Los enanitos del mar, por Divya Vatnani

Jorge Gomez (333)

Los enanitos del mar

 

Tic-tac, tic-tac, tic-tac, el reloj en la pared parecía avanzar más lentamente de lo normal. En el silencio absoluto de la noche, no se oía otra cosa. Todos estaban durmiendo, menos Javi. A estas alturas se estaba cayendo de sueño. Estaban con los últimos exámenes del curso, y él tenía que estudiar. De vez en cuando, no podía dejar de pensar en las clases de pintura que iba a empezar en verano. Le hacía mucha ilusión.

Los amigos le habían dicho que se fijara en las distintas formas y colores de la naturaleza a lo largo del día. Desde muy pequeño le gustaba mucho dibujar y colorear. Y ahora se le había presentado la oportunidad de cumplir su sueño. Gozaba viendo la belleza de las montañas, los árboles, el mar, las nubes, y de cómo cambiaban de tonos al amanecer, atardecer y al anochecer. Le llamaban la atención las hojas secas que caían de los árboles, o el sol que parecía salir del mar y más tarde se escondía detrás de las montañas, o el color verde de las hierbas en plena danza, y así un sin-fin de cosas. Gracias a eso, se estaba dando cuenta de la belleza que le rodeaba, algo que siempre había estado allí, pero no le había llamado la atención antes.

En un momento dado, Javi pone sus brazos en la mesa para poner encima su cabeza y descansar un poquito antes de retomar con los estudios. Al ratito, alguien le toca en el hombro y le dice:

– `¡Pssst! ¡Pssst!´

 Al levantar la cabeza, se siente algo raro. En vez del salón de su casa, se encuentra solo, en medio de un espacio enorme, como un terreno vacío. No entiende nada. Quizás el sueño se estaba apoderando de él. Le vuelven a tocar,

-`¡Pssst! ¡Pssst! Aquí, soy yo. Tu amigo, el enanito del mar´.

Y allí ve a un Ser algo raro, de color verde-mar transparente.

–       ¿Mi amigo? Si yo no te conozco.

–       No importa. Yo he estado siempre contigo. Ya lo irás recordando. Pero ahora ven conmigo, te quiero enseñar algo.

Como un zombi, Javi empieza a seguir a este personaje tan raro, que parecía una burbuja enorme, con la cabeza algo más grande de lo normal. Le llegaba hasta la cintura. Tenía un pequeño barrigón blanco, y aunque parecía que caminaba, daba pequeños saltitos con los pies, que eran como calcetines. Llegaron a un lugar donde a lo lejos se podía ver el mar. ¡Estaba precioso! Era como si millones de estrellas hubieran bajado del cielo para celebrar allí una fiesta de luces, bajo la luz de la luna.

–       Ves, allí es donde vivo, en el fondo, junto con muchos compañeros. Sólo nos pueden ver algunas pocas personas. Te llevaré allí un día de estos, porque ha llegado el momento en que empieces a recordar  ciertas cosas. Nos veremos pronto, ahora me tengo que ir.

–       ¡Espera! ¿Cómo te llamas?

–       Me puedes llamar Chiqui si quieres.

Ese ser tan dulce, que había aparecido de repente de la nada, se esfumó, dejando atrás a Javi sin palabras, medio dormido y con una sensación de estar envuelto en las nubes. Por la mañana, lo único que tenía en la cabeza era el cole y los exámenes.

         Pasaron los días y llegaron las vacaciones de verano. Esa tarde, Javi se encontró con Daniel, su amigo del barrio.

–       ¿Qué tal te van las clases de pintura? – le preguntó.

–       Hemos empezado con cosas sencillas, pero me está gustando mucho. A veces cuando me paro a pensar, me parece increíble y mágico, de cómo algo que es una simple idea o imagen en mi cabeza, termina cobrando vida. A veces cuesta mucho plasmar en un papel la idea exacta que quiero transmitir, pero el esfuerzo merece la pena, porque cuando lo veo allí delante de mis ojos, me llena de dicha y alegría.

