¿Quién fue Atón? El culto egipcio

En la mitología egipcia, Atón representaba al disco solar en el firmamento. Era el espíritu que alentaba y sostenía la vida en la Tierra. Era la deidad solar del Antiguo Egipto.

Se le representaba como un hombre con cabeza de halcón en los primeros tiempos y más adelante como un disco solar del que salían rayos con manos extendidas hacia los creyentes, o sosteniendo signos de la vida.

En los primeros tiempos era un disco solar del cielo y significaba la fuerza vital que animaba toda la vida que había en la Tierra.

En época de Amarna, el Dios Atón poseía una bondad infinita y representaba la Justicia y el Orden Cósmico, Maat, que favorecía a todos los hombres por igual.

El soberano regente del reino era su enviado y su único profeta en la Tierra. El único que era considerado digno de merecer la inmortalidad.

Se le identificaba con Tot, en su representación y forma nocturna y se le denominaba Atón de Plata.

Es así que en los nueve primeros años del período amarniense, el Dios Atón es identificado con Ra-Horajti y Shu y considerado como un símbolo de luz.

“Ra, Soberano de Ajti, activo en Ajet”, era la esencia misma del Disco Solar en la que se fusionaría el Rey, que luego sería denominado Ua-en-Ra, “Uno en Ra”.

El culto que se le profesaba a Atón data del Antiguo Imperio. Tutmosis IV y Amenhotep III le habían rendido gran veneración y el culto se convirtió en monoteísta.

Es en esos tiempos cuando Amenhotep IV cambia su nombre por el de Akenatón, “Resplandor de Atón” o “Útil a Atón”. Esto ocurrió en el siglo XIV, unos mil quinientos años antes de Cristo.

El templo principal de Atón se encontraba en la ciudad de Ajetatón, “El Horizonte de Atón”, en la actual ciudad de Amarna.

El Himno a Atón, que se encuentra grabado en la tumba de Ay, y que fue escrito por Akenatón, se constituye en uno de los más bellos exponentes literarios de la cultura egipcia.

Cuando se profundiza en el estudio de la nueva religión de Akenaton, lo primero que resalta es su lucha denodada para que el control no pasara a las manos de los sacerdotes. Según el propio Rey, solo existe un solo representante: el Faraón, que será aceptado como el sumo sacerdote de Ra. harajt, “Aquel que se regocija en el horizonte”.

El clero entonces, perdió sus privilegios y se opuso al culto preferente a Atón de parte de su Rey. Los egipcios, en su gran mayoría siguieron venerando a sus antiguos dioses.

Tras la muerte de Akenatón, se fue retornando paulatinamente a la situación que reinaba antes, se abandonó Ajetatón (Amarna) y cuando asciende la Dinastía XIX se pretendió borrar todo vestigio de la aventura teocrática de Amarna.

Akenatón construyó 5 templos dedicados al dios Atón durante su reinado, y en los que no aparecían estatuas de culto. En el norte de Egipto el atonismo se difundió por lo menos hasta Heliópolis y se tiene conocimiento de que en Menfis existía un templo dedicado a Atón.

También, ya en el interior de Sudán y más allá de la tercera catarata, se pueden encontrar testimonios de su culto.

Otros dioses como Amón u Osiris fueron referidos en innumerable cantidad de textos como si fueran reyes y dándoles el título de “Gobernantes de la Eternidad” o “Señores de las dos Tierras”, más nunca sus nombres fueron encerrados en los famosos “cartuchos”, como lo hacían los faraones.

Es Akenatón quien toma el nombre de Atón y lo cierra bajo cartuchos, afirmando el lazo indisoluble y eterno entre el poder religioso y el poder temporal.

Visto en Egiptología, por Pedro, redactor de la Hermandad Blanca

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