tendría que irse antes de que volviera el oso. Pero con el pensamiento de abandonar la abrigada cueva, se dio cuenta de que aún estaba demasiado débil. Si el oso fuera a matarlo, ya lo habría hecho. Además, con seguridad aún no podría sobrevivir a la intemperie. Volvió a gatear hasta la profundidad de la caverna y se quedó dormido.
Varias veces llegó al borde de la vigilia y recordó un gran bulto peludo y se recostó contra su forma dormida. Se sentía a salvo, seguro y caliente; y se fue a la deriva hasta las profundidades del sueño. Cuando se despertaba completamente, frecuentemente encontraba más raíces que comía con gran apetito. Algunas veces el oso estaba allí; y algunas veces no. Finalmente, después de un tiempo indeterminado, el hombre fue capaz de permanecer despierto suficiente tiempo como para evaluar su situación.
Cuando despertó esta vez, encontró al oso profundamente dormido en lo más profundo de la cueva. Era casi como si supiera que el joven hombre estuviera bien ahora; así que había entrado en su sueño de invierno. El hombre se dio cuenta de que el oso le había traído las raíces, lo había mantenido caliente; y de hecho, le había salvado la vida. Éste era un poderoso presagio respecto al propósito de su vida. La Naturaleza le había salvado la vida y él debía corresponderle. Le había sido concedida la Medicina Oso; y debía aprender a usarla.
Durante dos inviernos vivió en esa cueva con el oso. No estaba seguro de cómo sobrevivió al primer invierno. Cuando recuperó suficiente fortaleza, bajó hasta la base de la colina y sacó sus provisiones de debajo de una pila de nieve. Dormía muchísimo acurrucado en la calidez del oso. De alguna manera sobrevivía con las provisiones que había recuperado y con los pequeños animales que atrapaba fuera de la cueva.
Sus primeras enseñanzas ocurrieron en el estado de sueño. Cada noche se reunía con el Gran Espíritu y recibía muchas instrucciones. Al despertar caminaba en la nieve para tratar de anclar estas instrucciones en su forma física. Fue durante estas diarias caminatas cuando aprendió a conectarse con la Naturaleza de una manera que nunca había conocido. Toda la Naturaleza estaba dormida, como él, en las profundidades del invierno, pero el Gran Espíritu nunca dormía y se convirtió en una compañía constante para el hombre.
La persona que siempre había sabido que era él, ahora estaba muerta; y aún no había dado nacimiento a su nuevo Yo. Estaba embarazado de sí mismo. Estaba gestando una nueva existencia desde su más profundo interior, la cual era alimentada cada noche en su estado de sueño. Cuando comenzó a llegar la primavera, lo mismo hicieron los retoños de su nuevo Yo. El oso se despertó y lo dejó solo en la cueva. Se sorprendió por cuán solitario se sintió. Él también abandonaría la cueva para construírse un refugio contra la ladera del peñasco que había escalado ese fatídico día en el mismo comienzo del invierno.
Cuando vio en torno a él toda la vida nueva de la primavera, comenzó a construír una nueva vida en su interior. Este nuevo Yo estaba totalmente al unísono con toda la naturaleza. Como sus caballos, él podía oler el agua; y sin importar cuánto se alejara de su refugio, siempre podía retornar. Comía de forma muy parecida a su amigo el oso: Pescado del lago y los ríos cercanos, bayas, raíces y pequeñas criaturas.
Un día, mientras estaba comiendo bayas, sintió que en su cuerpo estaba teniendo lugar una extraña metamorfosis. Repentinamente sus manos se volvieron muy grandes y peludas; y su espalda asumió una curva inusual. Su sentido del olfato era tan intenso que estaba casi mareado. Cayó en cuatro patas y comenzó a correr por los bosques con una increíble velocidad.
Se preguntaba si solamente él se sentía como un oso, o si alguien fuera de él lo vería realmente como un oso. Y luego olfateó el más magnífico aroma que hubiera experimentado jamás, una osa. Se acercó a ella lentamente desde una dirección contraria al viento. Pero ella era demasiado lista para él; y se volvió hacia él. Ella olfateó el aire como si estuviera confundida por el olor de él. Él se paró en las patas traseras, levantó las garras y gruñó para impresionarla. Ella no tenía cría y pronto estaría en celo. El hombre/oso volvió la espalda y corrió colina arriba, dejándola esperando su retorno.
