LA LUJURIA Y EL AMOR – Mª Magdalena a través de Pamela Kribbe

Gaia Chiquinquirá Medina Sanchez


«La lujuria y el amor pueden ir de la mano y el deseo sexual puede ayudaros a alcanzar un profundo estado de intimidad con otra persona.»

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Amados hombres y mujeres:

¡Yo Soy María Magdalena y os saludo a todos!

Estoy aquí entre vosotros como un alma, como una mujer, como una hermana. Soy una con vosotros y, habiendo sido humana, conozco todas las emociones que hoy tenéis. No son extraños para mí.

Lo que más me llama la atención, ahora que estoy observando la vida en la Tierra desde este plano, es la preciosidad de la vida que hay en el planeta. La vulnerabilidad del ser humano, el dolor y las heridas que sufrís mientras estáis en la Tierra. Y a la inversa, vuestro increíble valor, vuestro persistente deseo de Luz y Amor, vuestra perseverancia y alegres victorias. Para mí, eso es lo que caracteriza a la Tierra ahora. Os veo como ángeles valientes que emprenden esa experiencia por vosotros mismos.

Cuando descendéis a la vida terrenal, casi siempre venís de un reino que vibra a un nivel más alto de lo que lo hace ahora la sociedad humana en la Tierra. Desde algún lugar profundo aceptáis recibir la energía terrestre. Elegís danzar con la vida de la Tierra, la cual, en parte, es la danza con la oscuridad, con el miedo, con la resistencia, con la soledad y con el sentimiento de estar perdido.

Asumisteis ese riesgo, y yo ahora puedo ver por qué. A pesar de todo el sufrimiento, del esfuerzo, de la densidad, no hay otro momento tan profundo, tan rico y tan intenso como cuando estáis encarnados en la materia.

Sin embargo, a menudo, queréis salir de la forma y moveros más allá, fundiros con algo más grande, algo superior. Buscáis ser liberados de los confines de la vida terrenal. Pero yo veo vuestra belleza tal como sois, como seres humanos: hombre, mujer, niño o adulto. En esa forma específica que tenéis, irradiáis la Luz de la Creación.

Muchas tradiciones espirituales se han centrado en la trascendencia de la forma humana, diciendo frases como estas: “El cuerpo no es bueno, no es un mensajero de la verdad”. “Las emociones no son de fiar, las pasiones están fuera de todo cuestionamiento”. “La sexualidad es una fuente de tentación, sí incluso es venenosa.”

Toda la existencia terrenal realmente fue debilitada y extirpada de su santidad por esta clase de pensamiento y eso ha ocurrido por el deseo de control.

Ha habido poderes en la Tierra que han querido tener el control sobre la vida. Y para ejercer el control sobre las personas, la mejor forma de lograrlo es por medio de la mente: a través de ideas e imágenes que vosotros disemináis, que usáis para adoctrinar. El control mental es mucho más potente que la manipulación mediante el poder físico. Podéis tocar profundamente el alma de las personas y cambiarlas cuando ponéis ante ellas ciertas imágenes acerca de cómo son, acerca de su solvencia o indignidad y de la bondad o “maldad”, entre comillas, de sus impulsos naturales.

De ese modo habéis sido profundamente afectados y, debido a ese condicionamiento, comenzasteis a ver la vida en la Tierra como un sin sentido. Eso se os ha enseñado e inconscientemente aún sostenéis tales impresiones. Aún tenéis una influencia en cómo pensáis acerca de vosotros mismos, en cómo sentís vuestro cuerpo, vuestra sensualidad, vuestros deseos, vuestras emociones y vuestras pasiones.

En estos días las cosas comienzan a aflojar; las viejas ideas están al borde del colapso. Eso de debe a que que más y más personas están despertando y sintien el deseo de ser auténticos. Esta nueva ola de energía está despertando a las personas individualmente, uno por uno y, a medida que crezca, afectará a la sociedad como un todo. Podría decirse que es un movimiento de retorno a la Tierra y de regreso a vuestro ser natural, siendo parte de la Tierra. Vuestro cuerpo es parte de la Tierra; vuestra sexualidad, vuestros instintos, el lenguaje de vuestro cuerpo, son parte de la Tierra. Vuestra naturaleza terrenal no puede ser negada indefinidamente; es una parte viable de la Creación.

