La Iluminación y la Sabiduría, parte 1 – por Fran Soto
¿Cuál es la verdadera naturaleza del ser humano?
Tenemos un cuerpo físico, un carácter, unos sentimientos, unas emociones y nos desenvolvemos en un entorno determinado. A lo largo de los años vamos desarrollando nuestro carácter y establecemos una forma de vida concreta. A menudo la mayor ocupación de las personas es delimitarse un espacio de comodidad, personal y social, dentro del cual puedan sentirse seguras y de esta forma vivir dentro de los modelos más aceptados socialmente. Dicha ocupación versa sobre todo en la elección de un método de subsistencia, habitualmente el trabajo, y en la toma de decisiones para proveer todo lo necesario en cuanto a bienes y servicios.
A menudo pueden leerse artículos o libros sobre la búsqueda de la felicidad, y sobre distintas maneras de acercarse más a ella. Un punto de los más frecuentes en este tipo de tratados son los referentes al desecho del materialismo, entendiendo por tal la actitud de basar la felicidad personal o familiar en la adquisición o tenencia de bienes materiales para satisfacer necesidades no básicas, a menudo creadas en la población para aumentar su gasto corriente.
A lo largo del siglo XX el planeta ha experimentado un crecimiento tecnológico inmenso. Dicho crecimiento se ha enfocado en muy diversas áreas, y ha contribuido a que en los países más desarrollados pueda establecerse un sistema económico que ha propiciado grandes volúmenes de comercio para productos de todo tipo, logrando que la mayoría de familias puedan acceder a ellos al mismo tiempo que se están creando una fidelidad al mercado no vista anteriormente.
No obstante cada día son más los que reconocen que su vida podría ser algo más, pese a tener las necesidades básicas cubiertas, pese a tener dinero holgadamente o pese a ser unos triunfadores en sus trabajos, familias o amistades.
Los más perspicaces enfocan dicha situación hacia un autoanálisis en el que intentan observar los motivos por los cuales se sienten desdichados cuando aparentemente tienen todo lo necesario para triunfar en la vida. Dicha autoobservación puede acometerse mediante innumerables sistemas, siendo el instaurado por el propio usuario el más válido para él mismo.
Esta exploración interna no se limita únicamente a factores psicológicos ni sociales. Cuando se alcanza un punto determinado en la vida de una persona, su propia introspección puede llevarle a dar un paso más y descubrir el inicio de un sendero, un sendero de vida especial, nuevo, muy personal y cuyo fin aún no discierne. Un sendero que en realidad ya inició, pero que gracias a su resolución íntima ahora puede conocer y seguir.
En el inicio de este sendero el aspirante a su camino ya intuye que será a través de él como podrá conseguir eso que anhela íntimamente.
Estamos hablando del camino espiritual de la iluminación. El término iluminación aparece como algo misterioso usado a menudo con diversos sentidos inapropiados. Realmente es misteriosa, entendiendo esta palabra en su original sentido (en griego de mystos = oculto). Un camino hacia lo oculto partiendo de las concepciones mundanas.
Quien esté preparado para iniciar el camino será llamado a ello. Dicha elección es verdaderamente íntima, esto es, meditada intelectualmente, pero decidida por nuestra faceta más profunda.
¿Qué se necesita para empezar este gran camino y especialmente, para qué?
Ante todo hay que recalcar que iniciar este camino ascendente es un potencial inherente a todo ser humano por el mero hecho de serlo. Sin embargo, será la madurez de dicha persona la que más influirá para que finalmente así lo haga. Al mismo tiempo es importante destacar que efectivamente, es un camino para los elegidos, pero la cualidad de elegible (en la Biblia esta cualidad se refleja con el nombre de “Pueblo de Israel”) está íntimamente ligada a la madurez espiritual, es decir, al progreso íntimo que una persona en concreto lleva acumulado.
De esta forma, el desarrollo espiritual del candidato le ha dotado ya de unas actitudes y aptitudes idóneas para seguir el camino. La primera actitud es un acto de Fe: creencia en el Señor. No es necesario que dicha concepción de la deidad se corresponda con ninguna religión establecida, ni con ninguna idea preconcebida antropomórfica o no, basta con el reconocimiento íntimo de Su omnipotencia.
Con la mirada puesta en el Señor, el candidato se prepara para iniciar una nueva etapa de su vida, la más apasionante, misteriosa y entrañable. Y también una de las más duras, ya que el trabajo interior es el trabajo más serio que puede realizarse.
Pero, ¿candidato a qué? ¿camino hacia dónde? Candidato a la revelación de los misterios ocultos para él hasta ahora, y camino hacia la iluminación primero y hacia la eternidad siempre.
Los Antiguos Misterios aparecen en la literatura teosófica, ocultista y religiosa. Son famosos los misterios egipcios, los misterios gnósticos cristianos, muchos misterios de pueblos nativos, el misterio masónico… En realidad ese conjunto de misterios son el mismo misterio, revelado a diversos pueblos o personajes de la historia y adaptado a las numerosas culturas del planeta. La presencia de estos misterios es muy anterior al imperio egipcio y por responder a la ley divina, son inalterables.
¿De qué tratan estos misterios?
