Como conseguir el favor de los Devas de Curación
¿Qué es lo que uno tiene que hacer para ganarse el favor de los devas de curación con el fin de curar a la gente de sus enfermedades? ¿Cuál es el sonido que tienen estos Devas? ¿Cuál es el símbolo que tienen? ¿Qué otros detalles esenciales como éstos debemos tener en cuenta? Éste es un tema sublime y es además la necesidad del momento. Entremos pues en él con toda reverencia.
La curación es uno de los aspectos sagrados de toda práctica espiritual. El otro aspecto de la espiritualidad es la enseñanza. La espiritualidad tiene dos aspectos: uno es la curación, otro es la enseñanza. Uno debe ser curado primero y después enseñado. Sin estar curado la enseñanza no es posible. Por ello todo iniciado primero cura y después enseña. No hay ningún iniciado que no sea también un curador y al mismo tiempo un maestro. En otras palabras, el curador es automáticamente un profesor o un enseñante y el que es enseñante es también automáticamente un curador. Son las dos partes inseparables de un iniciado. Hablemos esta tarde, pues, de esa parte que llamamos La Curación.
No hay muchos curadores o sanadores. Hay solamente un curador y, luego, muchos agentes curativos. Hemos de entender que hay un solo sanador que tiene muchos agentes. Normalmente solemos llamar a los agentes «los curadores». Muchos se titulan a si mismos como «curadores». Sin embargo, en el fondo, quieren decir que son solamente agentes de la curación. Pero no son sanadores. Porque el sanador es un único, uno solo que funciona a través de muchos agentes. Y cuando los agentes muestran cooperación con el curador Uno, sólo entonces la energía de curación pasa a través de ese agente y llega después al paciente.
Mucha gente cree que son sanadores y creen que están curando. Y por ello las pocas energías que tienen encima les absorben cuando curan. Porque no entienden que hay un gran contenedor que contiene las energías de curación y que a nosotros nos llega la energía proveniente de ese gran contenedor. Y de ese depósito podemos nosotros después repartirla. ¿Acaso podemos decir que el tubo de neón que hay sobre mi cabeza es el que nos da la luz? El tubo de neón es sólo un agente o un instrumento repartidor mediante el cual la electricidad se manifiesta en forma de luz. O ¿acaso podemos decir que es el grifo el que nos da el agua? El grifo del agua es un agente a través del cual se nos suministra el agua. Lo mismo sucede en el caso de la curación. Hay un gran depósito de energía curativa que los curadores reciben a través del sol. Porque hasta el sol es un agente de esa energía curativa. Y ese sol tiene a su vez un centro del que recibe la energía, que llamamos la energía vital. El sol recibe esa energía del sistema solar central.
Así es que todas las formas que vemos son agentes de esa energía. Por lo tanto hay sólo un curador o sanador y muchos agentes que curan. Si uno desea curar, ésta es la primera cosa fundamental que debe comprender.
Mucha gente cree que son ellos mismos los curadores. Por eso, cuando llega la tarde y han tenido sesiones de curación, se quedan totalmente agotados. Porque están dando las energías vitales sin abrirse ellos mismos a ese depósito de curación. Si este piso estuviera desconectado del sistema de agua de la ciudad, tendríamos a disposición la poca agua que hubiera en las tuberías. Pero una vez que esas tuberías se vaciaran, no habría ya más agua. Por ello los que curan sin unirse con el curador Uno se vacían y, con frecuencia, cuando llevan a cabo la actividad curativa se debilitan.
Así que lo primero que tenemos que entender es que las personas debemos actuar como agentes de la energía curativa. El ejemplo clásico lo tenemos en Jesucristo. Curó al ciego y éste empezó a alabarlo diciéndole: «Tú eres Dios y me has devuelto la vista». Entonces le dijo Jesús muy claramente: «No he sido yo quien te curó sino que fue el Padre quien te quiso devolver la vista. Y lo quiso hacer a través de mí. Quería que el hijo de Dios fuera alabado por ti y quiso que su hijo fuera glorificado. Quiso que yo fuera glorificado y por eso te curó a ti». Pero Jesucristo no se tomó esa alabanza como una cosa merecida porque sabia bien que él no era el que curaba, sino que lo único que hacía era estar en contacto continuo con esa energía. No es la energía la que cura y, por lo tanto, lo mejor que podemos ser es ser un canal de esa energía. Así es que nadie se puede llamar curador. Si uno se considera a si mismo como curador quiere decir que no lo es.
En las escrituras de Oriente hay una afirmación que dice: «Hay sólo un curador y no es sino Narayana». El que sabe cómo entrar en contacto con Él puede recibir las energías y puede distribuirlas a los demás. Esta energía de Narayana es también lo que llamamos la energía del segundo Logos. O también lo podemos llamar la energía de Síntesis. Y los que conozcáis la sabiduría referente a los siete rayos lo podéis entender o considerar como la energía del segundo rayo. Esta energía está siempre disponible para nosotros en el espacio que nos rodea. Y hay un proceso para conectar con ella. Si adoptamos ese proceso podremos conectar con ella. Es la misma energía a la que Jesucristo llamó Amor.
El primer paso hacia la curación empieza en el momento en el que uno siente amor por los demás. ¿Qué es el Amor? El amor no es sino nuestra preocupación profunda por nuestros compañeros seres humanos. Cuando los discípulos de Jesús le preguntaron qué era el amor y cómo amar, él les dijo sencillamente: «Ama a tu prójimo». Al decir «ama a tu prójimo», algunos de los discípulos tuvieron dudas y empezaron a preguntarse si ese prójimo era el que tenían a la izquierda o el de la derecha. Preguntarse eso significa que todavía no queremos amar a ambas personas -el de la izquierda y el de la derecha-. Porque Jesús no dijo «ama a tus semejantes». Dijo sólo: «Ama a tu prójimo». Así que sus seguidores pensaron que era suficiente con que amaran a una persona. Entonces, ¿qué persona tenía que ser, la de la derecha o la de la izquierda, la de arriba o la de abajo? Eso es ver las cosas de una manera limitada. Y por ello Jesús nos contó la historia del buen samaritano. Y resultó que en esta parábola el prójimo era un extranjero; es decir, cualquiera; es decir, todos. Así es que la capacidad de amar y de sentir preocupación por todos es el primer paso para la curación.