¿Y cómo lleváis esa conexión entre lo bajo y lo elevado? Tradicionalmente, se os dijo que esa espiritualidad tenía que ver con “lo elevado”, y a menudo también con la servidumbre a un ideal – tal como encomendaros al servicio de vuestro vecindario o comunidad. Y lo bajo fue equiparado con lo que está basado en el ego, centrado en uno mismo, persiguiendo vuestros propios deseos. Si vosotros seguís vuestras inclinaciones, os “salís de la pista”; lo basado en el ego estaba cargado con el pecado y el juzgamiento.

Ahora, sin embargo, estáis en mitad de una transformación en cuanto a lo que pensáis acerca de la espiritualidad. Sentís ese llamado a cambiar en todo vuestro ser y habéis venido aquí a apoyar el despertar de la conciencia en la Tierra.

Antes de que dierais el salto a vuestra vida actual, sentisteis el potencial de un cambio fundamental que tendría lugar en esta época. Vuestra alma sintió ese tirón y decidisteis que deseabais ser parte de ello, por lo que volvisteis aquí de nuevo. El dominio de la vieja conciencia había sido llevado al límite. Ahora, las cosas tendrían que ser diferentes. Incluso la supervivencia de la humanidad, de la naturaleza y de la armonía con la Tierra depende de ello.

Este proceso de despertar y de transformación os pide que os volváis hacia lo llamado inferior en vosotros mismos y que le asignéis un valor completamente diferente. ¿Y qué significa ese giro hacia lo inferior? Pues significa conectar con vuestro cuerpo, con vuestro abdomen, con vuestras emociones, al mismo tiempo que reconocéis vuestra naturaleza animal.

Como seres humanos habéis vivido tanto tiempo en vuestra mente que habéis perdido la conexión con lo que yo llamaría vuestra “animalidad”, la parte animal, la parte instintiva que hay en vosotros. Ese término inmediatamente evoca en vosotros ciertas asociaciones, ¿pero qué es realmente la “animalidad”? Los animales no tienen energía mental, como tienen las personas. Ellos viven del instinto, pero ese instinto es mucho más sofisticado. Vuestro instinto está en el abdomen. El instinto os ayuda a percibir directamente cómo os hacen sentir las cosas: sientes que es bueno o sientes que es repulsivo; si esa sensación conlleva algo deseable o si prefieres que esa sensación desaparezca. Pero lo que es difícil para las personas es confiar en su instinto, y a veces ya no pueden sentirlo. Habéis vivido tan fuertemente desde la mente que habéis perdido la conexión con vuestro instinto, la sabiduría de vuestra naturaleza animal.

Vuestra relación problemática con vuestra animalidad, el animal que hay dentro de vosotros, se muestra claramente en el área de la sexualidad. 09:38 ¿Qué sucede cuando una persona inicia una relación íntima y sexual con otra? En una amistad, donde no hay sexualidad, hasta cierto punto podéis permanecer fuera del área de lo instintivo, de la naturaleza animal. Podéis conectaros desde la mente y, cuando la conexión se hace más profunda, también desde el corazón. Pero una vez que el área de la sexualidad se abre entre dos personas, hay otras fuerzas en juego. Hay una atracción instintiva a nivel físico, una atracción entre opuestos, que poco tiene que ver con la mente ni tampoco necesariamente con el corazón.

El poder de la pasión sexual a menudo atemoriza a las personas y ellas pueden actuar de dos maneras. La atracción puede infundir tal temor a perder el control, de perderse a uno mismo, que se amilanan y se retiran o siguen el flujo de la atracción, pero manteniéndose centrados en las sensaciones de deseo sexual y no se abren a la profunda intimidad a la que la sexualidad puede iniciaros. Es muy raro que dos personas puedan estar en intimidad y experimentar una conexión tanto a nivel de su naturaleza animal como de su corazón. Y eso es una pena, porque la sexualidad realmente puede ser la puerta de entrada a una profunda mezcla de amor humano y espiritual.

