Como un águila que vuela tranquila en el cielo

Pilar Vazquez

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Esta frase es realmente inspiradora sobre todo cuando se trata de describir la naturaleza de nuestra mente, que es de verdad en un sentido último  clara, espaciosa, compasiva y luminosa.

La práctica del Dzochen

La apreciación de la mente o conciencia a la que me refiero es la que corresponde a la práctica meditativa del Dzochen,  es una práctica muy elevada y de alguna manera reservada para meditadores o yoguis que llevan muchos años trabajando con su mente y todo lo que en ella acontece.

Podemos empezar con las cosas que aparecen de primera instancia y que reconocemos si observamos con cuidado muy fácilmente, por ejemplo, los recuerdos, los pensamientos acerca de algo o alguien, ideas acerca de algo, imágenes de situaciones o experiencias, casi siempre las percibimos o experimentamos.

aflicciones, sentmientos y emociones

En segundo término podemos observar nuestras aflicciones, sentimientos y emociones que le restan claridad a nuestra mente como son el egoísmo, los celos, le envidia, el orgullo, la malicia, la avaricia y las 84,000 aflicciones que existen de acuerdo a las culturas de oriente.

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En muchas ocasiones pensamos que nuestra mente es por naturaleza maliciosa, egoísta, celosa, pero este no es otra cosa que un punto de vista equivocado pues en realidad la mente es clara y luminosa así como el cielo y las nubes son nuestras aflicciones o sentimientos no edificantes que le restan claridad.  Es cierto que nosotros no somos nuestras aflicciones pues estas no están en la naturaleza de la mente, aparecen en ella sólo de manera temporal, las podemos disminuir, suspender temporalmente y en el mejor de los casos erradicar.

Interpretaciones y proyecciones

En la mente aparecen también nuestras proyecciones, estas son las interpretaciones que hacemos de nosotros mismos, de los que nos rodean y de los fenómenos que aparecen en nuestra vida cotidiana.

Beautiful woman stretching during meditation on the beach

La realidad desde la práctica del Dzochen es que debemos meditar para conocer la naturaleza última de nuestra mente, ésta práctica debe estar acompañada de una enorme realización en la conducta ética, y de la observación y discriminación que conducen a la sabiduría última en la que ya no encontramos conceptos sino a una  mente brillosa y perceptiva tal cual es.

meditación profunda

Es por la anterior razón que se dice en ésta tradición que cuando a través de la meditación profunda encuentras a la mente tal cual es, la experiencia es algo así como observar a un águila que emprende el vuelo cruzando el cielo sin hacer esfuerzo, dejándose llevar en el espacio tranquilo y abierto del cielo, espacioso y libre de obstáculos.

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Si tomamos en cuenta ésta apreciación podemos confiar plenamente en que con la meditación, podemos conocernos más a nosotros mismos sin intelectualizar o conceptualizar, descubriendo nuestro interior tranquilo, compasivo y en paz.

Como siempre la recomendación aquí es que si inician la práctica de la meditación lo hagan con un maestro calificado, recuerden que así como cuidamos que no nos pase nada físicamente, tampoco podemos permitir que nuestra mente se vea orientada a puntos de vista incorrectos resultado de una incorrecta o ignorante instrucción.

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A la práctica del Dzochen se llega después de muchos años de práctica meditativa y es necesario transitar previamente por las practicas preliminares que se encuentran en otros linajes como el de la conducta ética o Shila, el de los sutras y el de los diferentes estadios de progreso en la meditación.

disciplina y perseverancia

Como siempre ésta es una aproximación a la que podemos acceder con disciplina y perseverancia, por lo pronto es importante conocer que existen métodos meditativos efectivos y maravillosos que nos permiten encontrar como la mente funciona de manera última y no como suponemos que acontece. Si cuidamos y desarrollamos nuestro cuerpo para que no se atrofie, vale la pena pensar en que debemos trabajar también a nuestra mente para hacerla más discerniente, aguda y eficaz. Nunca es tarde para comenzar.

AUTOR: Pilar Vázquez, colaborador de la gran familia de la Hermandad Blanca

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