Simbología del Laberinto: el Mito y la Historia
“Medité en ese laberinto perdido: lo imaginé inviolado y perfecto en la cumbre secreta de una montaña, lo imaginé borrado por arrozales o debajo del agua, lo imaginé infinito, no ya de quioscos ochavados y de sendas que vuelven, sino de ríos y provincias y reinos… pensé en un laberinto de laberintos, en un sinuoso laberinto creciente que abarcara el pasado y el porvenir y que implicara de algún modo los astros.”
– J L Borges-
LABERINTO, del latín labyrinthus, y este del griego λαβύρινθος labýrinzos: “Lugar artificiosamente formado por calles, encrucijadas y rodeos dispuestos con tal artificio que, una vez dentro, sea muy difícil encontrar la salida”.
Esta definición nos describe un espacio delimitado, cerrado, artificial, tortuoso y complejo con un recorrido que emprendemos voluntariamente o por una impuesta obligación , a pesar de ello sencillamente será una ruta entre dos puntos.
La esencia del laberinto es el movimiento. Este será necesario para entrar, para recorrerlo, para llegar al centro y encontrar la salida.
El laberinto como metáfora implica todo un abanico de posibilidades simbólicas e incluso físicas que proliferan en distintos lugares del mundo y en diferentes épocas:
• ¿Puede haber laberintos naturales?
• ¿Los problemas y decisiones tomadas durante nuestra existencia podrían formar un laberinto?
El Mito: su origen
Las distintas versiones literarias del mito del laberinto contienen como denominador común algunos elementos narrativos formales fundamentales: el laberinto construido por Dédalo, el monstruo o minotauro llamado Asterio o Asterión, el héroe Teseo y el hilo mágico de la princesa Ariadna.
Todos ellos provienen de una leyenda que en la misma Grecia va a surgir a partir de rituales muy antiguos y no disponemos de una versión única del mito, si no que existen diversas variantes. Plutarco cuenta que el rey Minos, reinaba en la isla de Creta. Su hijo era un monstruo con cabeza de toro y cuerpo de hombre que causó muchos daños en la isla, hasta que Hércules logró encerrarlo en un laberinto construido por el gran arquitecto Dédalo. Como las guerras eran frecuentes, los perdedores solían pagar tributo a los vencedores y la ciudad de Atenas pagó por largo tiempo al rey Minos un tributo que consistía en enviar a la isla a siete jóvenes y siete doncellas para ser devorados por la bestia. Esto ocurría cada año, hasta que apareció el joven Teseo que dio muerte al monstruo, con la ayuda de Ariadna, la hija de Minos. La princesa ayudó al joven a salir del laberinto gracias a un ovillo de hilo y una espada que le entregó. Este relato, ha derivado a lo largo del tiempo en un tema de literatura universal, del que se hablará hasta nuestros días.
Tipos de Laberinto
A lo largo de la humanidad, desde la prehistoria hasta nuestros días, los laberintos han experimentado variaciones de forma y de tamaño, pero han mantenido su esencia primigenia. Circular por laberintos puede ser una experiencia corporal, visual, y táctil, pero también puede suponer un viaje mental e imaginario por el mundo de la magia, la ciencia, la religión y la moral, el símbolo y la estética. La distinción entre laberintos unicursales y multicursales es crucial, y establece grandes diferencias.
LABERINTO UNICURSAL. Pese a su aparente complejidad tiene un único camino, sin ninguna encrucijada, calle sin salida o atajo. El que lo recorra no tendrá posibilidad de elección, ni de error, Desde su mismo inicio conducirá directamente al centro, a su corazón, y una vez allí deberá regresar por el mismo lugar que entramos. Se origina en la Antigüedad.
LABERINTO MULTICURSAL. Aparece en el Renacimiento. Su entramado es complejo, pues quien lo recorre se verá obligado a decidir por donde debe de continuar su camino. Cada vez que llegue a las sucesivas encrucijadas, tendrá el riesgo de perder la ruta que le conducirá al centro o de no encontrar la salida. Será imprescindible para salir de él poseer buena memoria, o tener el hilo de Ariadna.
También se pueden clasificar por su FORMA:
Los laberintos de forma cuadrada o rectangular son los más antiguos que existen; la primera representación conocida de un laberinto de este tipo se encuentra en una tablilla de Pilo y también la encontramos, como sello, en las tumbas del antiguo Egipto.
Los laberintos de forma redonda o circular aparecieron a fines del siglo VII a.C. en la Italia etrusca; más tarde, los encontramos en las monedas de Cnosos, a finales del siglo III y se cree que eran usadas como mapa del célebre Laberinto de Creta.