¿Por qué es tan difícil para los hombres y mujeres experimentar el aspecto sagrado y sanador de la sexualidad? En lo referente a lo físico, a los instintos sexuales, vosotros habéis crecido con toda clase de tabúes y prohibiciones. Eso comenzó a cambiar hace algunas décadas, pero todavía no hay una libertad real en esa área. ¿Os sentís cómodos con las sensaciones de deseo sexual que experimentáis? ¿Podéis disfrutarlas? ¿O en realidad es algo inquietante de lo cual queréis deshaceros, ya sea teniendo sexo físico por pura necesidad fisiológica o evadiéndoos a través de la fuerza mental?

Todavía es difícil para las personas abrazar juguetona y alegremente sus propios deseos sexuales. Lo que sucede es que o se estancan en juzgamientos o miedos acerca de eso, yendo hacia la mente, o se sumergen en sus deseos sexuales de una manera culpable, secreta, haciendo de la sexualidad algo que acontece en la oscuridad. En ambos casos no puede haber conexión entre el corazón y la bestia, entre lo superior y lo inferior, entre la lujuria y el amor. No ser capaces de valorar la parte animal, también os apaga la parte amorosa y espiritual.

¿Cómo podéis reconectar lo que fue separado y sentiros más libres con vuestra naturaleza sexual y animal? Ante todo, honrando el cuerpo y soltando los viejos juzgamientos acerca de la lujuria y de la sexualidad. El deseo sexual es un flujo natural de energía generado por el cuerpo. Es inocente y no es inherentemente peligroso ni destructivo. Tratad de recibirlo con alegría y placer. Siempre que sintáis deseo sexual, disfrutad las sensaciones de hormigueo en vuestro cuerpo, vedlo como agradable en sí mismo, sin tener que actuar sobre eso.

Hay una sensualidad básica en vuestro cuerpo que existe como una tendencia subyacente y que os permite disfrutar diferentes clases de sensaciones corporales tales como comer, beber, tocar, bailar, bañarse o caminar bajo el sol.

La sexualidad, tener sexo con otra persona, es una expresión de esa sensualidad básica que os pertenece como seres humanos. No os avergoncéis de ello, disfrutadlo. Vuestra naturaleza sensual es algo precioso y delicioso. Si vosotros abrazáis vuestra naturaleza sensual y recibís las sensaciones de deseo sexual con una mente abierta, ¡os divertiréis con ello! Podríais compartirlo con otra persona y, si hay una conexión más profunda entre ambos, notaréis cómo el flujo del deseo sexual en realidad os acercará, permitiendo que los corazones se abran el uno al otro y se fundan no sólo a nivel físico sino también a nivel emocional y espiritual. El deseo sexual puede conducir al amor y a la intimidad genuina.

Lo que quiero enfatizar es que el deseo   no es lo opuesto al amor sereno y sagrado entre dos personas. La lujuria y el amor pueden ir de la mano y el deseo sexual en realidad puede ayudaros a alcanzar un profundo estado de intimidad con otra persona, siempre y cuando os rindáis a él sin vergüenza ni reservas.

Muchos de vosotros tenéis arraigada la idea de que de que si os soltáis, si cabalgáis la ola de vuestras emociones o pasiones, las cosas se os irán de las manos. Pero con frecuencia es justo lo contrario . Si intentáis mitigar o controlar algo como la pasión sexual, estáis trabajando en contra de una fuerza natural que es tan poderosa que de todos modos os perderéis. Al mitigarla, provocáis expresiones retorcidas e incluso pervertidas de la sexualidad. Degradar las formas de la sexualidad siempre va acompañado de juzgamientos rígidos y enfermizos acerca de la naturaleza humana. Por eso el fervor religioso y la perversidad sexual a menudo van de la mano.