Si alguien está sufriendo hemos de tener un sentimiento hacia él. Pero es un sentimiento que no es emoción. No es sufrir con él. Porque no se trata de que uno tenga que sufrir igual que los demás. Sino que uno ha de tomárselo pensando y teniendo en cuenta qué es lo que podemos hacer por él y hacernos una pregunta sincera desde dentro por si podemos serle de alguna ayuda. Esa es la única base para poder experimentar el amor. Daos cuenta cómo se preocupa una madre por un hijo. Si el niño tiene alguna enfermedad, para la madre atender a ese hijo es una cosa prioritaria, por encima de todo. Y eso ¿por qué? Porque siente que su hijo es una parte de ella. Así es que a menos que uno sienta que los demás son parte de nosotros mismos, lo cual es la base para que nos preocupemos por las personas, no se puede decir que tenemos amor en nosotros. Interesarse, preocuparse por los que están sufriendo. Si uno lleva en si mismo este instinto de manera natural, entonces estamos preparados para entrar a formar parte del sistema de curación. Si alguien sufre y eso nos deja tan frescos, hemos de comprender que al menos para esta vida no estamos preparados para dedicarnos a la curación. Es decir, que los Devas de la curación no están interesados en nosotros porque nosotros no estamos interesados en el sufrimiento ajeno. Así es que el requisito esencial que los Devas quieren ver en nosotros si queremos curar es el grado de preocupación o de aprehensión que tengamos por los demás. El ocuparnos o preocuparnos por los demás es la primera llamada que hace que los Devas estén atentos.
Si observamos la vida de los iniciados, nos daremos cuenta de que ellos estaban preocupados por la humanidad como un todo. Y no sólo por la humanidad, sino que estaban preocupados por todos los reinos de la naturaleza. Estaban preocupados por la vida del planeta y no podían aceptar que se molestara o se alterara la vida en ningún respecto. Siempre trabajaban para mejorar las energías vitales de su alrededor. Cuando estas energías están presentes, la gente puede vivir en armonía completa. Así es que los iniciados distribuían las energías de amor y de vida a todos los que tenían a su alrededor. Y sobre todo se preocupaban por aquellos que estaban sufriendo. No se preocupaban tanto por los que vivían cómodamente y eran felices. Sino que se dedicaban sobre todo a los débiles y necesitados. Cuando hablo de «débiles» me refiero a los débiles social y económicamente. Y además hay que tener en cuenta a los intelectualmente poco dotados. Estos son los dos tipos de seres humanos por los que el curador auténtico se preocupa.
Imaginaos que una madre tuviera cuatro hijos. A dos de ellos la vida les va bien y los dos restantes tienen dificultades. ¿A quiénes de ellos les da más cuidado y atención la madre? No seguramente a aquéllos que les va bien. Sino a aquéllos que les va peor. Eso es el amor. Así es que en nuestro caso también el amor ha de ser sobre todo para los débiles y los desheredados. Por eso Jesús dijo: «estoy de parte de los pobres y de los débiles porque ellos son los que mas ayuda necesitan». ¿Y qué ayuda puede dar uno cuando ya hay suficiente fuerza? ¿Acaso puede uno ir con dinero para ayudar a una persona rica? ¿O acaso puede uno ir a dar medicinas a una persona que está sana? Donde ya hay luz, no tiene uno porque poner luz. Pero hay gente que no tiene la suficiente luz. Y es sobre todo a ellos a quien uno tiene que mirar más. La falta de luz puede ser de muchas maneras. Puede ser falta de salud, puede ser falta de salud económica, puede ser falta de estar a tono socialmente hablando, puede ser falta de equilibrio emocional o puede ser falta de equilibrio mental. Normalmente la sociedad no se suele preocupar por esas personas. Por el contrario, los suelen intentar desechar.
Si observamos la vida de los iniciados, nos daremos cuenta que ellos están sobre todo de parte de los que son dejados de lado, de los que no se tiene consideración alguna, de los que nunca se cuenta con ellos y de aquellos a los que la sociedad intenta rechazar y excluir. Éstos son los que el iniciado recibe. Porque si todo el mundo los rechaza y los desecha, ¿quién se ocupará de ellos? Ahí es donde empieza a existir el amor. El amor no existe entre aquellos que únicamente hablan del amor. El amor empieza a existir allí donde hay sufrimiento y allí donde uno sea capaz de compartirlo poniendo a disposición nuestras capacidades.
No os tengo que volver a contar cómo Jesús aceptó a Maria Magdalena cuando la iban a apedrear. Maria Magdalena iba a morir así lapidada. Es muy fácil en ese caso desechar a una persona y abandonarla. Y en cambio es muy difícil aceptar a esa persona rechazada y hacer que su espíritu vuelva a subir. Hay una historia más acerca de Cristo, que no suele ser tan conocida como la de Maria Magdalena, pero es tan importante como el relato sobre ésta. Había una vez una mujer que trabajaba en una familia acomodada como sirvienta. En esa casa se gastaba mucha comida porque a diario había fiestas de tipo social y, en nombre de la dignidad social y la apariencia, se cocinaba gran cantidad de comida que luego sobraba. Por contra la sirvienta no tenia suficiente que comer ni para ella, ni para el estómago de sus hijos. Y tenía que ver como cada día se tiraba mucha comida a la basura. Cierto día decidió coger una parte de ese alimento que se tiraba y llevárselo a casa para sus hijos, que tenían hambre de verdad. De esta manera tomó una parte del pan que sobraba. Pero cuando estaba saliendo de la casa, la señora de la casa vio que llevaba algo en su bolso, la siguió hasta que llegó a la calle y en voz alta se puso a decir y repetir: «¡esta mujer es una ladrona y ha de ser lapidada, esta mujer es una ladrona…!».
Por miedo y como reacción, la sirvienta comenzó a correr y la gente de la calle empezó a correr tras ella para apedrearla. Entonces Cristo vino del otro lado de la calle, aceptó a la mujer en su regazo y pidió a la gente que quería apedrearla que pararan por un instante. Les preguntó qué era lo que había hecho mal aquella mujer. Contestaron diciendo que era una ladrona. Entonces Cristo les preguntó: «¿Quién ha hecho de esta mujer una ladrona?» Y él mismo sentenció: «Si en esta sociedad tan amplia y grande esta mujer no tiene lugar para ganarse su comida, vosotros la habéis convertido en ladrona. Si le hubierais puesto a su disposición las necesidades mínimas, no hubiera estado obligada a convertirse en ladrona.
Y, después de todo, ¿qué es lo que ha robado? ¿Unos cuantos pedazos de pan que sobraban, que de todas maneras ibais a tirar a la basura y ella los ha recogido para alimentar a sus hijos que tenían hambre? Daos cuenta de cuánta comida está malgastando cada día la señora de la casa y sin embargo no puede pensar en dar unos cuantos trozos de pan sobrante a esta sirvienta. Con que sólo hubiera tenido en cuenta ese pequeño detalle, esta mujer no se hubiera convertido en ladrona.» Según esto, pues, somos nosotros los que hacemos ladrones, somos nosotros los que hacemos prostitutas. Negligimos o dejamos de lado a la gente y después la rechazamos.