–       ¡Ah! ¡Ahora entiendo! Tu tía Silvia siempre dice que el ser humano tiene una capacidad impresionante de crear cosas y traer cambios importantes, tanto en su propia vida, como en el mundo que le rodea. Y yo siempre me preguntaba `¿Cómo se hace eso?´.

–       Claro, supongo que se trata de prestar atención a las cosas que pasan por nuestra cabeza. ¡Allí es donde surgen esas ideas maravillosas!

–       Sí, y después se trata de esforzarnos un poco para darle vida a esa idea antes de que desaparezca como una burbuja. ¡Qué interesante Javi!

–       Por eso dicen que la verdad está dentro de uno. Es como si tuviéramos una caja mágica en nuestro interior, y con un poco de esfuerzo y práctica pudiéramos sacar de allí cosas maravillosas.

–       Ni te puedes imaginar la alegría que siento hoy de poder hablar contigo de esas cosas que los demás no parecen entender. Antes tu también te aburrías.

–       Sí Daniel, supongo que a cada uno nos va llegando el momento.

–       ¿Pero cómo es que te veo tan inspirado ahora?

–       Pues no lo sé. Puede que sea por las clases de pintura, o a lo mejor hay `alguien´ soplándome cosas en el oído.

–       ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! ¿Cómo el Pepito Grillo, no? Pero Javi, si todos tenemos una capacidad tan potente de crear cosas, ¿por qué apenas lo hacemos?

–       Supongo que no nos damos cuenta de lo que somos capaces de hacer. Yo tampoco era consciente de ese potencial hasta que me apunté a las clases de pintura.

–       Por eso en aquel sueño los ángeles me entregaron la caja con los rayos de colores y me dijeron que tenía que compartirlo con mis amigos.

–       Sí, porque esas eran una de las herramientas que nos  ayudaban a conocer todo lo que se esconde en nuestro interior, a superar los miedos y tener más fuerza de voluntad para lograr lo que queremos.

–       Claro, como las personas que crearon el cine, los dibujos animados, el teléfono, los ordenadores, y miles de cosas más. Gracias a ellos el mundo está cambiando continuamente, experimentando cosas distintas y desarrollándose. Si no fuera por ellos, el mundo siempre seguiría igual, sin novedades o cambios.

–       ¿No te parece Daniel como si el mundo fuera una sola persona gigante con miles de células en su cuerpo, o sea, nosotros los seres vivos, cada uno haciendo su trabajo y aportando lo mejor que puede, para que ese `cuerpo´ pudiera funcionar de forma adecuada?

–       Claro, por eso la Tierra depende de nosotros para seguir desarrollándose, si no todo se quedaría parado. Esa cambio es algo que en el día a día no se nota, pero mirando atrás en el tiempo se ve una gran diferencia.

–       Hmmm, y de allí dicen que cambiar el mundo está en nuestras manos, dependiendo del granito de arena que aportamos cada uno de nosotros.

–       Por eso merece la pena prestar atención a las mejores ideas y ponernos en acción para darles forma y vida. Si no, pasaran los años y seguiremos con el mismo estilo de vida. ¡Y eso sería muy aburrido! ¿Te imaginas? Generaciones y generaciones, haciendo lo mismo, comportándose de la misma manera, sin novedades.

–       Entiendo cada vez mejor lo de «Seres Creadores´´. Estamos continuamente creando cosas o actividades nuevas que van dando una forma u otra al mundo que nos rodea. Precisamente para eso venimos a la Tierra.

Ahora me gustaría ir a casa para ver lo que ha `creado´ mi madre en la cocina – dijo Javi, guiñando un ojo.

–       Hoy hemos podido hablar de tantas cosas porque hemos tenido la suerte de encontrarnos a solas. Ashiel está en Inglaterra, Bruno se fue a Portugal de vacaciones, Martín y José están entretenidos con sus primos, ¡si no seguramente estaríamos otra vez jugando al fútbol!

–       Además es curioso Daniel. ¿No te parece como si alguien hubiera planeado este momento para nosotros? Antes tú ibas siempre a mi hermana para hablar de estas cosas.

–       ¡Es verdad! ¡No me di cuenta! Ya no tendré que acudir siempre a Judith. Mientras no entendía todo esto, necesitaba que ella me guiara, pero ahora creo que estoy aprendiendo a entender `esa verdad que está en mi interior´.