Que os sintáis seguros con vuestra propia naturaleza sexual es el primer paso hacia una conexión íntima con otra persona. Vosotros apreciáis vuestro propio cuerpo y la clase de experiencias que quiere ofreceros. Por supuesto, conectaros íntimamente con otra persona requiere más que sólo esto. Estáis tratando con otro ser, conformado y moldeado por un trasfondo y una historia diferentes. Para que ambos os sintáis seguros y a salvo, los  corazones tendrían que abrirse uno al otro, porque ambos habrán construido defensas para protegeros a la hora de rendiros a otra persona, en contra de la confianza. Todos vosotros sufrís viejas heridas emocionales. Cada uno de vosotros tiene muchísimas defensas y es importante reconocerlas en vosotros mismos.

La intimidad emocional surge cuando vosotros estáis decididos a enfrentar vuestros propios miedos y cuando realmente deseáis comprender el dolor de cada uno. Cuando estéis dispuestos a hacerlo, el corazón se alegrará y habrá un flujo de sanación entre vosotros. Os aproximaréis el uno al otro, tanto a nivel corporal como a nivel álmico. Ese delicado proceso de aproximación es de lo que realmente se trata el arte de hacer el amor. Involucra devoción, paciencia, honestidad y coraje. Y es tanto apasionado como altamente espiritual.

Cuando inicialmente hablé acerca de la preciosidad de la experiencia humana en la Tierra, también me estaba refiriendo al arte de hacer el amor.

Como el alma que sois, vosotros no estáis ligados a la forma. En esencia, no sois un hombre o una mujer, un niño o un adulto, un enfermo o una persona sana; esas son manifestaciones temporales. Sin embargo, aquellas formas no permanentes ofrecen una variedad de experiencias que son potencialmente exquisitas y profundamente espirituales. Ser una mujer o un hombre os ofrece la posibilidad de experimentar el hacer el amor humano y disfrutarlo física, emocional y espiritualmente.

En la sociedad humana hay mucha confusión acerca de la sexualidad. En el encuentro entre un hombre y una mujer puede haber una apertura hacia una comunión sagrada, un espacio en el cual vosotros os sentís elevados hacia una totalidad que os trasciende a ambos como seres humanos. Podéis llamarlo el alma o Dios, pero lo notable es que esta experiencia sagrada no se parece para nada a la lujuria, aunque la lujuria – exploraros uno a otro físicamente – forma parte del inicio de ello. Vuestra naturaleza terrenal no es inferior ni vil; la sexualidad y la espiritualidad pueden complementarse. Por eso yo os animo a  que os sintáis cómodos con vuestra propia pasión, con vuestros deseos corporales, con vuestra sexualidad y a que lo exploréis a vuestro propio ritmo.

De hecho, ahora me gustaría invitaros a que dejéis que vuestra conciencia descienda hasta el interior de vuestro abdomen. La conciencia no es nada más que el foco, por lo tanto dirigid ese foco hacia vuestro abdomen. Experimentad cómo se encuentra esa área y sumergíos más profundamente en la región de vuestros órganos sexuales y el chakra raíz, en vuestra pelvis.

Descended con vuestra atención hacia esa región de vuestro cuerpo, siendo objetivos y neutrales. Esa es una parte maravillosa de vuestro cuerpo. Sentid ahí la fuente de la fuerza de vida. Quizá veáis o percibáis un color. Experimentad cómo podéis dejar que ese flujo de la fuerza de vida, de la sensualidad y de lo físico, descienda hacia vuestras piernas y conecte con la Tierra.

Sentid cuán beneficioso y natural es experimentar ese flujo del cuerpo.

Observad si vuestro cuerpo necesita algo, si estáis dejando que vuestro cuerpo experimente todo lo que desea experimentar. ¿Hay algo que vuestro cuerpo quisiera experimentar más a menudo en vuestra vida diaria? Puede ser algo simple, algo que vosotros omitís mentalmente.

Tomaos seriamente esas necesidades; el cuerpo quiere llevaros al Hogar. El cuerpo no está en oposición al alma, porque es la misma alma en forma material. Es vuestra mente, más que vuestro cuerpo, lo que os destierra de vuestra alma. De manera que haced las paces con vuestro cuerpo y disfrutad de sus múltiples ofrecimientos.

¡Y así es!