La manera que tiene un iniciado de entender los que han caído o los que están desprestigiados de la sociedad es muy diferente de cómo lo entendemos nosotros. Por muy travieso y por muchos problemas que un hijo dé, una madre nunca lo puede echar de casa. Una madre siempre piensa en todas las maneras posibles e imaginables de que crezca bien y no le importaría conseguir algo de la casa de otro hijo suyo que le va bien para dárselo al hijo que no le va bien. Sólo las personas que tienen este tipo de amor materno hacia todos los seres están preparadas para curar. Esa es la base de la curación.
En la mente del curador no hay nadie para desechar. El iniciado no dirá nunca: «como eres un borracho no te curo». Más bien será mediante el amor que el iniciado empezará a curar, incluyendo al borracho. Y por ese sentido de solidaridad o confraternidad que tiene, ayudará a ese borracho a que deje de beber después de haberlo curado. Porque la preocupación del curador es que la otra persona llegue a adquirir su espíritu auténtico. Así es cómo se lleva cabo el trabajo de la curación magnética. Es una actuación o funcionamiento magnético en el que se magnetiza todo lo que está a su alrededor.
Un imán no tiene preferencias particulares. Imaginaos que hubiera un imán con muchas piezas de hierro a su alrededor. A pesar de las formas tan diferentes que puedan tener los pedazos de hierro, son todos pedazos que se quedan magnetizados por igual cuando hay un imán. Y éste no puede decir nunca: «voy a curar o magnetizar sólo a esta pieza o a este trozo particular y no a aquel otro». Porque el magnetismo actúa de manera impersonal. La curación es la radiación de las energías magnéticas a través de un agente. Por ello los curadores no juzgan a sus pacientes pensando si son buena gente o mala gente y tampoco juzgan diciendo si son gente espiritual o gente materialista o separando a la gente entre personas irresponsables y personas responsables.
La Madre Tierra nos soporta a todos, nos lleva a todos. Entonces, ¿por qué nosotros deberíamos tener objeciones por pasar un ratito con una persona que no podemos soportar? Imaginaos que una persona que no nos cae bien o que no soportamos está con nosotros unos minutos o unos días, unas semanas o incluso más tiempo, pero nunca una vida entera. Sin embargo, ¿cómo nos puede soportar la Tierra tanto tiempo cuando nosotros somos insoportables? Tenemos que aprender de la Tierra la manera de aprender a sobrellevar las cosas que no nos gustan. Por eso las escrituras nos aconsejan diciendo que si queremos ser tolerantes observemos a la Tierra. ¿Acaso podemos nosotros tolerar tan bien como tolera la Tierra? La Tierra tolera a todo tipo de seres humanos y otros seres. Desde animales muy salvajes hasta animales muy suaves y mansos. La Tierra acepta a los tigres y a los gatos. Y a veces nosotros no podemos aceptar a nuestras propias mujeres o maridos. A veces el hombre no puede soportar a la mujer o la mujer no puede soportar al marido. Entonces piensan en un divorcio. Y al mismo tiempo practican la curación. Eso es solamente una presunción y una moda. Uno no debe practicar la curación sólo porque está de moda. La persona que no se puede quedar con un compañero o compañera en la vida no puede practicar la curación. Porque la práctica de la curación significa aceptar a todo el mundo. Y uno no puede excluir a alguien y al mismo tiempo decir que va a curar.
Lo importante es aceptar por completo la vida que tenemos a nuestro alrededor. Es decir, que uno no puede tener preferencias y cosas que no nos gusten; uno no puede hacer juicios. Ahí es donde Cristo dijo: «No juzgues». Porque si él se hubiera puesto a juzgar no creo que hubiera quedado un solo discípulo a su alrededor. Fue sólo debido al amor que los discípulos pudieron quedarse a su lado.
Muchas veces los discípulos se creen que ellos tienen derechos especiales o que son especiales. Pero no es que tengan derechos especiales, sino que es el amor del maestro lo que hace que puedan estar a su alrededor. El maestro poco a poco los va magnetizando y poco a poco se convierten también ellos en imanes.
Así es que en la doctrina de un curador no existe la cosa de la exclusión. Más bien se trata de que el curador actúe de manera impersonal, igual que un imán. Si enciende la luz, no puede decir: «voy a alumbrar sólo a Jesús y no a Juan Ramón». Puede que nosotros tengamos nuestras propias preferencias. Pero la luz no las tiene, siempre que estemos al lado de su aura. Así es que se trate de la luz o del imán o se trate de un sanador o curador, estando en su presencia, todos quedan curados. Y eso se debe a la inclusividad que tienen, a la voluntad que tienen de incluir a todos en su aura.
Uno tiene pues que aprender a incluir y uno tiene que tener la suficiente paciencia como para tolerar lo que considera estupideces. El mejor ejemplo es la Tierra. Si nos acordamos cómo la Tierra nos soporta, nos lleva a todos, cómo la madre soporta a los hijos, sean buenos, malos o diferentes, tendremos una idea de cómo actúa el amor y cómo actúa la curación. Esos son los únicos que pueden curar a través de las energías de curación.
Así que es importante preocuparse y estar alerta ante el sufrimiento ajeno. Entonces se necesita llevar una práctica diaria si queremos impresionar a los devas de alguna manera. Y tenemos que ver si tenemos sólo un espejismo en querer curar o si de verdad participamos en la curación. Los devas esperan a ver si se trata de un espejismo o si es un sentimiento auténtico y sincero.
Lo mismo pasa en la vida. Hay situaciones en las que nos encontramos con el dolor humano. Entonces los devas observan cómo respondemos al sufrimiento humano. Por ejemplo: alguien nos llama a las 10 de la noche y nos dice: «tengo un problema con mi estómago»; nosotros le respondemos: «ya te diré mañana qué podemos hacer». Eso quiere decir que no tenemos suficiente preocupación por el sufrimiento ajeno. Si uno es un sanador y le llaman por teléfono a las horas de la media noche diciendo que tiene tal dolencia y pidiendo si le podría ayudar con una terapia, tenemos que estar preparados para salir de casa y ayudar a esa persona. Uno no puede reprender a la persona y decirle que éstas no son horas para llamar y molestar y preguntándole si ha perdido el sentido común. Si lo hace así, significa que uno está queriendo servir a los demás según su propia comodidad. Eso quiere decir que damos prioridad a la comodidad propia y dejamos al sufrimiento ajeno como cosa secundaria. Las energías de curación nos observan a ver cómo nos comportamos cuando nos encontramos ante situaciones como éstas. Nuestra preparación para responder con nuestra acción en cualquier sufrimiento de la vida es lo que los devas de la curación observan. Nadie se pude escapar de esto.
