La Cara humana de María Magdalena, por Loreto Alonso-Alegre

Jorge Gomez (333)
Hace unos días hice un viaje con mi pareja al sur de Francia, al País de los cátaros. Poco sabía sobre estos hombres y mujeres llamados “los hombres buenos”. Fueron personas que creían en los valores auténticos del cristianismo y estaban en contra de la ostentación y riqueza que la iglesia había adquirido. La mujer era igual de importante que el hombre y por ello su palabra era escuchada. Eran Gnósticos, por lo que creían que el verdadero conocimiento proviene del interior. 
Existe una creencia en la cual Magdalena era la pareja de Jesús y tuvieron una hija. La madre y la niña acabaron viviendo en el sur de Francia.
Lo cierto es que las tierras Cátaras le dan bastante importancia a la figura de María Magdalena y en cuanto a los hombres y mujeres Cátaros fueron perseguidos por mucho tiempo, tratados como herejes y quemados en la hoguera. Acabaron con ellos en el Siglo XII cuando el Papa de la época le pidió al Rey de Francia que contratara a las cruzadas para que aniquilaran a todo el que fuera sospechoso. Llegaron a incendiar y destruir ciudades enteras y las masacres fueron brutales hasta que los exterminaron. Se cree que algunos cruzaron los pirineos y fueron acogidos en el norte de Cataluña pero la ideología Cátara fue arrasada.
Después de experimentar diferentes sensaciones por esas maravillosas tierras, le pedí a la esencia de María Magdalena que me permitiera conectarme. Esto es lo que ha salido.
María Magdalena fue una mujer que honraba su cuerpo y su espíritu. Era la esencia de lo que hoy en día llamamos energía Femenina. Aprendió a disfrutar de su parte humana. Caminaba sintiendo la tierra bajo sus pies, el frescor y la humedad del agua. Sabía conectarse con ella y le maravillaba ver como fluía. En ocasiones pasaba largos ratos contemplando este fantástico acontecimiento.
Esta mujer que llegó a la madurez satisfecha consigo-misma, en comunión con el Todo, se convirtió en una persona muy sabia. Encontró el amor y la compasión. Se perdonó a sí misma y a los demás. Entendió que quienes le hicieron daño fue simplemente por ignorancia y miedo. Comprendió que ella podía ver y sentir una conexión total con la tierra y su entorno, difícil de entender por sus contemporáneos.
Tenía la absoluta certeza de que en un futuro habría muchas personas que vieran y sintieran el mundo como ella lo hacía. Cuando cerraba los ojos, se podía conectar con ellos. Se sentía muy bien teniendo esta experiencia de ser una más. Le gustaba compartir su energía con los humanos del futuro que, como ella, lo han entendido. Disfrutaba uniéndose en la misma frecuencia vibratoria que ella tenía. Sólo con aquietar la mente y visualizarles, se conectaba con ellos. Solía pasar bastante tiempo unida a esta realidad aunque también le gustaba su presente, su soledad.
María Magdalena fue, en efecto, una mujer muy sabia.
 
Le causó bastantes problemas el estar adelantada a su tiempo pero eso no le importó. Desde niña supo que era diferente y tenía las ideas claras. Era fiel a ella misma, a sus convicciones, era fiel a su corazón.
Tenía un gran afán por aprender, fue estudiosa en todos los aspectos. Vivió en una época en que a las mujeres les estaba prohibido estudiar, pero a ella no le importaba.
Durante su juventud se instruía y vivía sola, algo que la sociedad de entonces rechazaba y criticaba. Entendían que una mujer debía casarse y atender a su marido. El hecho de que ella era independiente causaba temor en los demás, en especial en los hombres.
Aprendió a no luchar en contra de la sociedad pero manteniéndose fiel a sí-misma. Sabía que la sabiduría estaba en su interior así que meditaba, siguiendo entonces su intuición.
De su etapa con Jesús, se ha hablado mucho. Ella dice que fue todo mucho más sencillo de lo que se ha especulado. Conectó con él desde el momento que le vio por primera vez. Una conexión fuerte y profunda, una conexión desde el alma. Cuando dos personas que poseen una frecuencia vibratoria muy elevada se encuentran, se reconocen en ese instante.
No les hacía falta hablar pero les encantaba compartir. Yeshuá  y Magdala compartían el amor hacía los demás, el amor hacia el Todo y el amor que se tenía el uno al otro. Existía una fuerte admiración y un profundo respeto entre los dos. Para ellos era algo natural.
Les costaba entender las reacciones de sus semejantes al respecto. Magdalena tardó años en comprender las injurias y difamaciones que se hicieron hacia su persona. Ella era auténtica y se comportaba como tal, se regía por el corazón siendo fiel a sí-misma y por ello se asombraba cuando le atacaban.  ¿Cómo podrían entenderle aquellos que le criticaban cuando pertenecían a dos mundos tan diferentes? La vibración energética de las gentes era mucho más densa, era como si fuesen dos realidades paralelas. Magdalena solo lo comprendió en su retiro de madurez.
Me muestra diferentes etapas de su vida pero la que mas siento es a la Magdalena madura. No es una mujer anciana sino madura, plena serena, en comunión con Todo lo que Es y con su propio Ser.
Ella resplandece y por donde pasa, todo se ilumina.
Como humana tengo un montón de preguntas por hacerle pero ella me mira y me sonríe, no le parecen importantes. Me permite sentir su energía, su esencia, es puro amor, pura belleza. Tú también puedes hacerlo, tan solo cierra los ojos y siéntelo…
maria magdalena Cuadro de Marta Hoffman

La Cara humana de María Magdalena, por Loreto Alonso-Alegre

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

xxx