Con amor,

Mª MAGDALENA

Canalizado por Pamela Kribbe

www.jeshua.net

Traducción: Jairo Rodríguez

Amados hombres y mujeres:

¡Yo Soy María Magdalena y os saludo a todos!

Estoy aquí entre vosotros como un alma, como una mujer, como una hermana. Soy una con vosotros y, habiendo sido humana, conozco todas las emociones que hoy tenéis. No son extraños para mí.

Lo que más me llama la atención, ahora que estoy observando la vida en la Tierra desde este plano, es la preciosidad de la vida que hay en el planeta. La vulnerabilidad del ser humano, el dolor y las heridas que sufrís mientras estáis en la Tierra. Y a la inversa, vuestro increíble valor, vuestro persistente deseo de Luz y Amor, vuestra perseverancia y alegres victorias. Para mí, eso es lo que caracteriza a la Tierra ahora. Os veo como ángeles valientes que emprenden esa experiencia por vosotros mismos.

Cuando descendéis a la vida terrenal, casi siempre venís de un reino que vibra a un nivel más alto de lo que lo hace ahora la sociedad humana en la Tierra. Desde algún lugar profundo aceptáis recibir la energía terrestre. Elegís danzar con la vida de la Tierra, la cual, en parte, es la danza con la oscuridad, con el miedo, con la resistencia, con la soledad y con el sentimiento de estar perdido.

Asumisteis ese riesgo, y yo ahora puedo ver por qué. A pesar de todo el sufrimiento, del esfuerzo, de la densidad, no hay otro momento tan profundo, tan rico y tan intenso como cuando estáis encarnados en la materia.

Sin embargo, a menudo, queréis salir de la forma y moveros más allá, fundiros con algo más grande, algo superior. Buscáis ser liberados de los confines de la vida terrenal. Pero yo veo vuestra belleza tal como sois, como seres humanos: hombre, mujer, niño o adulto. En esa forma específica que tenéis, irradiáis la Luz de la Creación.

Muchas tradiciones espirituales se han centrado en la trascendencia de la forma humana, diciendo frases como estas: “El cuerpo no es bueno, no es un mensajero de la verdad”. “Las emociones no son de fiar, las pasiones están fuera de todo cuestionamiento”. “La sexualidad es una fuente de tentación, sí incluso es venenosa.”

Toda la existencia terrenal realmente fue debilitada y extirpada de su santidad por esta clase de pensamiento y eso ha ocurrido por el deseo de control.

Ha habido poderes en la Tierra que han querido tener el control sobre la vida. Y para ejercer el control sobre las personas, la mejor forma de lograrlo es por medio de la mente: a través de ideas e imágenes que vosotros disemináis, que usáis para adoctrinar. El control mental es mucho más potente que la manipulación mediante el poder físico. Podéis tocar profundamente el alma de las personas y cambiarlas cuando ponéis ante ellas ciertas imágenes acerca de cómo son, acerca de su solvencia o indignidad y de la bondad o “maldad”, entre comillas, de sus impulsos naturales.

De ese modo habéis sido profundamente afectados y, debido a ese condicionamiento, comenzasteis a ver la vida en la Tierra como un sin sentido. Eso se os ha enseñado e inconscientemente aún sostenéis tales impresiones. Aún tenéis una influencia en cómo pensáis acerca de vosotros mismos, en cómo sentís vuestro cuerpo, vuestra sensualidad, vuestros deseos, vuestras emociones y vuestras pasiones.

En estos días las cosas comienzan a aflojar; las viejas ideas están al borde del colapso. Eso de debe a que que más y más personas están despertando y sintien el deseo de ser auténticos. Esta nueva ola de energía está despertando a las personas individualmente, uno por uno y, a medida que crezca, afectará a la sociedad como un todo. Podría decirse que es un movimiento de retorno a la Tierra y de regreso a vuestro ser natural, siendo parte de la Tierra. Vuestro cuerpo es parte de la Tierra; vuestra sexualidad, vuestros instintos, el lenguaje de vuestro cuerpo, son parte de la Tierra. Vuestra naturaleza terrenal no puede ser negada indefinidamente; es una parte viable de la Creación.