Él se despertó al borde de una corriente junto a un grupo de bayas. Estaba desnudo; y los vestidos que tenía habían sido desgarrados y colgaban en jirones en torno a él. ¿Cómo podría haber tenido la fortaleza para arrancarse su ropa sin tener un cuchillo? ¿Habría sido cierto? ¿Había sido un oso o fue solamente una visión? ¿Acaso importaba? Ahora vivía en 2 mundos, el Mundo del Espíritu y la Tierra de sus Padres. Él podía viajar a un lado y al otro sin darse cuenta nunca de que había cambiado entre realidades. ¿Había perdido la razón, o simplemente la había cambiado por su Espíritu?
Mientras era oso, había visto algunos hongos. Los recogería y los guardaría para la Luna Llena que llegaría en unos pocos días. Se dio cuenta de que había algo importante que debía hacer. El Gran Padre Cielo y la Gran Madre Tierra estaban llamándolo. Ayunó durante 3 días tan desnudo como estaba cuando despertó junto a la corriente. Entonces era el momento.
La luna estaba llena y alta en el firmamento. Bendijo los hongos en cada una de las 4 direcciones, los presentó al Gran Espíritu; y los comió lentamente. Brevemente tuvo nauseas pero no vomitó. Se tendió de espaldas a mirar fijamente la luna. Ella parecía hablarle.
«Recuerda. ¿Recuerdas mi guerrero?»
«¿Recordar qué?» Preguntó él. ¡Y un guerrero! ¿Se estaba burlando de él? Él sabía que nunca podría ser un guerrero.
«¡Oh! Pero hay muchas clases de guerreros», dijo ella. «Son diferentes solamente en la elección de sus armas».
«Yo no puedo blandir un arma. ¡Inclusive como oso, mi brazo era más débil!».
La voz ignoró sus quejas.
«¡Tu arma será tu Medicina!»
«Yo no tengo Medicina», argumentó él.
«Si recuerdas quién eres, tendrás tu Medicina. Si el oso te reconoció: ¿Por qué tú no te reconoces?»
«¿Pero quién será mi profesor? Estoy solo en la Naturaleza».
«Sí, eso es verdad. La Naturaleza será tu profesora».
Y entonces la voz se detuvo y él tuvo muchas visiones. De hombres vestidos de azul con monturas y palos de fuego como los que usaban los tramperos. Había muchos, muchísimos. Vio fuegos; y mujeres y niños corriendo aterrorizados; los hombres se habían ido. ¿Dónde estaban?
¿Cómo pudieron abandonar a sus familias? No, no las abandonaron. Él vio a los guerreros esperando la batalla, pero los hombres de azul les temían y solamente atacaron a mujeres y niños. ¿Acaso estos enemigos no tenían honor?
Vio árboles desnudos, sin hojas; y los árboles estaban atados entre sí para atrapar algo en el interior. Él tenía que liberar lo que estuviera atrapado. Golpeó la madera buscando una entrada, cuando oyó risas. Miró hacia arriba y vio a un hombre de azul dentro de la hilera de árboles, con la cabeza y los hombros asomando sobre los árboles muertos, mirándolo. El hombre se reía y se reía.
«¡NO!» Gritó. «Yo no quiero esta visión. Es el mal!»
La voz volvió: «¡Los ciclos terminan como cambia la luna. Pero tal como la luna siempre retorna, lo mismo harán las personas!»
La siguiente visión que tuvo, no la podía entender. Estaba su gente, solamente que no había espacio en torno a ellos. No había praderas. No había búfalos. Sus guerreros yacían por ahí como viejos enfermos, apoyándose en los árboles y bebiendo agua de fuego. Parecían vivir en tipis que no tenían la forma de la rueda de la medicina, sino que eran planos con algo brillante encima. Alrededor de ellos había cosas que parecían casi como los caballos de hierro, pero eran más pequeñas y parecían estar rotas.