¡Oye Javi! ¿Qué te parece si un día de estos nos vamos a sentar en aquellas rocas cerca del mar? Es un sitio muy bonito, y puede que te sirva de inspiración para tus pinturas.

–       ¡Muy buena idea! A ver si así vuelvo a encontrarme con el enanito del mar.

–       ¿Qué enanito? Esto suena interesante.

–       Ahora tengo que irme. Si quieres me acompañas y en el camino te voy contando todo.

–       Venga, vamos.

Javi y Daniel estaban muy contentos. Ya se conocían hacía unos años, pero ahora su amistad estaba tomando otra forma distinta. Los dos estaban descubriendo cosas muy profundas, y aunque de momento no podían compartirlas con los demás, esas comprensiones les estaban ayudando a sentirse mejor con ellos mismos, y esa confianza y alegría se reflejaba en sus caras y en sus comportamientos.

Pasaron unas semanas en las que el trabajo de Javi en las clases de pintura fue mejorando mucho. Lo estaba haciendo con mucho interés, y eso se notaba en los resultados. La profesora tenía mucha paciencia con los niños, porque ella quería ayudarles a ser creativos y a dar lo mejor de sí mismos. De momento estaba contenta y satisfecha. Los niños iban a clase sintiéndose motivados, y no solo con la intención de pasar un buen rato sino porque disfrutaban mucho con lo que hacían. Una mañana ella les pidió prestar atención al mar en los próximos días porque lo iban a pintar muy pronto, cada uno desde su punto de vista, dependiendo del momento del día y el lugar de donde lo ven. Incluso les animó a sacar algunas fotos.

Y con esa idea, Javi empezó a pasar mucho tiempo sentado en aquellas rocas grandes cerca del mar. A veces su madre se quejaba porque últimamente no se le veía el pelo. Pero después al ver sus pinturas tan bonitas, se tranquilizaba.

Un día, él estaba sentado allí con Daniel, hablando de muchas cosas mientras veían aquel mar tan tranquilo, brillando bajo los rayos del sol de la media-mañana. Empezó a recordar aquel día cuando estaba con los últimos exámenes  del curso y había aparecido ese ser tan extraño, lleno de magia y dulzura. ¿Acaso fue un simple sueño? Para responder a su pregunta, Daniel le contó su experiencia de cuando se fue de viaje a la luna y le dijo que confiará en lo que él vivió en ese momento.

Más tarde Javi se quedó solo, mirando hacia un barco pequeño que pasaba a lo lejos, en esas aguas de un precioso color azul turquesa. Se oía también el sonido de los pájaros. Estaba absorto en esa escena llena de belleza cuando de repente le pareció oír algo más. Intentó prestar más atención y esta vez sí lo cogió con más claridad.

–       ¡Psst! ¡Psst!

En seguida dio la vuelta hacia la izquierda y vio allí a su amiguito Chiqui. ¡Cómo se le iluminó la cara de alegría!

–       Vamos, vamos, sígueme, que nos están esperando – le dijo.

Javi no tuvo ni tiempo de pensar. Rápidamente se levantó y empezó a caminar detrás de él. ¡Ni se dio cuenta que estaba caminando sobre el mar! Cuando llegaron a una buena distancia de la orilla, cerraron los ojos y como si fuera un ascensor, empezaron a bajar suavemente hasta llegar al fondo del mar. Al abrir los ojos, tenían delante una especie de cortina gruesa que se abrió para darles paso hacia dentro. Una vez allí, Javi se quedó casi sin aliento. Se encontraba en un salón enorme con millones de enanitos del mar. Todos eran casi idénticos, sonrientes, ligeritos y llenos de vida. Uno se le acercó para enseñarle el lugar y explicarle un poco lo que hacían allí. Igual que Chiqui, no le hablaba con palabras, sólo le transmitía las sensaciones, y aún así se expresaban con mucha claridad. Sin saber cómo, él lo entendía todo. Entre ellos también se comunicaban de la misma manera. Quizás por eso, a pesar de que eran tantos, había una tranquilidad especial en el lugar.