De hecho, uno puede saber por si mismo si está respondiendo bien a la vida o no. Imaginaos un caso de alguien que está grave y lo han ingresado en un hospital. Pues tendremos que encontrar tiempo para ir y consolar a esa persona. Es decir, que a la hora de atender cualquier sufrimiento no tiene que haber ninguna sensación de que estamos haciendo un esfuerzo por nuestra parte. Ésta ha de ser nuestra prioridad. Sólo gente así puede sentir lo que es el sufrimiento y pueden atender a ese sufrimiento. Así es que el grado de preparación o de prontitud para responder al sufrimiento ajeno es la primera característica para curar. Todas las técnicas de color, sonido, tacto y meditación son inútiles si esta prontitud no se ha establecido.
Y hemos de ser capaces de responder rápido a cualquier sufrimiento, ya no solamente humano, sino también de los animales y de las plantas. Imaginaos que hay una planta que se está secando por falta de agua y pasáis por su lado sin darle agua. Entonces los Devas de la curación no estarán contentos con nosotros. Porque el sentido de la curación es promover la vida. Y si en la vida nos encontramos con sucesos en qué vemos que la vida esta decayendo, tendremos que actuar para arreglarlo. ¿Cómo podrá uno dejar que la vida decaiga y al mismo tiempo decir que trabaja para dar más vida?
Cuando negligimos los sufrimientos que tenemos a nuestro alrededor estamos dejando que la vida decaiga. Necesitamos atender al sufrimiento ajeno a nuestro alrededor. Y según sea nuestra respuesta y la responsabilidad que mostremos, la naturaleza poquito a poco nos irá dando más ejemplares de vida. Éste es el respeto que tenemos que aprender: la preocupación por los seres y la prontitud para asistir al sufrimiento ajeno y ser impersonales, sin tener prioridades de tipo personal, al igual que no las tienen la luz y el imán. Los sucesos en la vida de los iniciados nos dan mucha luz de cómo ha de actuar uno para poder curar. El paso siguiente para curar es, pues, responder a la llamada de cualquier unidad vital que encontremos a nuestro paso. Eso lo hemos de hacer durante largos años.
Por otro lado, al irnos a dormir, tenemos que entregarnos a la energía de curación haciéndole una propuesta y diciéndole que podamos ser empleados mientras dormimos para ayudar a cualquier persona o cualquier ser en cualquier lugar. Uno ha de entregarse de esta manera todos los días. Al levantarnos hemos de hacer esta propuesta de nuevo. Si esto es una prioridad para nosotros, no nos olvidaremos de hacer esta propuesta, igual que no olvidamos nuestro desayuno. Así es que cada día, antes de acostarnos y al despertarnos, ofrezcámonos a nosotros mismos a la energía que nos rodea diciéndole que estamos dispuestos y disponibles para trabajar por el sufrimiento ajeno. Cuando uno piensa esto en su mente, el que está a su alrededor lo oye y entonces nos encontramos con ciertos sucesos en la vida que están para probar si respondemos o no a ellos. Tenemos que estar seguros que hacemos esta propuesta de meditación y de llevar a cabo una práctica. La práctica consiste en dar respuesta a la vida que sufre a diario. La meditación consiste en ofrecernos a nosotros mismos para estar disponibles a las energías de curación.
Cuando hacemos estas dos cosas los devas nos observan. Y una vez que están satisfechos de nosotros, empiezan a hacer que se produzca cierta fluidez de la energía de curación a través de nosotros. Para hacer que las energías de curación se manifiesten en nosotros se espera que adoptemos un sistema en la vida, puesto que el funcionamiento sistemático genera poder.
Hemos de desarrollar un sistema que implique que tengamos pureza de alrededores. Es decir, que el lugar donde estemos esté limpio y magnético. Y luego está la pureza física que uno ha de tener consigo mismo. Hay que tomar una ducha diaria, ponernos ropa limpia y quedar bien arreglados de la cabeza a los pies. Daos cuenta que eso significa desde peinarse y arreglarse bien el pelo hasta arreglarse las uñas de los pies. No podemos permitirnos que ninguna parte del cuerpo acumule impurezas. Tiene que haber pureza en todas las partes del cuerpo. Sobre todo en la cabeza. Tener bien aseada la cabeza es muy importante. La cabeza contiene mucha energía eléctrica y debe estar muy arreglada para que las energías eléctricas puedan fluir a través de nosotros.
Luego tiene que haber también pureza de emociones. Uno no puede abusar de los sentidos y ser un curador al mismo tiempo. Si tenemos emociones muy desequilibradas no hay manera de que las energías de curación se puedan canalizar a través de nosotros. De esta manera se manifiestan bloqueos dentro del canal. Es como tener una tubería dentro de la cual hay obstáculos y el agua no puede pasar libremente. O como un hilo eléctrico en el que hay un corto circuito. Para que las energías puedan fluir libremente la red entera tiene que estar en buen estado. La red en este caso está compuesta de estos cuatro aspectos, que son: la pureza de pensamiento, la pureza del cuerpo emocional, la pureza del cuerpo físico y la pureza de los alrededores donde vivimos. La pureza del pensamiento es la pureza del cuerpo mental. Según sea la pureza de pensamiento, así se constituye el cuerpo mental. Cuando no hay pureza mental, el cuerpo mental acumula impureza a su alrededor. Esto nos causa un bloqueo. Otros grandes bloqueos son la impureza del cuerpo emocional, la impureza del cuerpo físico y la impureza de los alrededores donde vivimos.
Por otro lado tenemos que tener pureza en la palabra, pureza de lo que decimos. Así es que la pureza tiene que estar presente a diario en nuestra vida. Es la nota clave a todos los niveles y debe incluir pureza de alimento, cuerpo físico y sitio donde comemos. No podemos comer en cualquier sitio ni cualquier cosa. El lugar donde está cocinado un alimento es importante. No es lo mismo que haya sido cocinado en un puesto de la calle o en una cocina de una casa. También es importante quien es el cocinero y qué estado de mente tenía al cocinar ese alimento. Por eso los que practican la curación, a menos que se hayan protegido a todos los niveles, hasta entonces deben seguir trabajando con estos principios mencionados. Entre una comida cocinada en un restaurante por un cocinero asalariado y el alimento que prepara una madre en casa para sus hijos hay una diferencia en la vibración de ambas comidas.
Los iniciados visitan las casas según sean las amas de casa. Si el ama de casa es una persona pura, a los iniciados les gusta visitar esa casa. Si la señora de la casa es completamente emocional o desequilibrada mentalmente hablando, cuando esa persona cocina sus hortalizas, no sólo está cocinando eso, sino también sus emociones y pensamientos. Y la persona que se lo come luego, llevará síntomas de esos pensamientos o emociones al menos durante 7 días.
Cocinar comida con un ambiente propicio, teniendo un cuerpo puro y una mente pura es lo más importante. Por eso en Oriente se dice que lo que se cocina no es tan importante. Lo más importante es quien lo cocina. Lo costoso que sea la comida no es importante. Es importante lo amoroso o amorosa que sea la persona que lo ha cocinado. El gusto viene a la comida por eso y no por los ingredientes que pongamos. Porque el ingrediente más importante es el amor. Lo que está cocinado con amor es armonioso y saludable para el cuerpo.