Sólo el iniciado en ellos podrá saberlo puesto que la percepción necesaria para conocerlos está necesariamente atada a la capacidad del aspirante. No obstante, hoy en día puede reconocerse que dichos misterios versan sobre todo en una asunción más profunda de la naturaleza humana, donde los límites establecidos hasta ahora desaparecen para proporcionar una visión más amplia del cosmos.
Por tanto, el misterio se revela gracias al conocimiento, una de cuyas ramas es la sabiduría. La sabiduría es ese potencial que todos tenemos de percibir, asimilar, procesar lógicamente y además establecer un esquema mental de relaciones en torno a un asunto determinado. Es una virtud teologal y una faceta divina. Con la sabiduría obtenemos iluminación. La iluminación es un estado en el que la sabiduría preside las acciones y por tanto éstas se ajustan a la mayor perfección.
La sabiduría nos lleva hacia la Luz. La Luz (o iluminación) es un estado de la persona en el que, reconociendo su unidad con su creador, el Señor, se erige como un humano completo, original y perfecto.
Es importante considerar un punto del ritual masónico de iniciación en el que el Venerable Maestro, representando a nuestro Señor Creador, determina que al candidato a la iniciación “se le restituya la Luz”. Es importante observar que no dice “que se le incluya en la luz” o que se le permita entrar en ella, sino “que se le restituya”. ¿A qué se debe dicha concreción? A que la Luz es un derecho innato del ser humano, entendido como legítima aspiración, y en algún momento dejó de “tenerla” y por eso debe ser restituida.
La historia del planeta es muy anterior a todo lo conocido documentalmente y se remonta a millones de años antes de Jesucristo. En algún momento antiguo los habitantes de este planeta sí eran conscientes de ese conocimiento ahora oculto y por algún motivo dejaron de serlo. Es el episodio bíblico del Diluvio, cuyo significado oculto trasciende la mera explicación tradicional.
¿Y qué es la Luz?
En materia de iluminación la Luz es lo contrario de la oscuridad, es la sabiduría pura, la inteligencia infinita. Estrictamente, la Luz es nuestro Señor Omnisciente.
En concreto, el aspirante a la iluminación cuando esté preparado recibirá su iniciación. Eso implicará su despertar a nuevos conocimientos, nuevas percepciones, nuevos sentimientos. Pero ante todo, crecerá su devoción. Lo que había entendido hasta el momento como “magia” cobrará una nueva realidad. Lo que había interiorizado como valores, será el eje donde girará una gran parte de su trabajo.
Porque para iniciarse en los misterios no vale con el simple deseo de hacerlo sino que deben seguirse estrictamente un conjunto de actitudes espirituales sobre las cuales el aspirante erigirá su propio templo metafórico consagrado al Señor.
Estas actitudes se reflejan bastante fielmente en las antiguas escrituras, en los evangelios cristianos y en la doctrina masónica. Se fundamentan básicamente en la realización del bien por el propio bien, en el amor universal indiscriminado, y ante todo en el amor a Dios.
El bien por el propio bien implica que cada cosa buena que hagamos no debe estar condicionada bajo ningún concepto. El amor universal indiscriminado se basa en considerar al prójimo como a ti mismo, sin odio, ni rencor, ni mentiras, con la máxima comprensión posible, perdonando siempre y tratando como nos gustaría que nos tratasen. Ello siempre sin menoscabo de nuestra dignidad personal, puesto que de producirse dicho menoscabo tampoco se estaría cumpliendo correctamente (la auto humillación sólo es admisible ante el Señor y detestable en cualquier otro caso). De la misma manera, una persona que busca la iniciación ya tiene una conciencia social con la que reconoce que es importante una correcta distribución de los recursos y por tanto, sabe dar a quien necesita cuando estima oportuno y de la manera más altruista, siempre sin perjuicio suyo o de su familia. Y delante de todo ello, el mandamiento fundamental: amarás a Dios sobre todas las cosas. No es necesario detallar esta convicción que es fundamento de todo.
¿Cómo avanzará el aspirante a los misterios por el sinuoso camino que se le presenta?
Gracias a la Sagrada Presencia. En un momento determinado el aspirante “siente” a la Sagrada Presencia. Es la presencia del Señor en todo. Al principio la sentirá especialmente siguiendo sus mejores impulsos, respondiendo a lo que de su corazón sale, y encauzando sus mejores anhelos. El aspirante y el iniciado viven para servir al Señor. Siguen Su camino de Luz, sabiduría y autoconocimiento, y saben que Él les sostiene. A medida que progresen irán desvelando (literalmente) nuevos conocimientos y nuevas concepciones del mundo que les rodea y de ellos mismos.
AUTOR: Fran Soto, redactor en la gran familia de hermandablanca.org
Es la Pura verdad.hacia Alli iremos todos,sin ecepcion.gracias por seguir iluminandonos.gracias.
Importante aporte para los que buscamos ser mejores personas cada día, me encanta todo lo que es relacionado a crecimiento espiritual leo muchos artículos quiciera asistir a un grupo en mi país pero no lo encuentro, soy de San Pedro Sula, Honduras C. A.
SALUDOS Y BENDICIONES
Me encanta todo sobre evolucion espiritual.