¿Y cómo lleváis esa conexión entre lo bajo y lo elevado? Tradicionalmente, se os dijo que esa espiritualidad tenía que ver con “lo elevado”, y a menudo también con la servidumbre a un ideal – tal como encomendaros al servicio de vuestro vecindario o comunidad. Y lo bajo fue equiparado con lo que está basado en el ego, centrado en uno mismo, persiguiendo vuestros propios deseos. Si vosotros seguís vuestras inclinaciones, os “salís de la pista”; lo basado en el ego estaba cargado con el pecado y el juzgamiento.

Ahora, sin embargo, estáis en mitad de una transformación en cuanto a lo que pensáis acerca de la espiritualidad. Sentís ese llamado a cambiar en todo vuestro ser y habéis venido aquí a apoyar el despertar de la conciencia en la Tierra.

Antes de que dierais el salto a vuestra vida actual, sentisteis el potencial de un cambio fundamental que tendría lugar en esta época. Vuestra alma sintió ese tirón y decidisteis que deseabais ser parte de ello, por lo que volvisteis aquí de nuevo. El dominio de la vieja conciencia había sido llevado al límite. Ahora, las cosas tendrían que ser diferentes. Incluso la supervivencia de la humanidad, de la naturaleza y de la armonía con la Tierra depende de ello.

Este proceso de despertar y de transformación os pide que os volváis hacia lo llamado inferior en vosotros mismos y que le asignéis un valor completamente diferente. ¿Y qué significa ese giro hacia lo inferior? Pues significa conectar con vuestro cuerpo, con vuestro abdomen, con vuestras emociones, al mismo tiempo que reconocéis vuestra naturaleza animal.

Como seres humanos habéis vivido tanto tiempo en vuestra mente que habéis perdido la conexión con lo que yo llamaría vuestra “animalidad”, la parte animal, la parte instintiva que hay en vosotros. Ese término inmediatamente evoca en vosotros ciertas asociaciones, ¿pero qué es realmente la “animalidad”? Los animales no tienen energía mental, como tienen las personas. Ellos viven del instinto, pero ese instinto es mucho más sofisticado. Vuestro instinto está en el abdomen. El instinto os ayuda a percibir directamente cómo os hacen sentir las cosas: sientes que es bueno o sientes que es repulsivo; si esa sensación conlleva algo deseable o si prefieres que esa sensación desaparezca. Pero lo que es difícil para las personas es confiar en su instinto, y a veces ya no pueden sentirlo. Habéis vivido tan fuertemente desde la mente que habéis perdido la conexión con vuestro instinto, la sabiduría de vuestra naturaleza animal.

Vuestra relación problemática con vuestra animalidad, el animal que hay dentro de vosotros, se muestra claramente en el área de la sexualidad. 09:38 ¿Qué sucede cuando una persona inicia una relación íntima y sexual con otra? En una amistad, donde no hay sexualidad, hasta cierto punto podéis permanecer fuera del área de lo instintivo, de la naturaleza animal. Podéis conectaros desde la mente y, cuando la conexión se hace más profunda, también desde el corazón. Pero una vez que el área de la sexualidad se abre entre dos personas, hay otras fuerzas en juego. Hay una atracción instintiva a nivel físico, una atracción entre opuestos, que poco tiene que ver con la mente ni tampoco necesariamente con el corazón.

El poder de la pasión sexual a menudo atemoriza a las personas y ellas pueden actuar de dos maneras. La atracción puede infundir tal temor a perder el control, de perderse a uno mismo, que se amilanan y se retiran o siguen el flujo de la atracción, pero manteniéndose centrados en las sensaciones de deseo sexual y no se abren a la profunda intimidad a la que la sexualidad puede iniciaros. Es muy raro que dos personas puedan estar en intimidad y experimentar una conexión tanto a nivel de su naturaleza animal como de su corazón. Y eso es una pena, porque la sexualidad realmente puede ser la puerta de entrada a una profunda mezcla de amor humano y espiritual.