Cuando hablo de pureza me refiero a la pureza en todos los aspectos de nuestra vida. Hay mucha gente que decide cocinar para sí misma para no coleccionar así las vibraciones de los demás; sobre todo donde las emociones son muy abundantes. No se recomienda comer el alimento de manos de esas personas.
Si uno quiere entrar en los detalles para adquirir pureza, se dará cuenta que deberá abarcar todas las actividades de su vida. Y entre ellas, los lugares visitados. Suponed que vamos a las calles más ajetreadas de la ciudad, llenas de gente; luego nos vamos a casa y entramos directamente así a la cocina. De esta manera estamos mezclando las vibraciones de la calle con las de la cocina. Una cocina es una cocina. Y un lavabo es un lavabo. Y uno no puede mezclar ambas cosas. Uno tiene que adoptar en buena manera esta ciencia para adquirir pureza.
Así que el tercer aspecto que uno tiene que adquirir para obtener el favor de los devas es el de la pureza. A menos que tengamos pureza a todos los niveles los devas no pueden trabajar con nosotros. Porque no se pueden imaginar quedarse con una persona que tiene impurezas a todos los niveles. ¿Acaso podemos quedarnos en un sitio en el que hay muchas inmundicias a su alrededor?
Para poner énfasis en este punto suelo contar un ejemplo que es un poquito desagradable. Pero os pido que juntos, conmigo, lo sobrellevemos y que tengáis un poquito de paciencia. ¿Acaso puede uno comer en el cuarto de baño? Es una cosa imposible. Pues en cuanto a las energías de curación es el mismo caso que vivir con una persona que es impura. Si uno quiere desarrollar energías de curación en si mismos necesita tener pureza a todos los niveles.
Estos 3 aspectos forman un triangulo importante para la práctica:
Prontitud para responder al sufrimiento ajeno.
Entrega diaria de uno mismo al irse a dormir y al despertarse por la mañana, haciendo una meditación, en la cual nos proponemos para ser usados o empleados para curar a otros durante las horas de la noche y durante el día.
Y observar la pureza. Procurar tener pureza en nuestros alrededores, en el cuerpo, en el cuerpo emocional, en nuestra palabra y pensamiento.
Todo esto junto constituye un paso y luego viene el paso siguiente. Sin haber practicado este primer paso no se puede pasar al segundo paso, que voy a dar ahora.
En el segundo paso llega el momento de reunir las energías de curación. Hay ciertos momentos que son más favorables que otros para recibir las energías de curación. Tenemos que asegurarnos de que preparamos adecuadamente esos momentos especiales para invocar las energías de curación. Las horas del crepúsculo y del alba son importantes para invocar las energías de curación. Es una cosa que sucede dos veces al día (cuando el sol está en el este y en oeste). Y si uno tiene tiempo también lo puede hacer a las doce del medio día y a las doce de la media noche, coincidiendo con el punto más alto y el punto mas bajo del sol (cuando se encuentra en el sur y en el norte). Estos son los cuatro puntos cardinales durante los cuales se pueden invocar las energías de curación con más facilidad. Y esto a diario.
Por otro lado el jueves es el día más importante de toda la semana para invocar las energías de curación. Porque los jueves llevan en ellos la energía de segundo rayo. Y uno puede invocar muchas energías de curación este día. Y luego la segunda categoría de día de la semana es el domingo. En estos dos días, jueves y domingo, uno puede encontrar más tiempo para invocar las energías de curación.
El primer aspecto de este segundo paso es, pues, el tiempo. El tiempo diario para las invocaciones y el semanal (jueves y domingos) para aprovechar mejor las energías de curación. Luego está también el tiempo mensual. Al mes la undécima fase de la luna, tanto ascendente como descendente, son momentos muy importantes para encontrar las energías de curación. Son los mejores momentos para invocar las energías del segundo Logos. Y luego nos encontramos también con el tiempo anual. A lo largo del año el mes de Sagitario y el mes de Géminis son especialmente recomendados para invocar las energías de curación. Y el segundo grado para invocarlas son los signos de Leo y de Acuario.
Eso no quiere decir que durante los demás meses no se dispongan esas energías de curación. Sólo que hay unos momentos a diario, semanalmente, mensualmente y anualmente que estas energías están más disponibles que en el resto del tiempo. Tenemos que apuntarnos estas horas y fechas y organizar con armonía nuestra actividad para que podamos ponernos en sintonía con estas energías y recibirlas en abundancia para que podamos ser buenos agentes de distribución. Así que hemos de estar preparados para cuando nos visitan. Cuando una persona importante nos visita, ¿acaso no hacemos todos los preparativos para recibirla bien? Imaginaos que una persona muy importante va a venir a casa a las nueve en punto. Si no estamos allí a esa hora en punto, no la podremos ver. Pues estas energías también nos visitan según una hora determinada. Y son muy precisas en cuanto a su hora de visita, sin tener retraso alguno. Por lo tanto tenemos que prepararnos para esas horas concretas. Tenemos que ponernos a tono con esas horas, con esos momentos para invocar las energías.
Uno tiene también al año cuatro puntos cardinales, que son los dos Equinoccios y los dos Solsticios. Esos cuatro momentos son también muy importantes para la Curación.
Hay muchos más detalles sobre las preparaciones que estoy comentando. Pero con lo que os he dicho es suficiente para empezar a practicar. Porque cuando empezamos a trabajar con estas semillas, comienzan a desplegarse dentro de nosotros y nos empiezan a dar todos los demás detalles necesarios.
El tercer paso es el lugar. Uno tiene que preparar en su casa un lugar adecuado en el que se invoquen siempre las energías de Curación. Cuando uno prepara un lugar determinado, las energías visitan siempre ese mismo lugar. Suponeos que ese día, debido a vuestro trabajo, tenéis que iros a otro lugar. Por ejemplo, hoy estoy yo en Barcelona y por la mañana invoco a las energías de Curación, sabiendo que por la tarde me trasladaré a Zurich. En ese caso, antes de acabar la invocación matutina, tendré que advertir a la gente que por la tarde, a la hora de la invocación, estaré en Zurich en tal o cual lugar y no en Barcelona. Se trata de una cuestión de disciplina. Si una persona nos visita todas las mañanas y todas las tardes, y una mañana estamos allí pero por la tarde vamos a ir a otra ciudad, ¿acaso no le decimos que no venga a este lugar por la tarde porque nos vamos a desplazar a otro lugar? Pues esa es una manera que tenemos que observar para relacionarnos con las energías. Hemos de informar a la energía: «mañana estaremos en tal y tal lugar, a tal hora y te informo de esto».