Era un espacio muy acogedor, con un sentimiento de una paz que te inundaba. Estaba muy bien organizado, todos haciendo su trabajo en pequeños o grandes grupos, cada uno en su espacio específico, dividido por una especie de pared gruesa, de un azul turquesa transparente. No había puertas, sólo se trataba de traspasar esa `pared´, como si atravesaran una niebla.

El enanito que le acompañaba, le llevó primero a lo que se podía llamar «la oficina principal´´. Allí se planeaban y organizaban las distintas tareas que se repartían después a cada uno, según su forma de ser, sus preferencias y su preparación para ese trabajo. Lo curioso era que allí no existía ni el día, ni la noche. Nadie estaba pendiente del tiempo. Tampoco comían o dormían. Bueno, si había una especie de comedor, donde entraban algunos, muy de vez en cuando, para captar con la boca algunas pequeñas burbujas que parecían flotar en el aire. Eran también de color azul turquesa aunque otro tono  diferente. Después cerraban los ojos un momentito, quizás para digerirlo, y de allí cada uno seguía con su trabajo.

–       ¿Puedo probar una? – preguntó Javi.

–       Sí, sí, por supuesto – le dijo uno de los enanitos – pero mejor coge una burbuja pequeña, ya que al no estar acostumbrado podría ser mucho para ti.

En seguida abrió la boca para coger una, y cerró los ojos igual que ellos. Fue una sensación extrañísima. A medida que la burbuja bajaba por su garganta, se iba formando en su interior como un tubo de luz del mismo color. Al llegar a la altura de su corazón, empezó a expandirse hasta hacerse uno con el espacio. Y tal era el efecto, que Javi sintió como que se estaba disolviendo su forma física haciéndolo sentir uno con la inmensidad del Universo.

¡Había una claridad impresionante! ¡Era como estar flotando en el vacío! Una sensación maravillosa, algo que no se podía explicar con palabras. Con razón los enanitos preferían transmitir directamente lo que sentían en vez de hablar.

Uno de ellos empezó a soplarle en el oído con mucha suavidad y ternura:

– «¡Pssst! ¡Pssst!´´. Al oír esa voz, que para él era como una campanilla suavecita que le llamaba la atención, Javi, que estaba perdido en medio del Universo, abrió suavemente los ojos. Se sentía tan ligero como una pluma, como si hubiera dormido horas y horas. Con razón estos seres tan extraños parecían siempre tan relajados y a la vez con mucha vitalidad.

–       ¿Cómo te sientes? – le preguntaron.

–       No sé qué decir, pero mejor no se puede estar. Ojalá se pudiera sentir lo mismo estando allí fuera en mi mundo.

–       Nada está fuera, todo está dentro de ti. Tú decides en cada momento hasta donde quieres sumergirte.

–       No lo entiendo.

–       Cuando la burbuja entró en tu interior, para ti fue como liberarte de un abrigo muy pesado y una sensación de apertura en el corazón. Imagínate como una princesa que ha estado encerrada muchos años en un lugar cerrado y oscuro, bajo unas puertas enormes de madera maciza, y cadenas gruesas y candados. Hasta que aparece su Príncipe Azul ayudándola a liberarse, despertando en ella Luz y Esperanza. El momento en el que ella logra salir, se siente la persona más feliz del mundo, tan contenta y ligera como el aire.

Eso es lo que ocurre en tu mundo allí fuera. Todos viven con un `abrigo muy pesado´, que no es otra cosa que sus luchas diarias, sus preocupaciones, sus miedos y sus confusiones. Con el tiempo, todo eso va creando tanto peso en su mente que no les permite ver el tesoro y la gran capacidad que tienen escondida en su interior. Hasta que un día aparece un `Príncipe Azul´, o sea, esa idea o oportunidad que les ayuda a irse liberando de ese peso, esa oscuridad, esa madera maciza, y enormes cadenas y candados.

