Nuestros miedos universales
Somos parte de cada brizna de hierba, de cada roca en cada arroyo y en cada río. Somos parte de cada gota de lluvia e incluso del aire fresco que roza nuestros rostros cuando nos alejamos de casa a primera hora de la mañana.
Estamos en resonancia con todo, desde nuestros automóviles hasta nuestras casas, razón por la cual afectamos a los demás, a nuestro entorno y a nuestro mundo con tan sólo nuestra presencia. No es entonces sorprendente que cuando algo cambia en nuestro interior o en las cosas que nos rodean, esos cambios se manifiesten en nuestras vidas… y lo hacen.
Ya hablamos en “Los cinco espejos de las relaciones” que la Matriz Divina (“LA MATRIZ DIVINA” GREGG BRADEN) sirve en nuestro mundo como reflejo de las relaciones que creamos con nuestras creencias.Si tenemos la sabiduría para comprender los mensajes que nos llegan a través de nuestro entorno, nuestra relación con el mundo puede ser un maestro poderoso. A veces, puede incluso ¡salvar nuestras vidas! Hablamos en esta entrada de nuestros miedos universales. ¿Te quedas?
El miedo tiene muchas máscaras en nuestra cultura. Aunque juega un papel clave en la forma en que construimos todo, desde nuestras relaciones y nuestras carreras, hasta nuestros romances y la salud de nuestros cuerpos, el miedo surge casi a diario como un patrón en nuestras vidas que no reconocemos. Pero curiosamente, ese patrón quizá ni siquiera es nuestro. Es un patrón que está profundamente arraigado en nuestra conciencia colectiva, el cual puede describirse como nuestros miedos esenciales o universales.
Los patrones universales de miedo pueden ser tan sutiles en sus expresiones, pero tan dolorosos de recordar, que creamos con mucha habilidad máscaras que los hacen soportables. Debido a las maneras en que enmascaramos nuestros miedos, jamás tenemos que hablar de nuestros sufrimientos más profundos. Pero que no hablemos sobre ellos no significa que no estén; permanecen con nosotros, persistentes y sin haber sido resueltos, hasta que algo ocurre y simplemente ya no podemos mirar en otra dirección. Cuando nos permitimos profundizar un poco en estos poderosos momentos, lo que descubrimos es que por muy distintos que pueden parecer nuestros miedos, todos concluyen en solamente tres patrones básicos (o en una combinación de ellos): el miedo a la separación y al abandono, el miedo a no tener autoestima, y el miedo a entregarnos y confiar. ¿Los reconoces? Vamos a verlos…
Casi de forma universal, en el interior de todos nosotros existe el sentimiento de que estamos solos. En el marco de toda familia y de cada persona, hay un sentimiento no expresado de que de alguna manera estamos separados de aquél o aquello responsable de nuestra existencia.
Cuando tenemos miedo en nuestras vidas, incluso si no somos conscientes de qué es exactamente, manifestamos ideas radicales respecto a lo “correcto” o a lo “incorrecto” de una situación, o a cómo “debería” haber funcionado. Estas manifestaciones nos muestran nuestros miedos; cuanto mayores sean, más profundos los miedos. Y casi nunca se equivocan.
Si no recuerdas conscientemente tu miedo a la separación y al abandono hay grandes posibilidades de que se manifieste en tu vida como menos lo esperas y durante los momentos más inconvenientes.
En tus relaciones amorosas, tu profesión y amistades, por ejemplo, ¿eres tú a quien “dejan”? ¿Eres siempre el último en darte cuenta que la relación se ha terminado? ¿Matrimonios, trabajos y amistades perfectamente “buenos” parecen derrumbarse ante tus ojos sin advertencia? O quizá te encuentres en el otro lado: ¿Siempre dejas relaciones, profesiones y amistades en su mejor momento por temor a ser herido?
Si este tipo de escenario ha aparecido en tu vida o lo está haciendo ahora, hay muchas posibilidades de que hayas creado de forma maestra, una manera socialmente aceptable de enmascarar tu miedo más profundo al abandono y la separación. Al repetir estos patrones en relación tras relación, puedes reducir el dolor de tus miedos hasta un nivel soportable. Incluso, puedes pasar así toda tu vida. Sin embargo, la desventaja es que el sufrimiento se convierte en una distracción. Se convierte en tu forma de alejar tu mirada de este miedo universal.
Casi universalmente existe un sentimiento arraigado en cada persona de todas las culturas y sociedades de nuestro mundo, que de alguna manera no somos lo suficientemente buenos. Sentimos que no merecemos reconocimiento por lo que hemos contribuido a familias, comunidades y lugares de trabajo. Sentimos que no somos merecedores de ser honrados y respetados como seres humanos.
A veces, incluso, nos sorprendemos de que seamos lo suficientemente buenos como para estar vivos.
Cada uno de nosotros tiene sueños, esperanzas y aspiraciones de lograr cosas grandiosas en su vida, y muy a menudo encontramos todas las razones para excusarnos por no lograrlo. Nuestro miedo de no ser lo suficientemente valiosos como para tener amor, aceptación, salud y longevidad, promete que cada una de nuestras relaciones refleje el miedo de ser poco valiosos. Y eso ocurre en formas que no sospecharíamos ni en un millón de años.
¿Cuántas veces te has conformado con relaciones que no son lo que tú verdaderamente deseas, pero las excusa diciendo cosas como: “Por ahora esto es lo mejor” o “Este es un trampolín hacia algo mejor”? ¿Te has descubierto diciendo alguna vez: “Me encantaría compartir mi vida con una pareja amorosa, compasiva, tierna y cariñosa, pero… ” o “Este no es el trabajo en donde puedo realmente expresar mis talentos y habilidades, pero…” seguido por todas las razones por las cuales no puedes realizar tus sueños más grandiosos en este momento? Si estos o casos similares se han presentando en tu vida, hay grandes posibilidades de que sean máscaras hábilmente creadas por ti mismo para cuestionar tu valía.
Casi universalmente, existe el sentimiento en nuestro interior de que no es seguro hacer algo así, no es seguro confiar en los demás, en la sabiduría de nuestros cuerpos o en la paz del mundo. Cada día vemos ejemplos de conductas que parecen justificar e incluso perpetuar la sensación de que vivimos en un mundo atemorizante y peligroso. Desde el terror, los asesinatos y los asaltos que vemos en el mundo en general, hasta las violaciones de confianza y las traiciones que experimentamos en nuestras vidas personales.
Si, a fin de cuentas, nuestro sentido de seguridad en el mundo debe provenir de la seguridad que sentimos en nuestro interior. ¿Quién o qué experiencia nos enseñó que nuestro mundo no es seguro y que no debemos confiar?
La raíz de nuestras experiencias “negativas” puede reducirse a uno de los tres miedos universales (o a una combinación de ellos): abandono, baja autoestima o falta de confianza.
Si deseamos que algo cambie, debemos romper el ciclo y empezar a vernos de otra forma. Suena sencillo, ¿no es así?. Puede ser engañosamente simple pero cambiar la forma en que nos vemos es quizá la práctica más difícil con la que nos hemos enfrentado en nuestras vidas. Debido a nuestras creencias internas, experimentamos en nuestro mundo externo la gran batalla que se está librando en el interior de todos los corazones y las mentes de cada persona que vive la lucha que define lo que creemos que somos. ¿Hasta cuándo vas a seguir luchando para mantener tus máscaras?
Fuente: https://biblioterapeuta.wordpress.com