La Naturaleza Divina: La infinitud de Dios

Eva Martín Garcia

Dios

1. La infinitud de Dios

 

 «Tocando el Infinito no podremos encontrarlo. Las huellas divinas son desconocidas.» -«Su comprensión es infinita y Su grandeza inalcanzable.» La cegadora Luz de la Presencia del Padre es tal, que para Sus cria­turas mortales Él, aparentemente, «mora en espesa os­curidad». No sólo Sus pensamientos y planes son inal­canzables, sino «Él hace cosas grandes y maravillosas, sin número.» -«DIOS ES GRANDE; no lo podemos com­prender, tampoco pueden ser numeradas las edades de Su búsqueda.» -«¿De verdad Dios mora en la tierra? Escucha, el universo y el universo de universos no po­drán contenerlo.»

Hay solamente un Dios, el Padre infinito, quien es también un fiel creador. «El Divino Creador es tam­bién el Disponedor universal, la Fuente y el Destino de todas las almas. ÉL Es el Alma Suprema, la Mente Primera y el Espíritu Ilimitado de toda la creación. El Gran Controlador no comete errores. ÉL ES resplan­deciente en majestuosidad y gloria.» -«Dios el Creador está totalmente vacío de miedo y enemistad. ÉL Es el inmortal, eterno, autocoexistente y divino.» -«¡Cuán puro y bello, cúan profundo e inalcanzable el Ancestro superno de todas las cosas!» -«El Infinito es excelente por haber otorgado Su Ser a los hombres. ÉL ES el Principio y el Fin, el Padre de todo propósito bueno y perfecto.» -«Con Dios todas las cosas son posibles; el Eterno Creador es la causa de las causas.»

No obstante la infinitud y las estupendas manifes­taciones de la personalidad universal y eterna del Pa­dre, Él es incalificadamente autoconsciente, tanto de Su infinitud como de Su eternidad; de igual manera, Él conoce plenamente Su perfección y Su poder. ÉL ES el único Ser en el universo, además de Sus divinos coordinadores, que experiencia un propio, perfecto y completo conocimiento de Sí mismo.

 dios

El Padre está constantemente e infaliblemente su­pliendo las necesidades y demandas, a pesar del diferencial de cambio del tiempo en varias secciones de Su universo maestro.

El Gran Dios se conoce a Sí mismo; está infinita­mente autoconsciente de todos Sus atributos primarios de perfección. Dios no es un accidente cósmico; tampoco es un experimentador universal. Los Soberanos del universo podrán emprender aventuras; los Padres de las constelaciones pueden experimentar; los Presidentes de sistemas pueden practicar, pero el Padre Universal ve el final desde el comienzo y Su Plan Divino y Su eter­no propósito abarcan y comprenden, actualmente, to­dos los experimentos y todas las aventuras de todos sus subordinados, en cada uno de los mundos, siste­mas y constelaciones de cada universo de Sus vastos dominios.

Ninguna cosa es nueva para Dios y ningún evento cósmico llega por sorpresa. El habita el círculo de la eternidad. Sus días no tienen principio o fin. Para Dios no hay pasado, presente o futuro; cualquier tiempo es un eterno ahora. ÉL ES el gran y único Yo SOY.

El Padre Universal es absoluto y sin calificación finita en todos sus atributos; y ese hecho, en sí mismo, cierra automáticamente las puertas de toda comuni­cación directa y personal con los seres finitos y ma­teriales y las demás bajas inteligencias creadas.

Y todo eso necesita y requiere de mucho contacto y comunicación con la diversidad de criaturas, como ha sido ordenado en el Principio, en las personalidades de los Hijos de Dios en el Paraíso, quienes -siendo perfectos en divinidad- comparten muy a menudo la naturaleza de carne y hueso de las razas planetarias, convirtiéndose en uno de ustedes y uno con ustedes; de esta manera Dios se convierte en hombre, como lo ocurrido en la encarnación de MICHAEL, llamado in­distintamente el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre.

En segundo lugar, están las personalidades del Es­píritu Infinito, las varias órdenes de la Hueste Seráfica y otras inteligencias celestiales, que llegan muy cerca a los seres materiales de bajo origen y que le sirven y le suministran por innumerables vías. Y tercero, están los impersonales Ministerios Monitores -los Ajusta­dores del Pensamiento– el actual regalo que el Gran Dios mismo ha enviado para que more en los humanos de la tierra, enviados sin anuncio y sin explicación. En una profusión continua Ellos descienden de las alturas de la Gloria, para agraciar y morar en las mentes hu­mildes de aquellos mortales que poseen la capacidad y el potencial para alcanzar la Consciencia Divina. En esta forma y muchas otras, en caminos desconocidos para ti y más allá de toda comprensión, el Padre del Paraíso, voluntaria y amorosamente, degrada, modi­fica, diluye y atenúa Su infinitud con la finalidad de acercarse a las mentes finitas de Sus criaturas y, así, a través de series distribuidas de personalidades de la más sutil a la más densa, el Padre Infinito logra un contacto inmediato con las inteligencias diversas de muchos planos y moradas de su inmenso universo.

Todo esto ha hecho y ahora sigue haciendo y seguirá haciéndolo con toda seguridad, sin detractarse en lo más mínimo del hecho y realidad de Su infinitud, eternidad y primacía. Y todas esas cosas son absolutamente verdaderas, a pesar de las dificultades de su comprensión, el misterio en el cual están encerradas o la im­posibilidad de ser plenamente entendidas por las cria­turas que moran en la tierra.

Ya que el Primer Padre es infinito en Sus planes y eterno en Sus propósitos, es inherentemente imposible para cualquier ser finito, la posibilidad -siquiera de intuir o entender esos planes Divinos y esos propósitos en su plenitud. El hombre mortal podrá capturar frag­mentos del propósito, sólo en un momento del aquí y del ahora, a medida que están siendo revelados en re­lación al desarrollo progresivo de los diferentes niveles del plan de la criatura en ascensión. A pesar de que el hombre no puede compasar la significancia de la infinitud, el Padre Infinito comprende plenamente y con toda seguridad, y amorosamente abraza toda la finitud de todos Sus hijos, en todos los universos.

El Padre comparte la divinidad y la eternidad con numerosos Altos Seres del Paraíso, pero nos cuestio­namos Si ÉL la comparte con otros tipos de inteligencias. La infinidad de la personalidad debe forzosa­mente abrazar toda la finitud de la personalidad; de ahí la verdad -la verdad literal- de la enseñanza que declara que, «en ÉL vivimos, nos movemos y tenemos nuestro Ser». Aquel fragmento de la pura Deidad del Padre Universal, que mora en el hombre mortal, es una parte del infinito DE LA PRIMERA Y GRAN FUENTE Y CENTRO, EL PADRE DE PADRES.

VISTO EN: Libro de Urantia (síntesis): LA NATURALEZA DIVINA   1.La infinitud de Dios

1 comentario

  1. Es lo más completo que encuentro en la concepción sobre Dios Padre , ojalá muchísimo pudieran meditar y entender este concepto.

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