Los niños necesitan ser reconocidos, por Nancy Erica Ortiz
Seguramente siempre han oído acerca de la necesidad de los niños de límites, contención, comunicación, recreación, etc. Hoy aquí quiero agregar algo más y que considero tan importante como todo lo anterior, y es: La necesidad de los niños de sentirse reconocidos.
Todos necesitamos ser reconocidos… ¿no lo crees? Que el mundo nos diga: “Te acepto, te veo, te amo”; “Reconozco lo que eres, lo que haces”; “Reconozco el espacio que ocupas en el mundo”; “Te amamos y necesitamos”.
Todos seguramente podemos reconocer que cuando sentimos que no tenemos un lugar, que cuando el afuera es indiferente a lo que soy, que cuando me siento juzgado, ignorado, disminuido, dentro se produce un sentimiento de vacío y crece la necesidad de que el mundo, y quienes son significativos para mí, me vean y me valoren por lo que soy y lo que hago.
Si soy adulto y reconozco que este sentimiento está o estuvo en mí en algún momento, ¿cómo a un niño que es tan transparente, sensible y emocionalmente aún inmaduro, no va a afectarle lo que recibe o no recibe del afuera?
Los niños necesitan sentirse reconocidos
Todos ustedes habrán presenciado alguna vez esta situación: En una reunión familiar, o una reunión de cualquier tipo, todos los adultos en la mesa se ponen a charlar de sus temas. Un niño que está allí empieza a hacer cosas que “llaman la atención”. Algunas de estas cosas pueden ser graciosas, tal vez se pone a cantar, a hacer chistes, a actuar como payaso; otra reacción puede ser ponerse a interrumpir y preguntar sobre las charlas habidas; y otras veces, empezar a generar berrinches, conflicto o peleas.
Estas maneras de reaccionar buscan decir “aquí estoy, mírenme”; buscan generar algo para ser mirado, no olvidado, no dejado de lado, en definitiva, el niño busca ser reconocido.
Por supuesto que todo adulto tiene derecho a hacer una reunión, y el niño debería aprender a respetar también los espacios de diálogo y encuentro entre adultos, pero a lo que voy con este ejemplo es que hay una fuerza natural en el niño que le marca una necesidad, la de “ser parte”, la de sentirse aprobado, amado, mirado, reconocido.
Cuando esta situación se reitera una y otra vez en la familia, en la escuela o en cualquier ámbito, por ejemplo, cuando se disminuye a un niño, cuando se lo ignora, cuando somos indiferentes y desinteresados ante sus necesidades, cuando nos pide que lo miremos cuando hace una hazaña, “¡Papa mira!”, e ignoro que esta en realidad es una necesidad del alma de sentirse destacado en un lugar, cuando en una familia numerosa algún niño, tal vez el del medio, no encuentra su lugar, o el reconocimiento dentro de la familia, cuando en una escuela todos son tratados como si por tener la misma edad fueran todos iguales, cuando alguna de estas situaciones o situaciones similares suceden una y otra vez, el niño se siente fuera, y generara situaciones para tener un lugar dentro.
¿Qué nos están pidiendo?
Aquí los invito a mirar e interpretar las distintas manifestaciones de los niños como comunicación de algo más; para poder ver que en realidad cuando nos llaman la atención de una u otra manera, solo nos están diciendo cuánto nos necesitan. Solo nos están diciendo: “Por favor, aquí estoy. Mírame! Necesito que me apruebes, que me ames con tu reconocimiento. Muéstrame que tengo un lugar que me pertenece solo a mí, que tu valoras y cuidas ese lugar”.
Todos en el fondo tenemos estas preguntas en el alma “¿quién me necesita, quién me escucha, quién me ama?” “¿A dónde pertenezco, valgo lo mismo que otros, son aceptados mis sentimientos, soy tratado con justicia?”
La violencia, la agresividad, la rebeldía, la apatía, el rechazo, y todos aquellos síntomas que hoy manifiestan los niños ante las posturas caducas, desvitalizadas y desinteresadas de los adultos, son reclamos. El único y gran objetivo de estas manifestaciones es que alguien los reconozca y les dé un lugar. Reclaman su lugar, buscan generárselo, si es necesario, a la fuerza y como sea.
¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde te diriges?
No todos los niños esperan que uno siempre esté de acuerdo con ellos, y seguramente tampoco, que en todos los casos se tome en cuenta sus deseos, aunque los expresen con tenacidad. Pero todos quieren ser percibidos, y en verdad, lo quieren de un modo más profundo, sincero y abarcante de lo que realmente sucede.
Si somos padres, educadores, pedagogos, terapeutas y cualquier profesional que trabaja con el mundo físico, anímico y/o espiritual del niño, deberíamos preguntarnos si ante todo este niño tiene un lugar donde se sienta reconocido.
Pero debo aclarar un punto: no se trata de estar alagando al niño por demás o infantilmente “Bravo, qué bueno, eres grandioso!!”. También es cierto que cuando el niño es centro de atención por demás, es perjudicial para su desarrollo.
A lo que me refiero es a un real reconocimiento de su Ser, de su impronta personal. Cuando caemos en estar alagando meramente la superficialidad del niño, es porque no estamos pudiendo llegar al encuentro real con su Ser, que es quien realmente se destaca por ser único en el mundo.
Los niños solo necesitan, y realmente exigen, que todo adulto que se presenta como su guía y referente, se pregunte ante ellos: “¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde te diriges?”
Si como adultos nos proponemos mirar a los ojos a un niño, y por dentro dejar que estas trespreguntas “¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde te diriges?” hagan eco en nuestro interior y lleguen al interior del niño con verdadero interés, real y genuino interés, mi propio espíritu, mi verdadera identidad, se encontrará con la verdadera identidad del niño.
Solo míralo a los ojos en silencio, abrázalo en silencio, míralo dormir en silencio y por dentro pregúntale y pregúntate: “¿Quién eres? ¿De dónde vienes? ¿Hacia dónde te diriges?”
Estas preguntas traspasarán cualquier personaje que el niño presentó para ser amado y reconocido, y llegaremos a su Ser más íntimo.
¿Quién eres?…
¿De dónde vienes?…
¿Hacia dónde te diriges?…
Haciendo esto estamos saliendo de la comodidad de siempre estar juzgando al niño por su mal comportamiento. Estamos generando dentro un nuevo movimiento interior para darle al niño su verdadero lugar: el lugar que él ha venido a ocupar en esta familia, en esta escuela, en este mundo.
Esto es lo que más necesitamos, lo que más necesitan los niños de hoy, cuando los vemos enojados, irritables, desequilibrados. Necesitan que nosotros, los seres que los hemos traído, y que los adultos que nos presentamos como sus guías y referentes, nos encontremos Ser a Ser, les otorguemos un genuino reconocimiento a lo que realmente Son y les recordemos con nuestras preguntas quiénes son, de dónde vienen y hacia dónde se dirigen.
Autora: Nancy Erica Ortiz (Inspirado en el libro «Yo soy Tu» de Anna Seydel)
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