El sentido de la enfermedad en nuestra vida

Terapeuta Diana Carvajal

Cuando pensamos en la enfermedad fácilmente viene a nuestra mente un conjunto de síntomas que la definen. Sea cual sea la enfermedad no puede desligarse de los síntomas pero estos no son más que la punta del iceberg pues en la base hay algo mucho más grande y complejo.

Tú puedes sanarte y evitar enfermarte

Diversos estudios han demostrado la correlación entre las enfermedades y los conflictos emocionales. Algunos han probado como la muerte de un hijo o un divorcio ha desencadenado cáncer de mamá o cuello uterino en mujeres previamente «sanas». Como personas coléricas y con problemas de control de la ira han desarrollado cálculos en la vesícula y enfermedades del hígado. Podemos encontrar un listado muy detallado de las emociones y pensamientos que pueden generar las diversas enfermedades en el maravilloso libro de Louise Hay llamado «Usted puede sanar su vida». Y ya desde los años 30 el Dr. Edward Bach en su libro «Cúrese usted mismo» nos hablaba de la importancia de las emociones en la génesis de las enfermedades. Ambos autores exponen consecuentemente que al corregir esa base primaria, cambiando nuestros pensamientos, lo que decimos, lo que hacemos y cómo nos relacionamos podemos tener una vida plena y feliz.

Cuando la enfermedad llega a nuestra vida

Cuando la enfermedad aparece nos alarmamos, nos exaltamos, nos sorprendemos y a veces nos desesperamos. Si algún familiar enferma se dispara el miedo a la pérdida y se genera mucho sufrimiento. Queremos respuestas, qué pasó, por qué a mi. Luego renegamos, hay gente que tiene peores hábitos que yo, la vida es injusta. Y después vienen lamentos y desesperanza. Pero la enfermedad no aparece de la nada. Estuvo dando señales y avisos que seguramente ignoramos. Símbolos tenues, síntomas comunes y cotidianos a los que no dimos importancia. La enfermedad es un alto en el camino, una señal de alarma que nos indica que hay cambios indispensables que debemos hacer si queremos seguir aquí más tiempo.

La enfermedad, un camino

No imaginas el largo camino que tuvo que recorrer para manifestarse en tu cuerpo físico, no imaginas el tiempo que le tomó gestarse, ella no quería que sufrieras pero como no escuchabas sus señales tuvo que manifestarse y hablar mediante tu cuerpo. Qué pensarías si te digo que la enfermedad no es tu enemiga, que no es la villana de la película? Tal vez creerías que estoy loca pero es necesario que sepas que quienes le hemos dado la connotación negativa hemos sido nosotros, nos han enseñado que es «mala» pero hoy vengo a decirte que esa idea es falsa, tu enfermedad es tu amiga, es tu maestra y quiere enseñarte una lección. Claro, a veces las lecciones duelen, queremos que todo siempre sea hermoso y perfecto pero con nuestro pensamiento y nuestros sentimientos atraemos lo contrario.

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Reconociendo la enfermedad

Hoy te invito a re-conocer la enfermedad, a entenderla, por favor pregúntale qué quiere enseñarte, qué es eso que no has entendido, pero pregúntale desde tu corazón, abraza esa enfermedad, toca esa parte de tu cuerpo que está afectada, acaríciala y háblale, pregúntale ¿Qué es lo que debo aprender? Pídele perdón por ignorar lo que quería decirte, por odiarla, por los reproches que le hiciste. Reconcíliate con tu cuerpo, dile que lo amas y dale la gracias por estar aquí para ti, desde el principio y hasta el final de este proceso de aprendizaje que llamamos vida. Pide a tu maestro interior que te ayude a entender lo que tu cuerpo quiere decir y en algún momento escucharás dentro de ti una voz como si fuera tu conciencia hablandote. Repite este ejercicio diariamente por al menos 21 días.

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Un planeta sin enfermedades

Los senti-mientos son la base sobre la cual se edifican las enfermedades. Todos aquellos sentimientos de daño que hemos ido guardando, sintiendo y acumulando a lo largo de la vida. El odio, la tristeza, la ira, la culpa, la envidia, se alojan en los tejidos de quien los experimenta, no sólo se sienten por un momento, se generan, se proyectan hacia afuera y por ley de reciprocidad siempre regresan al origen y multiplicados.

Tristemente aprendemos todos estos sentimientos en nuestra familia, por eso tenemos una gran responsabilidad con las nuevas generaciones. Estamos obligados a enseñarles a manejar sus emociones de una forma más adecuada si queremos erradicar la enfermedad de nuestro planeta. Recordemos que no hay mejor maestro que el ejemplo, así que mostremos a los niños como podemos perdonar e incluso a amar a quién nos hace daño, enseñemos a dar gracias por todo cuanto experimentamos tanto lo agradable como lo desagradable porque siempre podemos aprender de cada vivencia.

Enseñemos a entender que la vida siempre es justa y perfecta, no hay un dios castigador con deseos de venganza, dios es amor infinito y perfecto. Venimos a la Tierra a aprender y solo podemos hacerlo mediante la experiencia. Nosotros mismos elegimos cada parte del guión de nuestra vida, lo hicimos con la libertad que nos brinda nuestro libre albedrío en un ambiente absolutamente neutro y sin sentimientos de daño. Cada cosa que hemos elegido experimentar ha sido cuidadosamente seleccionada y revisada por seres de luz llenos de amor que nos permiten esas vivencias para que en nuestros propios zapatos podamos entender qué se siente ser tanto la victima como el victimario, el héroe y el villano. Como humanos para entender qué es la luz necesitamos conocer la oscuridad.

La enfermedad como misión y lección

Te preguntarás y entonces qué pasa con los niños que no han acumulado sentimientos de daño y nacen con enfermedades o las desarrollan a temprana edad. En ese caso la enfermedad puede haberse elegido como misión propia y lección para la familia. No olvidemos que los karmas aunque algunos son personales otros son colectivos y los vivencia la familia en conjunto. En esos terribles casos nos llenamos de odio, de resentimiento y pensamos en un dios injusto y malvado que ha maldecido una familia con un niño enfermo pero eso solo es una muestra del daño que han hecho algunas religiones que han vendido una idea totalmente tergiversada de Dios.

Nuestra pelea no es con el creador, de hecho no hay pelea, no hay enemigo, todos somos uno, yo con Dios, yo con los demás, yo con la vida, yo conmigo. No hay rivalidad, debemos quitarnos la idea del mundo  dual donde todo viene en parejas donde un elemento es positivo y el otro negativo. La nueva conciencia universal nos llama a la neutralidad. Nuestro peor enemigo somos nosotros mismos cuando nuestro esquema de pensamiento va por el camino equivocado.

Una vida saludable y feliz

Sí es posible! ya sabes que está en tus manos. Cree en tu poder personal. Así que despierta, cambia, ve el mundo de una nueva manera, usa los lentes de la neutralidad. Ten una vida enmarcada en el entendimiento propio, del otro y de la realidad. Ama, perdona, disfruta y agradece. Olvídate de los juicios y de las críticas. Recuerda que todo lo creas con el pensamiento así que trae todo lo positivo a tu vida. Tu eres el artesano de tu vida, aquí y ahora!

Autora para la Gran Hermandad Blanca: Diana Marcela Carvajal Díaz.

Recomendaciones:

Libro «Usted puede sanar su vida» de Louise L. Hay

Video libro: https://www.youtube.com/watch?v=0lI2JUIA6ck

Libro «Cúrese usted mismo» del Dr. Edward Bach. https://www.claudiabelou.com/libros-bach-descargas

Video libro:

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