Todos estaban tristes y abatidos. Y entonces sucedió. Con un golpe de la vieja puerta de madera, alguien salió de un tipi plano. Era un guerrero totalmente ataviado. Tenía su pintura y su gorro de guerra. Llevaba su mejor arco con sus flechas. Él no quería el palo de fuego del hombre blanco. Y con la otra mano mantenía en alto algo brillante. Algo casi como fuego, pero no ardía.
Era una luz como el Sol y se esparcía por todo el campo. Uno por uno, los perezosos hombres enfermos se levantaron y se transformaron en poderosos guerreros. El jefe levantó ambos brazos al cielo e invocó al Mundo del Espíritu. Él miró la cara del guerrero; y en su rostro vio los de su gente.
Luego todo se puso negro. No vio nada más. Trataba de recuperarlo, quería recordarlo todo, pero no podía permanecer despierto. Algo estaba arrastrando su Espíritu. Lo último que vio fue su forma desnuda tendida en el suelo del bosque.
Cuando despertó, el Sol estaba alto. Gateó hasta la corriente y rodó en ella. Se quedó allí tendido la mayor parte del día, entrando y saliendo gateando del agua, hasta que finalmente encontró alimento. ¿Qué podría haber significado su visión? ¿Cómo podría la Naturaleza enseñarle su medicina?
Pasó el resto del verano respondiendo esa pregunta. La visión era aún un misterio, pero la Naturaleza era su profesora. El cielo le enseñó cómo ser libre. Las aves le permitieron usar sus ojos para ver la tierra desde muy arriba. Los árboles le dijeron dónde encontrar raíces y otros comestibles. Las abejas le ofrecieron miel; y todas las criaturas hablaban con él en un lenguaje sin palabras.
Mientras se movía por el bosque, de alguna manera sabía que esta corteza podría sanar el dolor; y que esta flor aliviaría la fiebre en una herida. La naturaleza le revelaba sus secretos. Mientras los días se acortaban y las noches se enfriaban, sus lecciones continuaron. Luego supo que era tiempo de retornar donde la osa. ¿Realmente se aparearon o era una visión? Todo lo que podía recordar es que se unieron para convertirse en un solo Ser. ¿Realmente ella era una osa o era el Espíritu Guía de él?
Entonces ya había llegado el invierno y él sabía que hibernaría como el oso. Había reunido su alimento y un viejo ciervo le había dado su vida. Su compañera osa le había dicho dónde encontrarlo. Con este regalo de la Naturaleza, él hizo sus ropas de invierno y sus provisiones. Cuando fue a la cueva para su descanso de invierno, la osa lo estaba esperando; miró a su compañero de cueva de 2 patas; y se fue lentamente al fondo de la cueva.
En este invierno el hombre hizo pocas caminatas. Estaba muy ocupado soñando. Recorría el firmamento con los Grandes Padres y retornaba a la Gran Madre Tierra solamente para comer y hacer sus necesidades corporales. Cuando llegó la primavera, estaba listo; no sabía para qué, pero estaba listo. Un día despertó y la osa se había ido.
Sabía que él también debía abandonar la seguridad de la cueva. Reunió sus pocas posesiones, pues sabía que no retornaría. Había recibido sus lecciones. Había aprendido su Medicina. Ahora debía usarla para el bien de su gente. Ahora volvería donde ellos. Tenía algo para compartir con ellos. Él era un guerrero; y su arma era su Medicina.
Decidió hacer un último recorrido por el valle para decir adiós y para reunir provisiones para su largo viaje a casa. Todos los árboles y las briznas de hierba parecían conocerlo. Las flores se volvían hacia él; y los animales, insectos y aves parecían reconocerlo. Finalmente, con la tristeza del adiós y la alegría de la esperanza y el propósito, se volvió una última vez cuando llegó al borde del valle. ¿Qué era aquello que veía en la distancia? Sí, era su pareja osa. Y junto a ella había una pequeña cría.
«¿Pero qué significaba la visión?» Preguntó Shature.
El rostro de How-ta-shai se puso triste y gris.