¿Por qué es tan difícil para los hombres y mujeres experimentar el aspecto sagrado y sanador de la sexualidad? En lo referente a lo físico, a los instintos sexuales, vosotros habéis crecido con toda clase de tabúes y prohibiciones. Eso comenzó a cambiar hace algunas décadas, pero todavía no hay una libertad real en esa área. ¿Os sentís cómodos con las sensaciones de deseo sexual que experimentáis? ¿Podéis disfrutarlas? ¿O en realidad es algo inquietante de lo cual queréis deshaceros, ya sea teniendo sexo físico por pura necesidad fisiológica o evadiéndoos a través de la fuerza mental?

Todavía es difícil para las personas abrazar juguetona y alegremente sus propios deseos sexuales. Lo que sucede es que o se estancan en juzgamientos o miedos acerca de eso, yendo hacia la mente, o se sumergen en sus deseos sexuales de una manera culpable, secreta, haciendo de la sexualidad algo que acontece en la oscuridad. En ambos casos no puede haber conexión entre el corazón y la bestia, entre lo superior y lo inferior, entre la lujuria y el amor. No ser capaces de valorar la parte animal, también os apaga la parte amorosa y espiritual.

¿Cómo podéis reconectar lo que fue separado y sentiros más libres con vuestra naturaleza sexual y animal? Ante todo, honrando el cuerpo y soltando los viejos juzgamientos acerca de la lujuria y de la sexualidad. El deseo sexual es un flujo natural de energía generado por el cuerpo. Es inocente y no es inherentemente peligroso ni destructivo. Tratad de recibirlo con alegría y placer. Siempre que sintáis deseo sexual, disfrutad las sensaciones de hormigueo en vuestro cuerpo, vedlo como agradable en sí mismo, sin tener que actuar sobre eso.

Hay una sensualidad básica en vuestro cuerpo que existe como una tendencia subyacente y que os permite disfrutar diferentes clases de sensaciones corporales tales como comer, beber, tocar, bailar, bañarse o caminar bajo el sol.

La sexualidad, tener sexo con otra persona, es una expresión de esa sensualidad básica que os pertenece como seres humanos. No os avergoncéis de ello, disfrutadlo. Vuestra naturaleza sensual es algo precioso y delicioso. Si vosotros abrazáis vuestra naturaleza sensual y recibís las sensaciones de deseo sexual con una mente abierta, ¡os divertiréis con ello! Podríais compartirlo con otra persona y, si hay una conexión más profunda entre ambos, notaréis cómo el flujo del deseo sexual en realidad os acercará, permitiendo que los corazones se abran el uno al otro y se fundan no sólo a nivel físico sino también a nivel emocional y espiritual. El deseo sexual puede conducir al amor y a la intimidad genuina.

Lo que quiero enfatizar es que el deseo   no es lo opuesto al amor sereno y sagrado entre dos personas. La lujuria y el amor pueden ir de la mano y el deseo sexual en realidad puede ayudaros a alcanzar un profundo estado de intimidad con otra persona, siempre y cuando os rindáis a él sin vergüenza ni reservas.

Muchos de vosotros tenéis arraigada la idea de que de que si os soltáis, si cabalgáis la ola de vuestras emociones o pasiones, las cosas se os irán de las manos. Pero con frecuencia es justo lo contrario . Si intentáis mitigar o controlar algo como la pasión sexual, estáis trabajando en contra de una fuerza natural que es tan poderosa que de todos modos os perderéis. Al mitigarla, provocáis expresiones retorcidas e incluso pervertidas de la sexualidad. Degradar las formas de la sexualidad siempre va acompañado de juzgamientos rígidos y enfermizos acerca de la naturaleza humana. Por eso el fervor religioso y la perversidad sexual a menudo van de la mano.

Que os sintáis seguros con vuestra propia naturaleza sexual es el primer paso hacia una conexión íntima con otra persona. Vosotros apreciáis vuestro propio cuerpo y la clase de experiencias que quiere ofreceros. Por supuesto, conectaros íntimamente con otra persona requiere más que sólo esto. Estáis tratando con otro ser, conformado y moldeado por un trasfondo y una historia diferentes. Para que ambos os sintáis seguros y a salvo, los  corazones tendrían que abrirse uno al otro, porque ambos habrán construido defensas para protegeros a la hora de rendiros a otra persona, en contra de la confianza. Todos vosotros sufrís viejas heridas emocionales. Cada uno de vosotros tiene muchísimas defensas y es importante reconocerlas en vosotros mismos.