Por eso, cuando captaste la bolita, empezaste a sentir que estabas flotando en medio del espacio, donde todo parecía tan nítido. En realidad, aunque parezca que viajaste en el exterior, estuviste en tu propio interior, en un lugar tan profundo donde sólo había una calma absoluta, no había interferencia de ningún pensamiento, por eso tanta claridad. Ese lugar tan bonito, tan mágico existe en cada ser humano, es nuestra propia esencia. Lo único que necesitamos es un poco de práctica constante para poder llegar allí. Aquí no te costó mucho, en parte porque en este sitio no hay interferencias de pensamientos disturbios, y por otra parte las burbujas facilitan ese trabajo. Pero no todo mundo está preparado para experimentar lo que tú estás disfrutando. Cada uno es diferente, y según se siente preparado decide cómo, cuándo y a qué velocidad quiere ir descubriendo sus tesoros y bellezas interiores, sumergiéndose y profundizándose en su interior.

En el Universo entero, hay muchísimos `Príncipes Azules´ que se encargan de este trabajo, apareciendo de vez en cuando en las vidas de las personas, según sea el momento adecuado, para ayudarles a darse cuenta de que el mundo es mucho más de lo que se puede ver o captar con los ojos físicos. Nosotros somos uno de ellos, trabajando desde las profundidades del mar. Después hay otros que ayudan desde el cielo, las estrellas, u otros espacios.

–       ¡Con razón a Daniel le ayuda el niño de la luna, y no ustedes!

–       Claro, depende de lo que más le llama la atención a cada uno. Aunque al final todos terminan llegando a la misma comprensión.

–       ¡Espérate! Me pareció oír algo por allí…

–       Seguramente será el aviso de algunas personas pidiendo ayuda. Los compañeros que trabajan en ese espacio se encargan de estar atentos a los avisos de llamadas de ayuda. Después hay otros que estudian la situación de la persona que pide ayuda, según esté preparada, para aparecer en su vida en forma de ideas, sueños, percepciones o a través de un amigo.

–       ¿Pero por qué se ayuda sólo a las personas que piden ayuda? En realidad se puede ayudar  a todos, así las cosas cambiarán rápidamente.

–       A nadie le gusta sentirse invadido. Por eso intentamos esperar el momento más oportuno. En algunos casos tenemos que esperar a que la persona se sienta débil y sin fuerzas.

–       ¿Y eso por qué?

–       Se nos hace más fácil comunicarnos con ellos. Normalmente cuando una persona tiene más fuerza, está continuamente corriendo por aquí y por allí, haciendo cosas sin parar. Mientras eso le hace sentir feliz y lleno de vida, está bien. Pero algunos se sienten con frustraciones, rencores, discordias y se están consumiendo por dentro. Pero como no se dan cuenta, tenemos que esperar hasta el momento en que no esté corriendo.

–       ¡Ah! Con razón me pilló Chiqui aquel día, porque estuve cansado y sin fuerzas.

–       Y también porque había llegado tu momento, vimos que ya estabas preparado para ciertas cosas. De hecho, nosotros os fuimos guiando hasta esa clase de pintura, hasta ese momento en que estabas hablando con Daniel a solas, y hasta estas rocas…

–       ¡Ahora entiendo! Y nosotros pensando que lo manejábamos todo, lo decidíamos todo…

–       Bueno, en parte sí. Nosotros intentamos haceros llegar las ideas para encaminaros justo hacía lo que más deseáis, sentiros llenos de vida y alegría. Pero vosotros decidís en cada momento si queréis coger la idea, o dejarla para más adelante. Pero siempre estamos atentos a vuestras peticiones. Intentamos haceros llegar las respuestas a través de coincidencias, intuiciones, amistades, o sueños. ¿Ves aquel espacio allí? Esos compañeros se encargan de fabricar los sueños.

–       ¿Cómo??? ¿Hasta los sueños se fabrican???

–       La gran mayoría sí. ¿No has oído de que muchos directores de cine reciben la idea principal de las películas a través de sus sueños? Y así muchos cantantes, pintores, escritores, etc…

–       ¡Claro! Por eso tenéis aquí tantas salas o divisiones, con tareas distintas. ¿Puedo quedarme aquí para ayudaros?

–       Por ahora necesitas desarrollar otras cualidades Javi. Pero no te preocupes, podrás seguir visitándonos de vez en cuando. Ya sabes el camino.