«La visión era la Verdad, aunque tardé muchos años en conocerla».
Movió su mano hacia su derecha, hacia el viejo agonizante. Una mujer nativa estaba entrando en el tipi con un pequeño cuenco de comida y un odre de agua. El anciano los rechazó.
«No comeré hasta que los Casacas Azules nos permitan poner nuestros tipis fuera de las paredes de este fuerte».
La joven mujer asintió con tristeza y respeto y volvió a salir del tipi con los alimentos intactos. Miró al comandante del fuerte que estaba precisamente entrando en sus cuarteles, puso los alimentos en el piso frente al tipi; y se fue.
Al comandante no le gustaba su trabajo. ¿Qué sentido tenía torturar más a esta gente? Cada mañana, cuando entraba en su oficina, ellos ponían frente al tipi los alimentos del viejo Hombre Medicina. Y cada noche, se llevaban lleno el mismo plato de comida cuando el comandante salía de su oficina. Él había oído que cada miembro restante de la tribu había sacrificado una pequeña parte de sus casi incomibles alimentos, como un gesto de apoyo para su único guerrero que quedaba.
El comandante había servido en la Guerra Civil y había librado muchas duras batallas, pero no entendía el propósito de humillar más a esta pobre gente derrotada. Sin embargo, sus órdenes eran mantenerlos dentro de los confines del fuerte. ¿A dónde irían ahora? Quedaban muy pocos. Los guerreros habían muerto o estaban en prisión. Pero él tenía que obedecer sus órdenes. ¿O no?
Y una mañana, cuando subía las escaleras hacia su oficina, se volvió a mirar la familiar escena del alimento frente al tipi del viejo, pero en lugar de ello vio a la mujer desarmando el tipi y envolviendo al viejo Hombre Medicina en una piel funeraria. Todos se volvieron a mirar directamente al comandante, sus ojos mostraban orgullo y Amor. Inclusive los niños se detuvieron para asegurarse de que él supiera lo que había sucedido.
A lo largo de su carrera militar el comandante había visto muchas cosas terribles, pero la simple visión de la pérdida de un valiente hombre viejo, conmovió su corazón. Tuvo que apoyarse en el pilar del porche para recuperar su compostura. Entonces llamó a su teniente y le dijo con su más fuerte voz:
«¡Teniente, dígale a esta gente que ponga sus tipis fuera del fuerte!»
Cuando el Hombre Medicina terminó su relato, Shature sintió la profunda tristeza de «La Gente». Ella había oído la historia con el corazón y estaba admirada por el valor de How-ta-shai. ¿Podría ella hacer una carrera tan valiente cuando retornara a la Tierra?
«Hay muchas maneras de ser un guerrero«, dijo How-ta-shai. «Recuerda mi historia. Tuve que perder mi habilidad de ser un guerrero de la manera como quería, para ser un guerrero de la manera que era mi destino. Yo no te he descrito los muchos años en los cuales fui de gran servicio para mi gente. Éstos fueron años llenos de felicidad, servicio y Amor. Después, tuve que aprender a mantener vivo ese Amor durante años y años de dolor, sufrimiento y pérdida.
«A mi muerte, la única cosa que Yo había dejado era el Amor mismo. Amor por algo más grande que el Mundo material. Amor por un ideal. Yo me había sacrificado como un símbolo del Amor que Yo tenía por las costumbres de mi gente. Se requirió una vida de servicio para lograrlo, pero ahora te puedo dar un Amor transpersonal que está más allá de las emociones Humanas. Éste Amor es un campo energético y un rayo de poder. Recibe de mí este regalo y tenlo en tu corazón».
El Hombre Medicina se puso de pie y Shature siguió su ejemplo. Él dio la vuelta alrededor del fuego y la abrazó, de corazón a corazón. Ella pudo sentir su energía de oso, su Amor por la Naturaleza; y todo su dolor que él había transformado en sabiduría. Sí, ella mantendría en su corazón este regalo por siempre, trascendiendo toda la vida y la muerte.
Tradujo: Jairo Rodríguez R.
Consultoría Energética y Espiritual
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Por Suzanne Lie