Si implicas al niño y ve que forma parte de algo importante viene contento al cole
Es el único español que ha optado al premio ‘Nobel de la enseñanza’. Ayer dio una lección en Logroño, invitado por el Gobierno regional, y el ‘aula’ de Caja Rioja se quedó pequeña.
César Bona Profesor de Primaria
Llegó apurado, tras impartir sus clases vespertinas en el colegio Puerta de Sancho de Zaragoza, donde instruye a niños de 5º de Primaria. Para entonces, una muchedumbre se concentraba a las puertas del Centro Fundación Caja Rioja-Bankia y enfilaba por los soportales de Gran Vía. ¿Cuándo un maestro ha suscitado semejante expectación?
La respuesta está en César Bona (Ainzón, Zaragoza, 1972), el único docente español que ha optado al premio Nobel de los profesores, los Global Teacher Prize. Sus quince años de docencia le han llevado por distintos centros y localidades aragonesas para ‘educar a la manada’ -como dice-, aunque ésta no siempre ha sido la más cómoda de manejar. Siempre, sin embargo, ha logrado sacar lo mejor de los estudiantes-
¿Algún partido político le ha pedido consejo sobre cómo mejorar la educación en nuestro país?
Cuando salió la nominación a los Teacher Prize hubo un par de personas que quisieron ponerse en contacto conmigo, pero no llegamos a reunirnos.
¿Cuáles son las claves para ser el ‘mejor profesor’ de España?
No soy el mejor maestro, hay muchos que hacen cosas muy chulas y gracias a esta nominación están saliendo a la luz. ¿Las claves? Yo hablo de cosas que muchas veces se nos olvidan; hablo de respeto, de tener en cuenta el factor humano, la sensibilidad, la empatía, de escuchar a los niños. A veces estamos un año con ellos y no es hasta el sexto mes, cuando vamos a una excursión con ellos, cuando conoces a un niño. Normalmente no se les da la opción en la escuela de expresar cómo son y lo que sienten. También suelo decir que los niños y niñas son seres hechos de creatividad, curiosidad, imaginación, y eso es lo que tenemos que animar en la escuela.
Y usted lo hace, entre otras cosas, otorgándoles roles con ciertas responsabilidades (como el de historiador, juez, abogado…).
Sí, es algo obvio. Si un adulto en su trabajo se siente implicado e importante en algo va a trabajar a gusto. Y a los niños les pasa lo mismo, si les implicas y ven que pueden formar parte de algo importante vienen contentos al colegio. Pero implicarles también de cara a la sociedad, no solo en la burbuja que es la escuela.
De hecho usted los saca del aula y les hace interactuar y relacionarse con el pueblo, el barrio…, como en el corto que rodaron con abuelos de Bureta (Zaragoza).
Sí, y ese es el sentido que tiene la escuela, tenemos que educar para la sociedad.
Y si tan evidente es que hay que implicar al alumno en su aprendizaje, ¿por qué no se hace?
Creo que las programaciones constriñen mucho y, si no quieres saltártelas, hay muchas cosas que te pierdes en el contexto donde viven los niños. Y para enseñarles, primero tienes que conocerles.
Una de las grandes recompensas para sus alumnos ha sido conocer a la primatóloga Jane Goodall.
Eso fue una experiencia muy bonita con alumnos que habían creado una protectora virtual de animales dirigida por ellos, ‘El cuarto hocico’, y dos de los premios que mereció el proyecto nos los entregó Jane. Ella me dijo en Burgos que allá donde va, y viaja 300 días al año, siempre pone como ejemplo a mis niños como ejemplo de esperanza en un futuro mejor. Y en eso sé que no sólo están los niños que llevo yo sino muchos más, y en ellos está la esperanza, en niños que son capaces de dar un paso adelante para cambiar cosas en cualquier sentido.
En sus casi quince años de docencia ha trabajado en centros de todo tipo, en distintas localidades (como Zaragoza o los pueblos aragoneses de Bureta y Muel) y para niños de entre 6 y 18 años. ¿Es más complicado con unos que con otros?
Yo he disfrutado con todos. Suelo decir que cada niño es un universo y cuanto más difícil, mayor ha de ser el reto. Y los adolescentes tienen mucho que ofrecer y les apetece mucho participar aunque no lo parezca.
¿En sus clases quién aprende más, usted o sus alumnos?
Yo he aprendido mucho en cada sitio y con los niños con los que he estado. Estoy abierto a aprender de ellos y cada día te sorprenden con cosas nuevas.
De hecho ha aprendido de cine, fotografía e incluso a tocar el cajón con alumnos de etnia gitana.
Sí, para mí es un privilegio ir a clase, es una fuente de inspiración infinita de la que me nutro.
¿También suspende a sus alumnos?
Suspendo, pero yo no dedicaría mucho tiempo a la evaluación sino a hablar con los niños de los motivos y plantear cómo mejorarlo.
Y cuando César Bona se pone serio en clase, ¿cómo se pone?
Frunzo el ceño y ya saben que algo hay que cambiar.
¿Quién ha respaldado más o menos su método de trabajo, los padres de alumnos, los compañeros o el sistema educativo?
No es fácil y hay padres que tienen un poco de temor porque apenas uso el libro de texto, que para muchos es la guía de la vida. Tenemos que usarlo como una herramienta más, lo mismo que la tecnología. El sistema tampoco nos lo pone fácil en general, está todo muy encorsetado, y compañeros ha habido de todos, como en todas las profesiones, pero yo me quedo con aquellos que te inspiran, que son muchísimos.
No gano el Global Teacher Prize, pero la nominación ya es un premio.
Uno de los regalos que me ha dado este premio ha sido conocer a mucha gente y muchos proyectos. He aprendido más en estos últimos cinco meses que en toda mi carrera porque me han hecho muchas preguntas que yo mismo tenía que haberme planteado.
Fuente: http://www.larioja.com/