Laberinto de Creta
El laberinto debe su nombre a la legendaria construcción diseñada por el inventor Dédalo a pedido del rey Minos de Creta para mantener preso a su hijo Minotauro. Aunque no ha sido identificado positivamente ningún sitio en Creta como el laberinto del Minotauro, en Cnosos se encontraron monedas del siglo III antes de Cristo con el símbolo del laberinto en ellas. El formato típico durante este período es un circuito de siete meandros o vías, conocido como el «laberinto clásico».
Palacio de Cnosos
Otro elemento de la formación del mito del Laberinto puede haber sido que el palacio de Cnosos —la casa del labrys o hacha doble— era un complejo de habitaciones y corredores, y que los invasores atenienses tuvieron dificultad para encontrar y matar al rey cuando lo tomaron. Un espacio abierto delante del palacio estaba ocupado por una pista de baile con un dibujo laberíntico que servía para guiar a los que bailaban una danza erótica de la primavera. El origen de ese dibujo, llamado también laberinto, parece haber sido el laberinto tradicional de arbustos que se utilizaba para atraer a las perdices hacia uno de sus machos, enjaulado en la cerca central, con reclamos de alimento, quejas amorosas y desafíos; y los bailarines imitarían la danza de amor extática y renqueante de las perdices macho, cuyo destino era que el cazador les golpease en la cabeza. El laberinto del que escaparon Dédalo y su hijo Ícaro podría haber sido el piso de mosaico en el que estaba dibujado y que tenían que seguir en la danza de la perdiz ritual. Parece que en la primavera se realizaba en toda la cuenca del Mediterráneo una danza erótica de la perdiz en honor de la diosa Luna y que los bailarines renqueaban y llevaban alas.
Laberintos “Ciudad de Troya”
A los laberintos ingleses hechos en el césped se les llama «ciudad de Troya», y lo mismo a los de Gales: caer-droia. Probablemente los romanos los llamaban así por su Juego de Troya, una danza laberíntica ejecutada por jóvenes aristócratas en honor del antepasado de Augusto, el troyano Eneas. Según Plinio también la bailaban los niños en la campiña italiana. Los dos diseños principales son el clásico y el medieval y, aunque existen numerosas variaciones, la forma básica es fácilmente reconocible.
Laberinto Unicursal: de la Antigüedad a la Edad Media
No sabemos cómo pudo ser aquel laberinto en la isla de Creta, puesto que la única imagen más cercana a la época, la encontramos en las caras de las monedas que circulaban por el Mediterráneo entre los siglos V y II a. C. El dibujo era el de un laberinto cuadrado o circular y ese tipo será el que conozcamos como laberinto clásico o de siete circuitos.
Viendo la imagen nos surge una pregunta, pues hay una contradicción entre la leyenda y la tradicional representación gráfica. ¿Se podía perder uno en un laberinto que tuviera un sólo recorrido? ¿Para qué entonces el hilo de Ariadna? ¿Quizás para no perder de vista a Teseo?
Este tipo de laberinto también aparecerá en mosaicos romanos procedentes de la geografía que abarcó el Imperio Romano (Desde Inglaterra hasta África del Norte) con una datación que va del siglo I al siglo IV d. C. En muchos casos el perímetro del mosaico representa los muros con almenas de una ciudad, con puertas y torres simétricamente distribuidas. Recordando por eso mismo el trazado de una ciudad romana, con el cardo y el decumenus que dividían la ciudad en cuatro cuadrados llevando al centro de la misma. Ocurrirá que a lo largo de la antigüedad Clásica y de la Edad Media las variantes sobre el dibujo del laberinto no van ha cambiar. La imagen del laberinto aparece en unos sesenta manuscritos medievales, a menudo como ilustración que hace referencia al mito cretense. Algunas de estas ilustraciones intentan tridimensionalizar el laberinto, o lo representan como un cosmos o como la ciudad de Jericó o Jerusalén.
En los siglos XII y XIII, el laberinto experimenta un sorprendente cambio de tamaño y de ubicación. En Francia e Italia, comenzarán a parecer laberintos sobre el pavimento de iglesias y catedrales. Se podrá caminar sobre ellos, desde la entrada al centro, y llevar así a cabo un ritual de plegaria, de renacimiento espiritual o de peregrinación simbólica a Jerusalén. Estos laberintos serán la firma de arquitectos constructores de las catedrales, los nuevos Dédalos. El significado pagano, pasa a un contexto religioso apropiándose así del mito: El laberinto pasa a ser la imagen del camino del pecado por el que nos guía el diablo; solamente siguiendo a Cristo conseguiremos salir victoriosos de la situación. De esta manera Cristo será el nuevo Teseo que consigue derrotar a Satanás, nuevo Minotauro, que ocupa el centro del laberinto.