La intimidad emocional surge cuando vosotros estáis decididos a enfrentar vuestros propios miedos y cuando realmente deseáis comprender el dolor de cada uno. Cuando estéis dispuestos a hacerlo, el corazón se alegrará y habrá un flujo de sanación entre vosotros. Os aproximaréis el uno al otro, tanto a nivel corporal como a nivel álmico. Ese delicado proceso de aproximación es de lo que realmente se trata el arte de hacer el amor. Involucra devoción, paciencia, honestidad y coraje. Y es tanto apasionado como altamente espiritual.

Cuando inicialmente hablé acerca de la preciosidad de la experiencia humana en la Tierra, también me estaba refiriendo al arte de hacer el amor.

Como el alma que sois, vosotros no estáis ligados a la forma. En esencia, no sois un hombre o una mujer, un niño o un adulto, un enfermo o una persona sana; esas son manifestaciones temporales. Sin embargo, aquellas formas no permanentes ofrecen una variedad de experiencias que son potencialmente exquisitas y profundamente espirituales. Ser una mujer o un hombre os ofrece la posibilidad de experimentar el hacer el amor humano y disfrutarlo física, emocional y espiritualmente.

En la sociedad humana hay mucha confusión acerca de la sexualidad. En el encuentro entre un hombre y una mujer puede haber una apertura hacia una comunión sagrada, un espacio en el cual vosotros os sentís elevados hacia una totalidad que os trasciende a ambos como seres humanos. Podéis llamarlo el alma o Dios, pero lo notable es que esta experiencia sagrada no se parece para nada a la lujuria, aunque la lujuria – exploraros uno a otro físicamente – forma parte del inicio de ello. Vuestra naturaleza terrenal no es inferior ni vil; la sexualidad y la espiritualidad pueden complementarse. Por eso yo os animo a  que os sintáis cómodos con vuestra propia pasión, con vuestros deseos corporales, con vuestra sexualidad y a que lo exploréis a vuestro propio ritmo.

De hecho, ahora me gustaría invitaros a que dejéis que vuestra conciencia descienda hasta el interior de vuestro abdomen. La conciencia no es nada más que el foco, por lo tanto dirigid ese foco hacia vuestro abdomen. Experimentad cómo se encuentra esa área y sumergíos más profundamente en la región de vuestros órganos sexuales y el chakra raíz, en vuestra pelvis.

Descended con vuestra atención hacia esa región de vuestro cuerpo, siendo objetivos y neutrales. Esa es una parte maravillosa de vuestro cuerpo. Sentid ahí la fuente de la fuerza de vida. Quizá veáis o percibáis un color. Experimentad cómo podéis dejar que ese flujo de la fuerza de vida, de la sensualidad y de lo físico, descienda hacia vuestras piernas y conecte con la Tierra.

Sentid cuán beneficioso y natural es experimentar ese flujo del cuerpo.

Observad si vuestro cuerpo necesita algo, si estáis dejando que vuestro cuerpo experimente todo lo que desea experimentar. ¿Hay algo que vuestro cuerpo quisiera experimentar más a menudo en vuestra vida diaria? Puede ser algo simple, algo que vosotros omitís mentalmente.

Tomaos seriamente esas necesidades; el cuerpo quiere llevaros al Hogar. El cuerpo no está en oposición al alma, porque es la misma alma en forma material. Es vuestra mente, más que vuestro cuerpo, lo que os destierra de vuestra alma. De manera que haced las paces con vuestro cuerpo y disfrutad de sus múltiples ofrecimientos.

¡Y así es!

Con amor,

Mª MAGDALENA

FUENTE: https://mivozestuvoz.net/2023/10/08/la-lujuria-y-el-amor-ma-magdalena-a-traves-de-pamela-kribbe/

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