¿Cómo reducir la deuda y el desempleo?

Jorge Gomez (333)

Ben DysonCuando el dinero motiva práticamente cualquier actividad que se lleva a cabo en el planeta, es esencial que entendamos cómo funciona el dinero y qué se puede hacer para utilizarlo con mayor sentido.

El sistema monetario actual responde a las necesidades de los bancos, pero es extraordinariamente perjudicial para el resto de la sociedad. Sin embargo, con unas pocas dosis de rediseño inteligente podríamos conseguir afrontar la actual crisis de deuda y de desempleo con mayores garantías.

En primer lugar, un resumen rápido de lo que hemos escrito hasta ahora en Positive News, por si acaso no has leído nuestras columnas anteriores: en la actualidad, el 97% del dinero con el que se opera en el Reino Unido se expresa en forma de meras anotaciones electrónicas que figuran en las cuentas bancarias de los usuarios. Este dinero digital es, en realidad, muy diferente al dinero real que podamos tener en el bolsillo, ya que es creado por empresas privadas que tú y yo conocemos con el nombre de “bancos”.

Cuando a alguien se le concede un préstamo, el dinero no se saca de la cuenta de una persona para dárselo a otra, sino que simplemente se anota en un sistema informático. Casi todo el dinero electrónico se crea de esta manera, de la nada, y son los bancos quienes lo crean.

En la actualidad, si queremos más dinero para la economía, la única manera de conseguirlo es pedir más dinero prestado a los bancos. Mientras que tú personalmente quizá seas capaz de controlar tus gastos y no necesites endeudarte para ello, en el caso de las arcas públicas, ningún país parece capaz de pagar nuestras deudas colectivas sin endeudarse. Tenemos que pedir prestado todo el dinero que necesitamos a los bancos para seguir impulsando la economía y, si no nos endeudamos, la economía se paraliza.

Por tanto, tenemos que cambiar radicalmente el sistema monetario, si queremos hacer frente a la enorme montaña de deuda a la que hacen frente las personas y los hogares. En lugar de que los bancos tengan esa licencia que actualmente tienen para “imprimir” dinero electrónico en forma de deuda, necesitamos una fuente de financiación que esté libre de deuda. Este dinero tendría que ser creado por una organización transparente y responsable, que debería tener en cuenta los intereses de la sociedad en su conjunto.

El dinero seguiría siendo creado de la nada, pero en lugar de crear este dinero y prestárselo al público como hacen los bancos, este órgano democrático crearía dinero y lo gastaría en la economía real. El primer método de creación de dinero incrementa el importe total de la deuda, el segundo lo reduce, porque el dinero recién creado se puede utilizar para pagar las deudas existentes.

¿A qué podríamos destinar este dinero nuevo? Una opción sería en infraestructuras, por ejemplo, para acometer un necesario proceso de cambio para adoptar plenamente las energías renovables antes de que los precios del petróleo terminen fuera de control. Podría utilizarse para rebajar los impuestos al 20% más pobre de la población, por ejemplo, mediante la reducción del IVA, un impuesto que pagan hasta los pensionistas y los desempleados cada vez que compran algo en una tienda. O, alternativamente, ese dinero podría ser distribuido de manera proporcional entre todos los adultos del país para que lo destinen a lo que mejor les parezca.

Lo importante es que este dinero libre de deuda llegue al ciudadano de a pie para que se pueda utilizar para devolver la deuda contraída con los bancos o para que se gaste en la calle y en las empresas locales, de manera que contribuya a la creación de puestos de trabajo.

Compárese esto con lo que pasa actualmente cuando los bancos crean dinero, en donde la mayor parte de ese dinero queda atrapado en los mercados financieros o inmobiliarios. Sólo el 8% de los préstamos bancarios llega en realidad a las empresas, la mayor parte del resto de préstamos se destinan a préstamos hipotecarios, lo cual empuja hacia arriba los precios de la vivienda o motiva la especulación en los mercados financieros.

Por supuesto, tenemos que asegurarnos de que este dinero recién creado no impulsa una tendencia alcista de la inflación (empujando los precios hacia arriba). Pero durante los últimos 40 años, la cantidad de dinero disponible en la economía ha aumentado en un promedio de un 11,5% al ??año, porque los bancos se han dado cuenta de que, cuanto más dinero prestan, más intereses pueden cobrar y más beneficios consiguen.

Por tanto, si queremos controlar la inflación, tenemos que impedir que los bancos creen dinero, y asegurarnos de que el ente público que se haga cargo de la creación de dinero, no lo haga al mismo ritmo al que lo han hecho los bancos.

Si ese organismo público plenamente responsable crea ese dinero nuevo libre de deudas, dicho dinero puede ser utilizado para pagar las deudas existentes y, al reducir la deuda personal, las personas y las familias tendrán más dinero para gastar en las empresas reales (y no en las entidades financieras). De este modo, se crearían puestos de trabajo y se reduciría el actual nivel de desempleo, que alcanza ya máximos históricos.

Y este aumento de puestos de trabajo significa menos pobreza y una reducción de los problemas que la pobreza lleva aparejados. La ventaja es que los cambios técnicos que son necesarios para impedir que los bancos creen dinero, también conseguirá que los bancos sean mucho más seguros, de modo que los impuestos que pagamos al gobierno puedan ser empleados en cosas que necesitamos, y no en rescatar entidades bancarias tóxicas.

Se trata de aplicar la tan manida “expansión cuantitativa” pero esta vez en favor de las personas y no del sector financiero. Algunos economistas ven esta alternativa como una propuesta radical y peligrosa, pero en realidad es la única respuesta realista. Después de todo, no podemos resolver una crisis de deuda con más deuda.

Visita la web de la campaña en inglés: http://www.positivemoney.org.uk/

Ver el artículo en inglés:

Traducción: Javier Gil

Foto © Positive Money – Ben Dyson participando en la Positive Money Conference celebrada en Londres en 2011.

 

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