–       Y parece que ahora toca irme, ¿verdad?

–       Sí Javi, de momento….. con todo lo que has visto y aprendido, es suficiente. ¡Ya tienes muchas imágenes para plasmar en tus cuadros! Y verás, que bien y pleno te sentirás con todo lo que vas a hacer. Mucha gente va a empezar a preguntarte por `el secreto´ de tu bienestar, y tu podrás explicárselo poco a poco para que ellos también consigan sentirse bien, y así ayudarles. Y cuando empieces a ganar confianza en ti mismo, se te irán alejando los miedos y la timidez, y te sentirás lleno de amor y alegría. Esa es una de las razones por las que muchas personas viven tristes o frustradas, porque muy en el fondo, se trata de que no terminan de encontrar su camino.

–       ¿Pero tú crees que me harán caso? A lo mejor terminan riéndose de mí.

–       Nosotros te seguiremos soplando `ideas´ en el oído. ¿No se te va a olvidar conectarte con nosotros no?

–       ¡Espero que no! Pero si ocurre algo así, Ustedes háganme señales, ¡porfa!

–       Te daremos toques de vez en cuando, llamándote la atención.

–       ¡Muchísimas gracias! Ha sido todo tan maravilloso.

–       Tenerte aquí ha sido todo un honor para nosotros.

Chiqui le acompaña a Javi hasta la cortina-puerta, donde vuelven a subir en esa especie de ascensor. Cuando llegan a la superficie, les espera un pequeño barco que les lleva hasta la orilla. Pero al bajar, Javi empieza a sentirse triste.

–       Ha sido todo tan bonito, tan mágico. ¿Pero quién me va a creer aquí afuera? Os voy a echar mucho de menos.

–       Esta no es una despedida, es sólo un primer encuentro. ¡Y te esperan más todavía! Así que quédate con lo que has disfrutado y comparte esa alegría con las personas que te rodean. Tienes que realizar una tarea muy importante en la cual seremos tus cómplices.

Recuerda a las personas que viven allí afuera, que el mar representa nuestras profundidades. Lo que se ve por arriba es sólo la capa exterior. Pero muy adentro se esconden muchos secretos, muchas bellezas. Cuando está tranquilo, nos llama la atención, pero cuando está revuelto nos asusta. Así son nuestros sentimientos. De allí la importancia de mantenernos en calma.

Mirar adentro significa bucear en nuestras profundidades en busca del tesoro. Después se trata de grabar esa imagen, esa belleza y llevarla al mundo exterior para que todos la conozcan. Fíjate en que la tierra se compone de agua en su gran mayoría, y nuestro cuerpo también. Por algo se dice que nada está fuera, todo está adentro. Sólo se trata de sumergirse y descubrir los tesoros que nos ofrece el mar.

Algunos te creerán, otros no. Pero tú sabes que es tu verdad, porque la has vivido, sentido y disfrutado. Darás una oportunidad a los demás de darse cuenta de que hay algo más que les puede hacer sentir mucho mejor. Después permite que reflexionen y toman su tiempo para decidir lo que quieren hacer en ese momento. Tarde o temprano, todos terminarán tomando ese camino, porque ese es el camino hacía su propia esencia, allí donde abunda la paz.

Javi ahora se siente mucho mejor. Y de repente dice – «¡Chiqui! ¡Acabo de darme cuenta que antes fuimos hasta el centro del mar caminando! ¿Cómo fue posible?´´

Con una sonrisa dulce, Chiqui le dijo – «Tienes una capacidad interior inmensa. Cuando no piensas tanto, ¡eres capaz de hacer cosas increíbles! ¡Hasta pronto!´´.

 Se despiden con una gran sonrisa. Javi lo ve alejándose en el mar hasta que desaparece. En el camino a casa, va recordando todo lo que ha visto y aprendido para apuntarlo en su diario. Se siente contento y feliz, consciente de que la aventura acaba de empezar. Queda mucho por recorrer, experimentar y disfrutar.

 

 

Autor: Divya Vatnani

web: http://chispitasdeluzpazyamor.jimdo.com/qui%C3%A9n-soy/

 

Los enanitos del mar, por Divya Vatnani

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