Templos del Antiguo Egipto
Los templos egipcios se distribuían a lo largo del curso del Nilo, en enclaves muy específicos. Cada templo estaba dedicado a un dios principal, que residía en el Sanctasanctórum, y al que se le rendía culto. El templo también solía albergar en su interior capillas dedicadas a otros dioses.
Estos templos, considerados La casa del Dios, además de centros religiosos eran también escuelas iniciáticas donde se enseñaban distintas disciplinas a sus discípulos, sacerdotes y sacerdotisas. Estas escuelas eran llamadas Casas de la vida.
Las Casas de la Vida más importantes de las que tenemos constancia fueron las de Heliópolis, Sais, Memfis, Hermópolis, Abydos y Tebas. Eran auténticos templos de sabiduría donde se estudiaba de forma unificada la ciencia, la religión y la magia, dando lugar a una ciencia de carácter espiritual cuya finalidad era no solo estudiar y comprender el universo sino que además se enfocaba en enseñar a los discípulos a vivir en armonía con las leyes naturales orientando su vida de acuerdo con el orden cósmico de la existencia.
Cada templo estaba especializado en una determinada enseñanza y en sus muros y bibliotecas de papiros registraban estos conocimientos. Importantes filósofos griegos fueron a aprender en estas antiguas escuelas de misterios, que con el paso de los años fueron alejándose de sus enseñanzas originales. Entre ellos podemos citar a Pitágoras (Casa de la Vida de Heliópolis), Solón (Escuela de Sabiduría de Sais), Tales de Mileto (Escuela de Menfis), Platón (Casa de la Vida de Heliópolis), Anaximandro, Parménides, Eudoxio de Cnidos (Escuela de Memfis), Arquímedes, Empédocles, Demócrito, Hipócrates, Esopo, Plutarco (iniciado en los Misterios de Isis) e incluso los míticos Orfeo y Dédalo. Además de ellos también sabemos que Anaxágoras, Hiparco, Eratóstenes, Amonio Saccas, Plotino, Hipatia, Teón de Alejandría, Porfirio, Jámblico, Diodoro de Sicilia, Hecateo de Mileto, Hesíodo, Estrabón, Píndaro y Apolonio de Tiana, entre muchos otros, bebieron de las inagotables fuentes de la sabiduría del Nilo.
Algunos autores establecen una correspondencia energética entre los templos y los siete chakras. Estos templos se sitúan a lo largo del Nilo, como si de una columna vertebral se tratara, conformando una réplica macrocósmica de los principales centros energéticos del ser humano. Mostramos las correspondencias en la siguiente tabla:
El Nilo se consideraba también el reflejo de la Vía Láctea, el Nilo celeste sobre la tierra. Los templos se orientaban a determinadas constelaciones, según las características del culto o trabajo que se realizaba entre sus paredes. Así pues, reflejaban constelaciones en la tierra con sus construcciones y sus templos. Eran centros desde los que emanaba una determinada energía en consonancia con las características del dios al que estaba dedicado.
Conocedores de las energías cósmicas y telúricas, conocedores de geometría sagrada, sus constructores, sacerdotes y sacerdotisas que los habitaron, con sus potentes y mágicos rituales, nos han dejado unos templos que aún hoy en día, tras tantos milenios, conservan una gran fuerza transformadora. Allí las energías no son sutiles, incluso en templos que han sido transportados de su lugar original. No hace falta una gran sensibilidad para percibirlas, solo un poco de silencio e introspección llevan al visitante a sentir la magia y la fuerza de aquellos conocimientos.
En el templo solo podía entrar el sacerdocio. Únicamente en festividades especiales la población podía acceder al primer patio. La sala hipóstila albergaba la biblioteca y la Casa de la Vida. En el Santuario estaba la estatua del Dios al que se daba culto y solo podía entrar en él el Faraón y el Sumo Sacerdote, acompañados de algunos miembros de alto rango dentro de la casta sacerdotal para realizar los rituales que diariamente se ofrecían al Dios. Los fieles si querían acercarse a su presencia lo debían hacer extramuros ya que, según cuentan, la presencia del Dios podía fulminarlos. Tampoco podían ver su poderosa imagen el resto de sacerdotes aunque en este caso solo les estaba vedada la entrada al Sanctasanctórum.
Se cuenta que en el Antiguo Egipto, una vez realizada la escultura de un Dios destinada al culto, le daban vida mediante sus elevados conocimientos de magia. Quien haya tenido la ocasión de ver alguna de estas figuras de buen seguro debe comprender porqué la visión de la divinidad estaba vetada a los profanos.
A medida que uno se adentra en el templo, su altura va disminuyendo hasta llegar al Santuario o Sanctasanctórum, también llamado Sala del Naos. El Dios reside en esta parte más profunda, oscura y secreta del templo. Alrededor del Santuario suele haber capillas dedicadas a otros dioses, a lo largo de un deambulatorio.
A los lados de la sala hipóstila o de los patios de columnas hay diversas dependencias con funciones de almacén de productos para las ofrendas del dios.
Los templos importantes poseían un lago sagrado donde los sacerdotes y sacerdotisas realizaban sus purificaciones diarias y donde se celebraban ritos en algunos festivales.
Adina Wolf