Hasta el siglo XV la representación del laberinto es, pues, unicursal. No será hasta 1420 cuando Giovanni Fontana (1395-1455) en su libro Bellicorum Instumentorum Liber, represente por primera vez dos laberintos multicursales, con bifurcaciones y callejones sin salida.
Laberintos trazados en Tierra: más allá de su simbolismo y función, se hallan laberintos horizontales en lugares muy alejados – además de los pavimentos de las iglesias, o los representados en los mosaicos romanos .
Un precedente son los Trojaburgen escandinavos. Estaban realizados con piedras y situados al aire libre cerca de la costa, siendo también transitables. Las teorías sobre su función van desde la protección y guía de navegantes hasta los rituales de boda. Se sitúan a partir del siglo XIII. Similares también se encuentran en Inglaterra, como los Turf-cut-mazes. Situados en la campiña, transitables con paredes construidas cavando en la hierba y quedando ligeramente por debajo del camino. Fueron llevados a las islas en la Edad Media, se dice, inspirados en las grandes catedrales. Su función original es incierta y apunta a rituales festivos y lúdicos.
Laberinto Multicursal: del Renacimiento a nuestros días.
El laberinto en el Renacimiento seguirá ilustrando el camino que conduce de la ignorancia al conocimiento. En este sentido los dos tipos de laberinto describen de igual manera este tipo de recorrido:
• El unicursal sugería un camino de certidumbre, revestido de autoridad.
• El multicursal supone una participación activa en la propia educación. Simbolizará un mundo con evocación profana, en el que de nuevo el hombre será el modelo para la medida de todas las cosas y el que elegirá sobre su destino lejos del teocentrismo medieval.
El descubrimiento de la perspectiva, permitirá la representación de laberintos tridimensionales como este grabado de Baccio Baldini en el siglo XV y será frecuente a partir del siglo XVI. Aparecen a la vez los laberintos vegetales. Al tener altas paredes no se poseerá la visión del 8 conjunto posibilitando la perdida entre sus calles. Con ellos se unifica la naturaleza y el artificio del hombre en su complicada geometría. Se convierte así en un caos ordenado, en el que la naturaleza se encuentra sometida. A partir del libro de Giovanni Fontana, aparecerán numerosos tratados de arquitectura y diseños de jardines. Desde el siglo XVI y a lo largo de todo el XVII van a surgir todo tipo de diseños. Creadores importantes serán Filarete, Serlio, Thomas Hill, Andreas Boeckler entre otros, aportando diversos trazados y formas de representación. Estos jardines muchas veces seguían un complicado programa simbólico en él cual el laberinto era un fragmento.
Danzas laberínticas en Palestina
En Palestina esta ceremonia, llamada la Pesach (‘la renqueante’) se realizaba todavía, según san Jerónimo, en Beth-Hoglah (‘el Templo del Cojo’), donde los devotos bailaban en espiral. Beth-Hoglah se identifica con la «era de Atad», en la que se lloraba la muerte del rengo rey Jacob, cuyo nombre podría significar Yah Akeb (‘el dios del talón’). El profeta Jeremías advierte a los judíos que no deben tomar parte en esos ritos orgiásticos cananeos, y cita: «La perdiz recoge pollitos que no ha parido».
La danza de la perdiz
Una jarra de vino etrusca de Tragliatella en la que se ven dos héroes a caballo, muestra la teoría religiosa acerca de la danza de la perdiz. El jinete que va delante lleva un escudo en el que está dibujada una perdiz, y un demonio de la muerte se posa detrás de él; el otro héroe lleva una lanza y un escudo en que está dibujado un pato. Detrás de ellos hay un dibujo laberíntico parecido al que se encuentra no sólo en ciertas monedas de Cnosos, sino también en los intrincados dibujos hechos en el césped y que pisaban los escolares británicos en la Pascua de Resurrección hasta el siglo XIX.
Laberinto y la muerte del rey
Según el escritor e historiador inglés Robert Graves, la idea del laberinto está relacionada con el sistema monárquico de la prehistoria: el mejor de los hombres de una tribu era elegido rey, tenía poder absoluto sobre el grupo, pero era asesinado después de un período (se cree que un año). Sólo el héroe excepcional —un Dédalo o un Teseo— volvía vivo del laberinto. En este contexto, tiene gran importancia el descubrimiento (en los años cincuenta) en las cercanías de Bossiney (Cornualles) de un laberinto cretense tallado en la superficie de una roca. La barranca donde el Dr. Renton Green descubrió el laberinto es una de las últimas guaridas del cuervo chova de Cornualles. Se decía que la chova aloja el alma del rey Arturo que perturbó el Infierno y con quien este laberinto de Bosinney está íntimamente relacionado en la leyenda.