Según nos lo permita el tiempo, uno ha de visitar lugares santos o sagrados. Hay un lugar sagrado que está creado dentro de nuestro propio ser. Y antes de que esté completamente establecido, uno necesita las prácticas externas mencionadas. Es un método para encontrarse con un gran Imán. Cuando un imán pequeño se encuentra con un imán grande, recibe mucho, mucho más magnetismo. Hay lugares que están cargados con una vibración magnética. Por ejemplo, Montserrat. Podéis encontrar muchos lugares a vuestro alrededor que son sagrados. Puede ser un bosque, puede ser una montaña, puede ser a la orilla del mar o puede ser a la orilla del río o puede ser una catedral bien cuidada. Estos lugares, que se consideran muy piadosos, deben ser visitados según os lo permita vuestro tiempo. Así es como uno desarrollará en torno suyo solamente esa actividad que contiene la energía de curación.
Y luego también -y en mayor medida que los lugares- hemos de visitar o estar en relación con seres humanos que son magnéticos. Si hay algún santo o ermitaño cerca de Montserrat, por ejemplo, estaría bien que fuéramos a verlo. No es que nos vaya a dar un vaso de energía de curación. Basta con estar cerca de él sin hacer demasiado ruido y nos dará las energías de curación. Porque no es esta persona la que distribuye, sino que la distribución se lleva a cabo sola. Solemos decir que es el imán el que distribuye las energías magnéticas. De hecho, no es el imán el que distribuye las energías magnéticas. Es un acto muy impersonal el que se lleva a cabo a través del imán. El imán no puede decir: «ahora no voy a dar energías por un tiempo y sólo las voy a dar durante tal o cual periodo». El imán es imán y la magnetización se lleva a cabo a través de él. Así mismo actúa la presencia de un sabio, de un maestro de sabiduría. A través de él se produce la distribución de la sabiduría, de lo cual él es conciente. Y no tiene por qué hablarnos continuamente sólo de la curación. Basta con que estemos a su lado y ya quedamos curados. Así es que encontrarse con personas sabias es una cosa que se recomienda mucho para recibir el favor de los devas.
Pero no hagáis juicios rápidos o precipitados acerca de esto. Debido a nuestro corto entendimiento solemos hacer juicios precipitados acerca de las personas sabias. Y aunque ellas no están afectadas por nuestro juicio, nosotros sí que quedamos afectados por los juicios que hagamos. Cuando hacemos juicios, el flujo de energía que viene de ellos hacia nosotros se corta. Puede que no sepamos muchas cosas acerca de los sabios y además vemos en ellos lo que queremos ver. Pero no podemos ver lo que son en realidad porque no nos mantenemos lo suficientemente abiertos como para poder comprender quienes son en realidad. Y muchas veces volvemos de su presencia teniendo en nuestra mente aún muchas preguntas. «¿Por qué hacia eso?» Pero, sea como sea, lo que nos interesa es que está distribuyendo energías.
Hay una afirmación excelente en las escrituras en la que se dice: «El imán es imán aunque este torcido». ¿Qué más nos da que esté torcido? Hemos de preocuparnos sólo de que irradie magnetismo. ¿Qué más nos da la forma que pueda tener el imán? ¿Para qué queremos un imán, es por su forma o por la corriente magnética que tiene? Cuando uno obtiene la corriente magnética de un sabio, que no haya discusión sobre su forma, su color o su movimiento. Tendremos que esperar para poder llegar a entenderle. Así pues, cuando uno oiga que hay una persona santa y dedicada hemos de visitarla sin hacer ningún juicio. Basta con visitarla, estar un momento en su presencia y volver a nuestro lugar. No hay necesidad de estar más con ella. La visita sólo tendrá por objetivo volvernos a cargar. En conclusión, acerquémonos a las personas sabias.
Luego también se recomienda que tengamos cerca de nosotros, según nos resulte más conveniente, ciertos animales que nos dan también energía de curación. En la Grecia clásica solían tener también esos animales. El año pasado pude ver un lugar en Grecia en el que un iniciado tenia a su alrededor una cobra. Hay animales que generan fuerza vital. Si es posible debemos tener animales de estos en torno nuestro. No os estoy recomendando que tengáis una cobra y sí por ejemplo una paloma blanca, un caballo blanco -mejor un caballo blanco que no uno negro-, un cisne. Uno puede visitar a los cisnes, a un elefante -especialmente los elefantes blancos, aunque sé que estos sólo se pueden encontrar en el desierto- a un perro blanco y a una vaca blanca. Estos, pues, son animales a los que se les considera positivos, nos dan las energías curativas y, por lo tanto, nos podemos relacionar positivamente con ellos. Pero, por favor, eso no quiere decir que los debamos poseer. Ya tenemos suficientes posesiones para complicar la vida. Dejémoslos que estén cerca de nosotros.
Y hablando de animales blancos, pienso también en el pico blanco de una montaña. Por eso la gente se vuelve loca para ir a los Alpes o a los Himalayas. ¿Por qué? Porque esa blancura nos atrae. Hay algo en nosotros que también es blanco y es la luz. Así que nos sentimos atraídos de manera natural hacia lo blanco que vemos en nuestro exterior.
Hay mucha gente también que desea estar al lado de personas sabias porque es una cosa atractiva, les atrae. Hay algo común entre todos y por eso atrae. Así es como Sai Baba está siendo visitado ahora mismo por millares de seres de todo el planeta. Donde hay mucha luz y amor también los animales, aves o pájaros se sienten atraídos. Incluso los animales salvajes quedan atraídos. ¿O es que acaso los Maestros no atraen a seres humanos salvajes? Si pueden estar al lado de un Maestro los seres humanos salvajes, ¿por qué no pueden estar los animales salvajes? Si una persona tiene una actitud de tigre, es como tener a un tigre al lado de uno. Si una persona tiene una actitud de escorpión, es como tener un escorpión a su lado. Del mismo modo, entre los seres humanos hay también representaciones de vacas, tigres y de otros seres que están en medio de esta graduación. Pero, en presencia de los seres sabios, todos viven en la armonía. No solamente las cabras y las vacas, sino también los elefantes y los tigres se comportan como cabras y como vacas.
Vemos en la vida de los grandes iniciados como estos animales los visitaban frecuentemente y en su presencia vivían más felices. Porque al igual que los seres humanos quieren estar alrededor de una persona sabia, así también los animales. En la vida de Pitágoras, había un cisne que recorría miles de kilómetros sólo para estar con él durante algún tiempo. Del mismo modo, hay otros grandes iniciados a los que les visitan frecuentemente tigres y leones. Todos son bienvenidos y adquieren su armonía y su equilibrio.
Así es que, como estudiante de la curación, uno puede empezar a visitar a estas unidades de conciencia como son los animales. Y cuando uno ya ha adquirido la armonía que se ha establecido bien en nosotros, estos animales nos visitarán. Primero nosotros los visitamos a ellos, luego ellos nos visitarán a nosotros. Ellos también tienen valores sociales. Y según seamos nosotros, así se comportan con nosotros.
