Aristóteles: La Virtud Intelectual en la apasionante Ética a Nicómaco y de cómo dar forma a nuestro carácter (Segunda Parte)
«El verdadero honor es el que resulta del ejercicio de la Virtud y del cumplimiento de los propios deberes.»
Gaspar Melchor de Jovellanos.
¿Puede el hombre realmente alcanzar la felicidad? ¿Acaso puede, mediante sus actos, asegurarse un bienestar óptimo? ¿Puede realmente direccionar sus acciones para lograr la Virtud mediante el razonamiento?
En el artículo anterior, comenzamos a realizar filosofía aplicada del libro «Ética a Nicómaco» de Aristóteles. Aquellos a los que les interese, pueden descargar esta obra aquí.
Hablamos sobre la concepción aristotélica de la Eudaimonia, la importancia de la Virtud y la posibilidad del hombre de forjar su carácter.
Vimos que Aristóteles hace diferencia entre Virtud Moral e Intelectual.
Además, hablamos del papel que el placer y el dolor juegan en todo esto.
Pero antes, al principio del artículo anterior, hicimos mención a algo importante. Aristóteles como el pensador del Justo Medio.
Qué es el justo medio
Cuando Aristóteles nos habla de Virtud, vemos que nos permite moldear lo que nos provoca placer y dolor. Pero tanto en una sensación como en la otra tenemos una amplia gama de matices que debe ser tenida en cuenta. La proporción de placer y dolor no es suficiente para distinguir lo virtuoso de los vicioso, pues el moldear el deseo nos admite ambas posibilidades.
La Virtud se halla en un punto medio entre los extremos que, a su vez, es relativo a cada quien.
Tomemos por ejemplo la valentía. Puede que para una persona, subir a un lugar elevado pueda constituir un temor. Un paracaidista, en cambio, no tendrá problema alguno en realizar la misma acción. Es en el primer caso, entonces, que la acción amerita valentía, aunque las dos personas estén haciendo lo mismo.
Entonces, el acto de Virtud varía de persona a persona. Si actuamos como respuesta a una determinada situación, es el hombre sabio el que responde de manera apropiada y virtuosa entre los extremos.
Cabe aclarar que algunas acciones no admiten puntos medios. Como robar.
Ahora bien, sabemos que no toda acción denota la Virtud en el hombre. ¿Qué acción permite ser juzgada entonces?
Dice Aristóteles que sólo lo hará aquella acción que sea voluntaria. De esta manera, queda excusado todo lo que se realiza por compulsión o ignorancia.
Hablamos entonces del carácter voluntario de la acción. Los actos que son relevantes a nivel moral serán entonces los que el hombre realice por voluntad propia.
Virtud Intelectual
Sabemos que una buena vida no se corresponde con aquella en la que se da una lista de resultados. Y además, entendemos la importancia del estado sentimental con el que se transita.
Esta combinación de fines y sentimientos es básica, pero no alcanza para resolver la ecuación de la Virtud direccionada hacia la felicidad duradera.
Hace falta un conocimiento determinado que nos permita saber cómo actuar en cada situación específica.
Estas son las Virtudes Intelectuales de las que Aristóteles nos habla. Los medios para llegar a los fines.
Estos conocimientos son los que podemos adquirir y fortalecer si nos preocupamos por buscarlos. La ética, si bien no tiene reglas fijas, tampoco es adivinación.
En la búsqueda de la Virtud, vamos entrando en contacto con aquellos conocimientos que nos permitirán darnos cuenta del grado de moralidad de nuestras acciones.
Por lo general, uno sabe cuándo está obrando bien y cuando no. Esta es la sabiduría práctica de la que el pensador nos habla.
Ya lo sabes. La próxima vez que estés por realizar una acción y tengas una mínima duda de si es buena o no, no la realices. Analízala, piensa. Por eso se le llama Crecimiento Personal, porque se da en nuestro interior. No es algo que se de fuera de nosotros, por lo tanto no está a simple vista para los demás. Quizá no te reconozcan el proceso que estás viviendo por dentro, pero lo estás viviendo y eso es lo que importa.
La práctica de la Virtud
¿Cuál es la aplicación práctica de la teoría que venimos trabajando? Aristóteles, como mencionamos antes, es el padre de la lógica. Es por esto que resuelve el proceso de la acción mediante un silogismo:
Fin determinado (Virtud Moral)
Medios para conseguirlo (Virtud Intelectual)
————–
= Acción
Con tiempo y práctica, la Virtud Intelectual va transformándose casi en una intuición. A eso es a lo que debemos aspirar, el fruto de nuestro esfuerzo. Un momento a partir del cual hacer el bien nos resulta natural. Pasando del objetivo a la acción de manera casi inmediata. Ya teniendo bien en claro cómo cumplir con nuestros fines, en concreto, alcanzar la Eudaimonia.
Pero nuevamente, el proceso que debemos superar para eso requiere de mucha disciplina. La felicidad no se logra de manera fácil, pero no debemos perder de vista que si es posible lograrla.
Quizá una de nuestras mayores pruebas sea lo que Aristóteles llama incontinencia.
Se da cuando hay algo que sabemos que no deberíamos hacer, pero el deseo supera nuestra práctica de la Virtud.
De esta manera, terminamos actuando en contra de nuestros propios juicios. Es el caso de los vicios como fumar, embriagarse, etc. (claramente, cuando el fin buscado es abandonar esos hábitos). La continencia, entonces, será el poder de resistirnos a esa tentación.
La Virtud Intelectual se descompone más fácilmente cuando emociones fuertes entran en juego.
Aún así, está en nuestro poder enfrentarnos a la incontinencia. Por eso dice el filósofo que ella merece nuestra censura.
El conocimiento del Alma
Según este gran maestro, el incontinente es capaz de plantearse un fin y hasta conocer los medios para concretarlo. Pero no lleva a cabo la acción pues su conocimiento se encuentra en su cabeza pero no vive en su alma.
Cuando conocemos algo de verdad, dice, asimilamos su logos en el alma. Es así que somos lo que conocemos, y los primeros principios vienen con la experiencia.
Es por eso que realizar esta tarea se nos hace tan difícil. Debemos entonces grabar nuestros fines y sus medios en nuestra alma y luego actuar en base a ellos. Ese es el camino a la Eudaimonia.
Está al alcance de aquel que se atreva a tomar la decisión de vivir en base a la Virtud.
A tu alcance.
Todas nuestras acciones están dirigidas hacia la felicidad. Según Aristóteles, esta es la manera de conseguirla. Mediante esfuerzo, decisión y disciplina. Forjando un carácter a través de los hábitos con lo que moldeamos nuestra naturaleza.
Entrenamiento.
Con el tiempo y la práctica, los deseos se acomodan y logras percibir la justicia en los actos que debes realizar. Eso es la sabiduría.
Mientras más personas sabias se estén formando, más virtuoso será nuestro mundo.
Anímate. Esfuérzate.
No estás solo.
Busca tu felicidad.
Y en el camino, haz de nuestro mundo un lugar mejor.
AUTOR: Lucas, redactor en la gran familia de hermandadblanca.org
FUENTES:
- «Ética a Nicómano», Aristóteles
- https://es.wikipedia.org/wiki/Arist%C3%B3teles