Danzas laberínticas en Bretaña
Una danza laberíntica parece haber sido llevada a Britania desde el Mediterráneo oriental por agricultores neolíticos del tercer milenio a. C. puesto que toscos laberintos de piedra, análogos a los británicos hechos en el césped, se dan en la zona «Beaker B» de Escandinavia y el nordeste de Rusia; y en el sudeste de Europa se encuentran laberintos eclesiásticos, utilizados en otro tiempo con propósitos penitenciales. Los ejemplos conocidos más antiguos de los laberintos son pequeños y simples petroglifos que se presume tienen una antigüedad de 3000 años. Se encuentran en numerosos lugares alrededor del mundo, desde Siria hasta Irlanda. Las danzas en espiral, en las que los jóvenes de ambos sexos giraban en espiral hacia un centro para alejarse después, seguían siendo muy populares en el siglo XIX, las danzas laberínticas que aún se practican en Europa descienden del antiguo baile de la Grulla, o geranos, supuestamente ejecutado en la isla griega de Naxos por Teseo y sus amigos para celebrar su salida victoriosa.
Interpretaciones modernas del Laberinto griego
En tiempos recientes el mito del laberinto ha sido transformado en una obra teatral por Ilinka Crvenkovska, en la cual se explora las nociones de las habilidades del hombre para controlar su propio destino. El escritor argentino Jorge Luis Borges, estaba fascinado con el concepto del laberinto y lo utilizó muchas veces en el desarrollo de sus cuentos. El uso literario que este escritor le dio al tema ha inspirado a gran cantidad de otros autores en el mundo, como por ejemplo a Umberto Eco (en El nombre de la rosa).
Construcción de laberintos modernos
En los últimos años hubo un resurgimiento del interés por el símbolo del laberinto, lo que ha inspirado un resurgimiento de la construcción notable en el Parque Willen (Milton Keynes), la catedral Grace de San Francisco y el Parque Tapton de Chesterfield.
Significado cultural
El significado cultural y la interpretación del laberinto como símbolo es muy rico. En la prehistoria los laberintos dibujados en el piso servían quizá como trampas para los espíritus malevolentes o más probablemente como rutas definidas (coreografías) para danzas rituales. En varias culturas el laberinto también es asociado a ritos de iniciación que implican la superación de alguna prueba. Jardín recreando un laberinto en Aschaffenburg, Alemania. Durante la época medieval el laberinto teocéntrico simbolizaba el duro camino hasta Dios con una sola entrada (el nacimiento) y un centro claramente definido (Dios). En el Renacimiento los laberintos pierden el centro: la persona en el laberinto es el centro, un reflejo de las enseñanzas humanistas antropocéntricas. Hoy los laberintos se mueven en diferentes estratos de la realidad; tienen un lugar importante en literatura, películas y video-juegos.
Laberintos Naturales
Explica Jorge Luis Borges que el rey de Babilonia encerró a otro rey árabe en un laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde. Años después aquel rey árabe capturó al de Babilonia y lo amarró encima de un camello para conducirlo al desierto. Cabalgaron durante tres días, y le dijo: “¡Oh rey del tiempo y sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.” Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, dónde murió de hambre y de sed.
Si un laberinto es, básicamente, un camino que une dos puntos del espacio, en este caso se trata de un laberinto sin límites. En las matemáticas, una red es un conjunto de puntos conectados entre sí por caminos llamados nudos. Las redes de nudos se observan con mucha frecuencia en la naturaleza, ejemplos son: un árbol, el sistema nervioso o el circulatorio animal, el cerebro… ¿Un ecosistema podría ser un laberinto de red? ¿Y una esfera?…
El árbol y la esfera son dos hermosos símbolos y a la vez metáforas, en la frontera de los laberintos posibles, porque resulta que las formas más frecuentes de la naturaleza son o bien el fractal, o bien derivadas de la simetría circular.
La esfera es el máximo laberinto, y la forma más frecuente de la naturaleza pues no hay nada que desoriente más que una esfera circular, pero de esta forma también surgen otras derivadas como la ovalada, la espiral, los polígonos, etc. La única familia de formas que no se podría reducir a la simetría circular serían las formas fractales, como los árboles, las nubes…
Entonces, se puede decir que las dos formas más frecuentes en la realidad viva e inerte, son dos familias extremas de laberintos: las esferas y los fractales.
Hasta aquí nuestro viaje a través del Laberinto. Espero que los lectores hayan disfrutado tanto como yo.
AUTORA: Eva Villa, redactora en la gran familia hermandadblanca.org
MÁS INFORMACIÓN en los Manuales: “El Libro de los Laberintos, historia de un mito y un símbolo” de Paolo Santarcangeli y “Laberintos” de Jaime Buhigas Tallon.
asi sera para el bien mayor de todos en ti confio gracias gracias gracias quien como dios yo soy luz clarificadora de dios