Lo dicho sobre los animales también vale para las plantas. Se le pide al curador que plante y haga crecer por lo menos una planta en su vida. Porque, si uno está haciendo crecer una planta, está haciendo crecer la vida. Así es que se trata de una actividad que mejora la vida. En Grecia existía un sistema por el cual hacían crecer robles sagrados muy grandes. El curador estaba siempre en un huerto o jardín con árboles santos y estaba rodeado de animales sagrados. Y cuando la gente venia, se permitía que estuviera a su alrededor durante tres o cuatro días y se les daba una comida muy sagrada. Al cabo de tres días la gente notaba una mejoría considerable de salud.
Éste es un sistema holístico total de desarrollar las energías de curación. De manera que tanto la tierra, como los animales y como las plantas se congregan y están juntos en un lugar para promover las energías de curación. Y cuando uno visita estos lugares, se queda de repente curado sin necesidad de tomar ningún medicamento. Vivir en presencia de un curador durante tres o cuatro días hará que nos curemos en los tres cuerpos porque los curadores siguen suministrándonos tales energías. Se nos pide, pues, que cultivemos plantas sagradas de este tipo, si es posible un jardincillo.
Sé muy bien que no nos es posible individualmente por el estilo de vida que nos hemos creado. Pero si nos juntamos y nos constituimos como un buen grupo y compramos un acre de tierra en algún sitio del campo, en la colina, podemos hacer que ese lugar pueda ser un lugar sagrado, haciendo que la gente vaya a visitar ese lugar, y al mismo tiempo será un lugar seguro para curar infinidad de dolencias y enfermedades para las cuales normalmente tomamos muchos medicamentos. Eso que era algo que podía hacer un solo un ser humano en el pasado, hoy tenemos que pensar en hacerlo como grupo. Así es cómo uno se tiene que rodear al final sólo de energías de curación.
Luego hay también un color que nos da cada vez más energías curativas. No es sino el color de la síntesis, en el cual todos los demás colores confluyen: el azul. El cielo es azul y se transforma en muchos colores incluyendo al blanco. Al color azul se le considera como el color de síntesis, el color del amor. De esta manera uno tiene que invocar mucho color azul dentro de él. Y una vez que uno lo ha invocado suficientemente, puede invocar otros colores con un sentido o propósito especifico. Éste es un detalle que puede ser llevado a cabo más tarde. Pero si uno invoca al color azul, está invocando a todos los colores. Así es que debe haber una invocación del color azul durante la meditación y debe haber también una invocación del color azul a nuestro alrededor. Cuando digo a nuestro alrededor quiero decir con ello que nos pongamos tanto como sea posible ropa de color azul. Uno se puede poner frecuentemente ropas de color blanco y azul. También podemos ponernos otros colores. Pero los que se deben evitar al principio de esta práctica son el color rojo de sangre, porque es demasiado fuerte y cuando lo invocamos no podemos controlarlo bien, el color marrón, que es el color de la tierra, el verde oscuro y el color gris, porque lleva en él muchos aspectos astrales. Cuando está nublado nos sentimos embotados. Pues ésta es la situación gris en nosotros. Si uno está por el aire, si uno vuela, se da cuenta que por encima de él todo está excelentemente azul y por debajo de él todo es gris. El gris lo nubla todo. Cuando hay gris en las cosas no puede existir la claridad. Y puesto que lo que se nos pide es que tengamos más claridad, en los primeros pasos de esta práctica hemos de evitar o estar en contacto con el color gris, así como también con el color verde oscuro. Porque estos son colores muy poderosos que no pueden ser dirigidos o manipulados a no ser que sean grandes curadores.
Como agentes curadores hemos dicho que teníamos el color azul. Después del azul tenemos el color crema, luego tenemos también el color naranja y luego el color amarillo. Todos estos colores se invocan automáticamente cuando uno trabaja con el color azul. Uno debe trabajar con la nota del color de esta manera.
El centro en el que uno tiene que invocar esta energía de curación puede ser el centro del entrecejo, el ajña o el centro del corazón. Según la comodidad de cada uno puede invocar las energías en el centro del entrecejo o en el centro del corazón. El centro que uno elija es en el que se han de invocar las energías de manera regular.
El sonido es AUM y el énfasis se pone más en la U. Hay tres modos de pronunciar el OM. Hay un modo en que uno pone más énfasis en la A, otro en que se pone más énfasis en la U y otro en que se pone más énfasis en la M.Y según sea el propósito de lo que se quiera conseguir, se pasa el énfasis de un sonido al otro. Así es que tenemos que invocar el color azul en el centro del entrecejo o en el centro del corazón y, al invocar el sonido AUM, invocarlo con énfasis en el sonido U. Os enseñaré cómo es (pronuncia el AUM….). Es decir, la primera parte de la A y la primera parte de la M son las más cortas. Y la parte U se prolonga mucho más. Al hacerlo así, uno está invocando más al segundo logos que al primero o al tercero. Éste es el aspecto del sonido.
De esta manera hemos cubierto el aspecto sonido, el aspecto color, el centro, el lugar, la hora y los tres pasos primeros de la práctica que hemos de llevar a cabo a diario. Si uno observa todos estos principios durante un periodo de doce años, puede estar seguro que los devas de la curación cooperarán con él. Porque manifestar una práctica que nos hayamos propuesto nos lleva un ciclo de Júpiter. Y a partir de entonces empieza a adquirir más y más detalles sobre el funcionamiento de los diversos chacras, los diversos colores, los diversos planos, los diversos sonidos y los diversos planetas.
Estos son detalles que se van desarrollando desde dentro de uno mismo. Ésta es la práctica que todo lo abarca para establecerse uno mismo como un agente curativo. Y mientras uno está llevando a cabo la práctica no tiene por qué hacer saber a nadie que está llevando a cabo una práctica de curación. Es decir, que uno no habrá de hablar de ello a la ligera fuera de su círculo, sino que sólo lo compartirá solo con aquellos que están en la misma práctica.
