Empatía & El Perdón por Cristina Bosio

Jorge Gomez (333)

EMPATIA

Cuando hablo de empatía, estoy hablando de una forma de conocimiento, no solamente del sentimiento que la define.

Empatía (del vocablo griego antiguo  “em pateia”), o sea, capacidad para compartir el sufrimiento del otro.

Un sinónimo de empatía es compasión aunque esta última llegó después, con el cristianismo, y define un sentimiento de caridad desde el evangelio “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

La empatía aunque similar no define el mismo sentimiento por que es una palabra laica, no tiene nada que ver con la religión, sino con una especie de “contagio moral”.

La empatía es directamente proporcional a la imaginación.

Quien no tiene imaginación tampoco posee empatía.

Se necesita solamente un poquito de imaginación para entender el sufrimiento del otro, que cada ser humano es igual a todos los demás.

Desafortunadamente no son muchos los que poseen este tipo de imaginación.

Acaso, el otro ¿no tiene ojos, extremidades, sentidos, cuerpo, sentimientos, pasiones? ¿No se alimenta él también de comida? ¿No es, él también, herido por una arma? ¿No se enferma él también? ¿No se calienta él también en el verano y es helado por el invierno? Como cualquier ser vivo, si lo hieres, a caso; ¿no sangra el también? 

(Shakespeare “El Mercader de Venecia»).

Me he tomado la licencia de sustituir en la obra de Shakespeare la palabra “Judío” con “el otro” para indicar a todos los seres humanos sea cual sea su raza y color, mejor dicho, a todos los seres capaces de probar sufrimiento, por lo tanto también a los animales, desafortunados compañeros de viaje en este planeta.

 

EL PERDÓN – Cristina Bosio

El perdón no es un simple mecanismo para liberar de culpa a quien nos ofendió, el perdón es un mecanismo para que tú seas libre de la amargura que dejó esa acción en tu corazón.

Tu puedes decidir perdonar a alguien, que no está arrepentido de verdad de haberte dañado, por que tu intención al perdonar, no es que esa persona quede libre de culpa, si no que tu quedes libre en tu interior, que tengas paz, que puedas vivir bien, que hayas desatado la amarra que te tenía detenido en el puerto.

Es muy importante saber que el perdón no exime de culpa al ofensor, sino que libera al ofendido.

Necesitas decidir perdonar, para ser libre de las heridas del alma.

He escuchado muchas veces la frase: «yo perdono, pero no olvido», y pensamos seriamente que si no olvidamos, es debido principalmente a que realmente no hemos olvidado, pero esto también es un error.

El perdón no implica nunca que olvides todo, el perdón no produce amnesia, no es indispensable que olvides para perdonar, puedes perdonar y estar consciente del daño que se te hizo, pero decidir que ya no te va a afectar nunca más en tu vida.

Algo muy importante es que puedes decidir perdonar, tomar la decisión de ya no traer al presente las cosas pasadas, incluso mantenerte firme en la decisión de no criticar, ni agredir a la persona que te ofendió.

Sin embargo, no puedes decidir dejar de sentir.

Cuando decidas perdonar de una vez a alguien, es indispensable que lo confieses en voz alta.

Hay una marcada diferencia inmensa entre pensarlo y verbalizarlo; con tu voz tienes el poder para la vida y la muerte, poder para atar y poder para desatar.

Siente esa libertad, ese peso extra que se va, tal vez acompañado de lágrimas, tal vez acompañado de tristeza y de llanto, pero finalmente serás libre.

Tú también has lastimado a mucha gente, con intención o sin ella, has herido profundamente el alma de tus seres queridos; tienes que pedirles perdón.

El perdón es un mecanismo para que tu corazón sane de las heridas, para que tu alma brille, para que tu vida vaya en aumento, para que puedas desarrollar el potencial que posees y que nadie te puede quitar nunca.

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