La impermanencia y el sufrimiento

Es verdad que la impermanencia es sufrimiento, si lo vemos desde el lado por ejemplo de la pérdida de un ser querido sin duda desearíamos que fuera permanente, que no tuviera que morir, que estuviera para siempre con nosotros…si es sufrimiento.

Cuando recordamos nuestros momentos de infancia o juventud y estamos experimentando la vejez, sin duda deseamos que esos tiempos no hubieran pasado…que fueran permanentes…sin embargo no es lo que en realidad acontece.

Hemos experimentado una y otra vez la perdida de un ser querido..la muerte, nuestra vejez y la de los que nos rodean, la enfermedad y la pérdida de nuestro trabajo, y si son sufrimiento, es verdad pero si somos realistas si no existiera el cambio estaríamos como congelados, sin movimiento..eso no sucede.

La gran noticia es que la impermanencia tiene otro lado que no valoramos o tomamos en cuenta y es que todas las situaciones están sujetas al cambio el sufrimiento tiende a cambiar tarde o temprano a un estado de felicidad como el nacimiento de un niño, el crecimiento y los logros de nuestros hijos, la madurez que nos permite viajar y conocer nuevas personas y lugares, los beneficios de ejercer nuestra profesión, son estados deseables pero impermanentes también.

Lo importante aquí es ser conscientes de que todas las cosas, estados mentales y emocionales están sujetos al cambio, así cuando experimentemos una pérdida podremos estar seguros que va a pasar, todo cambia ¿no es así?, cuando experimentamos enormes alegrías podemos enfocar toda nuestra energía a valorar y disfrutar de lleno esos momentos porque pueden cambiar, eso es seguro aumentan o disminuyen, simplemente cambian.

Algunos maestros lo consideran como una característica de nuestra existencia y que el origen del sufrimiento es en realidad la resistencia al cambio, al concebir todo como permanente cuando no lo es. Instante a instante las cosas y las situaciones cambian.

La gran lección aquí es estar atentos no deprimirnos cuando las cosas van mal y tampoco confiarnos de más cuando van bien, valorar los estados por los que transitamos en esta vida sobre todo porque nos invitan a aprender, a ser fuertes y mejores en la alegría y en la adversidad. Algo así como cuando cesa una enfermedad y decimos “gracias  a que existe la impermanencia”….o cuando encontramos el empleo deseado después de una ardua búsqueda y decimos “gracias a que existe la impermanencia”..

Nada es definitivo ni absoluto todo cambia y lo único que podemos hacer es estar preparados física, mental y emocionalmente para vivir con intensidad todos los momentos que se presentan en nuestra vida, eso es realmente vivir porque el cambio es parte de nuestra existencia sin más..el cambio se puede gozar y transformar en experiencias constructivas para nuestro crecimiento espiritual, es el laboratorio de la realidad.

Así que valoremos la impermanencia y el cambio que nos permiten hacer de nuestra vida una llena de experiencias significativas, en las situaciones que no nos son favorables podemos aprender, cuando muere un ser querido podemos entender que nosotros también vamos a morir y que no sabemos cuánto tiempo tenemos, apreciamos así un momento difícil para valorar nuestra situación presente y el futuro que deseamos, si alguien tiene un gran logro podemos también entender que lo mejor es valorarlo, disfrutarlo a todo lo que da.

No podemos controlar las situaciones que enfrentamos pero si podemos trabajar en tener una mente alerta y consciente del cambio que sepa aprovechar todo momento para el enriquecimiento interior, es entonces que no estamos sujetos a lo que nos acontece, más bien estamos preparados mental y emocionalmente para experimentar todo lo que nos ofrece la vida..no es lo que nos sucede si no con qué actitud mental decidimos experimentarlo…y si todo va a cambiar.

AUTOR: Pilar Vázquez, colaborador de la gran familia de la Hermandad Blanca