Teniendo esta preparación, uno puede luego escoger un tipo de terapia. Puede ser la terapia con masaje o una terapia a través del alimento o una terapia de remedios florales de Bach o una terapia a través de la homeopatía o una terapia de naturopatía. Dejad, pues, que haya una terapia para no dar una idea anormal de nosotros mismos a los pacientes que podamos tener. Porque no tenemos que ser reconocidos en el mundo exterior como curadores espirituales. Simplemente hemos de ser reconocidos, si lo somos, como un terapeuta o uno que hace homeopatía o una técnica particular. Es sólo el ansia que tenemos de agrandarnos a nosotros mismos cuando hablamos de que somos curadores y que hacemos tales y cuales cosas. Pero ¿cuál es la ventaja que puede tener la persona a la que pretendemos curar si se entera que somos curadores? Lo que es importante es transmitir las energías curativas. Pero no es importante que se nos conozca como curadores. Daos cuenta de qué sencillo era Cristo cuando se le atribuían las alabanzas. Cuando devolvió la vida a Lázaro o cuando le volvió la vista al ciego o cuando curó al paralítico que estaba cerca de la piscina esperando que le dieran un baño. Jesús nunca dijo que él era un curador espiritual. Y si alguien se lo hubiera dicho, hubiera respondido como dijo siempre: «No, no penséis así. El curador es mi Padre». Así que nunca tengáis la impresión de que sois vosotros los curadores. Acordaos siempre de que sois sólo un agente para el curador. Y entonces, si hay gente que se cura, no tenéis por qué tener un excitamiento especial. Y si hay gente que ha venido a vosotros y no se cura, tampoco tenéis por qué poneros efusivamente tristes por ello.
Lo que tiene que hacer el curador es distribuir constantemente las energías. Porque éstas las recibirán o no según sean los centros receptores en las otras personas. Pero uno no tiene una responsabilidad personal de curar o no curar. La luz tampoco es responsable del tipo de actividades que podamos llevar a cabo. Supongamos que porque hay luz nos ponemos a pelear unos con otros. Hasta qué punto es responsable la luz de eso. La luz se pone a disposición sólo para que podamos ver mejor y para que hagamos un uso de la situación determinada según lo que llevamos y somos por dentro. De la misma manera los centros receptores reciben según su capacidad. Así que uno no debe desanimarse cuando ve que alguien no se cura. El programa en la televisión se proyecta siempre y en las casas se recibe siempre y cuando enciendan la televisión. A veces puede que no se reciba ese programa. Cuando pasa eso uno no se tiene que desanimar. Si cuando alguien se cura no se vuelve uno loco de alegría, tampoco se queda sumido en la más profunda tristeza cuando no se cura.
Quedémonos, pues, impersonales. Porque al llegar a estadios avanzados sabemos por qué esa persona no se pude curar. Hay ciertas situaciones a las que no les ha llegado el tiempo. Entonces comprenderemos la dimensión temporal de esa situación y nos quedaremos en igual equilibrio y distancia de ambas cosas y en todo momento.
Creo que esta práctica que os he dado es suficiente para los varios años que nos esperan. Y los que queráis trabajar con ella empezad a hacerlo humildemente. Esta es una manera práctica de ponernos a tono con las energías de Curación.
Los Maestros Ascendido yo los amo y doy las gracias a todos los que han hecho posible esta página , la cual ha cambiado mi vida,y se que lo seguirán haciendo. Gracias gracias gracias
Mi comentario es para darles las gracias por estar.Sin saber manejar la computadora, apenas prenderla y apagarla, la primer pagina que llego a mis ojos fue,la vuestra . Recibo y leo cada uno de sus articulos y son maravillosos. Gracias ,gracias !!!!!
GRACIAS POR ESTE APORTE MARAVILLOSO DE CLARISIMA INFORMACION. YO SOY CANAL ENERGETICO DE REIKI POR LO QUE ESTOY ENUN TODO DE ACUERDO CON LO EXPRESADO.BENDICIONES PARA TODOS, mary@
tengo una niña de 10 años que me dicen tiene un retraso mental, que puedo hacer para buscar su sanaciòn?
mil gracias. luzpime@yahoo.com
estoy muy agradesida por tanta informacion tan interesante,saludalos Atte, Ana Maria
deseo onformacion para yudar a una amiga residente en chile, a quien su cancer le hizo metastasis y su familia busca ayuda para aliviar su sufrimiento y si es posible
una sanacion.
MARTA NO TE SIENTAS SOLA ,SE VALIENTE,muchos pasamos por momentos duros y dolorasos en esta vida,pero aqui tratamos de estar anclados a la tierra.EN este portal encontraras muchos amigos que te queremos y que trataremos de pedir por ti para que tu dolor no sea tan grande,ten FÉ,ESPERANZA y deseos de superar todo,eso te ayudará.Dice el maestro,cuando presentimos que ha llegado la hora de cambiar,comenzamos,inconscientemente,a repasar la pelicula de nuestras derrotas hasta ese momento.Está claro que,a medida que envejecemos,nuestra cota de momentos difíciles es mayor.pero,al mismo tiempo,la experiencia nos ha dodo medios para superar esas derrotas y encontrar el camino que nos permite seguir adelante.También es preciso poner esta pelicula en nuestro video mental.Si sólo vemos la película de las derrotas,nos quedaremos paralizados.Si sólo vemos la de la experiencia,acabaremos creyéndonos más sabios de lo que realmente somos.Necesitamos de las dos películas.Con respeto y cariño.
AMADA MARTA, EN ESTE MISMO PORTAL HAY PUBLICADO EL METODO PEMPENIDES PARA LA UNIFICACION CUERPO MENTE ESPIRITU, LO ENCONTRARAS BAJO EL EPIGRAFE ENERGIAS, MAS ALGUNOS AÑADIDOS PUBLICADOS POSTERIORMENTE.SIGUIENDO EL MÉTODO NO TE PREOCUPES POR TUS NEURONAS PUES SE REGENERARÁN.
EL INCONVENIENTE QUE TENDRÁS ES QUE ES MUY POSIBLE QUE TE SOBREVENGAN DOLORES DE CABEZA DURANTE UN TIEMPO.
PARA CONTRARESTARLOS TE RECOMIENDO IBOPRUFENO Y O VOLTAREN MAS DIAZAPAN PERO SIEMPRE BAJO SUPERVISIÓN DE TU MEDICO.
INVOCA TAMBIEN AL SEÑOR VERIDAN DE ALFA CENTAURO. SON SANADORES ESTELARES Y TE AYUDARAN SI LES LLAMAS Y LO PIDES.
DEBAJO DEL CURSO HAY UN ESPACIO PARA HACER COMENTARIOS, LOS PROBLEMAS QUE TENGAS COMENTALOS ALLÍ E IRÉ APORTÁNDOTE LOS CONSEJOS OPORTUNOS.
QUE LA VOLUNTAD EL AMOR Y LA VIDA SE INSTALEN EN TI Y EN TODA LA HUMANIDAD
SANAT KUMARA
Gracias por esta maravillosa información. Parece que yo necesito curación de las neuronas de mi cerebro, pues parece que debido a experiencias muy fuertes y dolorosas en mi vida en Estados Unidos, estas se murieron y según me dicen no se regeneran. Esto es lo que causa ansiedad y depresión hace casi 6 años.
A quié debo pedir ayuda? Cómo? a los Devas también? Les agradeceré de corazón sus respuestas.
Cordialmente,
Martha L. Agreda En Bogota, Colombia : 6177633